centro DELÁS.
Pere Brunet, Jordi Calvo, Tica Font, Pere Ortega i Wendela de Vries, son sus autores/a.
Los cuatro primeros han pasado varias veces por Asturias, hablando de paz y proponiendo alternativas de desarme y desmilitarización.
La guerra en Ucrania ha acelerado un proceso militarizador de la UE que lleva
cocinándose a fuego lento desde la doctrina de seguridad y defensa que marcaba el documento estratégico del Alto Representante de la UE “Una Europa segura en un mundo mejor” de 2003, hasta el 21 de marzo de 2022, cuando el Consejo Europeo aprobó la Brújula Estratégica para reforzar la seguridad y la defensa de la UE para 2030.
Un proceso en el que han tenido un rol especial-
mente protagonista la industria militar y los lobbies armamentísticos, quienes han promovido la construcción de una Europa de la Defensa basada en la
inyección de fondos para el desarrollo y venta de armamento.
Es quizá por ello que, ante la invasión rusa de gran parte del territorio ucrania-
no del 24 de febrero de 2022, la respuesta por parte de la propia UE y de sus
principales potencias haya sido la de aumentar los presupuestos militares de
cada uno de los Estados miembro, así como del presupuesto comunitario en
defensa, conformando una respuesta eminentemente de carácter militar al
conflicto con Rusia.
El presupuesto comunitario en seguridad y defensa se ha triplicado desde los
6.500 millones de euros de 2007 hasta los 19.500 millones del actual programa
marco 2021-27.
Todo ello sin contar los sucesivos aumentos al amparo de la guerra en Ucrania, como los del Fondo Europeo de Paz destinados a dar apoyo militar a Ucrania, que ya ha alcanzado en septiembre de 2024 los 39.000 millones de euros.
A ello hay que sumar que el presupuesto militar europeo ha alcanzado cifras récord en 2023, cuando llegó a 289.300 M€ en gasto militar, que representó un aumento del 21,3% respecto a 2022. Si se suma la de los países no comunitarios, Reino Unido y Noruega (77.323 M€), el gasto militar europeo de la OTAN alcanzó en 2023 los 366.623 M€, el segundo mayor del mundo, detrás de EE.UU., superior al de China, y que multiplica por tres el gasto militar ruso, según datos SIPRI.
Además, Europa es el segundo exportador mundial de armas después de Estados Unidos.
En 2022, los países de la UE exportaron productos militares por valor de 36.000 millones de euros, de los cuales 4.800 millones se destinaron a Ucrania.
Con todo ello podemos afirmar que la tendencia en Europa es, sin lugar a dudas, incrementar tanto las cifras de presupuestos militares como las de exportaciones de armas.
Una industria armamentística que depende de la exportación mundial hará que
el mundo sea más violento y menos seguro.
La respuesta europea ante la guerra de Ucrania ha estado claramente condicionada por la influencia de Estados Unidos y del marco de análisis impuesto
por la OTAN, a pesar de que las necesidades de seguridad de uno y otro lado del Atlántico son muy diferentes.
Mientras una guerra contra Rusia refuerza el papel de la OTAN y beneficia económicamente a EE. UU., en el continente europeo supone la generación de una herida que conllevará una hipoteca no solo económica, sino sobre todo política y humana que empobrecerá las generaciones futuras de Europa y dificultará sus aspiraciones de vivir en paz.
El belicismo y militarismo, obvios en una organización militar como la OTAN, se han impuesto en la UE y en prácticamente todos sus Estados miembro, que a su vez lo son también de la Alianza Atlántica.
Proponemos en este informe superar las políticas belicistas ahora hegemónicas en la UE, superando el marco militarista que promueve los gastos militares, la carrera armamentista y que, una vez más, no ha sido capaz de evitar la guerra.
La incompetencia de quienes han dirigido la seguridad de Europa, bien sean de un lado u otro del Atlántico, es evidente y no solo hay que buscar causas y responsabilidades en el gobierno ruso, que obviamente las tiene, y muchas, sino también en quienes en los departamentos de seguridad de los gobiernos europeos y de la propia Unión, no han sabido hacer desaparecer la guerra del continente europeo.
Es necesario para conseguir una paz verdadera en Europa un enfoque diferente
de seguridad.
Desde un punto de vista teórico podemos construir una seguridad
europea para la paz necesariamente no belicista, basada en las propuestas de
los estudios críticos de seguridad, entre los que son imprescindibles los enfoques
feministas, ecologistas y decoloniales.
Proponemos un cambio de enfoque en la seguridad europea, que incorpore una visión de cultura de paz que permita superar la seguridad belicista y militarizada actual.
Proponemos abandonar las políticas de seguridad para la guerra desarrolladas hasta ahora en Europa y emprender políticas de seguridad para la paz que pueden incorporar políticas de paz positiva, justicia estructural y promoción de la
cultura de paz y no la cultura de la defensa, centrándose en la vida y biodiversidad y no en la seguridad del estado y de sus élites.
Una seguridad para la paz en Europa se debe basar en un realismo honesto
y veraz que supere la falacia de la teoría de unas relaciones internacionales
erróneamente denominadas realistas.
El realismo se equivoca cuando insiste en que la desconfianza, el caos y la confrontación son la única manera de relacionarse entre estados.
Una industria armamentística que depende de la exportación mundial hará que el mundo sea más violento y menos seguro.
Esmás, no es realista pensar que la paz se conseguirá por medios violentos, el resultado de la violencia es irremediablemente más violencia.
La seguridad para la paz en Europa debe pasar de las políticas de seguridad de
disuasión y defensa a las políticas de cooperación internacional, cambiando el
análisis de amenazas y la voluntad de ser una amenaza para conseguir la paz,
por las políticas de distensión y cuidado de las relaciones entre estados, entre
gobiernos y entre pueblos.
Una seguridad para la paz en Europa debe tener como pilares la justicia global,
el internacionalismo, la cooperación, los intercambios comerciales justos y
una descolonización real, para caminar hacia una nueva geopolítica humana
basada en la cooperación para afrontar desde la dignidad humana los grandes
retos globales que afronta la humanidad.
Una seguridad para la paz en Europa se debe construir desde la autonomía
de la OTAN y de cualquier organización militar o lobby armamentístico.
Una política de seguridad para la paz en Europa solo podrá ser creada de forma
participada y democrática, en la que contribuya la sociedad civil y en la que
primen verdaderamente los valores fundacionales de la UE, entre los que está
el fomento de la paz.
Este informe pretende ayudar a construir un relato alternativo que vaya más allá de la crítica a las políticas que han llevado a Europa a la guerra, explorando los fundamentos teóricos que pueden inspirarlo y fijándose en las posibilidades
que se ofrecen desde los estudios para la paz, que proponen dedicar recursos a prevenir las guerras del futuro, acudiendo a las causas que las provocan, impulsando las herramientas políticas no militarizadas de los Estados para evitar la guerra y mejorar las relaciones entre los estados y sus pueblos.
Pretendemos contribuir de este modo a la campaña No a la militarización, no a la guerra, impulsada entre otras organizaciones, por el Centre Delàs y a la que se han adherido inicialmente cerca de 300 organizaciones, con el objetivo de
ampliar los colectivos que se sumen en España y con la ambición de trasladar
la campaña al ámbito europeo.
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