40 aniversario
Conquistas, desafíos, luchas y agroecología en el MST a los 40.
(Tomado de la página del MST https://mst.org.br/ y de Brasil de Fato).
Cuando desde Pachakuti esta semana se ha vuelto a hacer Consulta al MST para considerar la posibilidad de acoger a “jóvenes cooperantes” astures, la respuesta, además de la consulta interna en su formato organizativo, está siendo la enorme dedicación y energías que “el Movimiento” está dedicando al aniversario 40, y al Congreso que por fin podrán realizar este año.
Quien haya tenido oportunidad de ser invitada a un Congreso Sin Tierra, sabe que éstos son multitudinarios, en número de militantes, de invitadas, de actividades, y eso no se prepara de un día para otro sino que requiere de un esfuerzo particular colectivo, que se suma al resto de acciones Sin Tierra:
“Mucho más que un movimiento, el MST es un híbrido de una institución que aún no existe, pero que existirá en el futuro”, afirma el geógrafo Bernardo Mançano, autor del libro ‘La formación del MST en Brasil’, y que ha investigado muchos años al MST.
Conformado en 1984, el MST es un emblema en la historia reciente de Brasil, siendo protagonista de importantes logros en reforma agraria.
“El MST es el resultado de esta indignación del pueblo campesino y de la voluntad política de organizarse, de resolver sus problemas en el interior”, explica João Pedro Stédile, uno de los líderes del movimiento.
Stédile recuerda que la lucha comenzó en el siglo XX, durante la redemocratización del país, y que el MST se formó a partir del estallido de ocupaciones de tierras, por la necesidad de las familias en extrema pobreza, ante la crisis capitalista que había reducido el empleo en la ciudad y ante las malas noticias que llegaban de quienes habían ido a colonizar la Amazonía.
Bernardo Mançano destaca la importancia del MST para la democracia brasileña: “movimientos que luchan contra la desigualdad, que luchan por la tierra, por la reforma agraria, por la educación, por la salud, por la alimentación sana. Estos movimientos sólo pueden existir en un régimen democrático”.
Para la dirección del MST, el movimiento ha madurado su relación con el agronegocio. “Construimos un nuevo concepto que ahora llamamos ‘Reforma Agraria Popular’ para contrarrestar esa idea genérica de la reforma agraria clásica que era simplemente expropiar y entregar la tierra a los pobres”.
Stédile explica que el modelo agrícola actual organiza de manera depredadora el latifundio, con alta tecnología, mecanización, semillas transgénicas y pesticidas para la producción de commodities para la exportación.
Otro modelo sería el agronegocio que “produce riqueza, de la que se apropia de manera concentrada, no desarrolla la región y no emplea personas. Peor aún, la agresión de la naturaleza se lleva a cabo de una manera mucho más sofisticada, que es el uso de pesticidas”.
La dirección del MST señala que la lucha del movimiento es reemplazar estos dos modelos, por “un modelo que sea sustentable, un modelo que produzca alimentos saludables, basado en la agroecología”, y avanzan planes para la construcción de biofábricas, para aprovechar residuos de la ciudad, con el objetivo de producir productos orgánicos fertilizantes que sirvan en arroz agroecológico, del que el MST es uno de los principales productores.
En una estimación del Censo de 2022 al menos 1,3 millones de personas son miembros y viven en territorios organizados por el MST, considerado un movimiento que ya ha producido cambios sustanciales, ayudando a mejorar la calidad de vida de muchos brasileños. Tienen vivienda. Tienen trabajo. Tienen comida. Tienen educación. Tienen salud y tienen todo esto por una sola razón: porque tienen un territorio que es donde se desarrollan.
En el primer Boletín de 2024 “Plantar árboles Producir alimentos sanos”, se destaca el 40 aniversario de resistencias, luchas y logros del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra y su acumulación de experiencias en agroecología y defensa de la naturaleza.
A raíz de esta historia, el Plan Nacional para Plantar Árboles, Producir Alimentos Saludables del MST cumple 4 años de funcionamiento: 25 millones de árboles plantados, 15 mil hectáreas de tierra recuperadas y el fortalecimiento de la movilización masiva y Capacitación sobre la crisis socioambiental y cambio climático.
Actualmente, el MST es un agente líder en la lucha por la justicia climática, ampliando sus redes populares de viveros y casas de semillas, realizando acciones diarias de siembra y sensibilización socioambiental, además de denunciar crímenes ambientales por parte de grandes corporaciones, como la casos emblemáticos de Brumadinho, Mariana, Maceió y muchos otros.
Dicen que “La agroecología no tiene vuelta atrás”,
¡Y el MST seguirá siendo el gran guardián de la sociobiodiversidad brasileña!
Por ejemplo, ahora que se cumple aniversario (5º) del Crimen de Brumadiño, las Sin Tierra fueron a sembrar-10 hectáreas en la Cuenca de Paraopeba, y lasFamilias sin tierra siguen construyendo agrosilvicultura y sembrando alimentos saludables en la región afectada por la minería.
El reto es confrontar la impunidad de la empresa Vale do Río Doce, al tiempo que producir alimentos, plantar bosques que han sido destruidos y devolver la vida al río Doce y al río Paraopeba.
Si los estudios demuestran que los territorios afectados por la minería reducen su capacidad de producción hasta en un 700%, el MST, a contracorriente, con movilizaciones en la capital de Minas Gerais y en los municipios afectados, construyó la exigente lucha de los afectados al mismo tiempo que propuso hacer acciones solidarias y reforestar la Cuenca del Paraopeba.
AgroEcología de masas.
Ana María Primavesi, ingeniera agrónoma y destacada exponente de la Agroecología, aceptó enseguida la invitación del equipo de la Escuela Latinoamericana de Agroecología, para impartir clases del Curso de Tecnología de Agroecología en el Asentamiento Contestado, municipio de Lapa, estado de Paraná.
Trabajando como voluntaria, Ana participó de la primera etapa del primer curso de pregrado en Agroecología en Brasil. Gratitud y encantamiento fueron sentimientos que se mezclaron en ese ambiente de compartir entre quienes participaron.
Terminado el curso, se detuvo, se dio vuelta y miró la mansión colonial donde había pasado parte del tiempo trabajando con los estudiantes, y le dijo a José María Tardin, uno de los participantes: “Ahora sé que no hay vuelta atrás a la Agroecología”.
Tardin interpreta aquellas palabras de casi 20 años atrás, como proféticas, en aquel momento mágico del atardecer, inolvidables a la luz de la importancia estratégica que la agroecología ha adquirido para el MST.
Ana Primavesi viajó muchas otras veces invitada por el MST, brindando asistencia técnica, y convencida de que las personas que reciben tierras a través de la reforma agraria necesitan apoyo en todos los sentidos. Ella apoyaba a la gente y deseaba que la tierra estuviera bien cuidada y fuera fructífera.
Sus libros y folletos se convirtieron en base de estudio y profundización, porque ser parte del Movimiento les induce a estudiar.
Su aporte científico proporcionó a personas vinculadas al Movimiento la base sobre la cual pudieron, en muchas partes del país, organizar escuelas de Agroecología y desarrollar experiencias prácticas que les dieron autonomía: se convirtieron en dueñas/os de sí mismas/os.
Primavesi fallecía hace 4 años, y en su biografía, publicada en 2016, hay un capítulo cuyo título es “Con tierras, sin nada”, en el que escribió un extracto:
“La tierra no es fuente de lucro, ni don social, ni objeto de especulación o método de ahorro. La Tierra es la base vital de la humanidad. La reforma agraria no tiene esto en cuenta. La tierra debe garantizar la seguridad alimentaria. Se dice que la alimentación es un derecho humano, pero eso no significa poseer tierras con agricultura subcontratada que produzca bienes exportables. Los colonos se ven obligados a producir alimentos para que todos tengan derecho a comer. ¿Qué hay de malo en los asentamientos y en esta reforma agraria? La entrega de tierras a los colonos no es el final de un proceso, sino el comienzo. Necesitan tecnología mejor que la convencional, que les permita permanecer en la tierra, así como asistencia técnica, social y espiritual, así como conocimientos administrativos. Deberían asociarse con cooperativas para la compra y venta de productos e insumos, formar esfuerzos conjuntos para diversas actividades como el mantenimiento del ganado, la cosecha y tal vez incluso la siembra, y finalmente contar con máquinas en conjunto, que les permitieran realizar los servicios más urgentes, con más rapidez”.
También escribió sobre el MST:
“Muchos los atacan porque dicen que les gusta el desorden, pero yo los admiro porque intentan organizar un movimiento campesino, aunque la mayoría son hijos o nietos de agricultores que perdieron sus tierras hace mucho tiempo”.
“Toda nuestra supervivencia depende de comprender el suelo y su importancia vital a tiempo, antes de que todo se desmorone. Y esa atención debe llamarse a la Agroecología, que es el manejo consciente del suelo y de los cultivos para que las generaciones futuras también tengan la posibilidad de vivir y sobrevivir”.
En estos 40 años del MST vemos un movimiento masivo hacia la Agroecología.
La defensa de las aguas, los bosques, el suelo, las poblaciones tradicionales, los conocimientos ancestrales son el motor de un movimiento que ha ido creciendo en tamaño.
La gran producción de alimentos del Movimiento, basada en las enseñanzas de Ana Primavesi, demuestra que la Agroecología es la única forma de producir alimentos con alto valor biológico, que preserven el suelo.
Ahora el Movimiento bate récords de producción, crea escuelas (muchas de ellas con el nombre de Ana), fábricas de bioinsumos, cooperativas. , y replica un modelo de cuidado del territorio que genera vida en todos los ámbitos.
No es exagerado decir que Ana fue la gran maestra de este Movimiento, la maestra que les enseñó a tratar la tierra con amor y respeto y que en ella hay vida. A cambio, el MST devuelve a la sociedad un modelo agrícola que garantizará los alimentos biodiversos que tanto necesitamos, preservando la naturaleza.
¿Podemos imaginarnos lo que producirían si tuvieran una auténtica reforma agraria?.
“Cualquier brasileño que tenga un mínimo de responsabilidad, que sea consciente de la situación social real de nuestro país, tiene el deber de acompañar y apoyar el trabajo y la lucha del MST”. – Sebastiao Salgado
La educación.
Surge el MST no sólo de la negación histórica de la Reforma Agraria, sino, además, como expresión de la forma en que el capitalismo caníbal, avanzó en este campo.
El MST, al luchar por la Reforma Agraria Popular, reitera la lucha de los esclavos y sus líderes en el proceso de abolición de la esclavitud, porque, la oligarquía agraria sólo aceptó la abolición formal de la esclavitud, negando la lucha de los abolicionistas que querían que los esclavos no sólo fueran liberados, sino también una compensación por una cantidad de tierra para su supervivencia.
Lo cínico es que 136 años después, ya no los barones esclavistas, sino sus sustitutos de la expansión agrícola y la concentración de la propiedad de la tierra por el agronegocio, los argumentos de los grandes terratenientes, del capital financiero e industrial sean los mismos.
El MST ha tenido y tiene que enfrentar tres vallas: la del latifundio, la de la ignorancia y la del capital. Desde su fundación como movimiento orgánico, ha avanzado valientemente rompiendo las dos primeras barreras. El tercero, el del capital, desde los debates de la Reforma Agraria Popular, el MST ha señalado que este es un tema que deben enfrentar colectivamente todos los movimientos rurales y urbanos que quieren alimentos saludables y un futuro mínimamente predecible.
En estos 40 años se ha podido visualizar la ruptura de los cercos de latifundios improductivos o de tierras públicas indebidamente apropiadas, propiciándose los asentamientos. Pero con mucho sufrimiento y muchas pérdidas para sus luchadores.
Cuando los grandes terratenientes y los medios de comunicación que los representan proclaman que el agronegocio proporciona seguridad alimentaria, ocultan dos realidades perversas en nuestra sociedad: el hambre endémica de más de treinta millones de brasileños y otros 170 millones con insuficiencia alimentaria; y, que una reforma agraria como ya lo han hecho la mayoría de naciones civilizadas, con pequeñas y medianas propiedades con asistencia técnica basada en la ciencia de la agroecología, produciría la misma cantidad o más, dándonos soberanía alimentaria.
Pero, ciertamente, es al enfrentar el cerco de la ignorancia que el MST resulta en gran medida victorioso y ejemplar para la sociedad en su conjunto.
En estas cuatro décadas, el MST ha afirmado la tesis de la educación “desde el campo” y no para o en el campo. “Desde el campo” para superar una doble deformación: la de colonizar los procesos de enseñanza y formación y una educación que ignoró que los campesinos son sujetos de cultura, de conocimiento y por tanto, punto de partida del proceso pedagógico para la formación completa.
Roseli Caldart, educadora del MST, en su libro Pedagogía del Movimiento Sin Tierra, proclama que la escuela es más que escuela. Que la enseñanza no comienza en la escuela, sino en la sociedad y regresa a la sociedad, resaltando los valores de lo colectivo, de la solidaridad, del principio del trabajo socialmente útil como tarea de todos por el que se guían las escuelas de los asentamientos.
La construcción de la Escola Nacional Florestan Fernandes, referente mundial en la formación de nuevos líderes, tiene ese ADN. Desde el proceso de construcción ha sido el trabajo colectivo y solidario de brigadas de jóvenes y adultos campesinos y se repite en todas las actividades de capacitación que allí se desarrollan.
Con la creación del Programa Nacional de Educación en la Reforma Agraria en 1988, se daban nuevas perspectivas a los jóvenes del campo. La perspectiva de la educación “rural” ha traspasado las puertas de las Universidades, especialmente las públicas, creando cientos de carreras de pregrado rural, algunos posgrados con esta modalidad, formando investigadores, etc.
Un paso aún más importante fue la creación de la Universidade Fronteira Sul como resultado de la lucha colectiva del MST y otros movimientos sociales en el campo.
El cierre del PRONERA por parte del gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro y el patético y desmoralizado CPI (comisión de investigación) contra el MST es el reconocimiento de que lo sembrado y ampliado en estos 40 años no podrá ser interrumpido.
El horizonte de la Reforma Agraria Popular para toda la sociedad brasileña tiene como desafío y exigencia un proyecto educativo dirigido por los trabajadores rurales y urbanos.
Lo dejó anunciado Florestán Fernándes. “Lo que la Constitución negó, el pueblo lo logrará. Pero no puede hacerlo sin una conciencia crítica y negadora del pasado, combinada con una conciencia crítica y afirmativa del futuro. Y esta conciencia, nacida del trabajo productivo y de la lucha política de los trabajadores y excluidos, no depende de una educación que obedece sólo a la fórmula abstracta de “educación para un mundo cambiante”, sino de la educación como medio de autoemancipación colectiva. de los oprimidos y de la conquista del poder por los trabajadores”.
Que vivan los 40 años del MST y de las/os valientes luchadoras/es que lo sostienen y expanden día tras día.
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