pueden verse en el museo del oro de Bogotá varias demostraciones e investigaciones sobre la arquitectura del agua del pueblo zenú en una extensión superior a las 500mil hectáreas..
¿no habría que tomar nota de ello para los debates de París-Cumbre 21 del clima?
Los Zenú y el agua.
Aprovechando la presencia en el XI Congreso de la Federación Agraria de Colombia, Fensuagro, visitamos de nuevo el Museo del Oro de Bogotá, donde pudimos observar la relevancia dada a varias exposiciones sobre las construcciones milenarias que el Pueblo Zenú realizó sobre los ríos Sinú y Cauca para controlar sus crecidas y establecer una red de canales y camellones sobre los que cultivaban, aprovechándose también como abonos los limos decantados.
Conversando con Simón Feria, líder indígena zenú que había estado protegido en Asturias de la persecución paramilitar y que actualmente no sólo es dirigente agrario de Fensuagro sino también de la COMPI de los pueblos indígenas, nos contaba con dolor la sequía que viene padeciendo la región que les ha impedido la mayoría de los cultivos este año..
Al pueblo zenú se le reconoce la autoría del sombrero vueltiao, confeccionado con caña flecha, decretado como símbolo cultural de la nación por el Congreso, y que actualmente, confeccionado ya en más lugares e industrialmente, tiene un nuevo auge turístico y de negocio.
Pero es menos conocida la historia y aportación del pueblo zenú, antes de que fueran reducidos a “resguardos”, al control con tecnología apropiada de las aguas de los ríos y la utilización beneficiosa de sus inundaciones o crecidas.
En ninguna otra parte de América existen las más de 500.000 hectáreas de canales de agua como las que construyeron los zenúes hace más de 2.000 años. Su extensa red de canales artificiales entre los ríos San Jorge, Sinú, Cauca y Magdalena, permitió controlar las inundaciones en las llanuras del Caribe colombiano, durante trece siglos, y favorecerse de ellas durante la época de sequía, estableciendo también las viviendas encima de los camellones construidos y mantenidos a mano .
Una gran variedad de fauna acuática era posible hallar en los canales, además de cultivos diversificados como yuca, maíz, coca y frutales, entre otros, sobre los camellones. La movilización principal de esta sociedad era por el agua, que también aprovechaban para la pesca.
Los zenúes dejan asimismo una lección sobre que el agua no se puede trancar… Las represas construidas en la sabana de Bogotá sobre humedales muestran que el agua vuelve a su cauce e inunda todo. Los zenúes trataron de manejar el agua, que esta fluyera y no que destruyera.
La arquitectura zenú es bien visible hoy día, pero sus camellones, que eran aptos para la agricultura hoy día sólo se usan para la ganadería, especialmente latifundista que contribuye a deteriorarlos, mientras el pueblo zenú sobreviviente ha sido despojado de sus tierras.
En las inundaciones ocurridas en Bolivia el año pasado donde murieron cerca de un centenar de personas, otras lograron salvarse al resguardarse en elevaciones del terreno similares a la del territorio zenú, construidas en este caso territorio Moxo en la selva boliviana.
Las inundaciones tuvieron mayor gravedad debido a las grandes represas construidas en Brasil sobre el río Madeira, que altera el discurrir normal de las aguas, y que la “civilizada” ingeniería actual al servicio de megaempresas extranjeras no ha conseguido solventar como sí lo hicieron los pueblos indígenas “incivilizados”.
La sequía que padece la gente de Simón, el cambio climático que se volverá a debatir en Paris en diciembre..
tienen elementos a considerar de las construcciones indígenas milenarias, en territorio zenú de Colombia, en territorios moxos de Bolivia y otros donde la arquitectura indígena se puso al servicio de la Madre Tierra y no contra ella,
y lograron “apropiadamente” aprovechar sus ciclos de vida sin destrozarla.
Mostrar esas experiencias en museos importantes está más que bien, pero contribuir a que esas enseñanzas sabias interfieran en positivo contra megaproyectos en las Selvas actuales, y a favor del control armonioso de los ciclos del agua, sacando beneficios comunitarios de ello, estaría mucho mejor. ¿o no?