17 DE OCTUBRE: DÍA INTERNACIONAL PARA LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA
Con motivo del Día Internacional de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, desde el Ayuntamiento de Oviedo, EAPN y la Coordinadora Asturiana de ONGD hacemos un llamamiento a la sociedad para que se movilice hasta lograr medidas concretas y efectivas contra la pobreza y la desigualdad y pasar de la acción local a la justicia global. Una movilización continua en la que todas las personas, sin discriminación, pueden ejercer su derecho a participar de forma equitativa para mejorar constantemente su bienestar y el del resto de la humanidad.
La pobreza y, especialmente, las desigualdades son cada vez más extremas, intensas y crónicas. Es urgente atacar las causas y cambiar las políticas económicas y sociales que generan riqueza para el 1% y un empobrecimiento generalizado para el resto de la población, tanto dentro como fuera del Estado español. También cambiar un sistema que fomenta la guerra para el control geoestratégico de los recursos, destruye la naturaleza, ocasiona hambrunas e incrementa las desigualdades sociales.
Se estima que 2.400 millones de personas no tienen acceso a saneamiento mejorado; 1.100 millones no tienen acceso a la electricidad y 880 millones viven en barrios marginales urbanos. Las oportunidades siguen siendo escasas para las personas más vulnerables del mundo: 59 millones de niños y niñas en edad de asistir a la escuela primaria no lo hacen y la tasa de desempleo juvenil es más de tres veces superior que la de las personas adultas.
Esta situación conlleva consecuencias políticas y está en la raíz de muchos conflictos violentos en todo el mundo. También interactúa con los riesgos ambientales porque las personas más pobres viven frecuentemente en áreas más expuestas a los desastres naturales. La exclusión hace que las sociedades no sólo estén menos cohesionadas e inestables, sino también menos seguras y productivas.
Urge más inversión social para las personas en situación de vulnerabilidad y el cumplimiento por de los compromisos adquiridos de lucha contra la pobreza a nivel nacional e internacional.
En la Unión Europea, la tasa de personas en riesgo de pobreza y exclusión social (AROPE) es del 23%, unos 119 millones de personas. La infancia corre mayor riesgo que la población adulta, con una tasa del 27,8%, y las mujeres están más afectadas que los hombres (25,3% frente al 23,6%).
En España, la tasa de personas en riesgo de pobreza y exclusión llega a casi 3 de cada 10 (27,9%, casi 5 puntos por encima de la media europea). Las personas adultas jóvenes tienen la tasa AROPE más alta, con un 37,6%, seguido por la infancia, con un 31,7%. Desde el punto de vista de los hogares, tener hijos e hijas aumenta el riesgo de pobreza, dado que éstos poseen una tasa que es 30 puntos porcentuales más elevada que la de quienes no los tienen. La mitad de los hogares monoparentales, mayoritariamente encabezados por mujeres, están en riesgo de pobreza y exclusión. Es importante subrayar que España presenta un alto nivel de desigualdad: 20% de la población con ingresos más altos tiene casi 7 veces más renta que el 20% de la población con los ingresos más bajos (dos puntos más alta que la media europea).
En Asturias un 18,5% de la población está en riesgo de pobreza y/o exclusión social, lo que supone un total de 192.882 asturianos y asturianas, de los que 139.709 están por debajo del umbral de la pobreza percibiendo menos de un 60% del salario medio en España que se estima en 10.708€ anuales. En nuestra Comunidad Autónoma, de población envejecida, el 41,4% de las pensiones no superan el umbral de pobreza, y un 9,6% de las mismas no superan el umbral de pobreza severa. Cuando se trata de pensiones de viudedad, de las que en su mayoría son beneficiarias mujeres, más de la mitad ofrecen una cuantía inferior. Son muy preocupantes los índices en relación al número de personas que hoy atraviesan una situación de privación material severa, afectando a un 3,9% de la población (40.660 personas); Y la intensidad de la pobreza severa que afecta a 47.960 personas, a un 4,6% de asturianos y asturianas que malviven con menos de 342 € mensuales. El 14,7%, menor de 60 años, 153.263 personas conviven en hogares con baja intensidad laboral.
Según datos obtenidos por EAPN, para que España cumpla con los compromisos con la Unión Europea en la Estrategia Europa 2020, se requerirá una reducción de la población en riesgo de pobreza y exclusión de 2.800.000 personas, antes del año 2020. Para alcanzar esta meta, se debe realizar una fuerte inversión social, dirigida a erradicar la pobreza de manera eficaz e integral, para lo cual habrá que contar con una dotación presupuestaria que hoy no existe, así como con un amplio y firme compromiso político.
Sabemos cuáles son los problemas y conocemos muchas de sus causas estructurales; también sabemos que existen soluciones reales y factibles. Queremos soluciones basadas en derechos. Exigimos políticas cuyo centro sea la justicia social y medioambiental. En concreto:
Compromisos para no dejar a nadie atrás:
-Aumento del presupuesto para políticas públicas sociales de inclusión y protección. (incluyendo inversiones en Educación y en medidas eficaces para la protección de la infancia; inversiones en Sanidad y la anulación del Real Decreto 16/2012 para restaurar la sanidad universal; políticas para la Igualdad de Género y los planes contra la violencia de género; medidas de protección del desempleo y la inserción socio-laboral; Renta Mínima de Inserción para cumplir con la Ley de Prestación de Ingresos Mínimos; cumplir la Ley de Dependencia y pagar las ayudas que se recogen en la misma).
-Aumento de los fondos destinados a la solidaridad global. Cooperación al desarrollo y ayuda humanitaria desligadas de intereses comerciales, de seguridad y de control de fronteras.
Medidas para garantizar la redistribución:
Justicia Fiscal a través de políticas tributarias justas, progresivas y suficientes, que sostengan las políticas sociales (aprobar una ley contra el fraude y los paraísos fiscales, Impuesto a las transacciones financieras).
Como humanidad hemos desarrollado avances para lograr el bienestar de la gente, aumentando la riqueza global para conseguirlo. Pero a la vez, hemos fracasado haciendo que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vivan en la pobreza y privados de una vida digna. Personas como nosotras y nosotros que tienen que luchar para vivir y, a menudo, para vivir con poca dignidad. La desigualdad se ha disparado, tanto dentro de los países como entre ellos y el reparto de la riqueza y el poder parecen utopías inalcanzables.
Nos quieren hacer ver que el crecimiento económico y la desregulación del mercado producen mayor equidad e inclusión social. Una teoría que se ha demostrado falsa solo apuntalada por quienes detentan el poder económico y los mecanismos del sistema financiero y político imperante.
Muy al contrario, los agujeros negros de la globalización están dejando a mucha gente al margen del sistema, desdibujando las fronteras tradicionales que separaban el Norte del Sur. Grandes masas de población mundial se ven marginadas: sin trabajo o que teniéndolo son pobres, sin horizontes, sin salida. Ya no son sólo víctimas de la explotación y de la opresión, sino además de la cultura del “descarte”. Personas que han dejado de ser “explotadas” para convertirse en “población sobrante”, una tragedia humanitaria.
La desigualdad de género sigue siendo un reto fundamental: un 70% de las personas que viven en situación de pobreza son mujeres. Es también sumamente preocupante el desempleo, en particular entre los jóvenes. El aumento de la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales, la escalada de los conflictos bélicos, el terrorismo y las consiguientes crisis humanitarias y desplazamientos forzados de la población, están anulando muchos de los avances en materia de desarrollo y derechos humanos logrados durante los últimos decenios. Estamos retrocediendo y perdemos conquistas sociales básicas e innegociables.
Los mecanismos de la economía actual promueven una escalada imparable del consumo por encima de cualquier otra consideración social o medioambiental. Por eso debemos denunciar que este sistema económico promueve la exclusión, la inequidad y la insostenibilidad. Debemos denunciar una economía que mata y una riqueza que empobrece. Debemos denunciar la indignidad reflejada en que no sea noticia la transeúnte que muere de frío o el migrante que muere en el estrecho y que sí lo sea una caída de la bolsa.
Debemos rebelarnos contra ideologías que defienden la desregulación absoluta de los mercados, sus grandes manipuladores y la especulación financiera y niegan el derecho de control de los Estados que debieran ser los encargados de velar por el bien común. Al contrario, se ha instaurado una nueva tiranía invisible que impone, de forma inapelable, sus leyes y sus reglas. A todo ello se añade una corrupción ramificada y una elusión y evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales.
En este sistema, que tiende a consumir todo para poder acrecentar beneficios, cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado. Así el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales, la pérdida de biodiversidad y la degradación del planeta aumentan las dificultades a las que se enfrenta la humanidad.
Resulta necesario erradicar la exclusión, las desigualdades, los conflictos y los patrones insostenibles de consumo y producción, y tender a un modelo más inclusivo, equitativo y sostenible, en España y en todo el planeta, tal como nos hemos comprometido a través del Programa de Desarrollo Sostenible de 2030 y sus 17 Objetivos.
Es por eso que pedimos la sociedad se movilice para presionar a sus gobiernos y conseguir medidas concretas y efectivas contra la pobreza, la desigualdad y la insostenibilidad, en su barrio, su ciudad, su comunidad, su país y en todo el mundo.
¡Nos movemos contra la desigualdad obscena!
¡No vamos a dejar a nadie atrás!
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