4 de octubre.
“Defensoras de derechos, activistas por la Paz.
Transitando hacia el cumplimiento de los DD. HH. desde el paradigma del Bien Común de la Humanidad”
es el último proyecto de sensibilización y educación para la ciudadanía global que hemos organizado en Pachakuti en relación a la defensa de derechos y el feminismo como herramienta imprescindible en todo proceso de construcción social justa.
El proyecto tratará de despertar conciencia crítica en la ciudadanía asturiana respecto a la necesidad de justicia social y climática, reconociendo el papel fundamental que tienen, en el Sur y el Norte globales, las mujeres defensoras de los DD. HH, activistas por la paz, la tierra y el territorio, el medioambiente, los recursos naturales y la biodiversidad, y denunciando la violencia patriarcal que están sufriendo por ello.
La defensa de los derechos fundamentales se hace aún más necesaria cuando hablamos de mujeres en prisión, ya que reciben un triple reproche: social, personal y penitenciario.
La población reclusa femenina ha aumentado un 60% en el mundo desde el año 2000.
Más de 740.000 mujeres y niñas están encarceladas. Las políticas contra el tráfico de drogas provocan la detención de miles de ellas por delitos menores .
Las expertas coinciden en que las feroces políticas contra el tráfico de drogas toman un protagonismo extraordinario en regiones como Latinoamérica o Asia, donde se detiene a miles de mujeres forzadas a delinquir, que recurren al menudeo ante la falta de oportunidades, o que quedan atrapadas en Estados ausentes.
En España El 7,5% de las personas presas son mujeres, lo que nos sitúa como uno de los países con la mayor tasa de encarcelamiento femenino de Europa occidental.
“Feminismo Anticarcelario. El cuerpo como resistencia”. Es un libro de Alicia Alonso. Abogada experta en sistema penitenciario, género y derechos humanos. PhD(c) en Derecho por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Investigadora del Observatorio de Violencia Institucional en Chile-OVIC.
«Esta obra que presenta Alicia Alonso, tiene que ser leída en muchos ámbitos distintos: sociales, políticos, académicos, periodísticos, divulgativos. Es una obra que inscribe en esa grieta que sabe separar muy bien lo que es una supuesta “cárcel legal” (propia de un universo prescriptivo o del “deber ser”) de la “cárcel real”: la que cotidianamente alberga la pobreza, las enfermedades, las exclusiones del proyecto de explotación y dominio que se nos presenta como expresión del progreso contemporáneo. Quienes quieran adentrarse en ese mundo olvidado y no seguir siendo indiferentes, tienen aquí un material imprescindible para una lectura que convoca a la reflexión, pero también a la acción.»
—Iñaki Rivera Beiras
«El feminismo de la autora nos advierte de la afinidad entre la cultura del castigo y el patriarcado. […] Inspirada por las corrientes feministas surgidas en América Latina, Alicia Alonso Merino se posiciona en la periferia, rompe con el eurocentrismo de pretensiones universales y opta por la interseccionalidad entre sexo/género, clase y “raza”. […] Son por tanto numerosas las razones para un feminismo no punitivista, un feminismo que no desprecie la vida sistemáticamente, un feminismo que no genere víctimas infantilizadas, un feminismo que, en consecuencia, abogue por la abolición no sólo de la prisión, sino de la pena.»
—Ana Gordaliza)
¿Nos atrevemos a imaginar una sociedad como la nuestra (…o tal vez diferente) sin cárceles?
Quizás nos acerquemos a este texto con precaución o, incluso, con desconfianza. Pero al sumergirnos en sus datos y, sobre todo, en sus historias de vida, las dudas se disipan como una neblina que nos impedía vislumbrar un horizonte más amplio: aquel en el que las mujeres pobres y racializadas, personas con orientación sexual o expresión de género diversas, o con enfermedad mental y falta de oportunidades, no paguen con sus cuerpos y sus vidas la “culpa” de ser lo que son o de nacer donde nacieron.
Estas personas están sobrerrepresentadas en las prisiones de todo el mundo.
Los textos que llenan este libro, publicado por Zambra/Baladre, CGT y Libros en Acción, nos ayudan a reflexionar sobre el origen y la historia del castigo ante la insubordinación a la autoridad patriarcal y los roles sociales, que se ceba en las mujeres.
Nos hablan de un punitivismo vinculado al tráfico de drogas que afecta especialmente a mujeres pobres y racializadas, sin que conduzca a ningún resultado positivo ante el problema de salud pública que suponen las drogas.
https://www.nortes.me/2023/10/05/despenalizando-y-regularizando-las-drogas-reduciriamos-el-uso-de-las-carceles/
Nos demuestran la triste relación existente entre cárcel, enfermedad, violencia obstétrica, aislamiento y otras formas de tortura, enfermedad mental, autolesiones, huelgas de hambre y suicidios. Todo ello en proporciones mucho más altas que fuera de los muros de las prisiones.
Inciden en las consecuencias del encarcelamiento que se extiende más allá de la prisión, ya que empobrece, estigmatiza, enferma y genera mayor exclusión social. Y en el caso de las mujeres afecta a su entorno, desintegrándolo, por el rol de cuidadoras que detentan la mayoría de ellas.
Y también nos hablan de lucha. De cómo las autolesiones son un grito contra la injusticia y se convierten en herramienta de resistencia frente a la opresión del encierro o la barbarie del aislamiento. De asociacionismo y resistencia. De la necesidad de manifestarnos en contra de esta forma de castigo como un modo más de luchar contra el patriarcado y el capitalismo. De la evidente reivindicación ante el aplastamiento de los derechos humanos más básicos que supone el absurdo de las presas políticas.
La autora nos recuerda que los Estados y las instituciones penitenciarias tienen el deber de garantizar la salud y la integridad física y psíquica, así como velar por la seguridad de las personas privadas de libertad y por la reinserción posterior. Sin embargo los datos, estudios e historias de vida demuestran que esto no se cumple. Muy al contrario, los Estados venden presas para quitárselas de encima y las cárceles empeoran la situación de las personas, consolidan la experiencia del delito y alimentan los problemas sociales al no solucionar las causas que los crean.
La esperanza reside en la lucha. Asociaciones y proyectos de acompañamiento, apoyo y organización de las presas nos ponen un espejo sobre aquello que queremos encerrar tras los muros, nos enseñan empatía y construyen espacios de supervivencia y dignidad.
Y, por supuesto, apelan a nuestra responsabilidad para no estancarnos en la comodidad de esconder aquello que no queremos afrontar como sociedad: los problemas reales que viven las comunidades de las que proceden esas personas encarceladas y las causas de esos problemas, que deberíamos ser capaces de afrontar de formas más constructivas, empáticas y funcionales.
Editorial Zambra/Baladre. Fuente: Rojo y Negro
Entrevista a Alicia: https://arainfo.org/alicia-alonso-el-regimen-disciplinario-premia-la-sumision-castigando-de-forma-preferente-a-las-mujeres-racializadas-disidentes-o-de-la-diversidad/
Y si te pilla lejos, síguelo por aquí: https://youtube.com/live/BDPhpQeELHM
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