En homenaje a los Pueblos Indígenas y a la Madre Tierra nos juntamos en un acto cultural callejero el Colectivo de Colombianos Refugiados en Asturias, Soldepaz, La Caracola y Picu Rabicu, acompañados de colectivos y de amigas-os y paseantes de la ciudad de Xixón. Hubo bailes de Achalay Dansay del Ecuador, música asturiana de la Bandina del Mato Groso, canto campesino del Caribe con Andrés Narváez, y se leyeron poemas de varios autores indígenas, entre ellos la aportación al acto de Fredy Campo Chikangana, poeta del pueblo Yanakuna Mismak. Allí Euclides Chirimía Dura, autoridad del pueblo indígena Eperara Siapidara de Colombia, expresó:
Los indios de Colombia no tenemos paz
Colombia tiene 102 Pueblos indígenas de los cuales 67 están en peligro inminente de extinción, por la discriminación étnica y por la usurpación violenta de nuestros territorios con la responsabilidad directa del Estado que suscribe convenciones y tratados y expide leyes que nunca cumple, como tampoco cumple los mandatos de la Corte Constitucional, ni los del sistema americano y el de la ONU que le ordenan protegernos para evitar que desaparezcan todos nuestros pueblos y culturas.
Los gobiernos de Colombia aprendieron del invasor europeo a justificar el etnocidio. Antes dijeron que no éramos personas sino animales sin alma y sin derechos. Ya reconocen que somos gentes, pero nos señalan de ser personas atrasadas, egoístas, que nos oponemos al desarrollo y al progreso del país porque luchamos contra la minería y contra los proyectos del capital que destruyen la vida animal y vegetal en los territorios que hemos cuidado y donde vivimos desde hace al menos 7 mil años.
Los indígenas no aceptamos que nuestra Madre Tierra sea un “factor de producción”. ¿Es la madre de alguno de ustedes un factor de producción? Tampoco aceptamos que ir a la guerra sea obligatorio. La guerra colombiana no la iniciamos los indígenas y nos negamos a ser combatientes. Cuando nos ha tocado guerrear lo hemos decidimos nosotros, no fuerzas ajenas a nuestros pueblos. Estamos por la solución negociada del conflicto armado, pero nuestras autoridades y nuestros pueblos no han sido consultados. Nos impusieron la guerra, nos imponen su visión de la paz.
Las empresas multinacionales, los terratenientes, los bancos y los medios de comunicación son el verdadero Estado en Colombia; en su beneficio se legisla, se montan ejércitos, policías y paramilitares. Es a ellos a quienes protegen realmente y son ellos quienes de benefician de la guerra. En la última Minga Campesina étnica y popular la policía y su brutalidad asesinó a tres indios, hirió y apresó a centenares más. ¿Por qué tanta violencia? Para quitarnos los territorios, para meternos miedo y que no luchemos contra la minería que siembra de huecos y de muerte nuestros territorios. Eso es lo que hacen las multinacionales que exportan carbón hasta Asturias matando más de 3 mil indígenas wayúu de hambre y de sed. ¿Alguien puede exigir en esta tierra al gobierno que declare de dónde viene el carbón que están quemando las térmicas de Asturias y de León y las empresas incluida la siderúrgica?
Los indios hacemos más por enfriar al planeta que todos los Estados y los gobiernos con sus pomposas cumbres y sus grandes declaraciones. Los indígenas no necesitamos a Repsol, ni a Fenosa, ni a Endesa, ni a Iberdrola para proteger los ríos. Son ellas los que necesitan de lo nuestro. ¿O creen ustedes de verdad que los indios nos moriremos sin petroleras, ganaderos, mineras, madereras, pesqueras, químicas, energéticas y farmacéuticas?
El Estado ejecuta el etnocidio en Colombia. Es el gobierno que habla de paz el que ha entregado sin nuestro permiso a las multinacionales 29 millones de hectáreas del territorio de los indios al borde la extinción. ¿Lo hizo para salvarnos? Mi pueblo es el eperara siapira y vivíamos en la selva húmeda tropical del Océano Pacífico. Hoy estamos al borde la extinción con nuestro idioma y nuestro territorio ancestral que nos quitaron después de las masacres del Alto Naya donde asesinaron más de 120 indios chicos y grandes. Hoy somos un pueblo sin territorio, desplazados en las ciudades sin saber bien ni el idioma de ustedes.
A diario hay violencia contra nuestros pueblos por cuenta de una guerra que libran las guerrillas FARC, ELN, EPL, el narcotráfico y la Fuerza Pública. Nosotros decidimos dedicarnos a recuperar nuestros territorios y a liberar a la Madre Tierra. Nos han respondido con amenazas contra líderes y autoridades indígenas por los paramilitares Aguilas Negras y Rastrojos, y con 34 asesinatos éste año de comuneros de los pueblos Awá, Emberá Chamí, Emberá Katío, Emberá Eyabida, Eperara Siapidara, Nasa, Pijao, Wayúu, Coreguaje, Quillacinga, Wiwa, Wounaan, Zenú, Piratapuyo, Muisca y Yukpa.
Los pueblos indígenas ejercemos la autonomía como Control territorial, pero nos están bombardeando: en mayo hubo bombardeos indiscriminados en el Cabildo Nasa de Ondas del Cafre, municipio de Mesetas, departamento del Meta. En abril el ejército nacional mató indígenas del Pueblo Emberá Katío con los bombardeos en el Resguardo Tahami del Alto Andágueda y en el Consejo Comunitario del Alto Atrato, Municipio de Bagadó, y en las cabeceras del río Capa, y en la zona del Mindo, Municipio de Lloró. Los indígenas se están desplazando por los bombardeos sobre el pueblo Emberá de en Parruguera y Aguacate, están saliendo por el río en balsas y en canoas tras los bombardeos y ametrallamientos contra el ELN. Las comunidades quedan solas o sitiadas, sin poder salir a pescar o a recoger sus alimentos. Este año van al menos 3.481 víctimas de desplazamiento forzado de los pueblos indígenas Emberá, Emberá Eyabida, Emberá Katío, Jiw, Nasa, Piratapuyo y Wounaan.
Como pueden ver y oír para nosotros no hay paz, no hay leyes buenas, ni hay justicia. Nosotros pueblos indígenas colombianos de la selva, la sabana y la cordillera, existimos, luchamos, resistimos y dejamos aquí la constancia de éste etnocidio.
En éste día celebramos nuestra resistencia y ofrecemos nuestra lucha a la madre común de todas las personas y de todo lo que vive: nuestra Madre Tierra.
Colectivo de Colombianos refugiados en Asturias. Gijón, 9 de agosto del 2016.