El mundo está convulsionando.
La pandemia originada por el COVID-19 ha generado una crisis sanitaria, humanitaria y económica a escala mundial y llega en momentos difíciles para América Latina.
En Chile (el sexto país de la Región con más casos positivos confirmados y el quinto con más personas fallecidas) la situación se ha tornado difícil e incierta, afectando especialmente, como en todo el mundo, a la población que vive en condiciones más vulnerables.
En el campo y, particularmente, las mujeres campesinas, indígenas y originarias viven una situación de extremo sacrificio frente a las medidas que impone esta pandemia:
están aisladas socialmente; no tienen acceso a recursos y servicios productivos, salvo, en algunos casos, las pequeñas parcelas que ellas mismas cultivan; carecen de autonomía económica; están asumiendo una carga excesiva de trabajo de cuidados en sus hogares; no cuentan con los medios necesarios para que sus hijos e hijas puedan seguir con sus estudios (poca o nula conectividad y acceso a servicios de internet y disponibilidad de tecnología para el aprendizaje);
viven expuestas a situaciones de violencia de género y carecen de recursos, información o apoyo para salir de esas situaciones; tienen acceso limitado a agua segura para lavarse las manos, que es una de las medidas principales y primarias para prevenir la propagación del virus, y a equipos de protección individual (mascarillas, gel hidroalcohólico, etc.);
no tienen fácil acceso a servicios de salud sexual y reproductiva y tampoco a los servicios que diagnostican y atienden el COVID-19 (barreras geográficas y de acceso o incluso inexistencia de estos servicios) y, además, las mujeres indígenas se enfrentan a la insuficiencia o ausencia de campañas en educación y prevención culturalmente apropiadas.
El proyecto Venceremos la pandemia: luchando por la vida, la justicia, la paz y la igualdad.
Por una Constitución paritaria y plurinacional en Chile
que desarrollaremos con la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI)
tratará de crear espacios (en total se harán seis jornadas territoriales) donde 200 mujeres campesinas, indígenas y originarias, dirigentas y lideresas locales y regionales de 15 regiones del país,
se reencuentren, sepan cómo están y cómo se sienten; compartan sus experiencias y aprendizajes ante el aislamiento social y los cuidados de salud de ellas y sus familias para evitar contagios; compartan también sus estrategias económicas para fortalecer su soberanía alimentaria;
reconozcan y reparen, a través de la contención y el apoyo mutuo, las consecuencias en su salud mental del estrés a que han estado sometidas por la situación de confinamiento, desabastecimiento y miedo a la enfermedad, viéndose muy sobre cargadas física y emocionalmente; y construyan de forma colectiva estrategias resilientes dirigidas a su bienestar físico y mental que les permitan afrontar la realidad post pandemia desde la reconstrucción del tejido individual y comunitario de las mujeres y de sus familias, el análisis de la “nueva realidad” y la identificación de sus necesidades prácticas y sus intereses estratégicos como mujeres campesinas, indígenas y originarias en materia de empoderamiento económico, productivo, social y político.
Pero además se tratará de fortalecerlas y fortalecer sus liderazgos para que retomen las luchas sociales de finales del 2019 por un país más justo, inclusivo y sin violencia.
De esta manera, en las jornadas territoriales y en las asambleas interregionales (se harán tres) se construirán de forma colectiva seis propuestas políticas desde las necesidades prácticas e intereses estratégicos de las mujeres campesinas, indígenas y originarias que se llevarán a la Asamblea Constituyente que elabore la nueva Constitución, para que se desarrolle de forma soberana, paritaria y plurinacional con la participación activa del movimiento feminista dinamizando y fortaleciendo el proceso desde una concepción feminista campesina, popular y con identidad de clase e indígena.
Estas propuestas políticas se validarán en el seminario “Mujeres en resistencia”, un espacio de reencuentro para retomar el proceso social pre pandemia y vincularlo a las propuestas de las mujeres campesinas, indígenas y originarias para la elaboración de una nueva Constitución, y para conocer las experiencias vividas en otros países en la formulación de sus constituciones.
Todo el proceso se divulgará a través de la edición de un número especial de la revista El Correo de las Mujeres del Campo (ANAMURI), dedicado a la formación, información y difusión en torno a los derechos humanos de las mujeres rurales, indígenas y originarias y el proceso de Asamblea Constituyente en Chile.
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