Hugo Blanco, veterano luchador agrario y director de Lucha Indígena, escribe con preocupación, tras el discurso del nuevo presidente peruano que aparenta continuar el modelo extractivista…
en anexo: debate anterior entre Hugo Blanco y el hermano del presidente, Antauro Humala, actualmente preso por un levantamiento armado en 2005.
Editorial de Lucha Indígena nº 60
El modelo de desarrollo del nuevo gobierno.
Estamos acostumbrados a muchas promesas no cumplidas por los candidatos. También sabemos de promesas no cumplidas por Ollanta Humala.
Sin embargo partamos de que creemos fielmente lo prometido por él:
Prometió respetar el derecho de consulta a los pueblos indígenas antes de ejercer cualquier acción que pueda afectar a sus territorios.
Este derecho es señalado por el Convenio 169 de la OIT que es ley peruana de nivel constitucional pues fue votado por el parlamento.
Por otra parte prometió respetar a las empresas multinacionales que están depredando la naturaleza peruana a través de la minería y la agroindustria.
Precisamente piensa cumplir sus promesas sociales con el impuesto a las sobreganancias de dichas empresas, a las que ha prometido impulsar. Ese impuesto no será determinado por lo que el gobierno considere justo, sino, como dijo, será concertado con las empresas depredadoras.
Hay mucho que comentar sobre lo que hará el gobierno, pero en un editorial no hay espacio para ello, por lo tanto hablaremos sólo de lo más importante: El modelo de desarrollo.
El Perú es un país agrícola
Tenemos una cultura agrícola forjada durante 10,000 años. Entre otras cosas vivimos en lo que fue uno de los 8 centros mundiales de domesticación de plantas alimenticias.
Nuestros antepasados domesticaron 182 especies, entre ellas 3,000 variedades de papa.
Esto no se debe a que seamos más inteligentes que otros, sino a que tenemos la fortuna de vivir en un territorio con diversos climas y microclimas:
Tenemos:
Parte de la selva tropical más grande del mundo, la Amazonía.
La cordillera andina con su diversidad de alturas; que además tiene la ventaja de estar en dirección norte-sur y no este-oeste, lo que hace que el clima en una altura de 1,500 metros en el norte, cerca a línea ecuatorial, sea diferente del clima a la misma altura en el sur, lejos del ecuador.
Tenemos la costa, que pese a su aridez, agrega la vegetación de otros microclimas.
Como si esto fuera poco disfrutamos de una rica fauna marina, pues siendo un país que está en el trópico, por nuestro mar circula la corriente fría de Humboldt, la que provoca que las aguas calientes del fondo asciendan a la superficie, produciéndose por lo tanto no sólo un movimiento horizontal del agua, sino también vertical. Las aguas llevan consigo el fitoplancton y el zooplancton (flora y fauna microscópicas)
que alimentan a gran variedad de peces.
Viviendo en ese paraíso,
era natural que nuestras culturas desarrollaran una rica agricultura.
El incanato fue sólo la última parte de ese desarrollo, todavía se pueden ver las terrazas o andenes, las ruinas de Tipón que son un poema arquitectónico al agua, las ruinas de Raqchi que muestran restos de gran cantidad de almacenes para las épocas de hambruna.
Hubo planificación centralizada de la agricultura a nivel del Tawantinsuyo, que determinaba qué se debía cultivar en cada microzona y a dónde se debía enviar gente para cultivar. Comunidades de media altura enviaban rotativamente parte de su población a la ceja de selva a cultivar coca y otra parte a la alta puna a criar alpacas.
Depredación
Todo esto fue destrozado por la invasión europea.
Las huestes de Pizarro tienen el honor de ser los iniciadores de la depredación de nuestro territorio que ahora es continuada en forma y ritmo monstruosos por las empresas multinacionales que tienen como sus sirvientes a los gobiernos de turno.
Los españoles destrozaron la planificación agrícola, rompieron los canales, destrozaron waruwarus (zanjas alternadas con tierras altas en el altiplano para acumular agua en épocas de sequía y contrarrestar el frío de la helada con el calor conservado por el agua), maldijeron a los productos de debajo de la tierra por estar cerca del demonio, principalmente a la papa, pues el demonio había hecho que llevara el mismo nombre que el Santo Padre, por eso cambiaron el nombre a patata, que es el que ha pasado al inglés y otros idiomas, maldijeron a la kiwicha y la coca porque eran adoradas por los nativos.
Parte de la historia de depredación agrícola fue el criminal saqueo del fertilizante guano de isla usado por nuestros antepasados, para fertilizar el suelo de Inglaterra. Por ese saqueo se dice que Castilla fue el mejor presidente del Perú.
Ahora la depredación adquiere características monstruosas.
La voracidad de los grandes capitales multinacionales que gobiernan el mundo se lanza ferozmente contra la Madre Tierra.
En nombre del progreso roban el agua de la pequeña agricultura que nos alimenta, mediante la minería a cielo abierto que además envenena el agua matando a animales, vegetales y humanos. Roban el agua para hidroeléctricas, amenazando el desalojo de miles de agricultores (Inambari).
Roban el agua para la “industria alimenticia” que trabaja para la exportación, nos mata con transgénicos y productos químicos y mata el suelo cultivable con la monoproducción y el uso intensivo de agroquímicos (fertilizantes, insecticidas, herbicidas).
El “progreso” que trae la minería podemos verlo en el departamento más pobre del Perú, Huancavelica, centro minero desde el virreinato o en la Oroya y su paisaje lunar.
El tesoro de la diversidad biológica de la Amazonía se depreda para extraer petróleo y gas envenenando los ríos, talando la selva para la ganadería y el monocultivo, entre otras cosas de biocombustibles para alimentar a los carros.
Las compañías depredadoras tienen a su servicio a los gobiernos que masacran a quienes defienden el medio ambiente, a los grandes medios de difusión en sus manos que cantan loas al “progreso” (progreso de los caudales de las empresas depredadoras).
No estamos contra el desarrollo, defendemos el desarrollo basado en nuestras raíces históricas contra el “desarrollo” colonial que hasta ahora sufrimos.
Para ese desarrollo contamos con la sabiduría genética que continúa progresando en manos de nuestros agricultores y de agrónomos que siguen esa línea. En los Andes contamos con el suficiente sol y viento para impulsar las energías solar y eólica.
Para exportar contamos con la kiwicha usada por los astronautas y con otros vegetales proteicos muy apreciados en países del norte, como quinua, qañiwa, tarwi (chochos). Además tenemos el tesoro de la biodiversidad amazónica rica en medicinas naturales, de las cuales la quinina que salvó la vida del futuro rey Sol de Francia y la uña de gato no son más que dos ejemplos.
Por las declaraciones de Ollanta Humala, sabemos que continuará con el “desarrollo” extractivista, que impulsará la minería en manos de las empresas multinacionales y que impulsará la agroindustria, ambas depredadoras.
Nosotros, como lo hemos hecho hasta ahora, continuaremos defendiendo a Pachamama al lado de las poblaciones nativas que ofrecen sus vidas por ella, continuaremos defendiendo a los agricultores no indígenas, continuaremos defendiendo a las poblaciones urbanas como Tacna y Moquegua a quienes roba el agua la minería.
Con ello, también estaremos defendiendo la salud de toda la población peruana, incluyendo la familia del presidente, garantizando que disfrute de la sana alimentación que nos brinda la pequeña agricultura y que no sufra los ataques de la “industria alimentaria” que con transgénicos y sustancias químicas sólo busca mayor ganancia para las grandes empresas a costa de la salud de los consumidores.
Si nos equivocamos y Ollanta, inspirado en su nombre indígena, vuelve sus raíces e impulsa el desarrollo basado en la defensa de Pachamama, del Agua, de la Vida, prometemos autocriticarnos en quechua y en castellano.
Anexo:
DEBATE POLITICO ENTRE ANTAURO HUMALA Y HUGO BLANCO
HUMALA Y EL MOVIMIENTO INDÍGENA
Por Hugo Blanco
Ollanta Humala, que luego de su plausible levantamiento contra Fujimori estuvo de funcionario gubernamental en Francia y Corea, entró en la política electoral propagandizado por su hermano Antauro, quien organizó a los reservistas que vendían su periódico Ollanta, muy bien confeccionado para lectura popular y mostrándose anti-sistema. En su prédica reivindicó al movimiento indígena. Eso atrajo a la gente pobre que está harta del sistema. Por lo tanto la corriente «humalista» tiene mucho de positivo.
Una cosa es la corriente «humalista» formada por Antauro y otra los Humala.
Los Humala se llaman apropiadamente «etnocaceristas». ¿Qué es eso? Es la reivindicación de Andrés Avelino Cáceres que dirigió las guerrillas indígenas de resistencia contra las tropas invasoras chilenas y los abusos que ellas cometían. Naturalmente que aplaudimos esa actitud.
Pero ahí no termina la historia, cuando los guerrilleros indígenas continuaron su lucha contra sus enemigos peruanos, los hacendados, Cáceres los traicionó. Eso le dije a Antauro, él me contestó textualmente: «No sólo los traicionó, los hizo fusilar» (¡). Le pregunté si sabía que durante el gobierno de Cáceres los hacendados disfrutaron muy bien. Me dijo que sí, porque «todavía no era tiempo de luchar contra ellos».
En mi opinión desde el asesinato de Atawallpa ya era tiempo de luchar contra los invasores y sus herederos, como lo hicieron Tupac Amaru I, Manco Inca, Juan Santos Atawallpa, Tupac Amaru II. Esas rebeliones fueron correctas aunque no hayan sido exitosas.
El triunfo contra los hacendados con la recuperación de la tierra fue logrado en forma pacífica por nuestra lucha indígena de los años 1958 en adelante, iniciándose en la zona semi-tropical del Cusco. Esa reforma agraria democrática y pacífica fue respondida por la agresión represiva armada, ante ello decidimos democráticamente practicar la autodefensa, también armada, para defender lo conquistado al grito de «¡Tierra o Muerte!».
Aunque el gobierno militar de Lindley logró disolvernos, comprendió que si el campesinado indígena había resistido en forma armada a los inicios de la represión, la zona se iba a incendiar si le arrebataban la tierra obligándole a trabajar nuevamente para las haciendas en forma gratuita, lo que ya no hacía durante meses; para evitar ese levantamiento sacaron una «Ley de Reforma Agraria» sólo para esa zona, legalizando con ello lo que el campesinado había hecho.
Luego, en varios lugares del Perú se produjeron tomas de tierra de las haciendas por parte del campesinado; esto fue contestado a balazos por el gobierno de Belaúnde, a pesar de los muertos las tomas de tierra continuaron.
Ante este panorama los militares comprendieron que el Perú se iba a incendiar si el gobierno continuaba defendiendo a balazos el régimen semifeudal de las haciendas. Por lo tanto decidieron tomar ellos el Poder y extender a todo el Perú lo que habían hecho en la zona semi-tropical del Cusco. Entró Velasco Alvarado y decretó la «Ley de Reforma Agraria» para todo el país.
Naturalmente nos parece positiva la liquidación del latifundio, sin embargo debemos señalar los aspectos con los que no concordó el movimiento campesino.
A diferencia de la reforma agraria hecha por el campesinado en una zona del Cusco que se hizo en forma democrática, la reforma de Velasco se hizo al estilo militar, verticalmente. Esto trajo muy malas consecuencias:
– Se programó un calendario que el campesinado no aceptó, por eso se dieron acciones campesinas que fueron violentamente reprimidas como en Andahuaylas. En Huanta se produjo una masacre inmortalizada por la canción «Flor de Retama».
– No se respetó la cultura indígena del ayllu o comunidad campesina y en muchas zonas en lugar de devolver la tierra usurpada a los ayllus se fabricó gigantescas cooperativas superburocratizadas que resultaron beneficiando sólo a un puñado de funcionarios. El campesino comunero indígena se levantó y a pesar de la represión recuperó la tierra para las comunidades.
– Haciendas de la costa fueron parceladas dejando los pozos de agua en manos de algunos privilegiados y a la mayoría de los parceleros sin agua.
Repito, considero positiva la liquidación de las haciendas por Velasco, pero junto con el movimiento campesino, he luchado contra sus limitaciones.
Me he extendido en esto al tratar sobre Humala porque ellos no reivindican al movimiento indígena democrático y de acción directa, como el del Cusco, las tomas de las haciendas en la época de Belaunde o el movimiento comunero que recuperó las tierras de las falsas cooperativas creadas por Velasco.
Sus emblemas son Cáceres y Velasco, dos militares que dirigieron a los indígenas y cuando ellos querían aplicar su democracia indígena, contestaban abaleándolos.
El comandante dirige a los indios, y cuando estos se pasan de la raya, los fusila.
Por eso no debe extrañarnos que en el partido de Humala se desconozcan los dirigentes o los candidatos elegidos por las bases democráticamente, no se permite que manden las bases, manda «el comandante». Hay coherencia en el etnocacerismo
Nosotros estamos por el movimiento indígena democrático, donde el movimiento no es guiado por ningún comandante ni caudillo, sino por sí mismo.
Reivindicamos la lucha de los guerrilleros contra las haciendas, traicionados y fusilados por Cáceres. Reivindicamos la reforma agraria hecha por el propio campesinado en el Cusco. Reivindicamos las tomas de tierras de la época de Belaunde. Reivindicamos a los comuneros que en Puno recuperaron la tierra de las cooperativas fabricadas por Velasco.
Reivindicamos al movimiento indígena de Anta que maneja directamente su municipio.
No nos extraña que cuando un candidato de la derecha pidió la amnistía para los militares masacradores de gran parte de los 70,000 indígenas asesinados durante la guerra interna, Ollanta Humala se indignó, pero no por el pedido de amnistía para los asesinos, sino porque no debía ser tratado en forma electorera ese «asunto tan delicado para la familia militar».
Puestos en una balanza los miles de indígenas muertos, frente a sus asesinos de la «familia militar», él está con la «familia militar».
Si no es así, que declare públicamente que está contra la amnistía a los masacradores.
Cusco, febrero del 2006
Respuesta a Hugo Blanco (Humala y el Movimiento Indígena)
Etnia, caudillismo, geopolítica y demás tabúes marxistas
Por Antauro Humala, desde «Piedras Gordas».
En un reciente artículo (Humala y el Movimiento Indígena), Hugo Blanco hace una diferenciación entre «… la corriente humalista formada por Antauro y los Humala». A lo primero lo considera positivo; lo segundo, negativo.
Respecto a la «corriente humalista», la refiere correctamente como derivada del discurso reinvindicativo e insurgente que durante cinco años viene irradiando nuestra prensa Antauro (anteriormente Ollanta) que gracias a la eficiente labor de los reservistas logró amplitud nacional. Profundamente nacional para ser más precisos. A su vez, los Humala ( y no sé si también se me incluye ahí) son referidos como una nueva especie que muy bien podría patentársele como militaricus vulgaris, o sea antidemocráticos, verticales, sanguinarios, etc y que «… no reivindican al Movimiento Indígena democrático de acción directa…». Quizás sería más apropiado que el compatriota Blanco, en todo caso, se ciñera a distinguir a Antauro de Ollanta. Sin embargo, me parece necesario efectuar ciertas precisiones respecto a los conceptos vertidos en el artículo en la orfandad en aceptación popular por parte de una izquierda que en vez de sentirse desplazada por el (etno)nacionalismo, debería ocuparse en descolonizarse mentalmente.
Un poco de historia
Efectivamente, tal como refiere Hugo Blanco, tuve un brevísimo encuentro con él, en Trujillo, en circunstancias en que ambos coincidimos en una estación d e radio. Ahí fue que me hizo la observación de que «Cáceres traicionó a ciertos jefes guerrilleros indígenas» (sic) a lo que agregué: «… los hizo fusilar». Y aquí e s donde detecto una insuficiente interpretación histórica de la izquierda peruana que en verdad no es novedosa. Para empezar, en toda su fecundidad bibliográfica, Mariátegui no toca en lo absoluto la cuestión peruano-chilena pese a pertenecer a la generación de la post guerra. Inexplicablemente, el cautiverio de millares de compatriotas en Tarapacá, Arica y Tacna no ha formado parte d euna agenda local izquierdista a la que la geopolítica siempre le causó alergia, pues eurocentristamente era denigrada como «ciencia reaccionaria propia de militarotes fascistas»; (des)calificación que si bien es cierto podía ser aplicable para la Europa del eje Berlín-Madrid (Franco) Roma-Tokio, no tenía porque encajar aquí, en las antípodas «de color» subdesarrollado. Con este preámbulo quiero indicar que en aquél entonces (segundo semestre de 1884), habiendo suscrito el sector criollo el claudicante Tratado de Ancón (1) que estipulaba un periodo de diez años para el plebiscito que decidiera el destino de Arica y Tacna (Tarapacá quedaba a perpetuidad para Chile), pues la prioridad cacerista se ciñó a la geopolítica externa antes que a la sociopolítica interna. Esta nueva prioridad implicaba el imperativo de aplastar al ejército colaboracionista del Gral. Iglesias para luego repotenciar convencionalmente alas FFAA a fin de garantizar (ante un Estado enemigo cuyo lema nacional es el «por la razón o por la fuerza») el compromiso del plebiscito previsto para 1894 (en que vencían los diez años de plazo).
Es decir, el principal problema de seguridad nacional era el cautiverio d emiles de peruanos, así como la reivindicación de los respectivos territorios arrebatados. Obviamente que hubieron muchos jefes guerrilleros que no tuvieron noción d e aquella «macro situación». Ellos insistían en que lo primordial era la «micro situación» de la tenencia de tierras. Por consiguiente, persistían en profundizar la «semi reforma agraria bélica» que en el apogeo de la resistencia antichilena propugnó el ejército breñero para consolidar su base campesina. Tal como sostiene Nelson Manrique (2), un aproximado de cuarenta haciendas fueron expropiadas por la guerrilla campesina, lo cual le proporcionó a la resistencia un fuerte componente «agrarista», anticipándose en treinta años a Emiliano Zapata y Pancho Villa en la revolución mexicana de inicios del siglo XX. El fusilamiento del «general guerrillero», Laime, se explica así: Cáceres tenía que decidir entre las provincias cautivas o la reforma agraria. Decidió por lo segundo, lo cual lamentablemente se frustró con la guerra civil que desencadenó Piêrola, quien embarcado en Valparaíso, inicia en Pisco las montoneras en un epílogo que favoreció a Chile pues el destino de Arica y Tacna recién se decidiría en 1929.
Sánchez Cerro calumniado
Pero, esta «insuficiencia conceptual» del izquierdismo peruano respecto al militarismo también es compartida por el aprismo auroral. Tenemos el carga montón contra el Cdte. Sánchez Cerro, a quien se le (des)califica de dictador (pese a que fue el único presidente electo con mayoría absoluta en primera vuelta durante el siglo pasado, derrotando incluso al joven Haya de la Torre). Y en cuanto a lo de sanguinario, pues en todo caso mucho más víctimas tuvieron Belaúnde, García y Fujimori ( en cuyos periodos de guerra sucia 69 mil peruanos perecieron). Sin embargo, se omite decir que mientras la militancia aprista asaltaba el cuartel de Trujillo o cuando el Cdte. hayista Jiménez (conocido como el zorro Jiménez) se sublevaba en Cajamarca, el país entablaba una guerra externa en las orillas del Putumayo (Guerra con Colombia, 1932-1933). Es más, Sánchez Cerro moriría asesinado por un agente aprista en el Campo de Marte (entonces hipódromo de Santa Beatriz) en plena revista a los contingentes reservistas destinados al Frente Nor-oriental.
Etnia y Geopolítica: tabúes marxistas y apristas
Obviamente que ni Haya ni Mariátegui, jóvenes entonces, se interesaron en conocer la sicología militar o por lo menos la historia militar. ¡Qué pues se le s podía exigir de geopolítica elemental! Es evidente que pese a que las Memorias de Cáceres fueron publicadas en 1922, es decir en la década de mayor producción intelectual hayista y mariateguista (que además fue paralela a la feroz chilenización de Tacna y Arica), aquel tema tan trascendental les resultó un tabú en la medida que atentaba contra el internacionalismo… Y es que, con el espíritu imitador de la selección leninista en el tratado de Brest-Litovsk (en que los bolcheviques aceptan la paz con cesión territorial ante Alemania, durante la Primera Guerra Mundial) que en el caso de los soviets se justificaba en la medida que lo urgente era consolidar al frente interno de la revolución, aquí de alguna manera el izquierdismo marxista asumía que su equivalente era el Tratado de Ancón cuyas secuelas seguimos soportando.
Ciertamente es muy difícil que el colonialismo mental de la izquierda subdesarrollada puede decodificar coherentemente su actitud ante el militarismo del Hemisferio Sur. Tal es así, que inclusive podemos ver a una Susana Villarán y a un Javier Diez Canseco incapaces de diferenciar a Velasco de Morales Bermúdez; a Perón de Videla; a J.J. Torres de Banzer e inclusive a Prats de Pinochet. No pueden entender que así como en el civilismo se dan versiones progresistas como reaccionarias, pues igualmente pueden darse en el militarismo. Por consiguiente le resulta -a esa izquierda- indigerible el hecho de que de los cuarteles hayan salido grandes conquistas del pueblo peruano, como lo son la abolición de la esclavitud negra y el tributo indio, la reforma agraria, el voto de los analfabetos, la comunidad laboral, etc.
Esto explica el por qué el Etnocacerismo, que es un militarismo sui generis por ser de índole tropera (reservista) y por ende altamente revolucionario, no suela ser correctamente apreciado por dicho sector político que lo acusa ¡de fascista!.
Indigenismo en tercera persona
En lo que respecta a los Humala no reivindican al movimiento indígena democrático de acción directa, pues yo le sugeriría a Hugo Blanco que precisara esos términos: indígena, democrático y acción directa.
¿Qué es ser indígena en el Perú? ¿El simplemente nacido aquí, como por ejemplo Jaime de Althaus o Pedro P. Kuczinsky o el mismo Hugo Blanco? ¿El nacido aquí pero además con estirpe sanguínea cobriza? ¿O aquel mestizo que se pinta la cara para gusto y propina del flash extranjero-turístico? ¿Los reservistas son indígenas? ¿Mario Huamán de la CGTP lo es? Vemos pues, un término hartamente ambiguo que se expresa siempre en tercera persona. Eso es el indigenismo: una conmiseración referida en tercera persona a lo nativo de un país exótico. Los pobrecitos «endios», incapaces de valerse revolucionariamente por sí mismos y que requieren de un blanco libertador…
En cambio el etnonacionalismo, tabú para el marxismo desde el momento que enarbola el concepto de etnia, se expresa en primera persona ya sea del singular como del plural: yo cholo, nosotros cholos, todos arrebatadamente repugnando el funeral de la Republiqueta Criolla, mediante fórmulas y programas propios e inclusive reivindicando la (contra) violencia de acción directa, bienaventurada con Cristo y Túpac Amaru.
El «caudillo» Jesucristo
¡Democracia!,nos demanda Hugo Blanco al igual que Lourdes Flores y los Miró Quesada. Y quizás tengan razón, ya que en la rebelión de Fuerte Arica, no me acuerdo que hayamos hecho elecciones entre nuestros soldados para designar al jefe de aquella insurgencia. Tampoco lo hice en el Andahuaylazo ¡mucho menos se me ocurrió hacerlo cuando fundé la prensa etnocacerista en que sin consultarlo con nadie me impuse como director! Creo que tampoco el dictador Jesucristo hizo elecciones o propicio debates con sus apóstoles para designarse cabecilla. ¡Son caudillos los Humala! seguramente replicará el amigo Hugo Blanco. A lo que respondo interrogativamente ¿Y cuál es el problema? ¡Si hubiéramos consultado y efectuado los convencionalismo de lo que ellos llaman democracia hasta hoy estaríamos discutiendo si deberíamos capturar el cuartel de Locumba! Además aquí se confunde democracia con timocracia y elecciones.
Y es que cuando se dice emprender una marcha para llegar al sitio X, no se hacen elecciones y debates para llegar, sino que se averigua «quien es el que conoce la ruta». Y ese es el que guía. El guía, el jefe o el caudillo es el que conoce. Y pues, la senda que ha aperturado el humalismo vía el etnocacerismo es una ruta nueva, liderada por los que por el momento conocemos y arriesgamos más, vale decir por quienes veníamos elaborando teóricamente el pensamiento étnico-nacionalista y a la vez dando el ejemplo en la praxis de construcción revolucionaria, empezando por los mártires de Andahuaylas.
Estoy segurísimo que esta posición sí que la entenderá el ex guerrillero y ex presidiario Hugo Blanco a quien le expreso mi admiración y respeto.
Abril 2006
RESPUESTA A ANTAURO HUMALA
Por Hugo Blanco
He leído con simpatía la respuesta del señor Antauro Humala al artículo que escribí hace algún tiempo con respecto a los Humala y al movimiento humalista.
Espero que el diálogo continúe para beneficio del pueblo peruano que cada vez irá viendo más claramente cuáles son nuestras similitudes y discrepancias. Para facilitarlo voy a procurar ser cortés, objetivo, no recurrir a adjetivos ofensivos.
Comprendo que existen diferencias entre Antauro y Ollanta, pero también entiendo que gran parte de lo que declara abiertamente Antauro es callado por Ollanta porque está en campaña presidencial. Considero que en lo fundamental hay coincidencia entre ellos.
Comienzo satisfaciendo sus requerimientos:
<....... yo le sugeriría a Hugo Blanco que precisara esos términos: "indígena", "democrático" y "acción directa".>
Indígena.- Uso este término para referirme a los pueblos originarios, en el caso peruano a los pueblos y las culturas quechua, aymara y culturas y pueblos amazónicos. Me solidarizo con alguien que señaló que más que «raza sanguínea» somos «raza social», pues considero que Odría o Toledo son menos indígenas que muchos pobladores y pobladoras del distrito de Pillpinto o la comunidad de Toqtowaylla en el Cusco que son rubios y de ojos azules, pero que pijchan coca, hablan quechua, son campesinos y andan descalzos. Desde que vino Pizarro nuestros pueblos y nuestras culturas, en todos sus aspectos, están oprimidos y mantienen una lucha de resistencia contra la opresión por la cultura española a la que posteriormente se agrega la cultura yanqui.
Indigenista es quien está en favor nuestro, promociona nuestra cultura y nos defiende sin ser indígena.
Democracia.- Etimológicamente (demos-pueblo, cracia-gobierno) significa el «gobierno del pueblo». Por lo tanto, el ordenamiento social actual en el que quienes gobiernan son la grandes empresas multinacionales es antidemocrático. No es democrático un régimen en el que cada 5 años debemos «elegir» gobernantes que prometen maravillas en una campaña altamente determinada por los medios de comunicación masiva en manos de grandes empresarios. Al día siguiente de tomar el poder incumplen lo que prometieron y debemos soportarles durante 5 años. Si alguno de ellos toma medidas en contra de los sectores dominantes, las Fuerzas Armadas cuyos mandos están muy bien pagados por éstos, le hacen un Golpe de Estado.
Luego del derrumbe de la dictatorial burocracia stalinista en la Unión Soviética y Europa Oriental, cada vez tiene menos peso la distorsión que hacen los amos del dinero («capitalimo=democracia, comunismo=dictadura»).
Cada día está más claro en el mundo que nuestros opresores llaman «democracia» a la dictadura del dinero.
Cada día está más claro que quienes luchamos contra la dictadura de las grandes empresas, sabiendo que «otro mundo es posible», llamémonos como nos llamemos (socialistas, cristianos, feministas, ecologistas, sindicalistas, indígenas, indigenistas, descentralistas, etc.) somos los verdaderos defensores de una auténtica democracia.
La Democracia que defendemos es la que hizo la reforma agraria en La Convención, la que recuperó para las comunidades las tierras de las SAIS fabricadas por Velasco, la que dirige el municipio de Anta, la que impidió que una empresa multinacional robara las aguas de la comunidad de Huancasancos en Ayacucho. La que recupera las tierras comunales contra mandatos de los jueces y del Proyecto Especial de Titulación de Tierras (PETT). La democracia que es castigada con cárcel por el sistema que se llama «democrático».
Digo que usted reconoce a los militares pero no al movimiento popular. No le digo que me reconozca a mí, sino al movimiento campesino independiente que hizo la Reforma Agraria a partir de los años 1961 y 62.
Acción directa.- Uso este término para referirme a acciones de justicia que asume el pueblo, inclusive contra el «ordenamiento legal» impuesto antidemocráticamente por sus opresores. Cité como ejemplo la reforma agraria decidida en forma democrática por el campesinado indígena en los años 1961 y 62 en los valles de La Convención y Lares en el departamento del Cusco; en esa ocasión, las asambleas campesinas decidieron democráticamente no trabajar más en forma gratuita para los hacendados como lo ordenaba la ley.
En su libro «Subversión» (1976) el general Artola, parte del gobierno de Velasco, señala:
«Es así cómo muchas de las haciendas de los valles de la Convención y Lares pasaron a poder de los campesinos…….» luego refiriéndose al apoyo a mi persona señala: «…….los campesinos fueron alejándose poco a poco porque la Junta Militar expidió un decreto en Marzo de 1963 por el que se reconocía el control de facto de las parcelas ocupadas por ellos, que aunque no era la solución buscada ya que la tierra debía ser pagada, era algo que se llevaría a efecto a largo plazo (por decisión democrática del campesinado indígena no se pagó-HB).»
Ahí vemos claramente que el objetivo fundamental de la «acción reformadora» de la Fuerza Armada no fue la justicia social sino una acertada táctica en «el combate a la subversión».
En el documento anterior señalo: «Luego, en varios lugares del Perú se produjeron tomas de tierra de las haciendas por parte del campesinado; esto fue contestado a balazos por el gobierno de Belaúnde, a pesar de los muertos las tomas de tierra continuaron.
Ante este panorama los militares comprendieron que el Perú se iba a incendiar si el gobierno continuaba defendiendo a balazos el régimen semifeudal de las haciendas. Por lo tanto decidieron tomar ellos el Poder y extender a todo el Perú lo que habían hecho en la zona semi-tropical del Cusco. Entró Velasco Alvarado y decretó la «Ley de Reforma Agraria» para todo el país.»
Es por esto que en el artículo al cual usted responde digo:
«……..ellos no reivindican al movimiento indígena democrático y de acción directa, como el del Cusco, las tomas de las haciendas en la época de Belaunde o el movimiento comunero que recuperó las tierras de las falsas cooperativas creadas por Velasco.»
«Sus emblemas son Cáceres y Velasco, dos militares que dirigieron a los indígenas y cuando ellos querían aplicar su democracia indígena, contestaban abaleándolos.»
«El comandante dirige a los indios, y cuando estos se pasan de la raya, los fusila.»
Sobre Velasco aclaro que el odio de la ultraderecha hacia él se debe a que legalmente liquidó el sistema de haciendas, nacionalizó el petróleo, las minas, la pesca, etc.
Nuestra crítica es opuesta, defendemos esas nacionalizaciones y la liquidación del latifundio, nuestra discrepancia es la misma que con usted, que no se aplicó la democracia en el manejo de lo nacionalizado ni en la Reforma Agraria, por eso se deformó y fracasó y su gobierno fue derrocado sin que el pueblo lo defendiera.
Cuando me preguntan cuál ha sido el mejor gobierno del Perú, contesto:
«El menos malo fue el que me deportó»
ALAN GARCÍA.-
Pasemos a hablar de este señor. Me dijeron que por ser época electoral mi respuesta favorecería a Alan García. Para despejar malos entendidos, aclaro que él no sólo ha sido ladrón y hambreador del pueblo sino fundamentalmente el más grande cobarde asesino de los últimos tiempos,
De los cerca de 70 peruanos, indígenas en su mayoría, asesinados principalmente por 3 gobiernos sucesivos en el Perú, la mayoría le corresponden a él; precisamente haciendo aspaviento de esa actitud lleva en su fórmula presidencial a uno de los ejecutores de sus crímenes.
PATRIA.- ¿Qué significa esto para mí?: La población peruana, indígena y no indígena. La excepcionalmente maravillosa naturaleza cuya parte somos.
¿Quiénes son los enemigos de la esta Patria?
Los que la oprimen, favorecen la depredación de la naturaleza y hunden en la miseria a nuestro pueblo. Principalmente las grandes empresas multinacionales representadas políticamente por el gobierno de EEUU y los otros países imperialistas; los grandes capitalistas, sean chilenos, peruanos, argentinos o de cualquier país.
Los instrumentos de esa opresión: Presidentes de la República, la gran mayoría del Congreso, el Poder Judicial, los altos funcionarios ejecutores de la opresión, los altos oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía encargados de resguardar el sistema de opresión contra la rebeldía del pueblo. Todos ellos ganando elevados sueldos por su servicio, además la gran prensa.
¿Quiénes son aliados de esa Patria, consciente o inconscientemente?
Los pueblos oprimidos del mundo que se rebelan contra esa opresión ejercida por los opresores de ellos y de nosotros.
Yo luché a su lado en Argentina contra el Golpe de Estado de 1955. En Chile forjando el Poder Popular y resistiendo contra el golpe de Pinochet, denunciando las masacres en conferencias en Europa y Norteamérica.
Leo con respeto de la heroica resistencia en Irak, de la democrática elección de Hamas en Palestina, de la rebelión en Nepal.
Me alegra sobremanera cuando en la propia guarida de los opresores del mundo surge la rebeldía de los pueblos, como el movimiento de los inmigrantes «ilegales» en EEUU o el terremoto social producido en Francia por estudiantes y sindicalistas contra una ley de los opresores de ellos y de nosotros.
FORMACIÓN MILITAR.- Repito: La Fuerza Armada es el instrumento de los poderosos sectores dominantes de la economía que son los que determinan a su servicio la organización del Estado, dentro de lo cual la Fuerza Armada y la Policía tienen la misión de ser los guardianes de ese orden.
Naturalmente al pueblo no se le dice eso, se le enseña: «La Fuerza Armada está encargada de cuidar la seguridad de la Patria contra el ataque extranjero y la Policía está encargada del orden social interno». Es cierto que también cumplen estas funciones, en la medida en que no afecten su fundamental tarea que es la defensa del sistema de opresión.
Por eso los jefes deben estar muy bien pagados (también cuando sirven en el exterior como le consta a su hermano).
Por eso no puede permitirse ni un ápice de democracia en las FFAA, ya que puesto que la tropa está conformada por los sectores oprimidos de nuestro pueblo, el libre cambio de ideas y la democracia corroen el servicio a las clases dominantes.
Usted ha sido educado en esa escuela, mientras que yo he sido educado en la escuela de la lucha social, es explicable que discrepemos.
MI ESCUELA.- Ha sido la lucha social. He aprendido que si luchamos en beneficio de todos, la máxima autoridad también tienen que ser todos.
Naturalmente que existen y son muy útiles «los que más saben», «los más hábiles», «los expertos», etc. Es muy bueno que el movimiento popular los utilice, lo malo es que si ellos mandan en lugar de todos, comienza a crearse una capa privilegiada que paulatinamente deja de defender los intereses de la mayoría y pasa a defender sus intereses de grupo privilegiado, lo que en general mina los intereses de la mayoría. La autoridad que reconozco es la colectividad, puede estar compuesta por analfabetos.
Opino que es preferible que la mayoría se equivoque a que el individuo acierte, porque así, con su ejecución, el equívoco mostrará a la mayoría que debe corregir el rumbo.
No me considero superior a nadie, pero tampoco inferior, por lo tanto, de haber entrado en el ejército no hubiese llegado ni a cabo, simplemente no puedo concebir lo que en la Fuerza Armada es un principio sagrado: «Las órdenes se cumplen sin dudas ni murmuraciones».
Es cierto que tomé las armas, pero siempre fui un civil (José Gálvez a la hora de defender la patria lo hizo mejor que muchos militares, por eso ellos lo mencionan poco, mientras ensalzan a Castilla que vino con las tropas chilenas a matar peruanos).
Usted señala que en el levantamiento de Locumba no hubo democracia.
En La Convención todo fue democrático. Democráticamente los campesinos decidieron no trabajar más para las haciendas gratuitamente. Esa Reforma Agraria pacífica fue atacada antidemocráticamente por la Policía, defensora antidemocrática del antidemocrático sistema de haciendas por órdenes del antidemocrático gobierno de los opresores. Ante ese ataque la Asamblea de Delegados acordó democráticamente defender en forma armada su democrática Reforma Agraria.
Democráticamente me nombró encargado de organizar los comités democráticos de autodefensa. Como antidemocráticamente el gobierno había prohibido la reunión de la Federación, en una asamblea de 4 sindicatos democráticamente se me ordenó que dirigiera la acción de autodefensa. Los componentes de nuestro grupo armado estaban compuestos por compañeros que libremente decidieron ofrendar sus vidas en defensa de la democracia campesina.
Por lo tanto nuestra acción fue completamente diferente al caso de Locumba que usted menciona, en el que los jefes se autoproclamaron y la tropa no actuaba en acción decidida de rebeldía sino era un mero instrumento que cumplía órdenes al estilo del ejército. Parece que en Locumba lograron imponer la disciplina inclusive a la Divina Providencia, de otra manera no se explica que la poderosa Fuerza Armada montesinista no osara atacarles ni con el pétalo de una flor y tampoco capturarles, a pesar de que, como usted señala, la tropa no fue consultada sino ordenada.
El concepto que tengo de la Fuerza Armada y de la Policía no implica que la descalifico en bloque, todo lo contrario, como está compuesta por personas pensantes y no por máquinas, no puede cumplir sus funciones de guardián del sistema apropiadamente. Más aún si tenemos en cuenta que la tropa pertenece al pueblo oprimido y no a los sectores opresores. Es un gigante con pies de barro.
En otra ocasión hablaré del tema ahora sólo lo menciono:
Nuestro instructor militar fue un sargento que conocí en la cárcel, había dirigido una rebelión contra los oficiales.
La oficialidad desconfía permanentemente de sus subordinados:
Durante el mes que me tuvieron preso en el cuartel del Cusco la oficialidad tuvo que cambiar dos veces a los cuerpos policiales que me cuidaban, uno de ellos compuesto por la única fuerza antirrepresiva de entones.
Los soldados me manifestaban su solidaridad.
Cuando estuve preso incomunicado en Arequipa durante menos de tres años, cambiaron tres veces a toda la guardia, dieron de baja a 2 guardias y enviaron a la prisión policial del Potao a toda una guarnición por la relación cordial que tuve con ellos.
La rebelión contra el sistema alcanza a veces a mandos medios, como en el caso de ustedes.
GEOPOLÍTICA.- Reconozco su importancia, pero subordinada a la lucha de los oprimidos contra los opresores, no supeditado al concepto de «Patria» que tienen los opresores que no es más que un enmascaramiento de los intereses de los dominadores.
Precisamente en estos días tenemos un hermoso ejemplo: Dos gobiernos extranjeros, los de Venezuela y Bolivia, han condenado la acción del Perú al haber firmado el TLC con Estados Unidos. Los «patriotas» de los sectores opresores y sus sirvientes levantan al voz «en defensa de la Patria».
Nosotros unimos nuestra voz a las de Morales y Chávez y llamamos traidor al pueblo peruano y a los países andinos a Toledo por haber firmado el TLC en el que arrodillándose a los grandes capitales yanquis acarreará la miseria a nuestro pueblo y mata la Comunidad Andina de Naciones.
Esa es la geopolítica de los pobres, no sólo diferente sino contraria a la de los opresores.
En el caso de la guerra con Chile, en que como usted menciona Cáceres hizo fusilar a Laime que dirigía las tomas de tierras, yo me hubiera puesto del lado de Laime, pues, entre otras cosas esa rebelión hubiese sido la mejor arma para luchar contra la invasión chilena. La extensión de esa Reforma Agraria hubiera arrastrado a toda la población indígena constituyendo un ejército cada vez más fuerte, no uno que según la doctrina castrense cumpliera órdenes «sin dudas ni murmuraciones» sino indígenas analfabetos pero con una alta conciencia verdaderamente patriótica. Ese ejército indígena consciente hubiera hecho un llamado a los oprimidos de Chile a incorporarse a su lucha, a conquistar también en Chile la Reforma Agraria.
Como no fue, así la Historia devino en lo que usted declara «lamentablemente se frustró», debido a luchas intestinas entre los servidores de los opresores peruanos, Cáceres y Piérola.
No es que no pueda contestar a lo de Brest- Litovsk, sino que considero suficiente hablar del caso peruano y no de sucesos de otra época en otras latitudes que la gran mayoría del pueblo peruano ignora.
EL FREJOL.- Uno de los inconvenientes de ser el comandante con autoridad absoluta es que los muchos partidarios campesinos que usted tiene no se atreven a decirle que el frejol que usted tiene como símbolo de su movimiento, no tiene absolutamente nada que ver con la realidad.
En su símbolo el frijol está en suelo y de su interior brota una plantita. En las leguminosas las dos mitades de la semilla se abren, y se elevan del suelo convertidos en las primeras hojas de la planta.
Usted no es campesino, es militar, no tiene por qué saber eso, pero si practicara la democracia sus muchos subordinados campesinos hubieran corregido este error, no lo han hecho porque «si hay contradicción entre lo que manda el jefe con la realidad, ¡que se corrija la realidad!». Que el frejol brote como lo manda el jefe.
EL INCIERTO FUTURO
Cáceres hizo fusilar a Laime por cumplir las decisiones del campesinado indígena.
Velasco me ofreció la libertad (estaba condenado a 25 años de prisión) si me decidía a trabajar en su Reforma Agraria, le conteste que ya me había acostumbrado a vivir en la prisión y que mejor continuaba ahí; no trabajaría para un gobierno que no sea el de todos, puesto que estaría obligado a ser acrítico.
Me liberó porque otros presos, Béjar y Tauro se habían comprometido a trabajar con él y si liberaba a ellos y no a mí la gente iba a decir que no me liberó porque no me vendí.
Luego, ya libre, recibía la presión de muchos ex-compañeros para trabajar con el gobierno, al fin les dije: «Me rindo, voy a trabajar con Velasco, con una sola condición, que no se haga la Reforma Agraria que yo quiero pero tampoco la que quiera Velasco. Que se pregunte en cada sector campesino cómo quiere la Reforma Agraria, si quiere parcelación, comunidad, cooperativa, o mitad colectiva y mitad parcelada; que se haga como cada sector campesino decida».
Bastó eso para que no me molestaran más, a un gobierno militar no se le puede pedir democracia. El temor que él tenía al movimiento campesino independiente hizo que me prohibiera salir de Lima y luego que me deportara.
Ollanta Humala no puede deportarme porque eso sólo puede hacerlo un gobierno de facto.
Dicen que los reservistas están siendo preparados para realizar los trabajos que no sean legales, por ejemplo eliminarme. ¿Será así?
A propósito en el escrito al cual usted responde manifesté:
Si su hermano se manifestó en contra de esa amnistía hágamelo saber.
En cuanto a Alan García, hizo abalear por dos lados al mitin campesino pacífico en Pucallpa en que yo estuve, no lograron matarme, me capturaron a golpes y me hicieron «desaparecer», afortunadamente un compañero campesino vio el secuestro y lo comunicó a mi organización, Confederación Campesina del Perú, la que trasmitió la noticia a Amnistía Internacional e inmediatamente llegaron protestas de todo el mundo, sólo por eso «aparecí» y quedé vivo.
Al parecer, quienes defendemos un movimiento indígena y campesino independiente, con el próximo gobierno tenemos un incierto futuro con las sombras de Cáceres, Velasco y García.