Pueblos Indígenas: nuestra palabra es la misma de antes, de hoy y de mañana, porque es de resistencia y rebeldía.
Nos juntamos en la defensa del territorio y de la madre tierra. Perseguidos por las fuerzas del mal gobierno, caciques, empresas extranjeras, criminales y leyes; contando muertos, agravios y burlas, los pueblos originarios, los guardianes de la tierra, acordamos pasar a la ofensiva y extender la palabra y la acción de resistencia y rebeldía, sin importar su lejanía en kilómetros, sin importar muros y fronteras, ni los cercos que nos ponen, todas quienes siguen con su corazón palpitando junto al nuestro.
Sabemos que en todo el mundo, en sus rincones más olvidados y despreciados, hay seres humanos que se resisten a ser devorados por la máquina y no se rinden, no se venden y no claudican. Muchos colores tienen, muchas son sus banderas, muchas las lenguas que les visten, y gigantescas son su resistencia y su rebeldía.
Los capataces del capitalismo construyen muros, fronteras y cercos para tratar de contener ése que dicen que es un mal ejemplo. Pero no lo pueden hacer, porque la dignidad, el coraje, la rabia, la rebeldía, no se pueden detener ni encerrar. Aunque se escondan detrás de sus muros, sus fronteras, sus cercos, sus ejércitos y policías, sus leyes y decretos, esa rebeldía llegará a pedirles cuentas tarde o temprano. Y no habrá ni perdón ni olvido.
Sabíamos y sabemos que nuestra libertad sólo será obra de nosotros mismos, los pueblos originarios.
Somos rebeldía y resistencia. Somos uno de tantos mazos que romperán los muros, uno de tantos vientos que barrerán la tierra, y una de tantas semillas de las que nacerán otros mundos.
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