Al parecer nuestro año nuevo occidental tiene corta duración, si es que fue establecido por el jerarca católico Gregorio XII en 1582.
Otras culturas tienen formas de medir, de tradición milenaria, diferente.
En los pueblos andinos, quechuas, aimaras, y los demás, el año nuevo es la Fiesta del Sol, Inti Raymi, el solsticio de invierno en aquellas latitudes. Se trató de erradicar de forma violenta por la invasión europea, pero ha pervivido hasta el presente.
El Inti Raymi marca la renovación y proyección de la conciencia de vida, de la actitud consciente y de la cultura de vida equilibrada. Y se hace ofrenda y agradecimiento a la Pachamama. En junio pasado se habría cumplido el año 5.528.
Fecha y motivo similar del solsticio (presente en todas las culturas del planeta) es la que celebra el pueblo mapuche de ambos lados de la frontera chileno-argentina, el we tripantu, que según algunas cuentificaciones estaría por el 12.487: Cuando la noche del 23 de junio haya llegado a su tope final, la naturaleza dará paso a un nuevo ciclo de vida en el mundo originario, permitiendo renovar los sueños, esperanzas y compromisos hacia un futuro mejor para todos.
En las culturas mesoamericanas (nahual, mexica, azteca, mayas..) que tanta relación calendárica dejaron en piedras y en códices, pero cuya espiritualidad y ciencia fueron mayoritariamente destruídas por los europeos, se interpreta que el equivalente a un año nuevo podría tener aproximación de fecha a varias del febrero y marzo actual, y así lo celebran todavía algunas expresiones culturales y festivas.
Como existen 5mil pueblos originarios en el mundo, la interpretación de la naturaleza y sus ciclos, que determina sus ritos y ceremonias, es también multi-diversa.
Caso mayoritario es el chino, que en 2021 sería el 12 de febrero (similitud con el mexica), para dar paso al año del buey, 4617. En el calendario lunisolar chino, este “año nuevo” viene determinado por el día de la luna nueva más próximo al día equidistante entre los solsticios de primavera e invierno. O sea aproximadamente 45 días después de la del solsticio de invierno, y 45 días antes de la del equinoccio de primavera. Misma fecha que se repite en culturas vietnamitas, mongolas, tibetanas, etc.
Era la misma cuenta, adaptada, que se seguía en Japón, hasta que a finales de siglo XIX determinaron pasarse al gregoriano.
En Kerala, India, el año nuevo es en abril, y en otros estados el Diwali equivalente o año nuevo hindú cae entre octubre y noviembre.
En agosto es el equivalente del año nuevo musulmán, el 1442, en septiembre ha sido “el día de las trompetas” año nuevo judío 5781.
El Nevroz del Kurdistán, (el día que saltan por encima de la hoguera) tienen nombres similares Novruz, Nowrouz, Nooruz, Navruz, Nauroz o Nevruz, para los pueblos que se relacionan o relacionaron con la cultura Zoroastro o mazdeismo.( Irán, Azerbaiyán, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Pakistán, algunas regiones del norte de la India, y otras de Turquía).
Es el 21 de marzo, equinoccio de primavera, el final de la oscuridad invernal y el renacimiento de la luz y la fertilidad.
En varias culturas africanas la celebración se relaciona con el final de la temporada de lluvias, en septiembre.
Entre los bereberes se avecina el 2971, que celebran en 12 de enero, y coinciden con algunas iglesias ortodoxas, que se siguen rigiendo por el calendario juliano-romano.
Dícese que la decisión de uniformar el 1 de enero el nuevo año tuvo como excusa que fue el día en que cortaron el prepucio a Jesús de Nazaret. Posteriormente se documentaba en 7 años antes el nacimiento del personaje, con lo que el calendario gregoriano estaría “equivocado” y según su propio cómputo el que comienza debiera ser el año 2028.
En cualquier caso las comunidades se han relacionado extensamente con lo que veían, sentían y admiraban en los ciclos de la tierra, de la luna, del sol y demás elementos influyentes, y “celebran” de formas diversas sus expresiones diferentes, sus cosmovisiones, elemento central de la riqueza de los pueblos del mundo.
Es la base también de adaptaciones legales, de Constituciones y Declaraciones universales, que reconocen y valoran la plurinacionalidad, o que la rechazan abruptamente.
Expresión de lo plurinacional que contrasta con la pervivencia del racismo, la exclusión de los pueblos indígenas de la toma de decisiones políticas, el desconocimiento en la práctica del derecho a la educación intercultural y la aplicación de la justicia indígena.
Tiempo de tránsito, tiempo de limpieza, celebración, fiesta y comida compartida, simbología de esperanza y sueños.
¿Tendremos un nuevo año con menos racismo y xenofobia, con mayores dosis de respeto a los derechos humanos? Un año con más energías para descolonizar, territorios y mentes.
Elicura Chihuailaf, poeta mapuche,
que estuvo varios meses esta año confinado por la pandemia en Asturias,
y que fue invitado por el colectivo Güeligaites
a “celebración” de expresiones culturales diversas
bajo un carballo de la plaza de la Habana en Xixón
(días antes de recibir el Premio Nacional de Literatura)
había escrito sobre el año nuevo
(en idioma mapuche, aquí traducido al castellano):
(Nueva salida del Sol)
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
y el Sol en un cántaro quebrado
Entre las hierbas las aves
esconden sus cabezas
y parece que la vertiente
posee el murmullo de tu corazón
¡We Tripantu!, dicen las niñas
y el rocío recogerá la lluvia
He vuelto, les digo
ahora soy un niño
¿Han visto al avestruz?
Traigan plantas, traigan flores
juguemos los juegos de los
Antepasados
muzay bebamos, que hermosos
en el cielo
están los árboles con sus troncos
de plata
(en ellos se miran estos Sueños
y los ríos que caen de la Luna)
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
Contigo he estado despierto
Madre Tierra
y en la mañana el agua fresca
es una constelación
Cuatro, cuatro. Cuatro, cuatro
¡Ya!, ha descansado el Sol.
«Llegó el invierno con su lluvia a humedecer la Tierra para el comienzo de los nuevos Sueños y sembrados. A pesar de la codicia, de la obstinada depredación con la que unos pocos violentan la Tierra, han de multiplicarse otra vez los bosques sagrados para que se sigan cumpliendo las leyes de la Naturaleza y continúe la vida del Agua: los ríos, las nubes, las hierbas medicinales, las aves, las flores, los árboles, las plantas, los insectos, los animales, la Gente; están diciendo nuestras Ancianas / nuestros Ancianos. No hay desmemoria en el Poder de nuestra Mapu Ñuke / Madre Tierra que respeta siempre sus normas / sus promesas, nos están diciendo. Por eso no nos queda más que recordar, recordar, para vislumbrar el futuro. Reiterar lo que nos dijeron / que nos dicen / que decimos.»