Concluye la campaña de la CODOPA sobre «Más Salud menos armas», que incluye la referencia solidaria de la niña Sadako Sasaki y las grullas de papel, y se acerca ya el 75 aniversario de las BOMBAS lanzadas por EEUU sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki: Momento también de reforzar las campañas por el DESARME Nuclear.
Declaración de IPB / IPPNW sobre el 75 aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki
Invitación a la proyección especial mundial del 9 de agosto de «El voto de Hiroshima»
Al recordar los horrores sin precedentes que la gente de Hiroshima y Nagasaki experimentaron el 6 y 9 de agosto de 1945, reafirmamos la determinación de nuestras organizaciones para garantizar que las armas nucleares nunca más se vuelvan a usar.
En solo dos días, las dos primitivas bombas atómicas lanzadas sobre Japón mataron a un cuarto de millón de mujeres, niños y hombres. Sin embargo, desde las ruinas atómicas, ha sobrevivido una determinación inquebrantable para dar testimonio de la tragedia humana personal. Durante 75 años, los Hibakusha se han pronunciado como la voz de la experiencia y la esperanza del imperativo urgente de eliminar todas las armas nucleares.
Esta inspiración es ahora el tema de un nuevo largometraje, el voto de Hiroshima. Invitamos a familias y amigos a unirse a nosotros el 9 de agosto para honrar a Hibakusha con una proyección especial de 24 horas de este documental inspirador, contada a través de la lente de la creciente relación entre Setsuko Thurlow, sobreviviente de Hiroshima y activista de desarme nuclear de toda la vida, y Mitchie Takeuchi , cineasta e hija de un sobreviviente de Hiroshima.
Es a través de esta amistad que la película teje la historia de la era post-nuclear y el creciente movimiento de desarme, incluida la adopción histórica del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares por parte de las Naciones Unidas.
Únase a nosotros y forme parte de The Vow para ayudarnos a preservar la memoria de los sobrevivientes de la bomba atómica para las generaciones venideras.
Hoy, nueve países han almacenado suficientes armas termonucleares para terminar con la civilización humana y están en una ola de gastos masivos para modernizar y expandir sus arsenales.
En 2019, el gasto militar global experimentó el mayor aumento anual en una década, llegando a $ 1.917 mil millones, lo que equivale a $ 249 por persona en la Tierra. Estados Unidos está presionando a los estados de la OTAN para que desplieguen una nueva generación de aviones de combate con capacidad nuclear para entregar armas nucleares de rendimiento variable más «utilizables» contra las poblaciones humanas.
En lugar de invertir en catástrofes humanitarias manufacturadas, los gobiernos deberían dirigir recursos escasos a programas que preserven y protejan la salud y el bienestar humanos. IPB ha estado haciendo campaña a través de la Campaña Global sobre Gastos Militares para una reducción drástica y la reasignación de recursos a los desafíos globales que enfrenta la humanidad.
Los expertos médicos nos han advertido durante años sobre el potencial de pandemias mortales, como ahora estamos experimentando con el nuevo coronavirus. La respuesta mundial, aunque mejor en algunos países, claramente no ha sido igual a la amenaza. Los científicos del clima han advertido de manera similar durante décadas sobre la amenaza existencial planteada por el «invierno nuclear».
La investigación contemporánea ha demostrado que los efectos atmosféricos de incluso una guerra nuclear limitada causarían un colapso en los cultivos de granos y pondrían a dos mil millones de personas en riesgo de morir de hambre, además de causar 20 millones de muertes en la primera semana como resultado de los incendios , explosiones y efectos de radiación.
Ignoramos a estos expertos en enfermedades infecciosas, ciencia climática y los efectos de la guerra nuclear en la salud bajo nuestro propio riesgo. No existe una vacuna contra la amenaza mortal de la guerra nuclear, que podría ser la «epidemia final» de la humanidad. Como han dicho durante décadas los profesionales médicos de IPPNW y otras organizaciones importantes de salud mundial, la prevención de la guerra nuclear es la única cura y, por lo tanto, las armas nucleares deben ser abolidas.
Por lo tanto, pedimos a todas las naciones que se unan al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPNW) de 2017, aprobado por un voto de 122-1-1 en las Naciones Unidas. 40 naciones han firmado y ratificado, dejando solo 10 más hasta que el tratado de prohibición nuclear entre en vigor, estableciendo una norma internacional que condena y prohíbe estas armas de destrucción masiva indiscriminada, como se ha hecho anteriormente con armas químicas y biológicas.
La pandemia nos ha enseñado que todas las grandes necesidades y amenazas del mundo están vinculadas. Al reasignar el gasto militar inflado y reorientar a las naciones para resolver conflictos a través de negociaciones pacíficas, las personas y los gobiernos de todo el mundo pueden abordar más fácilmente las enormes injusticias económicas y civiles que generan conflictos y alimentan el fuego del cambio climático. Cada victoria en cada lugar debe usarse para alimentar el progreso en otros lugares si la humanidad quiere sobrevivir este siglo.
Cuando recordamos a las víctimas de los bombardeos atómicos hace 75 años y escuchamos las historias de los sobrevivientes, nos damos cuenta más que nunca: estamos todos juntos en esto.
Michael Christ – Director Ejecutivo de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear.
Reiner Braun – Director Ejecutivo de la Oficina Internacional de la Paz.
Hace tres años, en la radio y en la web pachakuti reportabamos que:
finalmente otorgaron el Nobel de la Paz a la coalición anti nuclear..
Han escogido entre otros 318 candidatos a la Campaña internacional para Abolir las Armas Nucleares. ICAN
Con este premio han dicho en Noruega que se pretende «instar a los estados nucleares a que inicien las negociaciones para la eliminación gradual en el mundo de 15.000 armas nucleares«. Por ello han escogido a ICAN por alertar de «las catastróficas consecuencias humanitarias» de esos arsenales y por sus esfuerzos para lograr un tratado que los prohíba. ¿podría existir propósito más loable y actual?
Esta coalición reconocida con el Nobel ha sido una fuerza motora del movimiento contra las armas nucleares y ha galvanizado esfuerzos para estigmatizar, prohibir y eliminar este tipo de armamento de consecuencias nefastas para la humanidad y el planeta.
Y, oportunamente, se ha recordado , como hicimos aquí en el TREN, que el 7 de julio de este año 122 países firmaron un tratado internacional contra la proliferación nuclear, aunque desde luego entre esos países no estaban los que tienen armas nucleares ni sus aliados. Entre ellos Holanda que votó en contra en nombre de toda la OTAN, por supuesto de España.
En la teoría escrita con este galardón se busca siempre reconocer a los que contribuyen con el hermanamiento de los pueblos, a la eliminación o reducción de armamento e impulsar la paz en el mundo.
En esos mismos términos de teoría este premio antinuclear debiera suponer una crítica muy activa a los improperios y amenazas cruzadas entre los presidentes de yanquilandia y de Corea, o al desconocimiento de Trump a lo que en términos nucleares se había venido pactando con Irán.
Seguramente que entre quienes más entusiastas y con motivo vayan a estar con el premio escogido se encuentre el alcalde de Hiroshima, como también habíamos suscrito aquí en el TREN en agosto, defensor de desnuclearización, y aquellas personas niponas que todavía padecen las secuelas de las bombas lanzadas por USA.
El premio Nobel ahora debiera tener correspondencia en los «movimientos» en la escena internacional, en la ONU y fuera de ella, en aras de preservar la vida en el planeta.
Seis años atrás, mientras Israel estaba otra vez bombardeando masivamente Gaza, estuvimos en Hiroshima y vimos que la consigna de crear grullas de papel en la lucha por la paz se remonta a la historia de una de las pequeñas víctimas de la bomba de Hiroshima, durante la Segunda Guerra Mundial, Sadako Sasaki.
Que apela a la construcción colectiva de gestos como que, de manera comunitaria, se consiguiera elaborar las 1.000 grullas de papel que la niña no logró completar debido a la leucemia contraída por efectos de la bomba yanqui.
Y multiplicar esos gestos de aspiración y construcción de la paz, el desarme, la desmilitarización.
El horror del mayor atentado terrorista de la Historia se muestra parcialmente en el museo de Hiroshima, pero también las grullas de papel, convertidas en bronce, como aspiración y propuesta de desarme atómico.
Frente a las reiteradas amenazas de Trump de lanzar nuevas bombas, contra Irán o contra quien sea, el desarme se posiciona con fuerza en base a principios esenciales para preservar la vida en el planeta, y para ello se deslegitima la posibilidad de que ningún país, grande o pequeño, siga teniendo o construyendo armas nucleares.
Y si existen 25.000 bombas atómicas, su destrucción es la única garantía de que no se usarán.
El colonialismo actual, con Israel a la cabeza, se apoya en este desbarajuste antihumano de las ojivas nucleares, y solo una movilización potente y masiva en todo el mundo puede acabar con el despropósito militarista acaparador de territorios y excluyente de miles de millones de seres humanos.
La Paz es un derecho humano a construir para preservar a la Humanidad.
Desde 1996, el Centro de Exhibiciones de Hiroshima, «Genbaku Domu», es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, símbolo de la paz mundial y de la eliminación de todas las armas nucleares.
El alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, se dirigió a los jóvenes instándoles a no olvidar ni menospreciar la tragedia atómica e hizo un llamamiento a los líderes mundiales para que suscriban el Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares.