Homenaje y Memoria para los últimos asesinados: Hernán Bedoya y Mario Castaño.
Sobre la carretera principal, en el mismo lugar donde cometieron el crimen hace pocas semanas, se juntan bajo un sol inclemente familiares, comunidades aledañas y delegación asturiana, para re-memorar y reclamar por la vida segada de Hernán.
Mientras los vehículos continúan su tránsito y varias motos son identificadas como portadoras de informantes de paramilitares, la comitiva cierra círculo y las manos se aprietan: «Hernán Bedoya: Sin Olvido». «Sin Olvido: Hernán Bedoya».
El padre Alberto pregunta»porqué no han llegado algunos familiares?». Responden: «por miedo». «¿Quién era Hernan Bedoya»? ..y algunos amigos y familiares y líderes vecinales cuentan quien era, qué hacía, porqué le asesinaron..
El portavoz de Justicia y Paz, instancia que de manera valerosa acompaña a las comunidades, sigue preguntando: «¿Qué palabra sintetiza para ustedes Hernán Bedoya?»…y las respuestas van surgiendo, con digna rabia, Compañerismo, solidaridad, dedicación, seriedad, compromiso, amistad… Resistencia, Justicia, Restitución de tierras..
No sólo no importa que sea visible y espiado este cortejo memorialístico, vulnerable, dolorido, sino que ese es uno de los objetivos de la comitiva creada: que se ves. Que los victimarios vean que hay gente extranjera acompañando este dolor. Que sepan que se sabe de la impunidad fraguada, del peligro, del terror, pero que aquí han acudido hasta el lugar del crimen mujeres, hombres, comuneras/os que ni se han resignado ni van a hacerlo: a denunciar el crimen. A señalar a los verdugos, a la connivencia de la fuerza pública, a la estructura de poder latifundista que usurpa tierras y destruye vidas mientras el gobierno de Santos mira para otro lado.. hasta ahora…hasta que los asesinatos de Hernán y Mario consecutivos y «escandalosos» temporalmente, más de 25 líderes hubieron de esconderse, pero también llegaron a Bogotá y hablaron al gobierno, y éste prometió…
¿se cumplirán esas nuevas promesas? Está por ver, hace pocas semanas del «acuerdo» y se otorga el beneficio de la duda para que el gobierno «haga algo», investigue, enjuicie y castigue a los asesinos, propicie escenarios de protección, cumpla con otras promesas anteriores como la ley de tierras, empiece a perseguir al paramilitarismo en los 47 puntos indicados en detalle a las autoridades que no ven nada todavía..
Después la comitiva se desplaza hasta una vivienda en medio de los plátanos, donde la ceremonia se repite con otros protagonistas: la extensa familia de Mario Castaño, nietas, hijas, esposa, hermano, cuñadas… en el mismo lugar donde, tras dejarle solo sus escoltas, en la noche, con su familia, fueron a asesinarlo los encapuchados para-militares, en una zona de la que previamente se habían retirado los militares dejando camino libre a los asesinos.
Un niño encaramado en lo alto de un árbol come guayabas mientras observa la larga caravana de coches que se ha conformado para honrar la Memoria y las aspiraciones y sueños de Hernán y Mario.
¿serán capaces las autoridades colombianas de tener alguna visión parecida a la del niño de la guayabera de la fortaleza, Dignidad y consecuencia de las comunidades en resistencia en el Curvaradó y Jiguamiandó…o seguirá apostando por el exterminio..?