doña Fabiola Lalinde
A la actividad de la Jurisdicción Especial de Paz de Colombia del lunes 14 de marzo en que la delegación asturiana hacía entrega de 17 Informes http://www.pachakuti.org/spip.php?article1539
no pudieron asistir como previsto estaba ni Francisco de Roux que preside la Comisión de la Verdad, ni Carlos Beristain que se encarga de la parte exterior-exilio de dicha Comisión: la razón estaba en que en ese día estaban despidiendo a la Sirirí: doña Fabiola Lalinde, incansable luchadora contra las Desapariciones forzadas, en modo similar a las Madres de la plaza de mayo de la Argentina.. .
http://www.colombiainforma.info/murio-fabiola-lalinde-dejando-un-legado-de-persistencia-en-la-lucha-por-la-verdad/
https://www.dejusticia.org/column/el-archivo-de-la-operacion-siriri/
En abril de 2018, Fabiola donó el archivo documental de su búsqueda a la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Su discurso de ese día refleja de manera espléndida su esencia y su lección de vida.
Fabiola: “Papá decía que yo era insistente, persistente e incómoda, que era como un sirirí, pues siempre estaba preguntando por qué, por qué, por qué… Ya de grande, como mamá, Luis Fernando me decía Jodelina, o Jode, con cariño, porque echaba mucha cantaleta”.
Fabiola habló a los jóvenes: “Universitarios, dejo como herencia mi símbolo, el sirirí insistente, persistente e incómodo que nunca ha matado un gavilán. Símbolo dedicado a todos aquellos ciudadanos del mundo, que nos convoca a cesar toda violencia, con la gratitud siempre presente por los logros de este legado que hoy ustedes reciben, en la recta final de una vida sin sentimientos de odio ni de venganza”.
Dignidad, decencia y honestidad, junto con terca e inevitable persistencia; esa era Fabiola.
Fabiola se enfrentó a generales, ministros, burócratas inertes, jueces y fiscales. En un momento de su búsqueda terminó presa durante diez años. Recordaba: “Justo en los días que salió la condena (por la desaparición de Luis Fernando) al Estado (colombiano) por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, me llevaron presa, con falsas acusaciones de ser la jefa de la narcoguerrilla en Antioquia, terrorista y subversiva. En la cárcel, estaba desenredando unos nudos con las monjas y otras presas del Buen Pastor, y de repente se me vino a la mente la infancia, el sirirí, las enseñanzas de papá y mamá, y pensé —“¡Esperen y verán! Ahora si van a saber quién es Fabiola Lalinde, carajo, y se va a llamar Operación Sirirí y voy a buscar a Luis Fernando toda la vida, aunque no lo encuentre.”
Y Fabiola salió y lo buscó hasta encontrarlo.
En contra de todo, montaña arriba…
Avanzados los años desde la desaparición de Luis Fernando, Fabiola logró establecer que los militares colombianos habían enterrado a su hijo como una persona sin identificar (un NN) y que luego lo exhumaron y lo desmembraron para que no lo pudieran encontrar.
Recordaba Fabiola que, en abril de 1992, “encontramos los primeros restos óseos y prendas de vestir” de Luis Fernando, en un terreno montañoso. El cráneo no aparecía. Las proyecciones de los peritos indicaban que, por el efecto de la gravedad, el cráneo tenía que estar cuesta abajo. Buscaron en la zona proyectada y no encontraron nada.
Fabiola recordaba: “Yo insistí en que deberíamos seguir buscando montaña arriba”, en contra de toda lógica. “fue entonces cuando las dije: —‘¡cuándo van a entender que aquí en Colombia las leyes de la impunidad van incluso contra la ley de la gravedad’. Seguimos buscando, cuesta arriba, hasta que encontramos el cráneo en las raíces del árbol más alto de la montaña”.
“Necesitamos seguir preguntando por qué, por qué, por qué…”
Años más tarde, luego de sobrepasar otros obstáculos en el proceso de identificación genética, Fabiola logró enterrar los restos de Luis Fernando. Pero, ahí no paró su búsqueda y siguió preguntando por qué, por qué, por qué.
Incluso cuando un alto mando militar reconoció que “el crimen de Luis Fernando nunca debió ocurrir”; ella aceptó el reconocimiento, pero volvió a preguntar “por qué, por qué, por qué…”.
Decía Fabiola: “Cuando buscamos, dudamos, preguntamos, vamos en busca de la verdad, pero cuando encontramos, cuando tenemos una respuesta, nos damos cuenta (de) que este es solo un paso, que la verdad no es certeza absoluta ni dogma, (…) y que, en el curso de la vida y de generación en generación, necesitamos seguir preguntando por qué, por qué, por qué…”
Hasta el día de su muerte Fabiola fue ejemplo de integridad y de lucha.
“Hay que ser incómodo en un país injusto”
La historia de Fabiola es el recorrido de, como ella decía, “una señora común y corriente que no estudió en la Universidad”, que nunca paró de buscar y de preguntar.
Al hacer entrega de su archivo documental, expresó ante los jóvenes universitarios: “ya tengo muchos años, pero todavía soy como un sirirí, inquieta como cuando era niña, así que para terminar voy a echar algo más de cantaleta. Jovencitos, duden, opinen, hagan hablar al archivo, no dejen que guarde silencio”.
Continuó: “El archivo de un sirirí tiene que seguir siendo incómodo en un país injusto y violento como el nuestro (Colombia)… Este es mi presente de dignidad a las generaciones que están y a las que vienen, ustedes que son amantes de la verdad, la libertad, la justicia y la belleza, ustedes que tienen en sus manos construir un país distinto. Persistan, no dejen de buscar, de preguntar siempre por qué, por qué, por qué…”
Fabiola Lalinde siempre inspirando e instigandonos a buscar la Verdad y la Justicia.
Discurso de Fabiola Lalinde en la Universidad Nacional de Colombia