Taita Sabino Gualinga, Yachay de Sarayaku y de los pueblos amazónicos, ha partido a la selva de los espíritus. Su lucha en la defensa de su territorio y su pueblo, será ejemplo para todas.
El taita Sabino es referente continental en la construcción de autonomía y buen vivir (o sumak kawsay) en su comunidad de Sarayaku.
Don Sabino Gualinga es sin duda una de las personas de sabiduría más representativas y reconocidas de la Amazonía.
Hasta su fallecimiento a los 100 años realizaba todas las actividades diarias para la sobrevivencia, como trabajar en la chakra y salir a recoger hierbas necesarias para preparar la medicina para las personas que necesitan ser sanadas. La tradición de la aya-waska le ha permitido conocer el mundo espiritual en el que se desarrolla el conocimiento de los yachaks-uwishins.
El viaje a través de dimensiones llenas de seres que viven en el bosque, los animales y plantas aliadas, le permitió a Don Sabino reconocer el daño y las enfermedades que afectan la salud de las personas de Sarayaku o de otras comunidades. Una vez reconocido el dolor o enfermedad que padece una persona se llama a los seres espirituales que son sus aliados para empezar a sanar. El árbol del medio día, que es el lugar en donde viven únicamente los sabios más poderosos, es donde Sabino encuentra la fuerza para curar.
Hace pocos días Patricia Gualinga, hija de don Sabino, recibía el Premio DDHH Olof Palme. http://www.pachakuti.org/spip.php?article1514
Patricia y don Sabino hicieron parte de la delegación de 20 sarayakus que llegó a Costa Rica para defender ante la CIDH a la comunidad de Sarayaku. La sentencia fue definitoria para que las petroleras, rechazadas por la comunidad, no entraran a destruir la Selva.
El “caso Sarayaku”. Los espíritus hablando por boca de los sabios.
El Estado ecuatoriano realizó una concesión de un proyecto petrolero que afectaba el 65% del territorio ancestral, pero no se informó, no se consultó, no tuvo el consentimiento de Sarayaku.
La presencia petrolera en el territorio de Sarayaku significó violencia, dolor y sacrificio para la gente del pueblo y la destrucción y deterioro de elementos naturales de especial significación para la cosmovisión y espiritualidad de los pobladores ancestrales. Árboles sagrados fueron talados y el propio suelo de su selva fue horadado y sembrado de explosivos en una extensión de 20 km2, para realizar exploración sísmica en busca de petróleo.
Tras 7 años de proceso, llegaron a la CIDH buscando Justicia.
En un momento clave del litigio en 2011 Don Sabino Gualinga, yachak, líder espiritual de Sarayaku, con paso firme pese a sus noventa y dos años de edad, subió al estrado para rendir declaración frente la Corte.
Solo él podía mostrar a la Corte la faceta más dolorosa e inquietante del drama que generó la presencia no deseada de una empresa petrolera en su territorio.
El daño cometido en contra de un pueblo al que ingresaron extraños resguardados por personal armado del Ejército, para sembrar en la Madre Tierra, a doce metros de profundidad, en 467 puntos de su territorio, a cien metros de distancia entre carga y carga, un total de 1.433 kilogramos de explosivos de alto poder.
Al responder el interrogatorio respecto a los impactos que las actividades de la empresa petrolera produjeron en el territorio de Sarayaku, Don Sabino mencionó que la mitad de los “amos de la selva ya no estaban allí. Sarayaku es una tierra viva, dijo, es una selva viviente”
«Ahí existen árboles y plantas medicinales y todo tipo de seres… Muchos se escondieron, otros se murieron cuando se reventó. Ellos son los que sostienen la selva, el bosque. Si se destruye en demasía las cosas también se derrumban las montañas… Todos los que quieren hacer daño, no saben lo que están haciendo. Nosotros sí sabemos, porque nosotros vemos eso.»
La Corte valoró los testimonios y consideró que “para los Sarayaku la destrucción de árboles sagrados por parte de la empresa, como el árbol ‘Lispungo’, significó una vulneración a su cosmovisión y creencias culturales”.
En el Caso Sarayaku, la Corte reconoció:
«la importancia que tienen los sitios de valor simbólico para la identidad cultural del Pueblo Sarayaku y su cosmovisión, como sujeto colectivo, varios de los testimonios y peritajes producidos durante el proceso indican el fuerte lazo que existe entre los elementos de la naturaleza y de la cultura, por un lado, y las dimensiones del ser de cada integrante del Pueblo.»
(…) «La Corte considera que la falta de consulta al Pueblo Sarayaku afectó su identidad cultural, por cuanto no cabe duda que la intervención y destrucción de su patrimonio cultural implica una falta grave al respeto debido a su identidad social y cultural, a sus costumbres, tradiciones, cosmovisión y a su modo de vivir, produciendo naturalmente gran preocupación, tristeza y sufrimiento entre los mismos.»
(CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS, Caso Pueblo Indígena Kichwa de Sarayaku v. Ecuador, 2012). (Voces de la Selva- revista Internacional de DDHH).