Desde 2015 personas muy rubias y de ojos claros llegan a Puerto Gaitán, en el Meta.
Sus tierras (¿) son al menos 32Mil hectáreas.
El día anterior a la rueda de prensa de la 19 delegación asturiana se había producido una fuerte represión allí en Puerto Gaitán a la comunidad indígena sikuani, por parte del ESMAD, y con detenciones incluso de sus autoridades y humillación a su gobernador, como denunciaron en la citada rueda de prensa en la ONIC. https://radiopayumat.nasaacin.org/2023/03/01/denuncia-y-rechazo-por-actos-de-violencia-contra-la-comunidad-sikuani/
¿Qué papel le corresponde a la comunidad menonita en esta represión?
¿Fueron ellos, estas personas extranjeras, las que llamaron al ESMAD para atacar al pueblo originario sikuani?
¿Es cierto que comenten crímenes ambientales, deforestación, en modo similar a como los han causado en sus terrenos en Bolivia y otros lugares latinoamericanos?
Desde antes ya habían sido acusados de quemar al menos 135 hectáreas de bosque en la altillanura, lo que ha afectado la conexión entre los ecosistemas amazónicos y andinos en un territorio reclamado por indígenas sikuani .
“El reino de los menonitas no parece de este mundo. Separados de la población local, hombres y mujeres de origen europeo hablan un español torpe y viven en casas cuya arquitectura remite a los suburbios de los Estados Unidos. El predio principal, donde atienden a los visitantes, está en Liviney, una finca de mil hectáreas. La casa está rodeada de flores y árboles pequeños, dicen que esa es su forma de cuidar el ambiente.” Dice la revista ambiental Mongabay.
Puerto Gaitán padeció la violencia paramilitar durante más de tres décadas y existió allí un campo de entrenamiento que fue usado por las Autodefensas Campesinas de Meta y Vichada, en un predio llamado El Brasil, en la vereda La Cristalina, colindante con los predios ocupados por los menonitas.
¿Cómo se enteraron y como supuestamente adquirieron estos predios los menonitas?
Cuando los indígenas sikuani de las comunidades de Barrulia, Iwitsulibo y Tsabilonia volvieron a Puerto Gaitán , tras haber sido desplazadas por la tortura y las masacres que sufrieron por parte de colonos y militares, en eventos que se conocen como las “jaramilladas”, se encontraron con esta disputa territorial sin resolver.
En su recuperación del territorio, las comunidades indígenas empezaron a extrañar los animales que veían en las sabanas y a los peces en las fuentes de agua. El olor a quemado y las nubes de humo los alertaron.
Los menonitas se encuentran involucrados en tres procesos en etapa de revisión judicial por tala indiscriminada y quema a cielo abierto.
La Orinoquia, en especial la altillanura, está conformada por extensas sabanas y parches de bosque de galería. Sin embargo, desde hace unos siete años las sabanas se han extendido a costa de la deforestación.
Las quemas para sembrar monocultivos tienen tres grandes impactos en los ecosistemas de la Orinoquía, donde los bosques de galería crecen cerca de los cuerpos de agua y protegen al ecosistema en tiempos de sequía. El primero es que los bosques de galería son de vital importancia en los ciclos hidrológicos. Suministran el agua dulce y albergan nutrientes para la fauna y flora que habita en la región.
El segundo es que la tala de estos árboles repercute en la vida de los animales y en la pesca de los indígenas. “En el caño Muco se miraba pescado pavón real, cachama y bocón, que es un pez bien grande. Pero en este momento no se ve nada. Tampoco volvieron las tortugas terecay”, dicen los sikuani.
Tercero, que estos bosques de galería funcionan como corredores ecológicos para la movilidad de especies. En un entorno natural tan fragmentado este papel es clave al conectar áreas naturales y ecosistemas. Y es aún más importante en la altillanura, donde no predominan las coberturas boscosas.
Una de las principales funciones de estos bosques es la fijación de carbono, lo que ayuda a combatir el cambio climático. Los bosques de galería van a ser mucho más efectivos en la captura del CO2 del ambiente que una sabana. Son tan importantes como los de la Amazonia.
Los cultivos de los menonitas de soya y maíz se pierden en el horizonte, y solamente quedan algunos árboles altos, pero los habitantes de la zona dicen que desaparecerán cuando se extienda la siembra. Los sikuani han visto el cambio en la calidad del agua de los caños, pero también han visto desaparecer los venados, los osos palmeros y los pecarí barbiblancos conocidos como cajuches, muchos de ellos ahuyentados por el ruido de las máquinas.
También en México los menonitas enfrentan procesos judiciales por quemas y talas indiscriminadas.
También en Bolivia por la mortandad de peces en una laguna protegida debido a los agrotóxicos que utilizan en el cultivo extensivo de arroz.
No, estas comunidades colonas cristianas no son nada ecológicas, sino todo lo contrario.
Su inspiración bíblica alienta el tomar la tierra y hacer con ella lo que consideren, y eso contrasta profunda e irremediablemente con la cosmovisión indígena de protección a la tierra y al territorio. A la Mama Tierra.
Un choque de culturas y concepciones que no puede resolver un escuadrón antidisturbios, sino un gobierno que atienda primero a las propuestas y necesidades de sus habitantes originarios, y que obligue a quienes hayan llegado a colonizar a respetar el ambiente entero. https://www.onic.org.co/pueblos/1140-sikuani
Si fuera cierto (y para ello habrá que acelerar las investigaciones) que los menonitas se han hecho con esas tierras en negocios con narcotraficantes, las autoridades colombianas tendrán tarea urgente para deshacer los entuertos en que se implica a los sikuani como víctimas, y en que (supuestamente) los menonitas se comportan como herederos y beneficiarios de los victimarios paramilitares robatierras.
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