Los nuevos gitanos
Polo Democrático Alternativo
http://www.polodemocratico.net/Los-nuevos-gitanos
Martes 9 de octubre de 2007
No van de pueblo en pueblo como antes, guardaron sus carpas y ya poco adivinad la suerte en la mano. La vida agitada y los problemas del país transformaron sus costumbres.
Por: FREDDY CANCHÓN N.
Nataly esperó con su grupo de amigas quinceañeras, como ella. Atrás del salón del Club de los Ferrocarriles, donde se celebró la fiesta, estaba reunida la Kriss, o el grupo de adultos mayores de los Gitanos de Bogotá. En la reunión, “negociaban su futuro”. Un primo, residente en Estados Unidos, al que poco conoce, pidió su mano por intermedio de su padre, como indica la tradición. Pero fueron los ancianos —la máxima autoridad dentro de los Gitanos— los que finalmente dieron el sí, luego de escuchar las propuestas que ofreció la familia del novio. El matrimonio se efectúa hoy.
Así son las bodas Gitanas. Con tres fiestas distintas. Una en la que se pide la mano, el matrimonio como tal, y una tercera en honor a la virginidad de la novia. Hace rato que la mayoría de las kumpañas o grupos de familias Gitanas residentes en Bogotá no se reunía. Las celebraciones escasean. Sobre todo las bodas. Cada vez son menos. La razón: no hay dinero para una triple fiesta. “Esta se pudo hacer porque es con dinero made in USA”, dice un Gitano en broma. Las uniones también han disminuido porque muchos prefieren casarse con particulares que entre ellos mismos. Quizás evitando los altos costos de las fiestas a las que deben invitar a todos los Gitanos de la ciudad.
Allí, albergados todos en el Club de los Ferrocarriles, en un mismo espacio, se observan las vestimentas (en las mujeres), el comportamiento, el baile flamenco [sic], y algunas otras tradiciones de comida y celebración que en sus casas de habitación poco se ven. A no ser por su idioma romanés, que constantemente mezclan con el español, las faldas Gitanas y los perindás, especies de colchones para arroparse, en sus residencias es difícil identificar su origen Gitano.
Los Gitanos llegaron a Colombia hace unos 250 años durante la época de la colonia. Pertenecen casi en su totalidad al subgrupo denominado Cíngaro Kalderash, en los que sobresalen los linajes o clanes Bolochoc. Hoy se estima que existen en el país alrededor de ocho mil; mil quinientos en Bogotá. Se mueven especialmente en barrios del sur como La Pradera, Trinidad Galán, Marsella, Puente Aranda, Siete de Agosto, La Francia, La Igualdad, entre otros. En los Santanderes (Bucaramanga, Girón y Cúcuta), Magdalena, Nariño y Valle, están los mayores núcleos. Hoy por razones como el orden público, la inseguridad de las carreteras, la tecnología y la modernización, las tradiciones Gitanas están siendo afectadas: la instalación de carpas, la lectura de la mano y el nomadismo.
El antropólogo Hugo Alejandro Paternina Espinosa, quien ha investigado sobre esta cultura en Colombia, afirma que la desaparición de la vida en las carpas es una de las profundas transformaciones de los Gitanos. Desde hace unos veinte años, no volvieron a instalarlas ni a hacer fogatas, con excepción de Pasto (Nariño), donde todavía unos pocos reductos los hacen.
En un barrio del sur, en un pequeño cuarto que comunica con una salita, está Thinka (Josefina en español). Enfundada en uno de esos tradicionales vestidos largos, estampados, de colores vivos, recuerda en tono nostálgico los años vividos. Para ella era mejor la vida de antes, al aire libre, cuando al llegar a cualquier pueblo la gente los perseguía, “echaban” la suerte, y compraban artesanías. Otros les huían, por la creencia de que se comían o se llevaban los niños, pues siempre nadaban rodeados de ellos.
Thinka arreglaba ollas de aluminio. Pero ya nadie las manda reparar. Ahora escasamente hacen vestidos para licuadoras. La carpa la armaban en veinte minutos. Les regalaban la luz y el agua. Se sentaban, cruzaban las piernas y se dedicaban a una de las cosas que más le gusta: conversar.
Tampoco hoy es fácil hallar aquellas mujeres Gitanas que por unas cuántas monedas leían el destino en la mano derecha. “Un don con el que se nace”, dicen. A excepción de la plazoleta de Lourdes donde intentan subsistir, ya en ninguna parte se encuentran. La lectura de la suerte, una de las más antiguas y tradicionales prácticas Gitanas, empezó a desaparecer desde que, como dice Patricia, una de las asistentes al Club de los Ferrocarriles, las autoridades empezaron a perseguirlas. “En ningún lado podíamos trabajar”. Pero más que por falta de espacio, la lectura de la bienaventuranza, como también le dicen, empezó a extinguirse desde hace más de una década: muchos Gitanos en Bogotá se convirtieron en evangélicos.
En el barrio La Pradera vive Fardy o Carlos Cristo. Un hombre gordo y de sombrero, como el que usaban los Gitanos de antaño. Es un patriarca de gran influencia dentro de la Kriss, la máxima instancia de los Gitanos. Allí en su casona, está con algunos de sus ocho hijos, sus seis nietos, su esposa Teresa y algunos amigos. Cuando él habla, los demás callan. En especial las mujeres. Entre los Gitanos, el poder lo ejercen los hombres. “Las mujeres, a casa”, replica uno de los jóvenes. Los niños, menores casi todos de cinco años, gritan, saltan, lloran, comen y hacen lo que se les antoja. Por tradición Gitana, los pequeños no tienen ningún tipo de represión ni física ni verbal. No existe el castigo y ellos lo saben. Entre la confusión que genera el que todos quieran hablar al tiempo, la voz de Teresa sobresale porque sólo le interesa hablar de un tema en especial: la palabra de Dios. El evangelio.
Teresa es una de las que desde que se afilió a la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia (IPUC), hace ya más de quince años, no volvió a leer la mano. Entre lo que dejan escuchar las gruesas voces masculinas, cuenta que el evangelio es una transformación para dejar el pecado. Ahí encontró la verdad, y teniendo en cuenta que el que lea la suerte no se salva y tiene problemas divinos, no volvió a intentar leerla.
Y como la posibilidad de conocer la suerte en la mano, el nomadismo también desapareció de su entorno. La causa: no se puede transitar por el peligro de los caminos. Así, también se afectó su economía, basada en la comercialización de productos y artículos que ellos fabrican.
De los objetos y piezas de cobre, y la venta y preparación de caballos, han pasado al mismo rebusque de todos los colombianos, experimentando en campos como el acero inoxidable, artículos de cuero, mecánica automotriz, calzado, y compra venta de pequeños carros y casas. Felipe Cristo Zerda dice que los Gitanos se alegraron cuando el presidente Andrés Pastrano Arango los incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo al inicio de su gobierno. Pero advierte que “de allí nunca pasó”.
Otro de sus problemas, en palabras del investigador Paternina Espinosa, es el de las nuevas generaciones que no manejan el contexto histórico y geográfico de su pueblo y sus antecedentes.”No tienen idea de dónde llegaron”. Por eso no tendrán herramientas para continuar con la conservación de sus tradiciones y costumbres, a tal punto que algunos de los muchachos Gitanos se sienten avergonzados de su procedencia.
El tema de los jóvenes trasnocha a algunos de los viejos, interesados en la preservación de su cultura. Les preocupa el aumento de matrimonios entre Gitanos y particulares porque cuando ocurren, generalmente el Gitano se aparta del grupo. Casarse por fuera significa pasar al olvido. Además, aunque no es un asunto que se expresa de forma abierta, el fuerte patriarcado que existe entre los Gitanos como eje de poder, está haciendo que muchas jóvenes escapen al matrimonio educándose a nivel superior porque no desean ser sólo amas de casa. La educación es un aspecto que no tiene importancia dentro del grupo. Siempre han convivido en el analfabetismo, estudiar para ellos no significa ningún tipo de ascenso. Quien estudia incluso puede ser rechazado. Lo máximo a que llega la mayoría es a primaria para aprender a leer y a escribir. No obstante, dice Venecer Gómez Fuentes, un Gitano residente en Girón (Santander), en los últimos años está apreciación está empezando a ser revaluada, pues como ya el sustento no lo derivan del cobre y los caballos, ahora los jóvenes están contemplando otros procesos de capacitación. “Se puede estudiar sin dejar de ser Gitano”.
Pero el problema lo han padecido las Gitanas que han estudiado como Ana Dalila Gómez Baos, una ingeniera industrial, contratista de catastro distrital. Durante su carrera tuvo inconvenientes con su padre, a quien nunca le entusiasmó que fuera a la universidad. Le preocupaba que se ennoviara o perdiera sus raíces. Entre los Gitanos nos se permite el noviazgo. Las mujeres tampoco pueden asistir a sitios públicos de diversión. Son preparadas para ser la moral de la familia.
Saben que tiene que pelear contra una modernización que pretende homogenizar todo. Pero, como ha sido su tradición, esa es una lucha pacífica. “somos un pueblo de paz”. Temen bastante a la ley, y prefieren no involucrarse con organismos como la policía. De ahí que sea a través de la Kriss como resuelven sus conflictos. Como los indígenas o los afrodescendientes están buscando acceder a los derechos constitucionales que tienen estos grupos étnicos.
Hoy, el viejo Fardy, con su sombrero de Gitano de antaño, casará a Nataly. La tradición indica que uno de los más veteranos de las Kriss es quien oficia el matrimonio o abiao. Ella estará de blanco. No se cortarán las venas ni unirán sus sangres como decían las fábulas. Eso sí, comerán pan con sal como símbolo de unión, de alimentación y reproducción.
Grupos Etnicos: Gitanos
http://www.etniasdecolombia.org/grupos_gitanos.asp
aves errantes a quienes amparan e sol y la luna y el cielo y
las estrellas y los árboles. Tristeza de irse a todas horas.
Alegría de renovar el horizonte a cada que los pájaros
cantan con el alba. Alegría de no pesar sobre la tierra más
de lo que pesa una yerba (…) (*)
“Los Rom, gracias al nomadismo estructural que nos caracteriza, somos un pueblo con proyección transnacional. Por eso somos ciudadanos del mundo, que vamos de un lugar para otro, como desarraigados, aunque la verdad sea dicha es que siempre llevamos con nosotros nuestras raíces, es decir, nuestros usos y costumbres ancestrales. Siempre llevamos la nación a cuestas.” (*)
Ubicación
Las circunstancias históricas de persecuciones sucesivas y la vocación errante de los Rom o gitanos ubican hoy a sus gentes en casi todos los lugares del mundo. En Colombia se encuentran distribuidos en Kumpania, unidades variables de co-residencia y co-circulación que se asientan en barrios o se dispersan por familias entre las casas de los habitantes no gitanos de los sectores populares de las ciudades, y en grupos familiares de distinto tamaño que mantienen vínculos culturales y sociales con alguna Kumpania. (*)
Las Kumpania se encuentras localizadas en las ciudades de:
* Bogotá (Cundinamarca): Existen dos kumpania, distribuidas en los barrios Galán, San Rafael, Nueva Marsella, La Igualdad, La Primavera, La Francia, Patio Bonito, entre otros.
* Girón (Santander): Existe una, barrio El Poblado.
* Cúcuta (Norte de Santander): Existe una, barrio Atalaya.
* Cali (Valle): Existe una, barrio El Jardín.
* Itagüí (Antioquia): Existe una, barrio Santa María.
* Sogamoso (Boyacá): Existe una, barrio Santa Inés.
También hay grupos familiares dispersos en distintos pueblos de los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Antioquia, Atlántico y Bolívar, principalmente.
NOTA: La información de esta página y las subsiguientes se construyó en Hemera con base en los escritos de Vénecer Gómez, Juan Carlos Gamboa y Hugo Alejandro Paternina en: Los Rom de Colombia, itinerario de un pueblo invisible.
http://www.etniasdecolombia.org/actualidadetnica/detalle.asp?cid=4563
Algunas notas sobre la historia del pueblo rom de Colombia
Por: Proceso Organizativo del Pueblo Rom (gitano) de Colombia, PRORROM
Bogotá, 05/12/06. El 5 de agosto de 1998, en la kumpania de Girón (Santander), en el marco del histórico encuentro llamado “Pasado, Presente y Futuro del Pueblo Rom de Colombia” surgió el Proceso Organizativo del Pueblo Rom (Gitano) de Colombia, (PRORROM). Actualmente los Rom estamos trabajando intensamente para que el Gobierno Nacional, con participación de miembros de nuestro pueblo, constituya un marco jurídico que regule las relaciones entre nuestro pueblo y el Estado colombiano, a través de la promulgación de un “Estatuto de Autonomía Cultural para el pueblo Rom de Colombia”.
La presencia Rom en Colombia es más antigua de lo que se ha creído. Los Rom nos encontramos en Colombia desde la época de la dominación hispánica en América.
Está plenamente establecido que en 1498 haciendo parte del tercer viaje de Cristóbal Colón llegaron a América, conocidos en ese entonces como egiptianos o egiptanos, los cuatro primeros Rom. A Antón de Egipto, Catalina de Egipto, Macías de Egipto y María de Egipto se les conmutó las condenas que tenían por “homicidio” a cambio de trabajar forzadamente en las galeras.
Fue así como durante los primeros años de la invasión hispana alcanzaron a ser traídos de manera legal en las embarcaciones de la Corona española muchos Rom que se encontraban llenando las cárceles ibéricas, ante todo por su persistente empeño en mantener su modo de vida y sus costumbres, lo que en la época era considerado un grave delito. Sin embargo tiempo después la legislación colonial cambió radicalmente y concluyendo que los Rom podrían ser un mal ejemplo para los pueblos indígenas se proscribió abiertamente su ingreso a América y se ordenó la deportación de los que ya estaban en estas tierras.
Pese a los persistentes intentos de la Corona española por controlar lo referente a la migración al llamado, equivocadamente, «Nuevo Mundo», el número de ilegales, o como se les denominó en la legislación de la época: “llovidos”, que durante el primer siglo arribaron a estas tierras fue considerable, sobrepasando incluso al número de personas que ingresaron con autorizaciones y cumpliendo todos los requerimientos legales. Las estratagemas utilizadas por los “llovidos” para burlar los controles coloniales fueron diversas y de una creatividad infinita: iban desde el cambio de nombres y apellidos, pasando por la compra de autorizaciones falsas, hasta el hacerse pasar por criados de nobles y burócratas. Es de suponer que con estos artilugios lograron entrar no sólo extranjeros, moros y judíos, sino que personas étnicamente pertenecientes al pueblo Rom llegaron a lo que hoy es Colombia, como “llovidos”.
Hay que destacar que parte de la legislación colonial de la época va dirigida contra los que son llamados «vagabundos». En esa dirección son abundantes las referencias a los problemas e inconvenientes que causan estos «vagabundos» que en grupos familiares iban de un lugar a otro, sin domicilio fijo ni trabajo conocido. Las descripciones que se hacen sobre los «vagabundos» se aproximan bastante a la vida itinerante y nómade de los Rom. Esto lleva a suponer que bajo el ambiguo término de «vagabundos» se encontraban los Rom de la época. También se pueden encontrar algunas referencias a los Rom en los innumerables juicios realizados por el llamado Tribunal del Santo Oficio, más conocido como la Inquisición. Bajo la Inquisición fueron torturados y quemados no sólo cristianos conversos, moros y judíos, sino también varios Rom que se encontraban viviendo en estas tierras pese a las prohibiciones expresas.
En ciertas regiones de la Nueva Granada existió un fenómeno que la historiografía ha estudiado bajo el nombre de “arrochelados”. Los “arrochelados” eran un grupo de personas que vivían al margen de la legislación colonial y que habían logrado construir, de alguna manera, sociedades alternativas al sistema de dominación hispánica. Una de las estrategias de sobrevivencia de estos grupos fue la invisibilidad, que ha sido justamente la que han enarbolado los Rom para poder sobrevivir. Recientes estudios históricos han puesto de presente una nueva visión sobre la época colonial que permite abandonar los estereotipos que se tenían sobre ella y que la definían como una época ordenada y tranquila. Al parecer la época colonial propició, en diversas regiones, un clima adecuado para la presencia de grupos nómades e itinerantes que hacía que los dominios coloniales de España se vieran atravesados constantemente por grupos de comerciantes, «vagabundos» y un sinnúmero de personas que se dedicaban a diversas actividades, diferentes a las relacionadas con el cultivo de la tierra.
¿Pero a qué se debe que las referencias históricas sobre los Rom en Colombia sean muy pocas y a veces casi inexistentes? Esa situación se debe a dos razones. La primera de ellas es que, dadas las incesantes persecuciones de que eran víctimas los Rom en España y en toda Europa, se hicieron ingentes esfuerzos por desaparecer hasta su mismo etnónimo. Son varias las referencias en España, que evidencian que la Corona, en su afán integracionista y asimilacionista, prohibió expresamente la utilización del nombre de Gitanos. De otro lado, era lógico que si había taxativas prohibiciones de la Corona española para que los Rom ingresaran y permanecieran en las colonias americanas, estos no tuvieron otra alternativa que refugiarse en la invisibilidad.
Los Rom actuales, con nacionalidad colombiana casi la totalidad, manifestamos a través de la tradición oral que nuestra presencia en Colombia se remonta a mediados del siglo XIX, en todo caso antes que este país tuviera su nombre actual. Esta información de la tradición oral es corroborada por las alusiones de viajeros extranjeros de la época que mencionan la presencia de caravanas de Rom que viajaban con cierta frecuencia siguiendo la ruta Caracas-Bogotá-Quito-Lima-Buenos Aires.
Igualmente hay que mencionar que la situación social y política escenificada entre 1821 y 1851 en lo que hoy es Colombia, derivada de la implementación de diversas leyes abolicionistas favoreció el arribo al país de diversos grupos Rom provenientes de Europa del Este que huían de la esclavitud a la que estaban siendo sometidos. Dado que estas leyes abolicionistas expresaban que toda persona esclava que pisara estas tierras inmediatamente quedaría libre, muchos Rom llegaron al país tras el sueño de la libertad.
Gabriel García Márquez recrea en su famosa novela «Cien Años de Soledad», algunos acontecimientos significativos de la historia del país, en especial de la región Caribe. García Márquez consideró que una recreación literaria de parte de la historia del país sin la presencia de los Rom sería muy incompleta e inexacta, y por ello nos ubica como protagonistas invisibles de su narración literaria, yendo de un poblado a otro, llevando instrumentos y artefactos desconocidos por entonces, siglo XIX, en el país. Muchos de los grupos familiares Rom que vivimos en Colombia somos, por consiguiente, descendientes del emblemático Melquíades.
La presencia Rom en Colombia crece relativamente durante los años en que ocurrieron la primera y segunda guerras mundiales, en razón a que muchos grupos Rom, huyendo de los horrores de la guerra y de las hordas nazi-fascistas, llegan a estas tierras siguiendo los pasos de los grupos que ya habían atravesado el mar desde siglo XIX.
De conformidad con las cifras arrojadas por el censo general de 2005 según el DANE la población Rom de Colombia es de 4.832 personas, lo que equivale al 0,001% de la población total del país. Sin embargo los Rom han de ser muchos más ya que esta cifra no tuvo en cuenta a los Rom con nacionalidad colombiana que se encuentran cruzando permanentemente las fronteras de los países vecinos y los que viven en el exterior.
A través de PRORROM se han conseguido que algunas demandas nuestras sean reconocidas formalmente por el Estado colombiano. Entre los tópicos que se pueden mencionar tenemos los siguientes:
1. El Estado colombiano reconoce al pueblo Rom como un grupo étnico que también es colombiano, en razón a su proyección transnacional y dado que habita en el país desde antes del establecimiento de la República.
2. El Estado colombiano reconoce que las disposiciones legales contenidas en el Convenio 169 de 1989 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT., «Sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes» aplican y se hacen extensivas a nuestro pueblo, en la medida en que la noción de tribal se ajusta perfectamente al tipo de organización social tradicional que poseen los Rom.
3. El Estado colombiano reconoce que las disposiciones legales y constitucionales que amparan y protegen los derechos de los pueblos indígenas, afrodescendientes y Raizal, y aplicando una simetría positiva, deben hacerse extensivos al pueblo Rom.
Los Rom hacemos un llamamiento al Estado colombiano para que el reconocimiento que ha hecho de los derechos de nuestro pueblo, se traduzcan en políticas públicas que vayan en la dirección de preservar nuestra integridad étnica y cultural y de mejorar nuestros precarios niveles de vida actuales. Estamos a la espera que las consecuencias del reconocimiento constitucional de Colombia como un país plurinacional le lleguen a nuestro pueblo.
BIBLIOGRAFÍA: JUANCARLOS GAMBOA MARTÍNEZ, ANA DALILA GÓMEZ BAOS, VENECER GÓMEZ FUENTES, et. al. Tras el Rastro de Melquíades. Memoria y Resistencia de los Rom de Colombia. PRORROM. Bogotá, D.C. 2005.
VENECER GÓMEZ FUENTES, JUANCARLOS GAMBOA MARTÍNEZ y HUGO ALEJANDRO PATERNINA ESPINOSA. Los Rom de Colombia: Itinerario de un Pueblo Invisible. Suport Mutu. PRORROM. Bogotá, D.C. 2000.
PRORROM, PROCESO ORGANIZATIVO DEL PUEBLO ROM (GITANO) DE COLOMBIA / PROTSESO ORGANIZATSIAKO LE RROMANE NARODOSKO KOLOMBIAKO
[Organización Confederada a Saveto Katar le Organizatsi ay Kumpeniyi Rromane Anda´l Americhi, (SKOKRA)]
dónde esta nuestra tierra,
nuestros montes, nuestros ríos,
nuestros campos y bosques?
¿Dónde esta nuestra patria?
¿Dónde nuestras tumbas?
Están en las palabras,
en las palabras de nuestra lengua Romaní.
ESLAM DRUDAK