Exigimos desmantelar el paramilitarismo.
Monstruo creado por la oligarquía colombiana.
..pero por sobre todo los Estados Unidos exigieron dirigir sus políticas de seguridad desde los años 30 y le impusieron estrategias de monitoreo absorbente de sus formas de represión dentro de los cánones de la “Guerra Fría”, una de cuyas estrategias centrales fue el paramilitarismo con miras a que el Estado contara con brazos clandestinos de civiles armados que asumieran las prácticas más criminales de la represión sin deslegitimar al Estado formal por su barbarie.
Con esos instrumentos ideológicos y bélicos el Estado colombiano montó una maquinaria de muerte aterradora desde décadas que se remontan al siglo XIX y recorren –in crescendo todo el siglo XX y los avances del XXI.
Masacró a los obreros de las bananeras (1927) y más tarde a los de las cementeras (1963) con la más escalofriante frialdad. Envió a entrenarse en prácticas de barbarie a cerca de 15.000 de sus efectivos militares en la Escuela de las Américas (USA) y entre los allí graduados seleccionó a sus más altas jerarquías castrenses. Redactó manuales de contra-insurgencia que recopilaron los más sucios procedimientos represivos, con asesoría de expertos estadounidenses, argelinos, israelíes, ingleses y australianos.
Proscribió el comunismo en una Constituyente (1954) y estableció 13 delitos de colaboración con grupos comunistas, sometiendo a los acusados a Consejos Verbales de Guerra(Decreto 434 de 1956). Con presupuesto del Estado (Decreto3017 de 1950) ordenó entrenar a los campesinos de un pueblo boyacense en las más aterradoras prácticas de barbarie (los “Chulavitas”) para que asesinaran con refinada crueldad a centenares de miles de campesinos. Emitió un Estatuto de Seguridad (1978) que le sirvió para torturar a más de 60.000 colombianos. Sometió a genocidio al partido político legal Unión Patriótica, surgido de unas conversaciones de “paz”, al movimiento político A Luchar y a otras fuerzas políticas y sindicales, asesinando o desapareciendo al grueso de sus militancias. Se convirtió en campeón mundial de asesinato de sindicalistas (60% de los asesinatos de sindicalistas en el mundo).
Para fingir triunfos militares inexistentes se inventó el método de los “falsos positivos”, presentando como “muertos en combate” a jóvenes indefensos y a indigentes engañados con falsas promesas de empleo, vistiendo sus cadáveres con uniformes de combate; todas las brigadas del ejército se involucraron en este método atroz motivadas por recompensas que iban desde días de vacaciones y viajes de descanso hasta remuneraciones millonarias. Adoptó el más aterrador método hitleriano desapareciendo a más de 70.000 colombianos a partir de los años 70, entre muchísimas otras atrocidades….
Álvaro Uribe : su interés primordial se centró en las negociaciones con los narco-paramilitares a quienes les regaló instrumentos generosos de impunidad y creó versiones legalizadas y masivas de paramilitarismo que hoy inundan el país, mientras firmaba pactos de desmovilización de los paramilitares que más tarde evidenciarían su carácter ficticio.
Juan Manuel Santos (2010-2018), gobernante caracterizado por su astucia calculadora y por su adhesión in-condicional a la ideología capitalista neoliberal, con intensa asesoría estadounidense e israelí se propuso acelerar golpes mortales, de enormes costos bélicos , siendo Ministro de Defensa de Álvaro Uribe, violó el territorio ecuatoriano para asesinar a Raúl Reyes, derrochó toneladas de explosivos para aniquilar el refugio subterráneo de Jorge Briceño, ordenó el asesinato fuera de combate de Alfonso Cano, considerada por el Arzobispo de Cali, Monseñor Darío Monsalve como un vil asesinato y no una “muerte en combate”, y logró imponer en los acuerdos de paz la frustración histórica de que la multitud de crímenes de Estado sufridos en tantas décadas de violencia había alimentado la ilusión de que algún día se impondría la justicia, y que un proceso de paz era ocasión privilegiada para esclarecer esos crímenes, sancionarlos y corregirlos, tomando medidas para que nunca se repitieran. Esta es la frustración más honda, pues la simetría impuesta (entre crímenes de estado y crímenes de los insurgentes) se proyectó, además, en el texto de los acuerdos, en múltiples formas de impunidad estatal.
Javier Giraldo. SJ.