Pachakuti y las movilizaciones del 8 de marzo.
En el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, muchos millones de personas se movilizan por la igualdad de derechos.
Como colectivo internacionalista hemos participado en diversas geografías mundiales, sobre todo en Latinoamérica, escuchando y arropando las demandas de las organizaciones de mujeres, sintiendo la diversidad de propuestas del feminismo (comunitario, campesino, popular, decolonial, etc) en las que confluyen desde sus pluralidades.
Poniendo el centro en la vida, numerosas organizaciones populares, indígenas, negras o campesinas, contrastan sus propuestas con el llamado feminismo liberal, y completan su visión propia en aras de las transformaciones frente a las desigualdades.
Consideran que han sido muchas las políticas de gobiernos, empresas y entidades sociales, también Ong, que llevaban incorporado un supuesto enfoque de género, para el trabajo específico con mujeres diseñado sin las mujeres y con lineamientos propios del FMI o el Banco Mundial.
Esa no es la perspectiva de las mujeres campesinas que entienden que ese enfoque tiene que incorporar estrategias que superen el capitalismo. No es viable colaborar con entidades que dicen trabajar el género, pero impiden y obstaculizan, por ejemplo, la ocupación de tierras.
Como campesinas se sienten en la condición de mujeres de la clase trabajadora del campo, con la necesidad de acceso a las tierras, de escuelas, de transporte, de salud, etc.
Y plantean un feminismo para transformar sus vidas y sus entornos, sobre los ejes de “capital, género y raza”, los tres elementos que fundamentan el sistema de explotación y dominación de las mujeres, sobre todo de las campesinas, indígenas y negras.
Organiza una nueva relación de los seres humanos con la naturaleza enfrentándose frontalmente al extractivismo y los efectos originarios de la colonización.
También aporta propuesta que supere el machismo y el patriarcado en todas sus esferas de vida: familiar, comunitaria, organizativa, etc, reivindicando frente a la opresión el valor y la rebeldía de sus ancestras.
Un pensamiento y acción feminista que contempla cinco ejes:
El primero es el CUERPO hartas de la estética colonial de lo blanco como bello, que es parte del culto a la apariencia que el neoliberalismo implantó. El segundo eje es el ESPACIO, la calle, la tierra, la casa, la escuela, el barrio; es donde se hace la vida comunitaria. Recuperar, ocupar, estar en espacios que les/nos han sido negados. El tercero es el TIEMPO. Destinado al trabajo reproductivo y de cuidados. El cuarto eje de acción es el MOVIMIENTO. Para construir cuerpo social, un cuerpo común, colectivo alternativo a las sociedad individualista.
El quinto es la MEMORIA, aprender del camino ya recorrido por las antecesoras.
Este 8 de marzo, reivindicamos desde la atención a la diversidad de miradas que hacen parte de la movilización mundial, la unidad, el encuentro y el diálogo para la consecución práctica de todos los derechos para todas las mujeres del mundo.
“Compañera dame tira…!”.
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