Xixón se hizo eco de la convocatoria estatal de Insumisos, con poemas y canciones contra la guerra en la plaza Italia.
Poetas de Ucrania, de Rusia, del Sahara, de Alemania, de Palestina, y poemas de nuestro país, Machado, Gloria Fuertes, Miguel Hernández y otras, se pusieron al servicio de la búsqueda de la paz, contra el militarismo y el enorme GASTO MILITAR.
Músicas de Pau Casals, o el Candilejas de Chaplin, se conjuntaron en aras de proponer la paz y el fin de las injusticias sociales.
Uno de los antiguos insumisos compartía también al micro el pronunciamiento estatal, en llingua asturiana:
www.insumisionalasguerras.org
Konstantín Simonov (poeta ruso al que recitan en Ucrania)
Espérame que volveré.
Solo que la espera será dura.
Espera cuando te invada la pena, mientras ves la lluvia caer.
Espera cuando los vientos barran la nieve.
Espera en el calor sofocante.
Cuando los demás hayan dejado de esperar olvidando su ayer.
Espera incluso cuando no te lleguen cartas de lejos.
Espera incluso cuando los demás se hayan cansado de esperar.
Espera incluso cuando mi madre y hermanos crean que ya no existo.
Y cuando los amigos se sienten junto al fuego para brindar por mi muerte.
Espera no apresures a brindar por mi memoria tú también.
Espera porque volveré desafiando todas las muertes.
Y deja que los que no esperan digan que tuve suerte.
Nunca entenderán que en medio de la muerte tú con tu espera me salvaste.
Solo tú y yo sabremos cómo sobrevivir, es porque esperaste y los otros no.
La vida
(Breyten Breytenbach, Suráfrica)
Bienaventurados los niños de Dimbaza,
Welcome Valley, Limehill y Stinkwater
-revientan
de enfermedad, de malnutrición, de miseria-
porque ellos embellecen el campo visual del amo
porque ellos escapan al infierno
porque ellos despejan los dominios del Boer
-el Boer y su Dios
-la mano de Dios
porque se les perdona la vida
porque vivir negro es un desafío político
porque tú que eres negro
en el país de la sangre
del pase del insulto del perro
tú contaminas la tierra del Boer
Bienaventurados los niños de Dimbaza,
Welcome Valley, Limehill y Stinkwater
arrojados
en los huecos, festín para las hormigas,
sonrisas de dientes negros
porque ellos reciben juguetes y botellas de leche vacías
para alegrar las tumbas,
juguetes y papel de estaño susurran en el viento,
botellas de leche vacías de donde el viento
puede chupar sonidos
para atraer a los topos
porque la carne es rara
para que los niños olviden
que están muertos
bienaventurados los muertos de Dimbaza,
Welcome Valley, Limehill y Stinkwater,
devorados
por la tierra, porque sus idas y venidas
son discretas entre la boca y la cuchara
sin dejar manchas frente al sol
bienaventurados y benditos y santos sean los topos
y los gusanos y las hormigas
en el país del sol
en el país del Boer
en el país que les han dado los Señores
porque ellos cuidan el césped fecundo y bello
a fin de que el hombre se realice y prospere,
cultive sus frutos, críe su ganado,
se vuelva hermoso y fuerte y blanco
para gloria de su Dios
Salka Embarek:
Seré guerra
y cuando sea necesario, seré paz.
Seré la paz de la guerra
y el límite entre ambos
lo marcaré yo.
Que no vuelvan a llamarme fanfarrona,
Que no vuelva ningún ministro
a provocarme,
que durante los años de mi tragedia,
ya le derribé algunos muros
y logré hacer caer sus falsos estandartes.
No hay gobierno usurpador,
ni cruel,
ni rey tan soberano
que pueda mirarme a los ojos,
y negarme que es culpable.
No podrá porque no ha olvidado las veces que le he enfrentado,
le he descubierto y ganado.
Mírame bien,
porque el timón está en mis manos,
y el viento sopla a mi favor,
no seré yo la que tema,
no seré yo la que pierda,
ni oirás mis palabras en vano.
Ya soy vieja,
Cuarentayseis años han pasado
Pisando mi cuerpo,
bajo metros de tierra enterrado.
Más de cuarenta años han dejado
en mi boca sabores amargos,
algunos ya no los siento,
otros se han vuelto brazos,
de líderes desconocidos,
de mujeres en esperanza,
brazos de mártires que vuelven
extendidos a la superficie,
acudiendo a mi llamada,
al de esta vieja que soy yo,
y que ahora vuelve joven
y renovada.
Que no me llamen fanfarrona,
porque mis hijos le responden,
que mi voz no es una sola,
soy el Sáhara.
ESCUCHA BIEN MI NOMBRE
ARTE DE GUERRA
La guerra ya terminó,
recogieron las maletas de la muerte,
limpiaron el lugar del olor podrido de los huesos
y limaron los recuerdos para no dejar nada en el tintero.
La guerra ya terminó,
se llevaron los cañones al desierto,
contuvimos el aliento en cuentagotas,
deletreamos la propaganda de los partidos vencidos
y clavamos la mirada en el suelo del olvido.
La guerra ha terminado,
no queda nadie por las calles,
los árboles ya no son frutales.
La manzana de la discordia
ya consumió los gobiernos,
se retiraron a casa los soldados,
ya todo es invierno,
y se llevaron los cañones al desierto.
Fernando Mañogil
Ángela Figuera Éxodo
Una mujer corría.
Jadeaba y corría.
Tropezaba y corría.
Con un miedo macizo debajo de las cejas
y un niño entre los brazos.
Corría por la tierra que olía a recién muerto.
Corría por el aire con sabor a trilita.
Corría por los hombres erizados de encono.
Miraba a todos lados.
Quería detenerse.
Sentarse en un ribazo y con su hijo menudo.
Sentarse en un ribazo y amamantar en paz.
Pero no hallaba sitio.
No encontraba reposo.
No lograba la pausa sosegada y segura
que las madres precisan.
Ese viento apacible que jamás se interpone
entre el pecho y el labio.
Buscaba cerca y lejos.
Buscaba por las calles,
por los jardines y bajo los tejados,
en los atrios de las iglesias,
por los caminos desnudos y carreteras arboladas.
Buscaba un rincón sin espantos,
un lugar aseado para colocar una cuna.
Y corría y corría.
Dio la vuelta a la tierra.
Buscando.
Huyendo.
Y no encontraba sitio.
Y seguía corriendo.
Y el niño sollozaba débilmente.
Crecía débilmente
colgado de su carne fatigada.
CANCION DE UN SOLDADO
(De “Madre Coraje”-1939)
Bertolt Brecht-Augsburgo
¡Tabernero, aguardiente y date prisa!
No hay tiempo que perder para un soldado.
Por su emperador tiene que luchar.
¡A mis brazos, mujer, date prisa!
No hay tiempo que perder para un soldado.
Hasta Moravia debe cabalgar.
¡Saca ya el triunfo, amigo, y date prisa!
No hay tiempo que perder para un soldado.
A la primera llamada ha de acudir.
¡Cura, échame tu amén, y date prisa!
No hay tiempo que perder para un soldado.
Por su emperador tiene que morir.
1 de junio de 1935, Amparo Poch:
¿Qué debemos hacer ante el gesto bélico que de nuevo hincha sus velas en el horizonte del Mundo? Ahora ya nadie puede quedarse a retaguardia. (…) Ya no vale esta vez querer jugar al escondite, porque los aviones se burlan zumbando detrás de las nubes que ellos fabrican; y los microbios vuelan a distancias grandes y los nuevos gases traspasan la ropa, la máscara y la piel. Ahora ya no puede nadie quedarse a retaguardia. (…) No prestéis oídos a los himnos nacionales ni a las palabras retumbantes que os hablen de falsos deberes patrióticos; sino a esa otra voz dulce y profunda que sale del propio corazón y enseña el precepto intangible de amar a todos los seres y todas las cosas. (…) Que hacen falta casas anchas y bien iluminadas; puentes, carreteras y ferrocarriles; barcos sin cañones que unan a los hombres en vez de exterminarlos
CARNET DE IDENTIDAD
Mahmud Darwish
«Escribe que soy árabe.
Soy nombre sin apodo.
Espero, paciéntero, en un país
en el que todo lo que hay existe airadamente.
Mis raíces se hundieron antes del nacimiento de los tiempos,
antes de la apertura de las eras, del ciprés y el olivo,
antes de la primicia de la hierba…
Escribe que soy árabe,
que tengo el pelo negro y los ojos castaños;
que, para más detalles, me cubro la cabeza con un velo;
que son mis palmas duras como la roca y pinchan al tocarlas.
Y me gusta el aceite y el tomillo.
Que vivo en una aldea perdida,
abandonada,
sin nombres en las calles…
Escribe que soy árabe;
que robaste las viñas de mi abuelo
y una tierra que araba, yo, con todos mis hijos.
Que sólo nos dejaste estas rocas…
Escribe, pues… escribe…
que no aborrezco a nadie,
ni a nadie robo nada.
Mas… ¡Cuidado con mi hambre y con mi ira!
Terror preventivo– Manual de infractores- José Manuel Caballero Bonald
Y allí mismo, detrás de la estrategia
irrevocable del terror, ¿no escuchas
el sanguinario paso de la secta,
la marca repulsiva
del investido de poderes,
sus rapiñas, sus mañas, sus patrañas?
Atroz historia venidera,
¿en qué manos estamos, cuántas trampas
tendrá que urdir la vida para seguir viviendo?.
Maiakovski
Ahora / se hace / el balance de la guerra. / Los chupatintas de la historia / redactan / sus memorias. / Pero el dolor de los nuestros, / de nuestros amigos, / nos grita / del fondo de los fríos números. / Treinta millones / sirvieron de blanco, / centenas / de millones / aúllan y se lamentan. / Pero aun / este infierno / parecerá una bagatela / a la vista / de lo que se acerca, / de la guerra que se prepara. / Por todos los espinazos rotos / en los campos, / por los brazos cortados / en las mesas de operaciones, / por todas las heridas / que el otoño / despierta, / por el tac-tac / de todas las muletas, / por todas las jetas / rotas en combate, / por la voz / por el grito, la náusea / del gaseado, / hoy / el mundo entero / va a clamar: / -¡Abajo! / ¡Nunca más! / ¡No seguimos! / ¡Nos oponemos! / ¡Obreros de todo el mundo, / campesinos del mundo! , ¡Adelante, / marcando el paso, ejército de proletarios! / ¡Preparad para el ataque / las últimas / bayonetas! / ¡Invertid / las pingües ganancias / de los burgueses, / arrastrad / a los reyes / al cadalso, / reducid a la nada / a los especuladores! / ¡Paz / por millones de siglos / para los millones de hombres !
Los náufragos
Mariya Zaturenska
Vivieran donde vivieran, soñaban ese sueño:
la casera invisible cuya voz
aceleraba el aire con una llama oscura
de palabras que saben desde siempre y siempre han de saber:
“¡Nadie los quiere aquí! ¡Váyanse!”
Y cuando construyeron una mansión y la amueblaron con arte
Con amor y con música, con las flores autóctonas,
Siempre ocurrió, siempre lo mismo,
El salón se angostaba en una tumba,
Y la voz de un sirviente, o de un candelabro,
“Nada tienen que hacer aquí”.
Y cuando se marchaban a una isla remota para volverse el ídolo
De las tribus indígenas
Y eran acariciados, admirados y cobijados… entonces
¿Qué voz los condenó?
Que llegó cuando asumieron las guirnaldas, esa voz que sabían,
Diciendo: “Esto no es para ti, todo esto es falso.”
Y los domingos en los parques con las niñeras, los amantes, las flores,
Y las bandas tocando y las fuentes elevándose
En horas líquidas de plata,
¿De quién era el enemigo? ¿De quién era la culpa?
Si de repente las sombras observadoras arrancan
Y gritan “¡Váyanse! Váyanse!”
Ahora han elegido el exilio, han encontrado una casa aislada
En la ciudad más pequeña, en el refugio más tranquilo,
Y solo hablan con los heridos, los perseguidos, los cojos,
Largas tardes, mañanas más largas, los más largos mediodías,
Y esperan a que suene la campana, a que aparezca la casera.
¿Aquí también los buscan?
“Si todos los políticos
se hicieran pacifistas
vendría la paz.
Que no vuelva a haber otra guerra,
pero si la hubiera,
¡Que todos los soldados
se declaren en huelga!
Gloria Fuertes