Una escuela feminista internacional en construcción
La Escuela Internacional Feminista es una herramienta que contribuye a la alianza entre los movimientos y a la construcción de síntesis transformadoras entre mujeres
La educación política que articula la formación y la acción fortalece el feminismo y los movimientos populares. Por ello desde 2018 representantes de Grassroots Global Justice, Grassroots International, Indigenous Environmental Network y Marcha Mundial de las Mujeres realizan el proceso de construcción de la Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres, un espacio de aprendizaje y formulación de síntesis entre militantes de diferentes movimientos sociales de distintas partes del mundo.
“En el proceso de la Escuela se realizan diversas discusiones acerca de la construcción de un sujeto político diverso, plural, que pueda mirar el conjunto de las realidades. También hay una mirada hacia la dimensión de la memoria, de qué significa nuestra historia de resistencia, cómo conectamos nuestro modo de organizar las resistencias en el presente con nuestra trayectoria de lucha anticolonial y anticapitalista. Esta cuestión se articula y culmina en nuestra visión actual, de construcción de un movimiento y de una lucha por la transformación”, dice Nalu Faria, integrante del Comité Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres y una de las organizadoras de la escuela.
Pedagogía feminista, debates colectivos
Sandra Morán, coordinadora de la escuela, explica que “desde el cuadro teórico de conceptualización y construcción del sujeto definimos que la escuela no se trataría solo de un espacio para aprender sobre estos temas. Un espacio para aprender, comprender, pero también para impulsar la economía feminista como la propuesta política del movimiento que hemos fortalecido. Eso se convirtió en nuestra base”. Hay ocho grupos de trabajo sobre los temas de la escuela, en que participan mujeres de las cuatro organizaciones, discuten los contenidos y comparten sus miradas y construyen estrategias metodológicas para el debate colectivo.
La economía feminista es el eje estructurador de la Escuela y desde allí se organizan las estrategias de resistencia que permiten formular alternativas en diálogo con los demás temas: sistemas de opresión, cuerpo y sexualidad, medio ambiente y defensa de la madre tierra, Estado y democracia, construcción de movimiento, teorías feministas y formación de facilitadoras.
Los sistemas de opresión son tratados en el proceso de construcción de la Escuela como el marco general para la comprensión de lo que se pasa en la vida de las personas. Al debatir los siguientes temas: cuerpo y sexualidad, naturaleza y democracia, las participantes proponen una comprensión de los sistemas de opresión desde sus realidades concretas. La economía feminista, las teorías feministas, la construcción de un movimiento y formación de facilitadoras son respuestas a estes sistemas.
Según Sandra, la idea es que la Escuela ayude a construir “una comprensión común de la realidad, con una propuesta política que desarrolle la economía feminista y que tenga como resultado la construcción del poder popular y de alianzas que impulsen esta propuesta”.
Actividades remotas
Hasta febrero de 2020 se celebraron reuniones de estudio y planificación de la escuela, debates sobre los temas propuestos y dos seminarios internacionales. Se planteaba al comienzo que la escuela tendría una periodicidad y encuentros presenciales. Pero en 2020, con la pandemia de covid-19, las coordinadoras y participantes necesitaron plantear estrategias para llevar a cabo una versión piloto, un primer momento de capacitación, en línea.
Se realizó la versión piloto durante el cierre de la 5ª Acción Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres en octubre. En los dos días de actividades se discutieron los sistemas de opresión y la construcción de movimiento en el contexto actual, marcado por nuevos enfrentamientos y transformaciones sistémicas. En este encuentro virtual participaron 75 mujeres de las cuatro organizaciones y movimientos aliados como el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil y el COPINH – Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras.
El reto inicial era asegurar que la actividad se realizara en un horario común para las mujeres de diferentes zonas; y, además, que todas tuvieran acceso a internet y orientación para utilizar las tecnologías necesarias para participar en la escuela. Con este fin, se formaron dúos para que pudieran ayudarse mutuamente en el caso de problemas de conexión y lograr soluciones conjuntas para acompañar las actividades. Los seminarios internacionales, celebrados antes de la pandemia, también contribuyeron para definir la metodología que se utilizaría en ese momento.
Sin embargo, una de las mayores dificultades fue realizar el encuentro entre mujeres que hablan diferentes idiomas. Se formó un equipo permanente de traductoras para asegurar la justicia lingüística. Pero los grupos de trabajo se celebraron sólo entre compañeras de países que hablaban el mismo idioma y sólo se creó un grupo multilingüe. Este será uno de los retos centrales para la construcción de los próximos espacios, pues será importante garantizar un mejor intercambio entre las diferentes realidades y lenguajes.
A pesar de todos los desafíos, Nalu cree que la realización de la escuela fue un éxito. “Hay un sentimiento de concreción. Creo que le gustaron los temas elegidos para esta escuela piloto. Y nos ayudó mucho mirar el momento actual conectado con la discusión acerca de los sistemas de opresión, fue muy interesante. Este debate les ayudó a pensar en la realidad de los movimientos en sus regiones”.
Las notas gráficas que sintetizan los debates dan cuenta de la riqueza y potencia del feminismo popular construido desde las organizaciones y movimientos sociales.
Para Sandra, los mayores éxitos de la Escuela piloto fueron los diversos aprendizajes. “Creo que aprendí porque todas aprendimos. Aprendimos a organizarnos, aprendimos sobre las traducciones, aprendimos sobre la necesidad de tener más tiempo, aprendimos sobre cómo tenemos que prepararnos. Para nosotras fue fantástico, porque nos sentimos juntas, aunque estemos en varios países diferentes”. En esta versión, las mujeres han definido un nombre para la escuela: Escuela Internacional de Organización Feminista Berta Cáceres, que rinde homenaje a la referente ambientalista y feminista hondureña asesinada en 2016.
Formación, articulación y diálogo
Los preparativos para 2021 ya han comenzado y el plan consiste en desarrollar las actividades de la escuela durante tres meses, de modo que haya tiempo para realizar todos los debates y actividades. “En este momento estamos organizando la Escuela Internacional centralizada y, a la vez, hablando con las organizaciones sobre cómo la escuela puede desarrollarse en sus territorios, en sus realidades locales”, explica Nalu.
“La organización de una escuela internacional siempre va a estar más allá de un curso: se trata también de un proceso de articulación y diálogo. En nuestro caso, la Escuela ha sido construida por cuatro organizaciones que ya forman parte de una alianza. Esto evidencia aún más que estamos tratando de crear una formación que sea un proceso concreto de construcción de movimiento, de fortalecimiento de alianzas”, concluye.
En la Escuela Feminista las participantes son también los sujetos políticos sobre los cuales se formulan la reflexión y el debate. Una herramienta que contribuye a la alianza entre los movimientos, a la construcción de síntesis transformadoras entre mujeres de diferentes realidades y a la difusión de ideas, prácticas y organización del feminismo popular en todo el mundo.