
21ª delegación astur en Colombia.

Santa Rosa del Sur,¿ un municipio sitiado por el paramilitarismo?
La delegación asturiana número 21 recibe testimonios de las comunidades del municipio de Santa Rosa , en el Sur de Bolívar, en el polideportivo municipal.

La reunión-audiencia la auspicia la federación agrominera, cuyos dirigentes han tenido que ser reemplazados tras los asesinatos de Teófilo Acuña y Jorge Tafur en 2022, y el de Narciso Beleño, en abril del año pasado.
Una parte de la delegación asturiana también llega hasta la alcaldía para recibir la información del alcalde, el personero municipal y el secretario de interior.
Hace cuatro días que dos policías eran asesinados en Santa Rosa. La prensa de hoy da cuenta de que el ejército habría matado a un integrante del paramilitarismo. Pero tales hechos ¿representan y sintetizan la situación real de las comunidades en Santa Rosa?. Parece que no del todo.

El encuentro con la delegación asturiana es inaugurado con una “mística” en que se MEMOrializa a los líderes citados (Teófilo había sido el anfitrión de una anterior delegación asturiana que llegó hasta la Serranía de San Lucas).
El contexto que presenta la federación agrominera cuenta cómo además del ejército y la policía, que cuentan con bases permanentes, hacen presencia armada el ELN (de forma tradicional desde los años 80), una disidencia de las FARC, y los paramilitares del Clan del Golfo-AGC, al que los medios tradicionales de comunicación insisten en llamarles “ejército” gaitanista, por propia insistencia e imposición del grupo paramilitar, que quiere presumir de un estatus político que no le encaja.

El paramilitarismo avanza, y esa afirmación contrastada ha sido trasladada hace tiempo al alto gobierno.
La información que comparte la alcaldía asegura que hace tiempo se está dando traslado de esta situación a las instancias de gobierno, sin que haya respuesta efectiva. El “aviso” de que se estaría preparando una muy gorda, esta dado. Es decir que se dan las condiciones para un estallido de enfrentamiento similar al producido en el Catatumbo. La diferencia está en que en el Catatumbo se han dado fuerte entre ELN y disidencias, llevándose de por medio muchas vidas de civiles, en tanto que en Santa Rosa las disidencia y el ELN habrían a plazado su propia confrontación porque les llega un adversario peor, los paramilitares, en connivencia no reconocida pero demostrada con el ejército, y para llegar a término un proyecto de gran envergadura que tiene por padrinos a fuertes empresarios. Se trata de hacerse con el control ilegal y legalizado de las minas de oro, y en eso están personajes sonados de la oligarquía tradicional colombiana, de la que los grupos paramilitares serían meros ejecutores de sus órdenes.

Muchos presidentes de JAC, juntas de acción comunal, han sido asesinados, una muchacha (nos dicen en la alcaldía, fue violada recientemente por nueve paramilitares, pero recibió de añadido la amenaza de que si denunciaba la mataban, Santa Rosa padeció el año pasado 5 desplazamientos masivos, y este año ya lleva 3, y un confinamiento, en tanto que las autoridades municipales no pueden salir del casco urbano debido a las amenazas de muerte recibidas.

Se sabe y se ha dicho dónde están los paramilitares pero el ejército no actúa ni siquiera cuando hay constancia de que se ha ordenado desde el gobierno, y el equipo de gestión de la alcaldía trata de poner en práctica una resistencia no violenta, que no se sabe hasta cuándo se podrá sostener.
Dos tenientes coroneles han sido detenidos acusados de vínculos paramilitares. Pero uno de ellos era precisamente quien recibía y conocía las denuncias tramitadas desde la personería municipal, y trasladaba de inmediato a los jefes paramilitares, para amedrentar y perseguir a quienes se atreven con la denuncia.

Santa Rosa está cercada, el proyecto estratégico de hacerse con el control de la Serranía de San Lucas (y con toda la riqueza del oro que se presume en abundancia) confronta a las guerrillas con los paramilitares, y mientras tanto las denuncias de las comunidades de que maquinaria pesada está destrozando ríos y quebradas (cuyo financiamiento solo puede provenir de los paramilitares) no tienen trámite adecuado para proteger a las comunidades y al territorio afectado.
Apelan las organizaciones a la influencia protectora de la Serranía y al “gran río” que marca la idiosincrasia y la riqueza de la región, para aspirar a una vida en paz que les ha faltado en muchas décadas, pero no parece que todavía haya condiciones para ello.

Por eso desde la alcaldía nos insisten: hace falta que el presidente Petro viaje a la zona, compruebe las afectaciones graves de la arremetida paramilitar, y se comprometa con la federación agrominera, con la alcaldía, con el tejido comunitarios, en acciones de paz concretas para evitar la expulsión del territorio.

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