La Trilogía Memorias de la Lucha Sandinista de Mónica Baltodano, cuenta la historia de los combates políticos y guerrilleros desde los albores de la fundación del FSLN a principios de los años 60 hasta la victoria político militar el 19 de Julio de 1979.
primer volumen De la forja de la Vanguardia a la Montaña
segundo tomo, El crisol de las Insurrecciones: Las Segovias, Managua, León
tercer volumen, El camino de la Unidad y el Triunfo: Chinandega, Frente Sur, Masaya, y la toma del Búnker
Presentar hoy aquella historia tiene –de nuevo- un claro propósito subversivo: apropiarnos enseñanzas y pistas para las apremiantes batallas que las nuevas generaciones deberán librar por la transformación progresista de Nicaragua.
Palabras de Mónica Baltodano, autora de «Memorias de la lucha Sandinista»
Escrito por ANS-AgenciaNodoSur
El triunfo del pueblo y del FSLN, contra la dictadura somocista el 19 de Julio de 1979 fue posible por la participación organizada y consciente de mujeres y hombres del pueblo. El 19 de Julio fue el resultante histórico de resistencias pasa-das y el peso del acumulado histórico de las luchas populares.
«Esta obra tiene un declarado propósito subversivo»
Quisimos recordar con algunas imágenes aquellas jornadas y especialmente, con sus voces y retratos, a 6 de nuestros entrevistados, que ya no están más con nosotros:
Armando Amador: Historiador, estudioso de Sandino, dirigente obrero y del PTN, escritor. Murió el 26 de enero de 2005.
Heriberto Rodríguez: campesino, fundador del FSLN, correo en la guerrilla de Raudales, combatiente de la guerrilla de Julio Alonso Leclaire de 1959, en la guerrilla de Raití-Bocay en 1963, en los preparativos de Pancasán y luego, en la lucha insurreccional. Atormentado por las condiciones de absoluta pobreza en las que vivía, se suicida, el 15 de Agosto del 2003;
José Gregorio Olivas: campesino de Totogalpa que se vinculó a la Legión del Caribe y que trabajó muchos años en las bananeras de la United Fruit Company en Honduras, Guatemala, Panamá, Colombia y Costa Rica. En este último país se incorpora al intento anti-somocista que lidera el General nicaragüense Alfredo Noguera Gómez, en 1944. Muere el 3 de octubre del 2008;
Luís Gaitán (Esteban ). Fue uno de los jefes intermedios del trabajo político organizativo del FSLN en Managua. Murió el 12 de Abril de 2009. Tenía 54 años.
… y dos entrañables amigos y hermanos, los comandantes guerrilleros:
William Ramírez, Aureliano, maestro, periodista, dirigente sandinista. Estuvo en la montaña y en la ciudad y fue miembro del Estado Mayor del Frente Interno. Muere el 10 de Marzo del 2003
Y, Julio Ramos Argüello, el Trece. General de Brigada, jefe de la Unidad de combate General Pedro Altamirano y miembro del Estado Mayor que dirigió la insurrección de Estelí y otros importantes poblados del Norte. Muere el 8 de noviembre del 2008, a los 53 años.
Más recientemente, también falleció Alfredo Sánchez Alegría, quien nos dio su testimonio sobre el ataque al Cuartel de Masaya en 1977.
Agradecemos la presencia de los familiares, hijos, nietos, viudas, hermanos, de estos entrañables compañeros y pedimos para ellos un gran aplauso.
Me han concedido 20 minutos para 20 años de historia. De tal suerte – mis estimados amigos – que si quieren hacerse una idea del contenido de esta obra – debo advertirles – que solo les quedará un camino: ¡compren la trilogía y léanla!
Cuando hace más de once años comencé – desde radio la Primerísima – este empeño de recuperación de la memoria histórica, nunca pensé que habría una noche como esta, con la privilegiada presencia de todos ustedes.
Les saludo a todos juntos, porque son tantos los amigos, las personalidades, los cariños aquí concentrados que mencionarlos a cada uno sería todo mi discursos. Agradezco la presencia de todos ustedes con profunda emoción.
Cuando inicie este esfuerzo, nunca pensé que me pasaría inicialmente casi tres años haciendo entrevistas. Tampoco imaginé que aquellos diálogos, con tantos compañeros y compañeras de lucha, muchos de ellos verdaderos héroes nicaragüenses, concluirían con esta trilogía que hoy presentamos
Tampoco sospeché que el imperativo moral de trasmitir y publicar únicamente la verdad histórica, me conducirían durante 10 años por los vericuetos de la historia, reconstruyendo y verificando hechos, fechas, eventos, combates, encuentros y desencuentros de revolucionarios y patriotas nicaragüenses
En este dilatado y apasionante proceso de trabajo me di tempranamente cuenta que yo no estaba interesada, ni quería escribir MI historia. “Entre todos” fue el nombre que escogí para mi programa de radio porque mi perspectiva y convicción acerca de esa etapa, es que. Todos y Todas fueron, y deben seguir siendo, el sujeto activo de la historia. Porque entre todos fue y entre todos será, cuando se trata de las grandes transformaciones de la Historia.
El programa de radio se convirtió en un ejercicio de reconstrucción en la que, el entrevistado, yo, y sobre todo la audiencia, participaba en vivo y en directo, con sus precisiones y vivencias, como testigos directos, en un esfuerzo colectivo de reconstrucción histórica.
Luego vino la fase más compleja y la más dilatada: ordenar, diseccionar, separar lo secundario de cada testimonio; investigar, verificar datos y hechos con nuevas entrevistas, a los mismos compañeros, o localizando a otros testigos directos o consultando fuentes escritas, periódicos, revistas y documentos de la época. Arduo trabajo de novel historiadora.
Muchas interrogantes me acicateaban: Solo menciono algunas:
– ¿Cuál fue la motivación que en definitiva condujo a Carlos Fonseca, prácticamente ciego y sin condiciones físicas, a tomar el rumbo a la montaña que le condujo a la muerte?
– ¿Cuáles fueron las causas profundas de la división del FSLN?
– ¿Que explica, después de años de terror y resignación, el incontrolable torrente insurreccional de las masas en la ofensiva final?
– ¿Cómo fue posible que aquellos muchachos y muchachas -extinguieran de una sola vez – como si se tratase de un cataclismo- las instituciones militares, políticas y económicas de la Dictadura?
– ¿Cómo fue posible que convicciones, ideales, valores y ética sandinista fueran más poderosos y letales, que las balas, la represión y el autoritarismo de la dictadura?
– ¿Quienes, en definitiva, fueron los principales actores de esa historia?
– ¿Fue aquello una revuelta ordinaria o una revolución verdadera?
Hoy, por fin, podemos presentar con gran satisfacción y bajo el prestigioso sello editorial del IHNCA el resultado de este arduo trabajo. Y como decía el profesor Edelberto Torres Rivas, a quien agradecemos su presencia, palabras, observaciones y críticas, esta es una historia comprometida con la búsqueda de una sociedad más justa. Y ya que en este momento no es posible resumirla, permítanme sí, el abuso de algunas breves reflexiones.
Hay quienes afirman que en Nicaragua no ocurrió ninguna Revolución. Otros aseveran que la Revolución fracasó, otros que sigue viva y que lo actualmente vivimos es una continuidad de aquella.
Soy parte de los que afirman que aquí se produjo una revolución, UNA REVOLUCION VERDADERA que tuvo sus efectos y su tiempo. Los cambios que entonces pudo propiciar determinan su esencia, su naturaleza. Sus alcances y límites.
A su vez, su vigencia y temporalidad, estuvo determinada, no solo por los factores externos, como la mal llamada guerra de “baja intensidad” y la derrota electoral de 1990. No menos relevante fue el factor interno, la metamorfosis del sujeto colectivo que la impulsaba y conducía, el FSLN. Fuerza revolucionaria -que en los tiempos de nuestro relato-, estremecía y convocaba, por su coraje, su ideario y la integridad de sus valores.
La lucha del pueblo sandinista contra la dictadura fue lucha revolucionaria, como revolucionario fue su resultado inmediato. No solo por el incuestionable y masivo involucramiento del pueblo, sino por el resultado directo que extinguió de una sola vez del escenario político, al dictador y toda su camarilla, comenzando por sus aparatos represivos y asesinos, la guardia y la OSN. Fue revolución porque el desmantelamiento de todo el aparato y la institucionalidad de la dictadura dio paso a una nueva institucionalidad, como la del ejército nacional, que aún sobrevive.
Fue revolución, porque Nicaragua, por primera vez tuvo una política exterior independiente, recuperando soberanía, y porque inició transformaciones importantes en la distribución de la propiedad y la tierra, reivindicó la igualdad de la mujer, el derecho a la vida, a la educación y la salud de todo el pueblo, así como reclamó la libertad de organización y de pensamiento, el pluralismo político, y la promoción de la solidaridad.
Cierto, al final de ese tramo la revolución fue derrotada. Y a decir verdad no en las urnas en 1990, sino cuando los objetivos y programática de su fuerza impulsora, fueron de facto desvirtuados. Fue un complejo proceso- que tenemos el deber y el desafío de desentrañar – que condujo a una escalofriante concentración del poder y que en lo político, tuvo su punto culminante, en la perversión de la política misma, ahora concebida como ordinario reparto, que fue lo que representó el pacto de 1999.
Proceso de Restauración que se desplegó y continúa desplegándose con fuerza, aparejado con la contrarreforma neoliberal, en esta nueva sociedad de mercado y del mercado y del favoritismo a los capitales financieros y transnacionales. Regresión acompañada además, de caudillismo, patrimonialismo, continuismo, fraude, estado confesional y la negación de facto de libertades conquistadas.
Pero ello y muchas cosas más, no pueden negar la calidad, la esencia, la naturaleza y el potencial de cambio revolucionario que se abrió en Julio de 1979. Así como el engendro del imperialismo napoleónico no puede negar la revolución francesa y su influencia decisiva en el desarrollo de las ideas de libertad, justicia y democracia.
Lo que actualmente vivimos tampoco niega la heroicidad y la grandeza de la lucha contra la dictadura, y sobre todo de sus luchadores, entrañables compañeros y compañeras, cuyos ejemplos, el vacío del presente, evoca y agiganta.
Nuestro empeño por impedir que se borre de la historia esta epopeya, tiene también un sentido de justicia. Hay quienes afirman desde las tarimas de la academia y la intelectualidad, que la sangre derramada por miles de jóvenes en la lucha contra la dictadura, fue un desperdicio, que no valió la pena. Que recordarlo es aferrarse al pasado, es necrofilia, es el culto a los muertos, a una especie de heroísmo mítico. Ignoran que la tiranía del olvido solo puede favorecer el autoritarismo del presente.
Esta obra tiene la pretensión de enfrentar resueltamente la manipulación de la historia. El abuso utilitario de los héroes y sus símbolos. Enfrentar con la verdad histórica a quienes solo persiguen el mezquino interés de favorecer proyectos de poder personal y endiosar a ídolos con pies de barro.
Eduardo Galeano en 1991 se interrogaba:. Nicaragua… que viene de una década de asombrosa grandeza, ¿podrá olvidar lo que aprendió en materia de dignidad, justicia y democracia? ¿Termina el sandinismo en algunos dirigentes que no han sabido estar a la altura de su propia gesta?,… Seguramente el sandinismo es bastante más que esos sandinistas que habían sido capaces de perder la vida en la guerra, y que ahora, en la paz, no han sido capaces de perder las cosas”.
Y más tarde pensando en toda nuestra América Latina, escribió: “guerrilleros y luchadores de ayer, que fueron capaces de arriesgar la vida y ahora tienen terror de perder un puesto”.
No se necesita la estéril inteligencia de realistas y pragmáticos, apologistas abiertos o encubiertos del sistema, para darnos cuenta en qué sociedad vivimos. Tiempos en que lo que tiene valor son las cosas, y no las personas. Tiempos en los que solo existe el individuo, y no la sociedad. Tiempo de pánico a perder los trabajos, las humillantes pensiones, a que nos corten la luz o nos agredan en las calles. Tiempos de de violencia y abusos contra las mujeres, violaciones a niños y niñas. Tiempos en que la pobreza real – no la estadística – se sigue expandiendo, mientras la riqueza se sigue concentrando en unas pocas manos que todo lo privatizan, tal como en el pasado que combatimos. Tiempos en que el espejismo de ver construidos nuevos centros comerciales, inaccesibles para el ciudadano promedio nicaragüense, nos hacen creer que ahora vivimos “en otro país”. En los que las privatizaciones arrebatan todo a su paso, nuestros mejores recursos y riquezas naturales son entregados bajo concesiones onerosas a grandes empresas extranjeras… Y son solo algunos ejemplos para no referirme a la perversión institucional y la prostitución de la política.
Ahora que hay tantos cambios por los que luchar, tantas resistencias que hacer, tantas causas nobles por las que combatir, es momento de desentrañar y desplegar las banderas, los valores e ideales de aquellos, que lo dieron todo por la justicia y la libertad.
El rescate de la memoria histórica es, sin duda, fundamental en la forja de la identidad para la lucha por la transformación progresista de Nicaragua. Ya sabemos que si no estudiamos nuestra historia estaremos condenados a repetirla. O mejor:” La única manera para que la historia no se repita es manteniéndola viva»
Estoy convencida de que no existe posibilidad alguna de construir una nueva historia, sino somos capaces de desentrañar las influencias del pasado que condicionan los valores y contravalores, las motivaciones y desmotivaciones, las esperanzas y las frustraciones que constituyen hoy, parte de la conciencia de las fuerzas populares de nuestro país.
Amigos y amigos: viene una parte difícil: la hora de los agradecimientos… ¡tengo a tantos y tantas que agradecer!, y esta obra está en deuda con muchos.
En la trilogía menciono, con sus propios nombres, a más de un centenar de personas, pero quiero expresar esta noche mi agradecimiento especial al compañero de mi vida, Julio López Campos quien ha sido mi cómplice y aliado en las más osadas aventuras, y esta obra fue una de ellas.
A Margarita Vannini y al Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica; a la Fundación Rosa Luxemburgo y a los compañeros de la Fundación Popol Na y, también de manera especial, a mi hija Mónica Augusta quien se encargó, en agotadoras jornadas de trabajo, de la Edición General de toda la obra.
Por supuesto, agradecer la confianza de todos mis entrevistados, verdaderos coautores de esta trilogía. Una parte importante de ellos, algunos venidos desde lejos, nos acompañan esta noche: están aquí, ¡hombres y mujeres, verdaderos héroes y heroínas de esta historia… !
Victor Tirado López, Bayardo Altamirano, ambos fundadores del FSLN, Henry Ruiz, Luis Carrión, comandantes guerrilleros, Dora Maria Tellez, René Vivas, Hugo Torres; Mauricio Valenzuela, Elías Noguera, Javier Pichardo. Extraordinarias mujeres como Rosi López Huelva, amigas de la cárcel como Rosa Argentina Ortiz, Margine Gutierrez. Jefes intermedios en las insurrecciones como Guillermo Sanchez, Mario Lopez, Sergio Lira
Muchachos y muchachas combatientes como Danelia Lanzas, Rolando Lopez, Jose Ángel Vindell, Cesar Sediles, Armando Acuña, Dirigentes obreros e intelectuales como Onofre Guevara, dirigentes estudiantiles de finales de los setenta como Irving Dávila, dirigentes magisteriales como Alejandrino Perera, Periodistas de catacumbas como Carlos Garcia, el gran cronista deportivo Edgard Tijerino, el Grupo Pancasan: Marlene Alvarez, Francisco Cedeño, Martín Fonseca.
Una de nuestras glorias nacionales, el cantor Luis Enrique Mejia Godoy, la poetisa Vida Luz Meneses, grandes luchadoras desde distintas tareas como la Dra. Vilma Núñez, Marlen Chow, Dorotea Wilson. Eva Sacasa, Edmundo “Mundo” Icaza, periodista fundador de radio Venceremos y una heroica mujer hondureña y centroamericanista: Quxabel Cardenas, vino desde Costa Rica a esta presentación. También están Pedro Rivas Guatemala, Elías Lopez Mercado, combatiente monimboseño, Modesto Rojas, piloto que abasteció a los frentes de combate, Victor Manuel Urbina, uno de los últimos chanes de Carlos Fonseca y José Francisco Mendieta, combatiente en la montaña cuyo testimonio sobre los valores fue un aporte importante para nuestra obra.
Para finalizar quiero decir que esta obra tiene para nosotros un declarado propósito subversivo: impedir que se borre, que se oculte el Archivo, es decir la memoria, de esta lucha heroica. Levantar obstáculos a las vanas pretensiones de desvirtuarla. Que nadie pueda apropiarse de la obra de todo un pueblo, para acomodarla a sus ambiciones particulares. En fin, para que resplandezca la verdad. Y sobre todo, contar, en especial a los muchachos y muchachas de hoy, lo que tuvimos que hacer los muchachos y muchachas de ayer. Decirles en las Memorias de la Lucha Sandinista encontrarán enseñanzas y pistas para las apremiantes batallas que a las generaciones venideras les tocará librar, para darle continuidad a aquellos patrióticos propósitos – sin duda inconclusos- del contingente revolucionario que soñó Carlos Fonseca.
(Mónica Baltodano, la autora de la Trilogía, Comandanta del FSLN)
en video: