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el primero de enero de 1994, día en que entraba en vigor el tratado de comercio entre México, Usa y Canadá, los pueblos indígenas de Chiapas sorprendieron al mundo.. levantándose en armas.
Ahora, que se cumplen 20 años.. es tiempo de reflexión y SOLidaridad
EZLN celebrará 20 aniversario difundiendo su forma organización y construcción de autonomías
Gabriela Coutiño
El EZLN ha incrementado su presencia en los últimos 20 años.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) celebrará 20 años que se levantó en armas con cientos de seguidores nacionales e internacionales a quienes mostrará la organización de su gobierno autónomo, la participación de las mujeres y su resistencia en la primera escuela de la guerrilla zapatista.
El subcomandante Moisés rector de la “Escuelita Zapatista”, informó en un comunicado que en diciembre recibirán en sus comunidades indígenas a unos 2 mil 250 invitados, para enero de 2014 otros 2 mil 250 simpatizantes acudirán a las cinco Juntas de Buen Gobierno, sede de los municipios autónomos creados en 2003 por el EZLN.
“Los pueblos zapatistas hicieron un nuevo esfuerzo para recibir a mil alumnos más que en la vuelta de agosto pasado”, cuando mil 700 invitados nacionales e internacionales conocieron las costumbres de comunidades indígenas, dijo Moisés.
Los asistentes que fueron invitados directamente por el EZLN, deberá cubrir 380 pesos para gastos. Será acogido por una familia zapatista que le brindará hospedaje y “un guardia Votán” -que servirá de intérprete de la lengua indígena- mientras el invitado participa de la cotidianidad del pueblo yendo al campo, al río, cocinando y comiendo como uno más del grupo.
En agosto pasado, el EZLN abrió un curso para abordar en clases colectivas temas como el gobierno autónomo, la participación de las mujeres y la resistencia de sus pueblos.
Sobre la “Escuelita Zapatista”, el EZLN señala que va a publicar una revista donde contará de la evaluación que ha hecho de la escuelita, así también se leerá la palabra de las familias zapatistas el pensamiento de cómo vieron y sintieron a los alumnos y alumnas.
El EZLN se levantó en armas en contra del gobierno mexicano en 1994. Entonces, por 12 dias mantuvo enfrentamientos con fuerzas federales, para luego convertirse con el transcurso de los años en un movimiento social indígena.
EZLN, 20 años ¿qué se ha logrado?
POR: Anaclara Chávez y Nallely Sánchez
newsweek
Sin lugar a dudas, es el movimiento social más mediático y controvertido del siglo XX en México, pero ¿podría repetirse? ¿sigue viva la organización? ¿por qué surgió en Chiapas y no en otro estado?
Hace 20 años México volteó a ver con asombro , y con preocupación, el levantamiento de un grupo armado autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
El 1 de enero de 1994, este grupo de indígenas armados, y un elocuente mestizo que se decía su vocero, intentaron ocupar siete cabeceras municipales el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, cuestionando al sistema político mexicano sobre sus promesas de modernidad y exigiendo el alto a la explotación en las comunidades chiapanecas.
Por supuesto, esta organización no apareció de la nada. En la década de 1970 en Chiapas existían grupos como las Fuerzas de Liberación Nacional (surgió en los estados del norte y se diseminó hasta Chiapas), una guerrilla en su mayoría reprimida por el gobierno que enseñó a cuestionar las condiciones sociales, falta de oportunidad para poseer tierras, trabajo, alimentación, salud, educación, libertad, independencia, democracia, justicia y paz de los indígenas segregados.
Esta ideología la compartían maristas y católicos que tenían gran presencia en este estado. Según el propio subcomandante Marcos, vocero del EZLN, este se formó el 17 de noviembre del año 1983, teniendo como símbolo una bandera de fondo negro con una estrella roja de cinco puntas.
La diferencia con otras guerrillas mexicanas es que el EZLN logró, por primera vez, que la gran mayoría de los pueblos indígenas diferentes —tzotziles, choles, zoques, mames, tojolabales, tzeltales— se unieran juntos en una insurrección de tal magnitud. Crearon 38 nuevos municipios de Chiapas, declarados territorios rebeldes.
A pesar de haberse alzado en un principio con armas, este movimiento declaró que daba más poder a la palabra, por lo que trató de hacer manifiestos y pliegos petitorios para exigir sus derechos, pero luego de que se declarara roto el diálogo por el incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, el EZLN inicia en sus comunidades la construcción de una autonomía de facto. Su brazo armado dejaba en manos de las comunidades civiles zapatistas la construcción de gobiernos autónomos.
Mientras, convocó a grupos y organizaciones de todo el país y del mundo a integrarse en lo que llamó “La otra campaña”. Para reforzar este proceso, el subcomandante Marcos adopta el apelativo de Delegado Zero e inició el 1 de enero de 2006 una gira por los 31 estados de la República Mexicana y el Distrito Federal, que duró un año; posteriormente decidió regresar a sus comunidades a reforzar la autogestión social, educativa y de salud.
Marcos, el fenómeno mediático
Al principio del levantamiento, la cara del movimiento, el subcomandante Marcos, acaparó todos los reflectores. Su mítica figura pronto contó con la simpatía de propios y extraños por su manera tranquila y pausada de hablar, su discurso marxista-leninista hacía evocar a figuras como el Che Guevara e, incluso, una versión moderna y filosófica del héroe revolucionario Emiliano Zapata.
Este discurso, tan criticado por intelectuales y legisladores por su falta de lenguaje técnico-político, fue justo lo que lo acercó a las masas:
pobreza,
exclusión,
falta de equidad económica por el mismo trabajo,
era justamente lo que conocían y padecían sus miles de simpatizantes, lo que les era cercano porque cada día eran parte de ello y lo vivían en carne propia.
Después de 1994, Marcos, al ser el vocero oficial del EZLN, concedió entrevistas y mandaba comunicados con mucha frecuencia, pero resultó contraproducente en varios sentidos porque los medios, y la gente común, empezaron a ver a Marcos como el movimiento, y no al movimiento a través de las palabras del subcomandante.
Efectivamente, se volvió una suerte de fenómeno mediático porque, debajo del pasamontañas y la pipa, el subcomandante “tiene una habilidad verbal muy directa y una gran capacidad de comunicación que ha demostrado tener todos estos años”, menciona Herman Bellinghausen en entrevista con Newsweek en Español. En parte fue por esto mismo que generó tanta polémica su identidad, pues emergieron incontables rumores sobre quién era, sus intenciones, su paradero, gente que quería difamarlo, fotógrafos que querían retratarlo a como diera lugar, etcétera.
Gracias al fuerte apoyo que rápidamente adquirió el movimiento, incluso internacional, el entonces presidente Carlos Salinas y las fuerzas policiacas decidieron no enfrentarse directamente y tratar de iniciar un diálogo, por lo que Manuel Camacho Solís fue designado para esta comisión, pero renunció cuando llegó a la presidencia Ernesto Zedillo, quien no estaba dispuesto a negociar; en su lugar se quedó Jorge Madrazo Cuéllar, quien tampoco pudo hacer cambios significativos.
El gobierno quería desaparecer al movimiento y principalmente a Marcos, e intentó darles un gran golpe con una revelación que creían sería mortal: en cadena nacional, Ernesto Zedillo descubrió la identidad del subcomandante como Rafael Sebastián Guillén Vicente, el 9 de febrero de 1995; se giró orden de aprehensión en su contra y se buscaba por cielo, mar y tierra. Pero lejos de amedrentarlo, la unión entre los diversos sectores simpatizantes decidió protegerlo y hasta hizo una campaña de apoyo a la que se sumaron también intelectuales y la sociedad civil llamada “Todos somos Marcos”, la cual grabó videos musicales de apoyo donde ciudadanos se quitaban el pasamontañas, demostrando así que el movimiento estaba más unido que nunca.
Entre estos ataques, existieron interminables rumores y especulaciones que rodearon al subcomandante Marcos, por ejemplo, que utilizaba a los indígenas para hacerse de fama y que estaba a punto de morir porque tenía un avanzado grado de cáncer, pero tampoco se hizo mucho eco porque los comandantes indígenas salieron en su defensa y a declarar que ellos mismos le habían dado ese cargo.
A su vez, Marcos respondió: “Sufrimos realmente un proceso de reeducación, de remodelación. Como si nos hubieran desarmado. Como si nos hubiesen desmontado todos los elementos que teníamos —marxismo, leninismo, socialismo, cultura urbana, poesía, literatura—, todo lo que formaba parte de nosotros, y también cosas que no sabíamos que teníamos. Nos desarmaron y nos volvieron a armar, pero de otra forma. Y esa era la única manera de sobrevivir”. Esta fue la primera gran lección que recibió el FNL-EZLN de los indígenas chiapanecos.
“Más allá del mito, él ha sido vocero de un movimiento muy interesante, a pesar de las traiciones que ha sufrido en estos 20 años. Y a la larga, lo que él siempre quiso dar a entender es que él no tenía por qué importar. Él no era el movimiento zapatista , el movimiento eran todos los que lo estaban haciendo”, recuerda Bellinghausen.
El subcomandante de pronto se encontró con la paradoja de tener que atraer la atención al movimiento a través de su figura. Y lo que sucedió fue que poco a poco empezó a hacerse de un lado, cada vez con períodos más largos de silencio y de reclusión, con la intención de regresarle al movimiento más importancia que a él mismo.
Por su parte, la activista Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del Comité ¡Eureka! y senadora por el Partido del Trabajo (PT), quien comenzó su lucha en 1974 al buscar a su hijo Jesús Piedra, un desaparecido político, acusado de pertenecer a un grupo armado, la Liga Comunista 23 de Septiembre, viajó a Chiapas para apoyar al movimiento.
“Ellos me buscaron. El acercamiento fue solidario porque uno sabe que aquí en México cualquier movimiento rebelde es aplastado por el mal gobierno, entonces mis doñas y yo fuimos a Chiapas. Como somos madres y esposas de desaparecidos políticos no queríamos que eso les sucediera y nos fuimos todas para allá a apoyarlos” dice a Newsweek en Español.
El subcomandante le tomó gran cariño: “Cualquier persona que inicie una lucha en favor del pueblo es merecedora de que una se acerque a ellos y tenga el apoyo. Marcos me dijo que gracias por haber ido, y me decía hasta ‘mamá’. Tuve una buena relación con él, su lucha era difícil porque está en una zona difícil, pero no solo era Marcos, sino toda la población indígena, el EZLN son todos”.
Y señala que, en la historia, cada movimiento insurgente ha sido muy diferente: “Yo creo que en este (EZLN) hubo gran unión porque sufrían todos de más o menos lo mismo, gran represión. Cada movimiento insurgente es diferente. Hubo gente que no estuvo de acuerdo en la jerarquía de Marcos por ejemplo, pero si los indígenas lo querían a él, ellos lo pusieron y ellos mandaban”.
En la perspectiva de Rosario Ibarra, “cada quien, según su manera de pensar y según su idiosincrasia, tiene que asumir lo suyo y no andar con imitaciones de ninguna especie, eso es lo que hay que levantar y preservar”.
Veinte años después
En el balance de la situación nacional y local respecto al levantamiento del EZLN hace 20 años se observa que tanto el movimiento como las circunstancias nacionales se han transformado inevitablemente.
Mientras que el zapatismo se ha alejado cada vez más de la opinión pública, su lucha no cesa día tras día, y las consecuencias ahora se pueden observar tanto en logros como en dificultades en esa zona de México. Fuera de Chiapas, el país se ha desconfigurado de otra manera, tal vez más alarmante, lo cual ha dado paso a un clima muy distinto al que se vivía en 1994.
El escritor y periodista Herman Bellinghausen, quien ha seguido de cerca la situación en Chiapas por más de 20 años, comenta a Newsweek en Español que, a pesar de estar cada vez más alejados de los medios de comunicación (y se han vuelto un tanto invisibles por esta razón), los zapatistas continúan sus labores en donde las empezaron hace 20 años.
“Están donde siempre estuvieron. Y están en condiciones, sorprendentemente, mejores de lo que estaban entonces. Esto es una buena noticia porque no en todas las luchas sociales sucede así, y es importante decirlo porque de alguna manera está fuera del radar de la opinión pública, negado por los discursos oficiales y los programas, pero los zapatistas están en sus pueblos, los mil y tantos que eran en el origen han formado muchos municipios autónomos que han funcionado durante muchos años, y que han probado que es posible gobernar de otra forma y vivir bien”.
Esta organización de los indígenas, que resultó a partir del levantamiento, es sin duda uno de los aspectos que valen la pena subrayar, ya que no solo se han vuelto autosuficientes en el ámbito de necesidades alimentarias, de salud, y de vivienda, sino que a lo largo de este tiempo han practicado juntas de buen gobierno que les han permitido participar y decidir de una manera muy autónoma. “Han tenido una vida de campesinos, han tenido una producción aceptable, sin tener que recurrir a la ayuda gubernamental han construido escuelas, clínicas por todos lados. Por ejemplo, tienen un nivel de medicina preventiva, que es la más barata, pero que es en muchos sentidos mejor que la del resto de la nación”, menciona Bellinghausen.
¿Podría repetirse el levantamiento hoy en día?
Es importante visualizar que las diferentes circunstancias que ahora enfrenta el país difieren mucho de las que dieron origen al levantamiento del EZLN hace dos décadas; de tal modo que resultaría prácticamente imposible que se suscitara el mismo levantamiento hoy en día. Como lo afirma Herman Bellinghausen, “hay cosas que son irrepetibles. Hay un momento histórico en el que sucede. Hay condiciones concretas sociales, geográficas, incluso de aislamiento en la región donde se objetó este levantamiento”.
Asimismo, aclara que aunque se tiende a pensar que el levantamiento se dio de la noche a la mañana, en realidad llevaba muchos años gestándose, de manera que el 1 de enero de 1994 fue más bien una suerte de destape, de alzar la voz y darse a conocer. “(El levantamiento) fue muy bien organizado, porque tomó más de 10 años. Es una zona que estaba completamente aislada del país, invisible; la selva Lacandona, las montañas de Chiapas, todo estaba olvidado.
“En ese momento el país estaba viendo para otro lado completamente. Se había dado por terminada la reforma agraria, y de pronto brincó esto. Ahora tal vez ya no haya una región así en el país, ni una condición de esos pueblos —que tienen tanto de diferente, pero tan homogéneo al ser mayas— que conformaron el Ejército Zapatista. Yo creo que una construcción política y social como la que vio el zapatismo se ve difícil”, afirma Bellinghausen.
Indudablemente el país ahora enfrenta otra serie de problemas y situaciones que ocupan la agenda nacional; las circunstancias que viven la mayoría de los mexicanos son distintas, y ahora la inseguridad y la violación a los derechos humanos no son exclusivas de una sola zona ni de un solo estrato social. Esto ha provocado que el EZLN haya tenido que transformarse y extender su lucha a más lugares; sin embargo, es una lucha cada vez más difícil porque se requiere de mucho mayor apoyo y de una reconstrucción total del tejido social.
Explica Bellinghausen que “la situación del país, si en ese momento era desesperada para ellos, y dieron este paso desesperado, ahora es más y para más gente. La descomposición social es mayor, incluso en zonas urbanas del norte, de otros estados como Michoacán o Sinaloa; realmente el país se ha deteriorado muchísimo. Y el zapatismo de alguna manera, al tener esta situación, ha sido dique. Un dique que se ha expandido porque en realidad podemos ver que Chiapas es, en el escenario nacional, y paradójicamente donde se declaró una guerra hace 20 años, el lugar donde hay cierta gobernabilidad y paz, donde los turistas viajan de alguna forma tranquilos, donde cada vez hay zonas más grandes sin paso de drogas o migrantes; y es donde están los zapatistas”.
De esta forma, dice el escritor, el zapatismo se ha convertido en un factor de orden, de gobernabilidad, y ha sido funcional incluso para aquellos que lo han querido destruir.
La situación actual de los indígenas
Por un lado, los indígenas en Chiapas han aprendido a ser autosuficientes y a organizarse de forma tal que hoy en día sus circunstancias son mejores de las que tenían hace 20 años. Sin embargo, no ha sido, definitivamente, con mucha ayuda por parte del gobierno ni de las instituciones. Ahora, ellos y su territorio se encuentran cada vez más atacados en el panorama global por empresas e industria, y en ese mismo sentido ha resultado un verdadero desafío para ellos en los últimos años el hacer frente a tan diversos ataques y mantener sus derechos como lo concibió y exigió el EZLN hace ya dos décadas.
“La situación en este momento para los indígenas en general es muy grave porque hay una verdadera escalada de expropiaciones, empujones y violencia por sus tierras, a través de las mineras, las industrias eólicas, las carreteras, los proyectos turísticos, los desarrollos inmobiliarios, solo por mencionar algunos”.
Esto, a su vez, ha dado paso a que irremediablemente sucedan la persecución, el desplazamiento y el despojo de muchos pueblos indígenas.
De la misma forma, “ha habido un bombardeo cultural completamente enajenante y una situación de crisis”, menciona Bellinghausen. Y “hace 20 años, cuando el Ejército Zapatista dio su campanazo, llamaron la atención de todos. Es lo que se observó en los Diálogos de San Andrés; que llegan 40 o más pueblos indígenas a expresarse, y los acuerdos no son entre el EZLN y el gobierno, sino el EZLN representando las demandas de los pueblos indígenas. Si se hubieran cumplido esos acuerdos, tal vez el escenario sería menos desastroso para los pueblos indígenas ahora”.
En parte, la falta de cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés responde a que el gobierno en ese momento vislumbró que no había disposición para consumarlos, ni se iba a poder cumplir de cara al Tratado de Libre Comercio, que entraba en vigor al mismo tiempo que el levantamiento zapatista; por lo tanto, en ese contexto “fue un desafío muy fuerte del levantamiento zapatista a una política que de todos modos podemos ver hoy en día. Si el zapatismo se levantó para detenerlo a nivel nacional en ese entonces y no lo logró, ahora tampoco lo ha podido detener nadie, ni la lucha partidaria. Pero al menos el zapatismo lo pudo detener de cierta forma para ellos, y dio un ejemplo de que se podía”, recuerda Bellinghausen.
El legado del levantamiento zapatista
Definitivamente el EZLN ha sido un movimiento que ha dejado huellas imborrables en la historia nacional y cuyo actuar ha definido en muchos sentidos el rumbo de los pueblos indígenas en Chiapas; también ha demostrado firmeza a lo largo de ya más de 20 años, y quizás esto es lo que más valga la pena reconocerle, que no ha cesado su lucha, ha demostrado su voluntad política con el gobierno y, como Herman Bellinghausen lo ha puesto, elocuentemente “con su silencio nos han hecho hablar”.
El levantamiento de 1994 fue sin duda una decisión audaz, y 20 años después no ha dejado su resistencia de lado porque, tristemente, ahora más que antes, la situación se ha tornado violenta e injusta para más mexicanos.
En este sentido, menciona Bellinghausen que ha sido una victoria agridulce para el EZLN porque se rescata el hecho de que “es la experiencia autonómica que ha durado más tiempo, quizás exagero, en la historia de la humanidad. Llevan más de 18 años de vida autónoma porque han construido algo. Pero la desgracia es que el resto del país se está desmoronando, y ellos solos no han podido detener el deterioro nacional”.
Sin embargo, hay que destacar que el zapatismo ha sufrido también deterioros y dificultades internas después de 20 años. En un principio, los mismos zapatistas declararon que su intención era dejar de ser un movimiento armado, pero no han podido abandonar las armas porque siguen enfrentándose con desafíos muy fuertes locales y nacionales, los cuales les exigen continuar siendo un ejército armado y preparado para la confrontación; pese a ello, han sabido argumentar y resolver conflictos de forma pacífica casi siempre, aunque esto no significa que las circunstancias les permitan dejar de ser un movimiento armado en ningún momento de los últimos 20 años.
De la misma forma, han tenido que resistir la interferencia de paramilitares y estar rodeados de todo tipo de corrupción, difamaciones, masacres, desapariciones, etcétera. “Esto representa un desgaste para todas las comunidades, pero también ha habido una renovación generacional. Ahora la gente que constituye una buena parte del zapatismo es gente joven. Entonces ha habido una capacidad de renovación por la cual se ha mantenido” dice Bellinghausen. Por otro lado, ahora el movimiento también ha de ser escuchado y ha de ejercer la influencia que debió haber tenido. Se ha mantenido al margen, y por esto mismo, dice el escritor, “es importante hacerlo visible”.
Se puede decir entonces que, a pesar de estar lejos del radar de la mayoría, los zapatistas siguen su lucha en donde la empezaron, y han demostrado su voluntad a través de logros y no de proselitismo ni promesas políticas. Por esto tal vez es por lo que la población no se entera de que siguen vigentes ni de su actuar, porque se han concentrado en brindar estabilidad y gobernabilidad a la zona, más que en hacerlo público para un país cuyos intereses siguen muy alejados de Chiapas.
Es un movimiento, que, de acuerdo con Bellinghausen, “es una experiencia viva, ejemplar, que además ahí está, no ha desaparecido, y no parece que vaya a desaparecer. Es muy sólida, y a la vista de los que la tenemos de cerca, se sigue viendo sana comparada con casi cualquier situación en México. La experiencia de los zapatistas es única y es una lección viva que ahí sigue”.