Cuando los enfrentamos nosotrxs, estómagos hambrientos, los imperialistas buscan sus armas. Cuando los imperialistas nos enfrentan, nosotrxs estómagos hambrientos, unimos nuestros brazos y marchamos hacia adelante.
Nuestra humanidad está amenazada por un virus invisible que se propaga rápidamente; pero desde hace mucho tiempo nos han desafiado otros virus, como el desempleo, el hambre, el racismo, el patriarcado, la desigualdad y la guerra. Esos virus se manifiestan de forma diferente en distintas partes del mundo, atacan fuertemente las vidas de trabajadorxs y campesinxs, y de quienes experimentan el impacto de la desigualdad social; mientras tanto, hay una minoría de personas que se benefician de la devastación.
El sistema capitalista no tiene respuestas para estas crisis; sus políticas son huecas. En lugar de buscar una manera de alimentarnos y albergarnos, los capitalistas construyen vastas maquinarias de destrucción: fuerzas policiales y militares que sofocan la vida de la clase trabajadora en las naciones ricas y del campesinado y la clase trabajadora en las naciones más pobres. Si un país pobre trata de erguirse, busca ejercer su soberanía, se utiliza un arsenal entero de poderes contra el: poder financiero, diplomático y militar. Nos dominan con armas, pero también con ideas. Tratan de convencernos de que sus puntos de vista son los correctos.
Los administradores del sistema capitalista se apresuran a desenfundar sus armas y apuntar a adversarios distantes, a conducir sus tanques hacia nuestras tierras y a ocupar nuestros hogares, a destrozar la naturaleza y a destruir nuestro mundo. Para ellos es más fácil provocar guerras que llenar el estómago de los seres humanos con comida. Prefieren enardecer a la gente con patrioterismo y racismo antes que manejar el hecho de que se trata de un sistema fracasado que depende cada vez más del trabajo de cuidado de las mujeres no reconocido y de las duras condiciones de trabajo impuestas a lxs mineros y trabajadorxs de las fábricas.
El planeta está en llamas, los virus avanzan, el hambre acecha la tierra, pero incluso en este desastre, nosotrxs, la vasta mayoría de lxs habitantes del planeta, no hemos renunciado a la posibilidad de un futuro. Esperamos algo mejor que esto, un mundo más allá de las ganancias y los privilegios, un mundo más allá del capitalismo y del imperialismo, un mundo que cante la canción de la humanidad. Nuestros corazones son más grandes que sus armas, nuestro amor y nuestra lucha superarán su codicia y su indiferencia.
Nuestros movimientos están plantando muchas semillas. Necesitamos regarlas, cuidarlas, asegurarnos de que florezcan. Construiremos un futuro que atesore la vida antes que las ganancias, un futuro de hermandad entre los pueblos, en lugar de guerras racistas, un futuro en el que las jerarquías sociales sean abolidas y disfrutemos de la dignidad mutua.
Solo cuando está suficientemente oscuro se pueden ver las estrellas. Ahora está lo suficientemente oscuro.
Dijo Guevara el hermoso,
viendo al África llorar:
en el imperio mañoso
nunca se debe confiar.
Y dijo el Che legendario,
como sembrando una flor:
al buen revolucionario
sólo lo mueve el amor.
Dijo Guevara el humano
que ningún intelectual
debe ser asalariado
del pensamiento oficial.
Debe dar tristeza y frío
ser un hombre artificial,
cabeza sin albedrío,
corazón condicional.
Mínimamente soy mío,
ay, pedacito mortal.
Silvio Rodríguez
José Saramago:
Che Guevara, si tal se puede decir, ya existía antes de haber nacido, Che Guevara, si tal se puede afirmar, continuó existiendo después de haber muerto. Porque Che Guevara es sólo el otro nombre de lo que hay de más justo y digno en el espíritu humano.
Lo que tantas veces vive adormecido dentro de nosotros. Lo que debemos despertar para conocer y conocernos, para agregar el paso humilde de cada uno al camino de todos.
https://prensaindigena.org/web/index.php?option=com_content&view=article&id=34696:espana-che-a-los-52&catid=86&Itemid=435
http://www.pachakuti.org/spip.php?article528