Los cambios climáticos y la urgencia de una nueva concepción de la reforma agraria di Douglas Estevam
En febrero de 2014, el MST [Movimiento de los sin tierra] realizó su VI Congreso Nacional en Brasilia, con la participación de más de 12 000 delegados y más de 250 representantes internacionales de organización de 27 países diferentes. El objetivo principal de este congreso era la definición de una nueva concepción de reforma agraria, cuya creación es el resultado de casi dos años de debate entre los miembros de todo el movimiento, incluso las 350 000 familias instaladas en las tierras y más de 100 mil familias viviendo en campamentos.
Esta nueva definición conceptual de la reforma agraria se basa, entre otras cosas, en una nueva relación con la tierra en la importancia central de una nueva matriz de producción y en una nueva concepción de la tierra. Los principales elementos de esta nueva concepción de reforma agraria han sido elaborados a lo largo del tiempo, durante muchos años, y son el resultado del análisis no sólo de las luchas encabezadas por el MST, sino también de las prácticas a nivel de organización desarrolladas para enfrentarse a los impactos medioambientales, climáticos, sociales resultantes de un nuevo modo de producción agrícola.
Según esta nueva concepción, la reforma agraria no puede ser considerada como una cuestión relacionada sólo con los campesinos o el campo. Esta nueva propuesta cuestiona el rol desempeñado hasta ahora por la agricultura y por la reforma agraria, en el marco del desarrollo del capitalismo. A partir de ahora, el objetivo principal de la reforma agraria debe afectar sectores muy diversificados de la sociedad, en el marco de un proyecto de mayor alcance donde la reforma agraria garantizará las múltiples necesidades del conjunto de la humanidad.
La nueva concepción de la reforma agraria del MST se basa en varios enfoques: una nueva manera de producir y una nueva relación con la tierra; la defensa de los bienes comunes de la naturaleza; la lucha contra la destrucción del medioambiente y los problemas de salud; la garantía de acceso a la educación, a la cultura y a las semillas biológicas, sin olvidar el punto central: la democratización del acceso a la tierra. Entre los diferentes elementos constitutivos de la reforma agraria, la lucha contra los cambios climáticos provocados por el actual modelo agrícola de la agroindustria se ha vuelto fundamental, lo que no estaba presente en los anteriores proyectos de reforma agraria.
En Brasil, esta lucha tiene una importancia muy grande ya que los indicadores señalan que el volumen más grande de emisiones de gases de efecto invernadero lo emite el sector agrícola.
Debido al mayor alcance de esta nueva concepción de la reforma agraria, cuyas ventajas, sentidos, significados y roles se extienden al conjunto de la sociedad brasileña, incluso al conjunto de la humanidad y del planeta, el MST llamó a este nuevo proyecto “Reforma agraria popular” para expresar el paso adelante respecto a las concepciones tradicionales de reforma agraria.
El alcance de los impactos negativos del actual modelo de producción agrícola va mucho más allá de los campesinos: se extienden ahora al planeta en su conjunto. Estos últimos años, los efectos del uso de OGMs y de productos químicos en la salud humana han sido objeto de debates públicos. Ahora bien, este modelo cuyos efectos dañinos para la salud son cada vez más evidentes, también mantiene una estrecha relación con los impactos negativos de la agricultura agroindustrial sobre el medioambiente y el cambio climático.
La agroindustria, la concentración de las tierras, los monocultivos, los OGMs, los productos
químicos, los cambios climáticos, la destrucción del medioambiente y de la salud humana son las dimensiones -interconectadas- de un único modo de producción agrícola.
Hoy, cualquier proyecto de reforma agraria debe tener en cuenta todas estas cuestiones, y no sólo el acceso a la tierra. Aunque este último sigue siendo un objetivo mayor, debe presentar al mismo tiempo soluciones a los problemas climáticos, medioambientales, sanitarios y sociales, entre otros.
Los efectos del cambio climático ya se perciben un poco por todas partes, en diferentes regiones del mundo y en Brasil. Desde hace cuatro años, el noroeste de Brasil sufre la sequía, que alcanza ya a más del 62 % de las comunidades de la región.
En mayo de 2015, de las más de 1400 municipalidades afectadas, 862 ya se encontraban en situación de urgencia [[ Ministerio de la Agricultura, de la Ganadería y de los Suministros, Informativo sobre a Estiagem no Nordeste – nº 84, junio de 2015. También vimos los folletos nº 81, 82, 83 y 85. Ver: www.agricultura.gov.br/ arq_editor/Informativo%20estiagem%20NE%20n%C2%BA%2084.pdf ]] . La producción agrícola de la región ha peligrado, e incluso los más profundos pozos artesianos se han secado. El sureste del país también sufre de una falta de precipitaciones, lo que provoca un racionamiento del agua en ciudades importantes, como en la megalópolis de São Paulo, donde la capacidad de las reservas de agua siguen limitadas a 14% desde hace más de un año. Los estados de Rio de Janeiro y de Minas Gerais también han sido afectados. Por otra parte, en el sur del país, el volumen de las lluvias ha aumentado de forma considerable estos últimos años. A partir de ahora los impactos de los cambios climáticos están bien presentes en la vida cotidiana de la población. De ahí la urgencia de las transformaciones.
La Amazonia “legal”: entre deforestación y agroindustria
Como país firmante de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), Brasil se compromete a establecer un inventario nacional de las emisiones entrópicas y de los gases de efecto invernadero (GEI), cuyas directivas técnicas han sido definidas por el IPCC. Según los informes publicados por el gobierno brasileño, el sector de la agricultura y de la ganadería se ha vuelto el mayor emisor de GEI del país. En el primer informe por el ministerio de Cultura y de la Tecnología de Brasil en 2005, la explotación de la tierra y de los bosques ocupaban el primer puesto, o sea 58 % del total de las emisiones del país, el principal responsable de estas emisiones es la deforestación. Los esfuerzos realizados por el gobierno del presidente Lula han permitido una importante reducción de la deforestación en Amazonia. Ahora bien, desde 2012, al mismo tiempo que se intensificaba la crisis económica del país, la deforestación ha vuelto a aumentar. En 2013, este aumento se cifraba en 28,8% en la Amazonia brasileña [[La Amazonia llamada “legal” consta de los siguientes estados brasileños : Acre, Amapá, Amazonas, Pará, Rondônia, Roraima, Tocantins, Mato Grosso, y también una parte del Maranhão. Se trata de una zona de más de 5 millones de hectáreas, o sea cerca del 60 % del territorio brasileño.]] . Aunque en 2014, hemos podido notar una disminución de la deforestación, sigue siendo superior a la de 2012 [[Según los datos publicados por el ministerio de medioambiente. Ver: http://g1.globo.com/natureza/ noticia/2014/11/desmatamento-da-amazonia-legal-cai-18-em-um-ano-segundo-governo.html]] . Los nuevos estudios presentados por el informe del gobierno y publicados en noviembre de 2014 señalan un cambio importante en la composición de las emisiones brasileñas. El sector de cambio en la explotación de las tierras y de los bosques, cuyo principal punto era la deforestación, bajó al tercer puesto, con 15 % del total de las emisiones en 2012, mientras que el sector de la agricultura y de la ganadería subía al primer puesto de las emisiones brasileñas, o sea un aumento de más de 75 % para el periodo [[Las referencias, informaciones y datos analizados en este artículo provienen de la segunda edición del informe [“Estimaciones anuales sobre las emisiones de gases de efecto invernadero”], publicado en noviembre 2014, por el ministerio brasileño de la Ciencia, de la Tecnología y de la Innovación. Los datos han sido comparados con los datos presentes en la primera edición del informe publicado en 2013, y también con las informaciones del Comunicado preliminar de Brasil para la Convención Marco de la ONU, publicado en 2004 por el ministerio de la Ciencia y de la Tecnología. Consultamos también el Plan Nacional sobre los Cambios Climáticos (PNMC), publicado por el comité interministerial sobre cambios climáticos, compuesto por más de 15 ministerios. Los datos que figuran en los documentos consultados pueden variar según las medidas efectuadas y los métodos aplicados. También consultamos los “Informes de referencia: las emisiones de protóxido de nitrógeno de los suelos agrícolas y del tratamiento de los desechos” publicado en 2010 por la Embrapa [Empresa brasileña de investigación agrícola] y por el ministerio de la Ciencia y de la Tecnología. Dimos prioridad a las informaciones dadas por el gobierno en el informe de 2014, ya que son más recientes.]] .
En el análisis del impacto de la agroindustria en las emisiones brasileñas, cabe señalar que hay que intentar no pensar de forma fragmentada por culpa de las categorías elaboradas por las investigaciones y aislar algunos aspectos de la dinámica social, ya que, en realidad, están interconectados. Existe una relación estrecha entre la deforestación de la Amazonia y el avance de la agroindustria en esta región, con la producción agrícola y la ganadería, principalmente la producción de granos (sobre todo soja). Las zonas deforestadas se usan para la producción agrícola, los ecosistemas naturales se transforman en unidades de producción de la agroindustria, lo que conlleva el cambio de la composición orgánica de los suelos y de la gestión de la tierra: dos factores que hacen aumentar las emisiones de gases contenidos en el suelo.
Asociada con la deforestación, el modelo de producción y las transformaciones de los suelos, la agroindustria tiene un impacto negativo sobre varios sectores de emisiones.
Los estudios realizados por el equipo dirigido por el investigador Antonio Donato Nobre, del Instituto Nacional de Investigaciones de la Amazonia, y publicados en 2014 en el documento “El porvenir del clima de la Amazonia” [[NOBRE, A. E.: O futuro climático da Amazônia: relatório de avaliação científica”, São José dos Campos – SP, ARA, CCST-INPE, INPA, 2014.]] analizan los efectos de la deforestación practicada en esta región sobre otras regiones de Brasil, cuyo ejemplo es la sequía que afecta los estados de São Paulo, de Rio de Janeiro y de Minas Gerais. Es la selva amazónica que, por la transpiración de los árboles, transporta grandes volúmenes de agua del suelo hacia la atmósfera y es responsable de la preservación de la humedad del aire en movimiento, que desemboca a su vez en lluvias que caerán sobre otras regiones de Brasil, y posiblemente de todo el continente. La condensación de vapor de agua por sustancias emitidas por los árboles provoca también el aumento de las precipitaciones. La selva amazónica preserva la humedad del aire y emite corrientes aéreas de vapor que han evitado la transformación del sur de América del sur en una región desértica, como ocurrió en otras regiones de misma latitud. El sistema dinámico de la Amazonia crea condiciones atmosféricas que permiten evitar fenómenos climáticos extremos, como huracanes y otros cataclismos. Hoy, la deforestación, asociada con el avance de la agroindustria en esta región, representa un riesgo para todo el equilibrio del sistema, y sus consecuencias se hacen sentir en otras regiones de Brasil.
En la situación actual de las emisiones brasileñas, el sector energético ocupa la segunda posición, justo detrás del sector agrícola, y es responsable también del 37 % del total de las emisiones (este sector emite algunos centenares de miles de toneladas de CO2 menos que la agricultura). Las intensas sequías que han devastado el país estos últimos años son el origen de las disminución de las reservas de agua en algunas regiones, lo que ha llevado a la reducción de la producción de energía hidroeléctrica por el tercer año consecutivo.
En 2014, esta reducción fue de 5,6 %, lo que ha provocado una disminución de la participación de la energías hidroeléctricas en la matriz eléctrica brasileña de 84,5 % en 2012 a 65,2 % en 2014 [[Ministerio de la Ciencia, de la Tecnología y de la Innovación. “Estimativas anuais de emissões de gases de efeito estufa” 2e ed., Brasilia, 2014.]] .
Como consecuencia, las fábricas termoeléctricas han aumentado su producción, contribuyendo así en el aumento de las emisiones de GEI y a la elevación del sector energético a un nivel importante en las emisiones brasileñas: otro efecto de la relación entre los diferentes fenómenos, y una de las causas es la expansión de la agroindustria en la región del amazónica.
La agroindustria y los cambios climáticos en Brasil
Una de las características del modelo actual de producción agrícola brasileño, que se consolidó entre el fin del siglo pasado y el principio de nuestro siglo, es la articulación entre las grandes sociedades transnacionales y el sector financiero que controlan el conjunto de la producción agrícola, así como la propriedad de la tierra.
La matriz de producción predominante se basa en el monocultivo intensivo, extremadamente nocivo para la biodiversidad, y en el uso intensivo de los OGMs y de los productos químicos derivados del petróleo.
Estos productos emiten GEI, tanto durante su fabricación como cuando se usan: no sólo modifican la composición orgánica de los suelos, sino que además impiden que la tierra capture los GEI de la atmósfera. Y sabiendo que la producción no se destina al mercado local, sino al mercado internacional, el transporte de estos productos es extremadamente contaminante.
Y para acabar, los productos agrícolas han sido transformados en comodities negociados en los mercados financieros y en los mercados con vocación internacional.
Aquí están, en sus líneas generales, los elementos que caracterizan tanto la agricultura brasileña como la agricultura internacional.
Últimamente, la expansión de los monocultivos practicados por la agroindustria brasileña se ha concentrado en algunos productos, sobre todo la carne, la soja, la caña de azúcar y el maíz. Respecto al territorio, este monocultivo está avanzando en la región amazónica y el centro oeste brasileño, conduciendo a la destrucción de otros biomas, como el “Cerrado”, una región de sabana en el centro del país. Actualmente, la deforestación del “Cerrado” es la principal responsable de las emisiones del sector de cambios en la explotación de las tierras y de los bosques, o sea 62 % del total de las emisiones en 2012 [[Ministerio de la Ciencia, de la Tecnología y de la Innovación, Estimativas anuais de emissões de gases de efeito estufa, 2e ed., Brasilia, 2014.]] . La deforestación, las quemas y la agroindustria se encuentran interconectadas no sólo en la Amazonia, sino también en el centro del país.
Según los datos relativos al año 2012, entre el total de las emisiones provenientes de la agricultura y de la ganadería, la fermentación entérica, de la que es responsable principalmente el ganado destinado a la producción de carne, correspondía al 55,9 %. Los estudios indican una expansión evidente del ganado en los estados situados en la región amazónica: Acre, Rondônia, Mato Grosso, Goiás, Tocantins, Maranhão et Pará.
Justo después, la segunda posición estaba ocupada por el uso de los suelos, con 35,9 %. Entre 1995 y 2005, el sector de los suelos vio sus emisiones aumentar de un 23,8 % y de 7,4 % en el periodo siguiente (2005-2012). Aunque los fertilizantes químicos aparecen sólo en tercera posición en las emisiones relacionadas al uso de los suelos, un análisis más detallado demuestra que son, en términos de proporciones, los responsables del mayor aumento de estas emisiones.
Las emisiones relacionadas con el uso de fertilizantes de síntesis han aumentado de un 94 % en la década 1995-2005 y de 56 % en el periodo siguiente, entre 2005 y 2012 [[Ministerio de la Cienca, de la tecnología y de la Innovación, Estimativas anuais de emissões de gases de efeito estufa, 2e ed., Brasilia, 2014.]] .
Los mayores consumidores de productos agrícolas a base de nitrato han sido los estados de São Paulo, Minas Gerais, Paraná y Rio Grande do Sul. En los estados de Mato Grosso, el mayor productor de soja en el Brasil, y en el estado de Goiás, el consumo de este tipo de productos ha aumentado de forma considerable, por el avance de la agroindustria en la región central de Brasil. Según los datos relativos al año 2005, si el suroeste ha consumido 44,4% de los fertilizantes en el periodo analizado (1990-2005), sin embargo son las regiones norte y centro-oeste quienes han registrado un aumento mayor, con 1683 % y 477 %, respectivamente, habiendo consumido el 16,9 % de los fertilizantes esta última.
El extraño aumento en el consumo de los fertilizantes en estas regiones pone en relieve la reproducción del modelo de expansión agrícola practicado en la región amazónica.
Los fertilizantes químicos nitrogenados, usados en los monocultivos de la agroindustria, son importantes emisores de óxido de nitrato, cuyos efectos son demoledores, ya que este gas es 300 veces más potente que el CO2. La producción de fertilizantes nitrogenados presupone el uso de grandes cantidades de gas natural con la consecuente emisión de CO2. Entonces, el proceso de producción de estos fertilizantes químicos también contribuye en sí a las emisiones de GEI, lo que se añade a todos los otros impactos medioambientales, entre ellos, la contaminación del agua y de los suelos. Brasil consume alrededor del 6 % de la producción mundial de productos nitrogenados: es el mayor consumidor de productos agrotóxicos del mundo.
En las plantaciones de caña de azúcar del estado de São Paulo, el mayor productor de etanol en Brasil, la producción se basa en el uso de fertilizantes nitrogenados. Los cambios climáticos en la región de Ribeirão Preto, uno de los polos de producción de caña de azúcar más importantes del estado de São Paulo, se hacen ahora evidentes en el cotidiano de los habitantes.
Y la quema de la caña de azúcar es también una fuente importante de emisiones de gases.
La agroecología : una respuesta a los cambios climáticos
La referencia del proyecto de “Reforma agraria popular” propuesta por el MST es la agroecología como nueva matriz de producción, no sólo respecto a la relación con la tierra y el medioambiente, sino también a la sociabilidad. Como modelo de producción, la agroecología representa una alternativa a los impactos negativos sobre el clima y el medioambiente provocados por el modelo de la agroindustria. Así, en el marco de una perspectiva más amplia, y es la que propone la reforma agraria popular, la agroecología resulta fundamental para una concepción que va más allá del campo y de los campesinos, y cuyas ventajas se extienden a toda la sociedad.
Los suelos tienen una reserva importante de carbono en estado natural, pudiendo ser dos a tres veces más grande que la presente en la biomasa o en la atmósfera. Los modelos de gestión intensiva de los suelos aplicados por la agroindustria generan mayores emisiones de GEI. La gestión agroecológica permite, al contrario, aumentar no sólo la cantidad de carbono presente en los suelos y en la vegetación, sino también capturar dióxido de carbono en la atmósfera. Mientras que los monocultivos dañan la composición orgánica de los suelos, llevándoles a la destrucción por erosión, salinización o agotamiento. Los estudios publicados en 2012 por el Relator especial de la ONU para el derecho a la alimentación del Consejo de los derechos humanos, Olivier de Schutter, ya hablaban de las contribuciones de la agroecología en la lucha contra los cambios climáticos. Los estudios internacionales han demostrado que las culturas agroecológicas son más resistentes no sólo a los cambios climáticos extremos, ya que contribuyen a minorar sus efectos negativos, sino también a las erosiones, porque los suelos de este tipo de cultivos son más húmedos. Además, la agricultura biológica no hace usos de productos químicos, lo que permite evitar los problemas que mencionamos antes, relacionados con el uso de productos nitrogenados. Por otra parte, el aumento de la materia orgánica en los suelos y de la biomasa de la superficie del suelo permiten reducir la emisión de dióxido de carbono. Según el IPCC, una de las mayores contribuciones de la agricultura en la reducción de los efectos negativos de los cambios climáticos es la captura de dióxido de carbono almacenado en la materia orgánica de los suelos, un factor que puede ser potenciado por la agroecología.
El proyecto de reforma agraria popular del MST incluye también la protección de los bosques y de las reservas, y además la reforestación de las zonas desbrozadas, con la plantación de árboles nativos y frutales, para restablecer de esta manera la biodiversidad de los biomas. Una propuesta que va en contra de la propuesta hecha por el capitalismo verde, cuya prioridad es la reforestación industrial. Así, en la plantación “14 de agosto”, situada en Rondônia, un estado caracterizado por la expansión de la agroindustria en la región amazónica, se están llevando a cabo experiencias de reforestación junto con cultivos agroecológicos para recuperar zonas desgastadas por los pastos.
En 15 años, una parte perdida de la selva originaria pudo recuperarse. En esta implantación, el modelo agroecológico se aplica al cultivo del huerto, de los frutales, y a la apicultura.
En el campo energético, el MST propone el desarrollo de fuentes de energías renovables alternativas, creadas en las comunidades rurales y basadas en los vegetales no alimentarios y en las energías solar, hidráulica y eólica, para garantizar la soberanía energética en equilibrio con la naturaleza. En São Paulo, centro de producción de etanol basado en el modelo del monocultivo, las implantaciones de Itapeva han experimentado la producción local de un tipo de biodiésel. Este carburante, producido a partir de girasol, ha sido usado para los tractores de la comunidad.
Nuestro nuevo proyecto de reforma agraria defiende también la preservación de las reservas de agua y su protección de las contaminaciones causadas por el uso de productos químicos. La otra base de esta matriz es la producción de semillas no-OGM por los campesinos, sin uso de pesticidas químicos. Así desde 1997, los campesinos del MST del sur de Brasil se reúnen en la Bionatur, donde se experimenta con la producción de semillas agroecológicas, y que producen cada año 20 toneladas de semillas de 80 especies, siendo la mayor estructura de este tipo en América Latina.
Las proposiciones son múltiples y ya han encontrado una aplicación práctica en centenares de implantaciones del MST en todo Brasil, con una fuerte participación de los campesinos.
Hoy, la lucha a favor de la reforma agraria se intensifica para alcanzar una dimensión social y medioambiental mayor y duradera.
La reforma agraria popular es un proyecto que tiene como objetivo garantizar las necesidades, las esperanzas y las aspiraciones del conjunto de la humanidad y contribuir a la preservación de nuestro planeta.