Guzmanense.
Caravana de carros de seguridad que regresan de territorio guzmanense. Allí un colectivo de jóvenes le ha contado a la delegación extranjera cómo se juntaron para proteger animalitos y llegaron a mayores en cuanto a tratar de cuidar ecosistemas. Más que “Gretas suecas” del ecologismo, han comprendido que son los pueblos indígenas los verdaderos y milenarios cuidadores de la Selva y del planeta.
En el recorrido un coche arrimado a unas casas. Un gran altavoz de discoteca amarrado al techo. Vocifera el pastor evangélico desde el micro enchufado. 4 señoras sentadas a la `puerta de sus casas parecen atenderle. Nuestros acompañantes, campesinos y escoltas, indiferentes a la perorata.
Leo nos hace parar en un recodo buscando a un cuñado que hace 40 años no se ven. Sus hijos, primos entre ellos, se han encontrado a miles de km en la diáspora migrante en Canadá. La primera esposa de Leo falleció, y luego vino el distanciamiento familiar, y la violencia política que obligó a Leo a establecerse en otro departamento. El cuñado no le reconoce físicamente, hasta que llegan los detalles y explicaciones.
El pastor sigue anunciando a grito pelado el fin del mundo en la vereda. Acaba abruptamente, y en contraste, con una frase muy suave anuncia en qué dirección pueden encontrar a su congregación religiosa. No sabemos si las tres señoras le ofrecerán merienda en la despedida. Nuestra caravana sigue rumbo a otra ciudad amazónica.
En realidad del “piedemonte amazónico”, tal vez territorio de mayor fragilidad.
“El piedemonte amazónico es parte vital de la Amazonía, pues en él se recargan ríos importantes como el Caquetá y el Putumayo, afluentes del río Amazonas, y confluyen altos niveles de diversidad de fauna y flora. Comprender la relación ecosistémica entre el piedemonte y la selva amazónica lleva a preguntarnos por los impactos ambientales y sociales de actividades productivas extensivas como la ganadería y el monocultivo, y de alto impacto como la exploración y producción de petróleo. https://vimeo.com/803384189
Este territorio ha sido objeto de una oleada de proyectos extractivistas que privilegian rentas a corto plazo, sobre usos que podrían devenir en bienestar sostenido y de largo plazo para los campesinos, que junto con comunidades indígenas y afro colombianas habitan la región.
“Se presenta un conflicto ambiental, presión al ecosistema que acarrea conflictos sociales por la ausencia de comprensión de los órdenes culturales y sociales.” https://vimeo.com/803448112
Falta añadir más leña al fuego : cultivos “de uso ilícito”, es decir hoja de coca con destino al polvo blanco que Europa demanda por toneladas. Y al calor de esos fuegos, la cocaína, el petróleo, el cobre, el oro y las maderas o el control del agua.. los “grupos armados” que se hacen cargo de negociar y amparar esos intereses. Paramilitares, y ex guerrillas y una altísima militarización que impiden o prohíben que líderes sociales que cuestionan este estatus y modus operandi puedan circular por todo el territorio para sus elementales labores sociales.
Se les declara “objetivo militar” a través de panfletos y mensajes, que demasiado se han demostrado que se hacen cumplir: siguen en alza las cifras del terror, de las desapariciones, de los reclutamientos, de la prostitución y violencia asociada a las petroleras.
En una de las veredas el botadero de basuras a cielo abierto ha colapsado. Lo venían anunciando desde hace 18 años los pobladores de Medio Afán. Pero las petroleras y dos municipios siguen tirando allí sus residuos.
En otros espacios hay concesiones extensas para explotar minería: también es crónica anunciada de desastre. No solamente por los informes y pronunciamientos de organizaciones y hasta del obispo: Está anunciado desde la avalancha de barros y piedras que acabó con las vidas de más de 1.200 personas. Si perforas y manipulas en sitio frágil como el piedemonte, si modificas estructuras para sacar rentabilidades inmediatistas, dejas a merced de un aumento de escorrentías el que se puedan derivar en avalanchas sobre viviendas situadas donde no correspondería, como ocurría en Mocoa.
¿Volverá a ocurrir ahora si Iberocobre u otras empresas extranjeras siguen deteriorando el piedemonte? ¿Habrá una decisión colectiva y una acción de gobierno y una “inspección ambiental” que haga caso del sentido común de proteger y amparar el estratégico lugar piedemontano andinoamazónico reserva de la biosfera?. Son palabras largas, pero son claves las decisiones del Bien Común. https://vimeo.com/803702713
“Abarca 1,5 millones de hectáreas distribuidas en cuatro departamentos y 22 municipios. En esa área, la relación montañas y llanura hace que los páramos reciban más de 2.000 milímetros de lluvia anual y los bosques montanos hasta 4.500 milímetros en años lluviosos.
Una región como importante estrella fluvial, donde nacen numerosos ríos de las hoyas hidrográficas del Caquetá y Putumayo, que hacen parte de la gran cuenca del Amazonas; ríos importantes para el abastecimiento de acueductos veredales y municipales, con cientos de kilómetros de rondas y un número sin registrar de nacederos, cuya permanencia depende del manejo que se le dé a sus entornos inmediatos y a la región en su conjunto.”
Allí habitan diversas culturas representadas en 11 pueblos indígenas, de los cuales siete son ancestrales con una tradición de más de 2.800 años y cuatro llegados en migraciones más recientes, así como los colonos; y 1 millón de cabezas de ganado que ocupan cerca de 2 millones de hectáreas con predios en más de un 60 por ciento sin claridad de títulos, como sucede en casi todo el país.
Sin esas aguas, más de 40 millones de hectáreas de bosques y la vida animal y vegetal asociada a ellos, sería inviable.
Ese piedemonte afronta presiones y riesgos crecientes, con prácticas productivas traídas de regiones andinas, la descontrolada explotación petrolera, la minería con impactos contundentes sin beneficios para las economías locales, y el creciente mercado de tierras.
En Mocoa dos crecidas por el invierno en menos de un año cobraron centenares de vidas y destruyeron la precaria ocupación de zonas muy cercanas a las rondas. ¿Volverá a repetirse en otras concentraciones urbanas del piedemonte?
¿Se escuchará a los taitas de los pueblos indígenas, a los saberes del campesinado de larga data?
Varias veces la caravana pasa por el anuncio del “Fin del mundo”, uno de los lugares de privilegiado destino turístico. Pero no hay tiempo para disfrutarlo.
Antes, sin embargo, la ruta desde Pasto pasando por el valle de Sibundoy y por el “trampolín de la muerte” (como camino alternativo obligado por el derrumbe en Rosas-Cauca) es admirada por la comitiva por la belleza de su vegetación variada.
Biodiversidad. Riqueza cultural de pueblos. Pulmones del mundo con responsabilidad de preservarlos. (e impedir que sigan apropiándoselos empresas extranjeras como Gran Tierra Energy, que se aprovechan de la ausencia de Universidad en esta zona para llevarse los saberes y conocimientos en aras de su control y dividendos).
Anunciado en la Cumbre de la CELAC un próximo y gubernamental Encuentro por la Amazonía en abril o mayo, en Leticia o Tabatinga.. (Gustavo Petro: “es cuestión de vida o muerte, literal, el que esa selva se revitalice”; “un gran pacto para salvar la selva amazónica en favor de la humanidad”) ¿qué protagonismo, papel y propuestas serán trasladadas desde el piedemonte andinoamazónico?
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