
Valledupar y Cúcuta.

15 de marzo: Recordando a Luciano en su ciudad y visitando albergues de desplazamiento forzado en Cúcuta.

Una de las subdelegaciones de la misión asturiana, tras el contexto de brutalidad recibido en formato de testimonios el día anterior https://pachakuti.org/la-casa-del-trueno, visitaba hoy a dos de los “albergues”(donde obviamente no se permiten fotos) en que la alcaldía ha organizado en sendos polideportivos a centenares de familias que huyen de la violencia y la persecución desatada desde el 16 de enero, y a una experiencia de convivencia y organización comunitaria en el barrio (de asentamiento) Camilo Daza de la ciudad de Cúcuta.

(Y antes de partir hacia Bucaramanga, en compañía de la dirigencia y los escoltas de la CUT, el grupo se acercaba hasta la frontera, en el puente internacional Simón Bolívar, para constatar la normalidad de la que no siempre ha podido disfrutar, de tránsito de personas, motos, mercancías y vehículos.)

La otra subdelegación, en Valledupar ha completado jornada con un encuentro muy especial:
Hoy con la presencia del movimiento sindical del Cesar honramos en Valledupar la memoria de los sindicalistas de Nestlé asesinados, Luciano Romero Molina y Víctor Mieles y su esposa Elvira.

Hubo referencias al nefasto papel de sectores de la patronal que se han valido del terror para escaquear derechos laborales y a la maldita impunidad que es su alcahueta.
La Delegación Asturiana encabezada por Juan Ponte, Delia Campomanes y Agustín Medina sostuvo una entrevista con las familias en la mañana, y en la tarde, al acto de homenaje, asistieron la nieta de Víctor y los padres de Luciano, su viuda, sus hijas y su nieta, quien nos dijo:
… Es terrible y dramático la forma en que la violencia nos ha tocado como familia, y empiezo a hablar de mi papá de esta forma porque aunque no es lo que recuerdo de él, sí es uno de los mensajes que quiero transmitir en este espacio. Asesinaron a un hombre que proveía para una esposa, sus tres hijas y sobrina, y cuando digo proveer no me limito al factor económico y de sustento para la familia, también me refiero a proveer de cariño y afecto para dos hijas menores de edad y una mayor, proveer amor profundamente para su esposa, mi madre, en quién aún casi 20 años después de perderlo sus ojos reflejan amor al hablar de mi papá, misma mirada que también expresa una tristeza infinita por la perdida.

La partida temprana de nuestro padre sin duda abrió una brecha gigante en nuestra familia que nunca jamás será cerrada o sanada. Con el tiempo hemos aprendido a vivir con su ausencia, como siempre he dicho cuando me preguntan sobre el tema.
Luciano Romero Molina fue un hombre que dejó huella en las vidas de todas las personas con quienes convivió o se relacionó, es de orgullo para nuestra familia la forma en que aún muchos lo recuerden, a veces nos dicen tu papá me ayudó en x situación o en esto otro.

Recientemente Eduardo Romero, asturiano, recopiló algunas historias de su vida y las mencionó en su libro, allí conocimos la historia de cómo ayudó a Lola a exiliarse para evitar que acabaran con su vida, y ese relato me llena de nostalgia por la perdida, pero de mucha admiración por el hombre que hizo lo posible por salvar la vida de su amiga y que logró persuadirla para que saliera del país.

También me cuestiona como hija y en silencio muchas veces le he reclamado a su memoria, por qué no hizo hasta lo imposible por salvarse él mismo.
No me mal entiendan, sabemos que antes de morir mi papá había sido acosado y amenazado, cuestión que puso en conocimiento, lo que le reclamo es porqué no aceptó salir primero y luego hacer lo posible por la reunificación familiar si ese era su mayor miedo. Hemos tenido siempre presente que él no quería salir del país nuevamente solo, mi papá era un hombre familiar, cercano, nostálgico también y que no estaba dispuesto a aguantar más tiempo alejado de su esposa y sus hijas. Y bueno podría quedarme horas a hablar del gran hombre que muchos de los aquí presentes recuerdan y conocieron, y ese es mi segundo mensaje.
Finalmente, quisiera decir que no olvidamos la manera en la que cruelmente lo asesinaron, y sí, digo que fue con crueldad, quisieron causarle mucho dolor y estoy segura de que se le causaron, me duele profundamente saber que sufrió, y me duele aún más pensar en su impotencia y en que seguramente no pudo defenderse.
Han sido 20 años en los que seguimos preguntándonos si algún día conoceremos la verdad de quién ordenó darle esa muerte tan inmerecida, es verdad, que la justicia colombiana condenó a los autores materiales de su muerte, pero lo que hoy sigue
sin respuesta es el porqué, quizá saber la verdad total sobre su muerte sea una ilusión o un sueño que nunca se hará realidad, como volverle a ver.
Queremos agradecer a todos los presentes, especialmente a todas sus amigos en Asturias, quienes 20 años no han olvidado su muerte, no han olvidado al hombre risueño y alegre que siempre supo acompañar y estar para quienes le necesitaban, y que amó a su familia.
¡¡¡Gracias por no olvidar!!

Además de las intervenciones de la delegación asturiana, la directora de cooperación del gobierno asturiano había enviado un mensaje a esta actividad de Memoria:
“25 años construyendo paz .
El Programa Asturiano de Atención a Víctimas de Violaciones de los Derechos Humanos en Colombia, cumple 25 años, más de dos décadas de un programa decano y pionero que ha situado a Asturias como referente en la protección de defensores y defensoras de derechos humanos.
Nuestra gratitud a todas las personas y organizaciones en Colombia y en Asturias que con su apoyo a lo largo de esta vital trayectoria, han contribuido a hacerlo posible, especialmente a la inquebrantable labor de Javier Orozco y el equipo de Soldepaz Pachakuti.
Una iniciativa que ha permitido la acogida temporal en Asturias de 146 activistas, periodistas, sindicalistas, líderes y lideresas indígenas, defensores y defensoras del medio ambiente; 146 personas que merecen también todo nuestro reconocimiento por su resiliencia, por su compromiso y firmeza con un futuro más equitativo y sostenible no sólo en Colombia, su labor es ejemplo para otros muchos territorios.
146 nombres que han construido la historia de un programa que implica mucho más que una acogida temporal, o que modela un mecanismo de protección, es un proyecto que a pesar de surgir del peligro del conflicto armado, abraza la paz de la mano de cada uno y cada una de sus protagonistas y crece cada año con sus testimonios; relatos a veces tan estremecedores como necesarios para remover conciencias y arrancar compromisos solidarios al otro lado del océano que nos separa, porque a pesar de que habitamos un mundo cada vez más interdependiente, los discursos de odio y la polarización amenazan con vehemencia la solidaridad internacional en cualquier punto del planeta.
En este escenario, al paso de la Delegación Asturiana por Valledupar, y también en el marco de otro aniversario que en este caso seguimos lamentando, trasladamos a la familia de Luciano Romero, nuestro inmensa gratitud por su legado, una herencia impregnada de integridad y de resistencia ante las injusticias.
Feliz aniversario al Programa, con la esperanza que no sean necesarios otros 25 años para alcanzar la paz total en Colombia.” Beatriz Coto.

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