Hacia la Selva, destrozada, de Colombia.
Parte de Bogotá con dos horas atrasado el vuelo que hace escala técnica en Medellín, para llegar al destino Apartadó, acercándose a la frontera panameña.
La empresa aérea Satena, de propiedad militar, excusa el retraso en un parte meteorológico adverso, pero al llegar a la segunda ciudad de Colombia el pavimento está seco y las nubes dan paso al sol radiante, que no se repetirá en Apartadó cuando el nublado haga pasar como más soportable la temperatura del Chocó-Antioquia, terrenos de miles de hectáreas de bananeras, de palma aceitera, de ganadería de latifundio.
Y vuelta a la lluvia al atardecer en Riosucio, a donde la delegación asturiana ha conseguido llegar tras muchas horas de traqueteos en las pistas sin asfaltar: llega el invierno o las lluvias a estas zonas lejanas, se alegran los pastos y prospera el latifundio de arroz, en tanto que numerosas aves se adentran en las charcas, la garza ensaya su lanza punzante, las vacas y caballos buscan los tallos más tiernos cerca del agua, y el río sube, sube de nivel lo cual favorecerá la velocidad de la barquita que mañana trasladará por el río a la misión extranjera hasta la comunidad indígena del Jagual, que se resiste al acoso paramilitar, que no se resigna al asedio y confinamiento que los grupos armados pretenden imponerles, para quebrar sus derechos a la autonomía, que incluye el respeto por sus propias autoridades electas.
En el pueblo sin calles pavimentadas y sin calles empedradas, es decir puro barro en este tiempo y pura polvareda en otros, Riosucio, sobre el río Atrato, y en el anterior de Brisas del Bajirá, la delegación se asombra de la cantidad de pintadas del paramilitarismo que anuncian su oprobiosa presencia, por muchos militares que desfilen por sus calles, o precisamente por eso.
En el local de ASOAIBA, de las Autoridades indígenas de resguardos y comunidades sobre varias cuencas fluviales, se han reunido también, además de indígenas embera y wounaan, representantes afros y líderes sociales de la zona, para compartir con la delegación astur su testimonio por la vulneración constante de los derechos elementales, que no datan de tiempos recientes, sino desde los años 80, y que no se refieren únicamente a la violencia de los grupos armados (crímenes, desplazamientos forzados, confinamiento, humillaciones, desconocimiento de las culturas y diversidades, persecución y amenazas a los líderes…) sino en todos los sentidos del abandono del estado, en lo educativo, lo cultural, lo productivo, lo sanitario…
Interpretan que todo esto supone una pérdida de autonomía tanto en la comunidad negra como en las indígenas, a lo que une la pérdida de confianza en policía y ejército, que en los territorios se comportan como bandidos, eficaces sí para sostener los privilegios de empresas mineras como Anglo Gold Ashanti, que se hace también con puertos, quebrando los territorios indígenas y negros y su capacidad de “Consulta” para tomar decisión que vincule.
Es por eso que los planes y estrategias de las organizaciones se trenzan alrededor de la búsqueda de lo unitario, de lo interétnico, de la alianza entre negritudes y comunidades indígenas, que se avizora en la preparación de un próximo Congreso en el Carmen del Darién. Nada menos que para el 12 de octubre. Y nos trasladan Invitación.