15 años de la DECLARACIÓN
La Declaración de Naciones sobre Derechos de los Pueblos Indígenas
es el instrumento internacional más valorado sobre los derechos de los pueblos indígenas.
Establece un marco universal de normas mínimas para la sobrevivencia, la dignidad y el bienestar de los pueblos indígenas del mundo y desarrolla las normas de derechos humanos y las libertades fundamentales existentes que se aplican a la situación específica de los pueblos indígenas.
Es un instrumento que llevó 25 años de diálogo y negociación donde participaron pueblos indígenas y representantes de gobierno de todas las regiones del mundo, es un instrumento elaborado a través de consensos y diplomacia.
Este martes 13 de septiembre cumple 15 años, hay bailes frente al Campoamor de Oviedo con ese motivo, y en la ONU un panel de alto nivel propone un “pacto global” de urgencia para que los gobiernos cumplan y hagan cumplir la Declaración.
Tras su aprobación en 2007 en NNUU, 7 años después (simbología del número siete en pueblos originarios) la ONU celebraba en Nueva York la primera y única Conferencia mundial sobre Derechos de los Pueblos indígenas que trataba de analizar su cumplimiento.
¿De qué va la Declaración de 2007?
Diecisiete de los 46 artículos de la Declaración se refieren a la cultura indígena y a cómo protegerla y promoverla, respetando el aporte directo de los pueblos indígenas en la toma de decisiones y asignando recursos a la educación en lenguas indígenas y a otras esferas.
Quince de los artículos de la Declaración se refieren a la participación de los pueblos indígenas en todas las decisiones que afectan a sus vidas, incluida la participación efectiva en un sistema de gobierno democrático.
La Declaración confirma el derecho de los pueblos indígenas a libre determinación y reconoce los derechos relacionados con los medios de subsistencia y e derecho a las tierras, territorios y recursos.
La Declaración reconoce que los pueblos indígenas desposeídos de sus medios de subsistencia y desarrollo tienen derecho a una reparación justa y equitativa.
Esencialmente, la Declaración prohíbe la discriminación contra los pueblos indígenas y promueve su participación plena y efectiva en todos los asuntos que les conciernen, así como su derecho a seguir siendo diferentes y a perseguir su propia visión del desarrollo económico y social.
Pero.. ¿se está cumpliendo este articulado?
En el pasado, los gobiernos han sido cómplices en genocidios, apropiación de tierras, masiva degradación ambiental y muchos otros abusos, negando a los pueblos indígenas sus derechos y libertades fundamentales.
Al aprobarse la Declaración la ONU consideraba que era «un acto histórico de reconciliación».
Los activistas y autoridades indígenas señalan que muchísimas áreas donde se realiza actividad minera maderera, petrolera, extractivista, son escenarios también de ceremonias espirituales y culturales de sus comunidades durante miles de años.
Que la consulta previa, libre, informada y consciente, para obtener el consentimiento a la entrada de empresas a sus territorios, no se está respetando ni cumpliendo.
El Relator de la ONU para asuntos indígenas ha puesto la alerta sobre que los pueblos siguen viviendo una situación deplorable, con índices alarmantes de pobreza, marginación, exclusión y represión sistemática por promover y defender sus derechos y la gobernanza sobre sus territorios ancestrales para protegerlos de la extracción indiscriminada de recursos. Es necesario recordar que el mundo debe a los pueblos indígenas la conservación y mantenimiento del 80% de la biodiversidad del planeta.
Que muchas comunidades están sufriendo el despojo constante de sus tierras, territorios y recursos naturales a través de las áreas protegidas, la criminalización de dirigentes y la violencia contra sus mujeres e incluso la sustracción y apropiación indebida de diseño artístico y/o el robo de los conocimientos científicos indígenas sin la consulta para el consentimiento de las autoridades indígenas.
Insiste el relator en que (para reconectarse con la Madre Tierra tras los efectos de la pandemia) todavía estamos a tiempo de devolver a los pueblos indígenas el lugar que les corresponde en la historia y al mismo tiempo es momento de que los propios pueblos indígenas sigan fortaleciendo sus exigencias, sus luchas y sus reivindicaciones para lograr el pleno cumplimiento de los derechos reconocidos en la Declaración.
En la elaboración de los llamados ODS, objetivos de desarrollo sostenible, representantes indígenas tuvieron algo de participación, y en todo caso cada vez “se reconoce” más el papel esencial de estos pueblos en la preservación de la naturaleza.
El “tiempo” indígena, la persistencia de la resistencia y capacidad de propuesta del movimiento indígena, se está mostrando cada vez como más imprescindible. Para la propia sobrevivencia del planeta.
Cumplir y hacer cumplir la Declaración, ese es el reto, el desafío, la propuesta pertinente.
La antigua Procuradora General de Asturias, se hizo eco y difundió miles de ejemplares. Hace 3 años los aytos de Llanera y de Xixón apoyaron una edición ilustrada por Alberto Vázquez. Todo ello es insuficiente. Nuestra Universidad debiera también incluir en contenidos y programas. Incluso en masters y tesis doctorales.
El parlamento astur se ha pronunciado en dos ocasiones en su apoyo, levemente, pero apoyo.
Desde el anterior 13-S, a nuestra Axencia asturiana de cooperación no se la conoce ninguna iniciativa para cumplimentar la “Estrategia asturiana” que fuera aprobada por consenso en 2010.
Recordemos que comenzó este año el Decenio de las lenguas indígenas y que según datos de la Unesco, un 43% de las 6.000 lenguas que se hablan en el mundo están en peligro, más de 200 se han extinguido en el curso de las tres últimas generaciones y 538 están actualmente en situación crítica.
Al gobierno, a los gobiernos les corresponde ejecutar y desarrollar, en las diversas esferas en que los Derechos del mundo indígena “nos afectan” en mayor dimensión. ¿Y acaso no es una de las mayores la llamada emergencia climática, el desastre del clima, frente al cuál las comunidades, pueblos y nacionalidades de los pueblos originarios han estado desde siglos aportando su cosmovisión, su forma respetuosa de tratar a la Tierra Madre?
¿No son acaso los pueblos indígenas quienes con sus prácticas han contribuido, y lo harán en el presente y futuro si se les deja, a enfriar el planeta?
Coincide este nuevo aniversario del 13-S con la gravísima emergencia en la Amazonía, con el SOS que hacen los pueblos amazónicos al mundo para confrontar las políticas suicidas extractivistas.
Frente a la galopante deforestación, las mujeres indígenas que han plantado campamento en Brasilia han puesto título a su movilización:
Reforestación de las mentes para curar la tierra.
En tierras mesoamericanas fulguran cada vez más los ejemplos de Berta Cáceres, de Miriam Miranda. De Lolita Chávez que compartía el anterior 13-S en Xixón.
Significativo es también que la Agenda 2030 para el Desarrollo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible establezcan metas e indicadores relevantes para los pueblos indígenas y que las Naciones Unidas hayan adoptado un Plan de Acción para los Derechos de los Pueblos Indígenas.
¿Se desarrollarán dichos compromisos o quedará en mera retórica?. El contenido de la Declaración, los Derechos de los Pueblos Indígenas, su cumplimiento cotidiano, no solamente pueden valorarse sin mucha dificultad, sino que además siguen constituyendo uno de los ejes centrales de la preservación de la VIDA.
Del respeto a gentes, pueblos, nacionalidades, pero también del respeto al planeta, su supervivencia, los ODS, la cumbre del clima de este año en Egipto, y la defensa de la Madre Tierra como centro. O su destrozo.
Los pueblos indígenas nos proponen alternativas para el buen vivir; ejercen los derechos colectivos en lo territorial, político, cultural y espiritual, incluso más allá y más antes de la Declaración.
La resistencia indígena, el avance organizativo en medio de la dispersión colonial vigente, las alianzas con sectores no indígenas y el indudable arrope de juristas del ámbito internacional llevaron precisamente a la más política de las Declaraciones, la del 13 de septiembre de 2007.
Que se cumpla parece lo más elemental y urgente. ¿empezaremos aquí, desde Asturias?