continua el juicio contra indigenas amazónicos.. por la masacre de Bagua, responsabilidad de Alan García (el perro del hortelano).
ESPÍRITU DE ACERO
SANTIAGO MANUÍN, UN GUERRERO POR LA PAZ
Por Beatriz Jiménez –
La República – 30 de diciembre de 2014
Megajuicio: Santiago Manuin es procesado junto a 53 personas, la gran
mayoría nativos, por los hechos de Bagua. Para él y otros 7 acusados piden
cadena perpetua.
Los 8 impactos de AKM que recibió el 5 de junio del 2009 en Bagua no
lograron romper su vocación de defensa de los derechos del pueblo awajún.
En el 2014 se hizo acreedor al premio nacional de DDHH, aunque también fue
acusado de varios delitos por los que se pidió cadena perpetua.
«Con premio o sin él sigo siendo Santiago Manuin y mi vida sigue al
servicio de mi pueblo», dice con humildad pero también con orgullo el líder
de la etnia más numerosa y guerrera de la Amazonía peruana, el pueblo
awajún wampis.
Recientemente recibió el premio anual de la Coordinadora Nacional de
Derechos Humanos (CNDDHH) por su lucha en defensa del territorio y la
cultura de los descendientes de los jíbaros.
«Lo acepté en nombre de mi pueblo pero no en el mío propio», explica
Santiago Manuin Valera desde Santa María de Nieva, en Condorcanqui, su
tierra natal.
El individualismo no es precisamente un valor en la cosmovisión indígena.
Manuin, como awajún, tiene el bien común y la lucha tatuados en el
espíritu.
Está próximo a partir desde Nieva a Chachapoyas para entregar sus
credenciales de consejero regional este 31 de diciembre. Ese trayecto de
más de 12 horas lo ha hecho desde el 2011 innumerables veces para cumplir
con su función de representación.
«La política no es para mí», confiesa antes de emprender el viaje. «Yo
quiero estar más cerca de mi comunidad».
Esta etapa política ha coincidido con otra de debilidad física producto de
los 8 impactos de AKM de los que fue víctima el 5 de junio del 2009 en los
sucesos de La Curva del Diablo. Pero su «enfermedad», como él califica a
sus heridas en el estómago y los intestinos, no le ha hecho bajar el ritmo
de su trabajo.
Bagua marcó inevitablemente un antes y un después en la vida de Santiago
Manuin. Antes imponía con su presencia física fuerte, rotunda, enérgica.
Hoy, con 30 kilos menos, su espíritu es el que se impone con la misma
fuerza.
«Por alguna razón me tocaba estar ahí», reflexiona más de 5 años después de
la tragedia que les costó la vida a 34 peruanos, entre policías e
indígenas.
«Tenía que soportar todo, recuperarme y continuar mi trabajo pero no con la
fuerza de las armas, sino con la de la paz para concientizar al país del
valor de nuestro territorio y nuestra cultura», relata.
Manuin tuvo que soportar mucho. El 4 de junio del 2009 viajó de Nieva a
Bagua con un mensaje de paz: el pueblo awajún wampis iba a retirarse de la
Curva del Diablo. Su misión era coordinar la retirada de los manifestantes
hasta sus comunidades de la provincia de Condorcanqui.
Esa noche, recuerda, la gente estaba tranquila y contenta. Sin embargo, en
la madrugada del 5 de junio lo despertó el ruido de un helicóptero. El
operativo de desalojo comenzaba. Manuin corrió a buscar a un responsable de
la policía para persuadirlo de que pararan el desalojo e informarle de la
retirada. Pero ya era tarde. «El escarmiento», como él lo llama, ya había
sido ordenado.
«Intenté dialogar con alguien, pero no se veía nada por las bombas
lacrimógenas», describe. Una ráfaga de AKM se cruzó en su camino.
?¿Siente que esas balas llevaban su nombre?
?No, no lo creo. La policía estaba asustada. Disparaban por disparar. No
había quién dirigiera, todo era desorden.
A pesar de las balas recibidas en su cuerpo, Manuin no perdió la
conciencia. Sus hermanos awajún lo trasladaron como pudieron hasta la
carretera. Allí, Manuin se desangraba mientras esperaba un vehículo que lo
trasladara a un centro médico. Entonces, por fin, perdió la conciencia y
cesó el dolor.
Entre despertares, se recuerda tirado en una camilla en el atestado
hospital de Bagua. Después, en un helipuerto y, finalmente, en el
desvencijado hospital Las Mercedes, de Chiclayo. Su pueblo lo daba entonces
por muerto. Gracias a la prensa, su esposa y sus 14 hijos ?el menor no
llegaba al año? supieron que seguía con vida.
Entonces, empezó lo más difícil: permanecer inmóvil dos meses en una cama,
resguardado día y noche por 8 policías. Cuando aún se debatía entre la vida
y la muerte, cuenta que quisieron enmarrocarlo a la cama. «Pero los médicos
lo impidieron», relata.
Todo ese tiempo de convalencencia lo acompañó una de sus hijas. Y también
los libros. En el hospital leyó a Gandhi. También a Osho, un maestro
espiritual indio.
¿Qué le daba fuerzas?
Uno, cuando está en esa condición, no puede hacer nada, solo soportar. El
valor que yo tenía era que mi lucha era justa. Lo que me había llevado a
estar imposibilitado, era justo. La protesta por los decretos legislativos
era muy justa. Realmente estaban cometiendo una injusticia conmigo.
PRISIÓN POR VIDA
Pero esa injusticia continúa. En el 2010 volvió con orden de comparecencia
a su querida Santa María de Nieva, donde su prole vive humildemente en una
chacra.
Sobre él y el presidente de Aidesep, Alberto Pizango, como sobre otros 6
dirigentes indígenas más, pesa la amenaza de la cadena perpetua.
En total, son 53 los procesados por los hechos de Bagua, la gran mayoría
awajún wampis.
El abogado de Manuin, Norbel Mondragón, informa que la fiscalía lo acusa de
8 delitos en calidad de «instigador»: homicidio calificado, lesiones
graves, delitos contra los medios de transporte y de servicio público,
disturbios, motín, tenencia ilegal de armas, arrebato de armamento y/o
municiones de uso oficial, secuestro agravado, extorsión y daños
materiales. Por cada delito, las penas oscilan desde los 6 años hasta la
cadena perpetua.
Mondragón explica que su acusación, al igual que la del resto de líderes
indígenas, tiene como raíz la discriminación y el racismo, al considerar
que una protesta de las dimensiones que alcanzó la del 2009 contra los
decretos legislativos que amenazaban los derechos al territorio de los
pueblos indígenas necesitaba de «instigadores».
«Como Manuin era un hombre conocido, dedicado a dar charlas sobre derechos
humanos y muy vinculado a los jesuitas, la fiscalía llega sorprendentemente
a la conclusión de que habría influenciado psicológicamente en los demás
hermanos awajún para que lleven a cabo esos delitos».
Mientras el país vive de espaldas a este megajuicio, los 53 imputados
recorren cientos de kilómetros cada 15 días para participar en las
audiencias. El 5 de enero es la próxima y la sentencia todavía está muy,
muy lejana.
Entre las trabas para que finalice el proceso, figura la falta de
facilidades y viáticos que el ministerio del Interior otorga a los 38
policías citados como testigos de la acusación.
REY DEL MARAÑÓN
Pero Bagua es solo una circunstancia en la vida de Manuin.
Uno de los que mejor lo conoce espiritualmente es el sacerdote jesuita
Carlos Diharce, su compañero de formación y de luchas durante 30 años.
«Bagua fue un accidente en una carrera de luchas «, describe.
Manuin nació en 1956 en el entonces pequeño poblado de Santa María de
Nieva, en una familia enteramente awajún. Se formó en la escuela de la
misión jesuita y siguió una secundaria no escolarizada con otros jóvenes
indígenas. En su juventud, trabajó en la pastoral indígena y viajó por
primera vez a España, Francia, Italia, Venezuela y Ecuador.
En 1989 es elegido presidente del Consejo Aguaruna Huambisa y como
dirigente lucha contra el narcotráfico y el terrorismo a través de
programas de desarrollo alternativos.
En su labor dirigencial, Manuin logró conocer como pocos el Alto Marañón.
«Viajé con él durante años por todos los ríos, y él siempre llegaba hasta
las últimas comunidades», describe Íñigo Maneiro, su compañero y amigo en
la lucha por lograr el desarrollo sin violencia de su pueblo. «Es un tipo
que conoce tan bien el territorio, tan querido, íntegro, con mucha visión
…Es un buen compañero de viaje».
Entre los viajes que compartieron, estuvo uno a España en 1999 en el que
Manuin tuvo una audiencia con la Reina Sofía de España. Durante la reunión,
que se extendió por más de una hora, la reina le bromeó sobre el terno que
llevaba. Lo que no sabía Sofía era la tortura que había supuesto para él
comprarse ese traje en una conocida tienda española.
Manuin completó su formación a través de becas en Derechos Humanos en 2001
en Boston y después en Ginebra, donde estudió el Convenio 169 de la OIT.
Con toda esta experiencia acumulada, desde el 2006 trabajó apoyando al
gobierno regional de Amazonas en la prevención de conflictos.
Pero en el 2008, unos decretos legislativos que amenazaban los derechos al territorio de su pueblo lo convirtieron en líder de una protesta pacífica que logró la derogación de algunos de ellos. En el 2009, las protestas se tiñeron de
sangre por un operativo mal planificado en el que, con las manos en alto,
Manuin se convirtió en una de sus primeras víctimas.
Hoy, su sueño es pasar la posta de su liderazgo a los jóvenes awajún. Por
eso quiere fundar una escuela de líderes indígenas. Pero una sentencia, que
sus allegados no pueden ni imaginarse, puede truncar la trayectoria de un
guerrero awajún por la paz.
«MÁS QUE LAS BALAS, ME DUELE NO VER PROCESADOS A LOS RESPONSABLES»
«Yo no soy la persona importante de este premio. Pienso en mis padres, que
me enseñaron a crecer valorando cada rincón del bosque. Pienso en los
jesuitas que me enseñaron a leer y a pensar.
Pienso en mi esposa que no se cansa de sostenerme cada día en mi enfermedad y en mis hijos que trato de educar. Pienso en tantos paisanos míos que me empujan para seguir luchando.
Con ellos asumí el servicio que mi pueblo me ha encomendado. Sinceramente
son ellos los que han marcado mi pobre vida y se merecen este premio».
«Uds. ya saben que yo y muchos compañeros estamos siendo procesados por lo que pasó en el Baguazo. Para mí el fiscal pide cadena perpetua (…). Yo no
me avergüenzo ni arrepiento por el paro que organizamos. Lo volveremos a
hacer siempre y cuando veamos amenazado nuestro territorio y no nos hagan
ningún caso por la vía legal.
Asumo el paro pacífico, pero no la masacre que siguió. Más que las balas y mi enfermedad, me duele no ver procesados a los responsables de esta masacre».
«Nuestra historia es una historia de luchas para poder vivir tranquilamente
en nuestro territorio. Nuestro pueblo unido ha sabido rechazar a los
narcoterroristas. En el conflicto con nuestro hermano Ecuador, hemos
apoyado a nuestro hermano Perú. Me siento orgulloso recibiendo este premio
en nombre de mis hermanos awajún y wampis.
*Discurso ante la CNDHH.
Cronología:
http://odecofroc-es.blogspot.com.es/p/noticias.html
el perro del hortelano (cine)
http://www.pachakuti.org/textos/hemeroteca/2014/dia-medioambiente.html