Cajamarcas.
Cajamarcas hay muchas, pero fijémonos hoy en dos de ellas, la de Perú y la de Colombia: en ambas en pocas semanas de diferencia han estado delegaciones asturianas.
En las dos hay afectaciones grandes del ORO. O mejor dicho de los ojos ávidos que se les pone y se les ha puesto históricamente a algunas personas e instancias cuando se ve, se intuye, se oye de la existencia de dicho metal.
En la Cajamarca peruana, “donde todo empezó”, según reza la publicidad municipal con referencia a.. la derrota, asesinato y humillación del Inca Atahualpa por parte del invasor español, preludio de lo que después aconteció: destrozo de las culturas, imposición de iglesias y leyes extranjeras, templos y casonas y palacios de los nuevos dueños blancos que habían derrotado a los autóctonos..
No es cierto que todo empezara en Cajamarca ni debiera existir reivindicación criolla de esta época del aniquilamiento de lo existente en 1532. Pero el oro y las riquezas de los valles siguen siendo motivos de preocupación en 2017, y sino que se lo pregunten a los pobladores que han visto destruidas lagunas sagradas, o a doña Máxima Acuña , premio Goldman ambiental de 2016, que cada media hora tiene una audiencia, un juicio, como parte de la persecución contra su familia de la poderosísima corporación minera Yanacocha.. que cuestiona que doña Máxima tenga derechos a su tierrita, a sus animalitos, a sus pequeños cultivos, a su saber comunitario, o si por el contrario debe cedérselo a la poderosa empresa extranjera de matriz yanqui.
No, no empezó todo en Cajamarca. Pero las resistencias a las tropelías de la minera han cuajado en experiencias de construcción comunitaria, con gobierno regional surgido de esos movimientos, y con cooperativas de café con mucho éxito que tratan de organizarse con otros cultivos menos exportables.
La minera Yanacocha pretende imponer 5 nuevas explotaciones mineras de gran envergadura , proyecto Conga, pero ninguna de ellas goza de “licencia social” , es decir las comunidades están en contra, así que están paralizados hasta el momento.
La movilización social acompañada de una segunda gestión de gobierno del MAS están contribuyendo al resurgir de la apreciación nativa indígena, el autoreconocimiento y la empatía con otros procesos (como en Bolivia) para orgullo de pertenencia reforzada por los logros del movimiento.
Como si el Inca asesinado en la plaza de Cajamarca, su significación nativa, hubiera regresado para contrarrestar a los avaros del oro: la rapiña de las corporaciones mineras neocoloniales.
Entre la Cajamarca peruana y la Cajamarca colombiana se ha establecido una relación de resistencia similar frente a la explotación del oro, de consignas parecidas en el Agua sí-oro No, y de aspiraciones comunes para preservar sus territorios, relaciones que se han retroalimentado con visitas recíprocas e intercambio de experiencias, como la reciente Consulta Popular ganada por goleada en marzo en la Cajamarca de Colombia, donde “la arracacha, como ejemplo de comida sana, ganó a la Anglo Gold Ashanti”, a su proyecto minero La Colosa, que pone en jaque a tres reservas ecológicas, al cañón de Anaime, a dos páramos irrepetibles reservorios de aguas; aguas para beber y para sistemas de riego de varias regiones.
Pese a que a la empresa extranjera “la cuidan” los militares con 22 convenios específicos firmados.
Pese a las masacres producidas, como crímenes de estado, con alianza entre paramilitares y militares para la represión y control territorial, con sentencias que obligan al gobierno a pedir perdón a la comunidad..
Y pese a que en la memoria reciente y en la demanda de justicia están los asesinatos de tres activistas de Cosajuca, en la misma semana y en el mismo espacio. Y el de Pedro César, asesinado en septiembre de 2013 a pocos días de un paro agrario nacional, y en cuya memoria se ha logrado colocar una escultura en la plaza central de Cajamarca-Tolima.
La gente cajamarquina mantiene comunicación con su homónima peruana, con las mismas preocupaciones por los efectos terribles de la minería y el extractivismo con empresas extranjeras, y por ejemplo el hijo de doña Máxima Acuña, ha pasado por la Cajamarca colombiana para compartir similares experiencias de las luchas, de las esperanzas.
La Cajamarca peruana es una región 3 veces más extensa que Asturias, con 1,5 millones de habitantes, y con “la mayor mina de oro de Sudamérica” que ha condicionado social, ecológica y políticamente la vida de sus pobladores en los últimos 20 años.
La Cajamarca colombiana es el municipio que más arracacha produce, pero también productor de café, fríjol, arveja, maíz, tomate de árbol, curuba, granadilla, mora, uchuva, breva, naranja, colicero, pimentón, banano, plátano y primer productor departamental de hortalizas, y que en marzo de este año en Consulta Popular rechazó por el 98% de los votos la explotación minera extranjera del oro.
En ambas Cajamarcas ha quedado re-establecido que el agua vale mucho más que el oro.
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