“CABO NOVAL, NO VAL”
EL EJÉRCITO FUERA DE LAS ESCUELAS
La semana pasada más de 200 alumnos y alumnas de cinco centros educativos asturianos visitaron el acuartelamiento de Cabo Noval, en el marco de las actividades incluidas en su programación escolar. Si hubieran sido títeres, alguien habría pasado ya alguna noche en el calabozo. Sin embargo eran militares reales que enseñaban a niños y niñas reales a empuñar armas de fuego, subirse a vehículos de guerra, o presenciar un simulacro de asalto en el que los enemigos yihadistas llevaban kufiyyas (el emblemático pañuelo palestino).
La violencia en sus diferentes formas está presente en nuestro día a día, por lo que consideramos que mostrar a los niños y niñas las armas como un juego, como un medio para conseguir imponer su superioridad, no es la clase de educación que una ciudadanía que queremos. Los esfuerzos de toda la sociedad en su conjunto deben focalizarse en favor de una educación para la paz, que muestre la no violencia y la resolución pacifica de conflictos, como la forma adecuada de vivir en sociedad. Acciones así son las que poco a poco van consiguiendo resultados en pos de una sociedad mejor.
Se dedican esfuerzos ingentes para luchar contra la violencia y el acoso en las aulas, mientras que la presencia del ejército en los centros educativos se normaliza al tiempo que legitima el uso de las armas y la violencia como medio para alcanzar objetivos concretos y defender nuestros intereses como sociedad.
El desarrollo de actividades como las que aquí denunciamos, chocan frontalmente con los principios recogidos en el Código Ético de la Cooperación Asturiana, de obligado cumplimiento para todos los agentes de la Cooperación, entre los que se incluye el Gobierno del Principado de Asturias y por tanto su Consejería de Educación, así como con las líneas de actuación establecidas en el marco del cumplimiento de la Estrategia Asturiana de Educación para el Desarrollo y Sensibilización.
De igual forma, y haciéndonos eco del comunicado emitido por la Asociación Española para el Derecho Internacional de los Derechos Humanos – AEDIDH- entidad con estatuto consultivo especial ante la Organización de las Naciones Unidas, recordamos que el pleno de la Junta General del Principado de Asturias adoptó el 9 de octubre de 2009, una declaración institucional de adhesión a la Declaración de Luarca sobre el Derecho Humano a la Paz, impulsada y promovida por la AEDIDH en 2006, cuyo artículo 2 establece que «Toda persona tiene derecho a recibir una educación en la paz y los derechos humanos, fundamento de todo sistema educativo, que contribuya a generar procesos sociales basados en la confianza, la solidaridad y el respeto mútuo, facilite la solución pacífica de los conflictos y ayude a pensar de una forma nueva las relaciones humanas».
…porque las escuelas deben educar para la paz, no para la guerra
Las escuelas deben ser transmisoras de conocimiento y valores positivos, nunca instrumentos de propaganda. No se puede considerar el uso de la fuerza física ni de las armas como valor educativo, ni mucho menos como recurso para la resolución de conflictos. Cuando fomentamos el uso de la fuerza, estamos legitimando la ley del más fuerte anulando el espacio para el pensamiento crítico, que es el principal objetivo de la educación y motor esencial para el progreso social.
El movimiento pacifista antimilitar y el ejército, no estamos en igualdad de condiciones a la hora de acceder a las escuelas; no podemos competir con su nivel de propaganda, ni disponemos de sus recursos económicos y humanos; por tanto al tiempo que exigimos una presencia más activa y menos restrictiva del movimiento pacifista dentro de las escuelas (por ejemplo, a través de la inclusión en el curriculum escolar del estudio de las resistencias y los logros pacifistas) debemos exigir que no se permita la entrada del ejército a las aulas, en ninguna de sus formas.
…porque la guerra no es un juego
En los últimos 10 años, el 80% de las víctimas de las guerras se registran entre la población civil. La destrucción y el horror quiebran cualquier posibilidad de resistencia. La consecuencia inmediata es la destrucción de infraestructuras, viviendas, recursos, vidas… y la población es condenada al hambre y la miseria. Solicitar asilo o refugio -en definitiva, protección- en un país extraño es la última posibilidad de supervivencia de miles de personas. Sin embargo, una Europa cómplice, una Europa fortaleza, incumple sistemáticamente sus obligaciones y responsabilidades jurídicas, desde la Declaración de Derechos Humanos hasta la Convención de Ginebra, dejando en la estacada a miles de personas en la peor crisis de desplazados desde la II Guerra Mundial.
Y mientras a las administraciones y la clase política se les llena la boca hablando de Educación para la Paz, convivencia y no violencia, apoyan sin embargo iniciativas que educan a niños y niñas en valores totalmente opuestos y siguen invirtiendo descontroladamente en armamento.
Se destinan millones de recursos para la gestión y ejercicio de la guerra, la violencia y el asesinato, pero no nos prepararan para asumir sus consecuencias, como esta crisis de refugiados está demostrando.
…porque con lo que cuesta un solo caza Eurofighter podríamos pagar a 4.500 docentes durante un año
El gasto militar mundial crece a un ritmo de más de 1’5 billones de euros anuales. El Ministerio de Defensa en España, gastó durante el año 2015, 2.300 millones más de lo presupuestado. Los presupuestos del Estado para el año 2016 son antisociales y engañosos. Antisociales porque el gasto social retrocede constantemente desde el año 2008. Educación, un 15,3%; Sanidad, un 9,7%, Fomento del Trabajo, un 32%; las aportaciones a I+D, un 24,5%; y la inversión en infraestructuras, un 59,2%. Se puede asegurar que Defensa ha sido un ministerio privilegiado frente a los ministerios sociales o los destinados al desarrollo y creación de empleo. El gasto militar total final es de 17.465 millones de euros, tres veces superior al presupuesto presentado por el Ministerio de Defensa.
Existen partidas inequívocamente militares que se encuentran repartidas o camufladas en las de otros ministerios, con el objetivo de esconder a la opinión pública el gasto militar real, y de paso al Congreso de los Diputados y al Senado, que aprueban unas cuentas muy inferiores al presupuesto militar real.
…porque los ejércitos no son ONG
Defendemos el fomento de una cultura de paz a través de la investigación y educación por la paz, así como una acción humanitaria y cooperación desmilitarizadas. La propaganda del Ministerio de Defensa es engañosa, desprende una imagen idílica de la vida militar y edulcora el papel de las fuerzas armadas españolas en los conflictos bélicos.
El ejército es presentado como una ONG de ayuda humanitaria, lo cual oculta su rol de defensa de intereses más espurios. Nunca se informa rigurosamente de las consecuencias que se desprenden de ingresar en el ejército. La acción humanitaria requiere integralidad en la intención: ¿qué sentido tiene que un ejército reparta comida, si previamente ha atacado los depósitos de alimentos?
Por todo lo aquí expuesto las organizaciones firmantes,
– Manifestamos nuestra repulsa hacia esta actividad que fomenta actitudes belicistas y criminaliza, ante los ojos de un amplio grupo de escolares, al pueblo palestino y al conjunto de los pueblos árabes.
– Exigimos por tanto que los responsables del desarrollo de dicha actividad, asuman su responsabilidad y dirijan sus disculpas al pueblo Palestino a través la Embajada de Palestina en España.
– Exigimos la inmediata finalización de cualquier actividad del ejército en los centros de enseñanza y que las personas responsables de esta actuación,
rindan cuentas de lo sucedido en los órganos de control democrático competentes.
-Exigimos se repare el daño y se ofrezcan garantías de que acciones como esta no volverán a repetirse en el futuro, ni en Centros educativos ni en cualquier otro espacio vinculado a las administraciones y/o instituciones públicas, en el que se encuentren menores de edad.
– Reivindicamos se ponga en valor los logros del movimiento pacifista y antimilitarista, propiciando su difusión entre la sociedad.