La 73 Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York adoptó la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos del campesinado y otras personas que trabajan en las zonas rurales.
Se han cumplido dos años desde que la ONU aprobada la Declaración de Derechos del campesinado.
Soldepaz.Pachakuti que colabora con varias organizaciones de ámbito campesino, elaboró y difundió, antes y después de esa fecha, aspectos significativos de la campaña para su aprobación, y textos del articulado aprobado en NNUU en versión ilustrada por Nuria Suárez, con varias actividades complementaria significativas, entre ellas la realizada en el Pueblu D´Asturies.
http://www.pachakuti.org/spip.php?article1178
Además tradujo al asturiano la Declaración.
http://www.pachakuti.org/spip.php?article1101
Con ocasión de este segundo aniversario la Vía Campesina Internacional ha recordado que la producción local de alimentos demostró su capacidad de resistir en un año de pandemia, pero aún así los gobiernos se niegan a garantizar los derechos campesinos.
La Declaración es una herramienta para que los actores rurales puedan exigir el cumplimiento de sus derechos, como así también reclamar políticas públicas que respeten y fomenten su agricultura y forma de producción.
Que promuevan la soberanía alimentaria y todo aquello que mejore los medios para habitar el territorio, posibilitando la elección de permanencia en él y evitando que deban migrar por la falta de condiciones mínimas que aseguren una vida digna.
La Declaración envía un mensaje fuerte para que se reconozca el rol fundamental del campesinado, abriendo perspectivas de futuro para que se respeten condiciones de vida y de trabajo decentes.
El mundo necesita esta Declaración para promover la implementación de sistemas alimentarios sostenibles en el mundo. Pero para ello debe cumplimentarse.
En el segundo aniversario de la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de lxs campesinxs y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales la Vía Campesina considera que en este momento es necesario exigir a los gobiernos la urgente implementación de este instrumento esencial de derechos humanos mientras la humanidad se enfrenta a una de las crisis más graves de los últimos 50 años. Es indispensable garantizar los derechos de lxs campesinxs y personas que trabajan en áreas rurales, no solo para paliar los impactos de la pandemia, sino para introducir cambios sistémicos que transformen la sociedad y prioricen la salud y el bienestar antes que las ganancias.
Tras un 2020 turbulento, muchas personas comparten la esperanza de que 2021 sea un año mejor. Sin embargo, los brotes de contagio y las muy temidas segundas y terceras olas que muchos países enfrentan actualmente no indican ningún retorno a la “normalidad” de los tiempos anteriores al COVID. El mundo requiere acción urgente, desde las bases hasta los Estados, para transformar y reconstruir un mundo con cientos de millones de vidas condenadas al hambre y la pobreza por la pandemia de coronavirus que se suman a más de mil millones que ya vivían en la pobreza.
Millones de personas perdieron sus puestos de trabajo al mismo tiempo que los millonarios aumentaban sus ganancias a más de $10 billones, concentrando aún más la riqueza en las manos de unos pocos.
La pandemia de COVID 19 ha expuesto en qué medida el neoliberalismo es incompatible con la humanidad y destructivo para la naturaleza.
Hemos presenciado la paralización del sistema alimentario industrial, lo que interrumpió la producción y distribución global de alimentos. Millones de toneladas de cosechas se pudrieron en los campos. Innumerables cabezas de ganado fueron exterminadas para reducir las poblaciones de mataderos cerrados y grandes fincas industriales liberaron espacio para nuevos animales.
Cuando la pandemia comenzó, muchos países dependientes de importaciones se preocuparon por su seguridad alimentaria. Las corporaciones de agronegocio respondieron obligando a las y los trabajadores rurales migrantes a trabajar en condiciones de riesgo con mínima protección, poco acceso al sistema de salud y sin ningún cuidado por su bienestar.
¡Los gobiernos prohibieron mercados locales mientras que las cadenas de minoristas con dueños corporativos continuaban operando! Esa fue la demanda central en Asturias durante la primavera ante el cierre de los pequeños mercados locales de alimentos saludables.
Se conocieron informes sobre el aumento del hambre y la desnutrición mientras que campesinas y campesinos se vieron obligados a tirar sus productos.
Ahora más que nunca se deben desarrollar y defender los principios de soberanía alimentaria.
En pleno caos, han sido los sistemas agrícolas basados en la producción campesina agroecológica los que han demostrado su solidez y, más aún, se han convertido en un salvavidas para muchos y muchas. Nunca ha sido tan urgente como ahora la necesidad de construir sistemas alimentarios locales, diversos y agroecológicos.
Para lograrlo, la Declaración de Derecho del campesinado tiene un papel fundamental. Marca el camino hacia la Soberanía Alimentaria y construye un marco para la elaboración de políticas públicas diversas, capaces de adaptarse a cambios y arraigadas firmemente en los saberes, culturas y costumbres de las comunidades locales y su visión de Soberanía Alimentaria.
La Soberanía Alimentaria y la Agroecología Campesina son soluciones para las crisis convergentes que la humanidad enfrenta.
La Declaración campesina ofrece un camino claro, basado en derechos, hacia la construcción y el fortalecimiento de la Soberanía Alimentaria, y un claro distanciamiento de los sistemas alimentarios basados en el mercado y la destrucción ambiental, la contaminación y el consumo en excesivo.
No es posible ninguna transformación sistémica sin reconocer y proteger a nivel local los derechos de aquellos que son el corazón de los sistemas alimentarios: lxs campesinxs, pescadorxs, los pueblos originarios, las comunidades pastoras, lxs habitantes de los bosques y trabajadorxs agrícolas, al igual que lxs consumidorxs en las ciudades y zonas rurales.
Los esfuerzos mancomunados y la solidaridad como campesinado es la base para la sobrevivencia a la pandemia, y los derechos consagrados en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de lxs campesinxs y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales han de ser guía común.