40 años del MST
Mujeres Sin Tierra, rompiendo vallas, haciendo historia: 40 años del MST.
La Columna “Aromas de marzo” recuerda cómo las Sin Tierra han escrito páginas de valentía y creatividad, tejiendo sueños, sembrando rebelión y organizando fuerza en el campo.
María de Oliveira Araujo*
Este mes el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra – MST celebra 40 años de lucha y organización, y en julio realizará su VII Congreso Nacional.
La resistencia de masas que el movimiento construyó a lo largo de cuatro décadas sólo fue posible gracias a la gran participación femenina.
No ha habido ni habrá acumulación en la organización, sin las Sem Terra y su forma de luchar, trabajar y vivir en el MST.
Mantener viva la memoria de tantas luchas, dolores, sufrimientos, logros y victorias requiere rescatar los aportes de las mujeres como condición para fortalecer el movimiento y avanzar en la Reforma Agraria Popular.
El protagonismo femenino contribuyó significativamente al avance organizativo del movimiento. Ya en las primeras ocupaciones de tierras, la presencia de mujeres y niños incidió en sensibilizar a la sociedad sobre el problema de exclusión y desterritorialización de las familias sin tierra y al mismo tiempo presionó al gobierno para actuar ante la magnitud de la violencia a la que podían llegar los ruralistas-latifundistas.
En la trayectoria del MST, los Trabajadores Rurales Sin Tierra están activos en los más diversos frentes de lucha. Con sus herramientas de trabajo, la bandera, su gorra roja o su emblemático pañuelo , se lanzan al combate asumiendo todos los riesgos, incluido el de perder la propia vida. Muchos fueron asesinados. La tiranía se cobró muchas vidas, sin embargo, otras luchadoras se levantaron para seguir el camino. (En memoria de Margarida Alves, Roseli Nunes, Dorcelina y muchas otras).
Herederas de las luchas campesinas, las Sem Terra se atrevieron a romper vallas y denunciar los latifundios. Inicialmente, se organizaron con todos los miembros del MST en torno al tema de la tierra y en este proceso también tomaron conciencia de problemas internos relacionados con las desigualdades de género y la necesidad de autoorganizarse como colectivo de mujeres.
Con hoces y machetes afilados, las Sem Terra derribaron las vallas que aprisionan la tierra, construyen nuevas formas de producción y trabajo en el campo, luchan por el reconocimiento político, expresando el potencial de su fuerza organizada.
La culminación de este proceso fue la ocupación de marzo de 2006, cuando las mujeres de Vía Campesina rompieron el silencio y ocuparon el predio de la empresa Aracruz, denunciando los impactos sociales, económicos y ambientales causados por la agroindustria y el monocultivo de eucalipto, a los que llamaron “desiertos verdes”. «
Contribuyendo a la construcción de una nueva sociabilidad y de nuevos valores en las relaciones humanas, los Trabajadores Rurales Sin Tierra denuncian la violencia del agronegocio, el machismo, el racismo y la “moral” burguesa que luchan por la reforma agraria, por la soberanía de sus cuerpos y por nuevas relaciones sociales en la producción y el trabajo tanto en el espacio doméstico como en las fincas. Internamente en el MST, las mujeres lucharon por hacer visible su activismo.
Desde los orígenes del movimiento han exigido la inclusión de la figura femenina en la bandera del movimiento, máximo símbolo de la organización, demarcando la participación política de las mujeres. La identidad de las Sem Terras también se expresa en otros símbolos que utilizan, como la gorra del MST que lleva todo el mundo y el pañuelo de guepardo con el que se cubren el pelo o parte del rostro cuando los aromas de marzo reclaman sus esfuerzos.
La conciencia adquirida a través de las experiencias de la organización lleva a las Sem Terra a sentirse parte de un proyecto más amplio que involucra a la clase trabajadora y que aún debe implementarse; darse cuenta de que acontecimientos considerados “pequeñas cosas” son parte de una lucha más amplia contra el capital; comprender la importancia de la autoorganización femenina y el Feminismo Popular Campesino en la construcción de nuevas subjetividades y sociabilidades.
En acciones concretas, las Sem Terra están fortaleciendo los vínculos entre ellas, creando métodos organizativos sin separar la lucha de las mujeres de las luchas del MST y de la clase trabajadora. Y con sus prácticas, colocan cuestiones fundamentales en la agenda del movimiento para el programa de Reforma Agraria Popular. Las mujeres avanzan, promueven el fortalecimiento de la acumulación de fuerzas del movimiento de masas y de la lucha de clases.
Ya sea en asentamientos o campamentos, están construyendo la agroecología, produciendo alimentos saludables, aunando la lucha por la Reforma Agraria Popular, la lucha contra la opresión y la explotación y la defensa de la vida con dignidad. La organicidad del MST se debe únicamente a la mirada femenina que guía temas profundos de la existencia humana.
Felicitaciones por los 40 años de Lucha.
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