Origen: http://tolteca-guillermomarin.blogspot.com.es/2017/05/el-lenguaje-colonial-desapercibido.html
El lenguaje colonial “desapercibido”, desde 1521, el “descubridor-invasor-colonizador”, a propósito, no nos nombra por nuestro nombre propio, nos da, el que a él, le conviene, como si nuestro ser ancestral no tuviera ningún valor o consideración.
El punto es: “SI NO TE NOMBRO, NO EXISTES, TE DESCONOZCO”.
Primero nos llamaron “indios”, porque deseaban llegar a la India, después nos llamaron nativos o naturales.
Tuvieron que hacer un juicio para decidir si éramos humanos o animales, que, hasta ese momento, justificaba todas sus matanzas y sus robos, porque los “animales no tienen propiedades” y sus vidas, valían tanto como las de un chango.
De modo que las matanzas y los saqueos, jurídica y cristianamente eran “legales”. Este juicio, es conocido como “La Controversia de Valladolid», y se llevó a cabo en 1550 y 1551, entre teólogos y juristas hispanos.
Después de “sesudas discusiones”, convinieron en que, ¡si hermanos humanos!, pero primitivos, es decir, poco evolucionados, porque no tuvimos propiedad privada, no usábamos dinero, no éramos guerreros.
Quedaríamos a cargo de la iglesia y de los españoles para que nos civilizaran, es decir, cristianizaran y nos incorporaran a su economía en calidad de subalternos subdesarrollados.
Durante estos cinco siglos nos han llamado de muchas formas, pero jamás, nos han nombrado, por el nombre que nosotros nos pusimos por milenios:
“anahuacas del Anáhuac”, en nuestra lengua franca ancestral, el náhuatl.
En los textos del Siglo XVI, los invasores dejaron escrito que esta tierra era conocida como Anáhuac; desde Nicaragua (hasta aquí el Anáhuac) y al Norte, Ce Acatl (Seattl).
El Anáhuac, para los “mexicanos-mexicas-modernos”, es solo “una universidad o una cementera”, más nada.
No hay memoria histórica, no hay identificación con los diez mil años de desarrollo humano en su tierra, como, si, lo tienen los chinos y los indios, que son tan antiguos como nosotros.
Pero…qué debemos entender cuando a los anahuacas les llaman “indígenas”.
Si aceptamos nombrar, a los anahuacas, como “indígenas”, que significa: “los originarios de una tierra”, quiere decir que: los que así usan ese término ¡NO SON ORIGINARIOS!, son extranjeros.
Es decir, ¿que los “mexicanos”, no son originarios del Anáhuac?
El término indígena es racista, colonizador y “elegantemente despectivo”, para señalar a los habitantes de este país, que no son, “colonizados-colonizadores”.
Las palabras tienen cargas ideológicas.
Por qué, no nombrarnos, como lo hicieron los Viejos Abuelos por milenios.
Por qué, seguir usando las categorías de los colonizadores, pasados y presentes.
Si existe entonces una diferencia entre los que son “indígenas”, y los que no lo son; entonces, los que no lo son… !qué cosa son!, o que se creen que son. Españoles, franceses, norteamericanos.
Algunas personas afirmaran, -en actitud de “descargo”-, que no son indígenas, que ellos son “mestizos, como si ser “anahuaca”, fuera un descrédito social y cultural.
Pero, como dicen los abogados: “vamos a suponer, sin conceder”, que son “mestizos” …cómo está conformado su mestizaje cultural y biológico.
El mestizaje cultural es abrumadoramente anahuaca.
Muchas de las tradiciones, fiestas, usos y costumbres, alimentos del país, tienen su origen en la civilización del Anáhuac, aunque con un marcado sincretismo para poder sobrevivir a la colonización.
En el biológico, la investigadora Irma Silva Zolezzi, del Instituto Nacional de Medicina Genómica, afirma que: “el 65% del componente genético de los mexicanos es único y se le ha denominado “amerindio”.
Hoy en día, los mismos pueblos anahuacas son mestizos, cultural y genéticamente, comparados con los de antes de la invasión.
Teotihuacan
Chichen Itza
Monte Albán
El Tajín
Xochicalco
Chalcatzingo
Cantona
Cholula
Por qué, después de cinco siglos, no se reconoce ni se nombra, a una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad por su nombre original.
Por qué se le excluye, menosprecia y se presume extinta.
Será que “el 99% somos anahuacas sin darnos cuenta”, y el 1%, que tiene el poder económico y político, no quiere que tomemos conciencia.
Descolonizar es dignificar.
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