El 9 de diciembre se conmemora el Día internacional de las personas defensoras de los derechos humanos.
Nueve de Diciembre: Defensores/as.
En la Declaración de la ONU sobre los Defensores de los Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General el 9 de diciembre de 1998, las Naciones Unidas no solo reconocieron su legitimidad al considerar la defensa de los derechos humanos como un derecho en sí mismo, sino también el papel decisivo que desempeñan y la necesidad de garantizar su protección.
Defensores/as se sitúan en primera línea de la lucha por los derechos humanos y porque ponen al descubierto la inmensa brecha entre los compromisos retóricos de los gobiernos y su limitado cumplimiento en la práctica.
Los defensores y defensoras denuncian y ponen en evidencia a quienes abusan de su posición de poder y autoridad. También destapan violaciones de derechos humanos, las someten al escrutinio público y presionan para que los responsables rindan cuentas.
Pueden empoderar a particulares y comunidades para que reivindiquen sus derechos básicos. Otras se niegan a aceptar como natural o inamovible cualquier orden político, social o económico que condene a sectores enteros de población a vivir en la miseria, el temor y la indignidad.
La Declaración de 1998 se dirige no sólo a los Estados y los defensores de los derechos humanos sino a todos.
Nos dice que todos tenemos una función que desempeñar como defensores de esos derechos, y destaca la existencia de un movimiento mundial en el que todos estamos inmersos.
«La Declaración sobre los Defensores de los Derechos Humanos reconoció que la defensa de los derechos humanos es un derecho, que quienes lo ejercen cumplen un rol fundamental para la protección de los Derechos Humanos y que los Estados y la Sociedad deben proteger su accionar«.
Los defensores y defensoras de derechos humanos son personas comunes, abogados o abogadas, mujeres activistas, líderes comunitarios, periodistas, sindicalistas o defensoras del medio ambiente, que luchan por hacer respetar derechos y promover libertades, educan para la paz, despiertan conciencias, desenmascaran verdades y protegen a los más débiles.
Contra ellas y ellos se mantiene una cultura de estigmatización contra las personas o colectivos que defienden los derechos de las mujeres, de los derechos LGBTI (personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales), de las personas en movilidad humana, de aquellos que defienden su derecho a la tierra, al territorio y que exigen a las empresas que cumplan sus responsabilidades, entre otras. Todas estas personas enfrentan cada vez más riesgos y viven bajo amenaza constante.
Se hace necesario que todas las instituciones del Estado promuevan escenarios de participación de la sociedad, fortalecer las políticas de diálogo y a reconocer y mantener la independencia de las instituciones cuyo papel es respetar, proteger y garantizar los derechos.
Hace 3 años, al cumplirse los 20 de la Declaración, la ONU celebraba Cumbre en París, y establecía un «plan de acción» (con el que se pretende abordar estas injusticias y apoyar a los defensores y defensoras de los derechos humanos para que continúen realizando su trabajo esencial en un entorno seguro) para defender a las personas defensoras.
La cumbre parisina pidió campañas de sensibilización, medidas efectivas de protección y prevención, programas de educación en derechos humanos y ese reconocimiento al trabajo efectuado hasta la fecha en favor de la justicia o la igualdad.
Su incumplimiento flagrante queda dramáticamente demostrado en el altísimo número de defensores/as asesinados, perseguidos, amenazadas/os.
Allí el secretario general de Amnistía Internacional, declaraba: «El grado de peligro que corren los y las activistas en todo el mundo ha alcanzado un punto crítico. A diario se amenaza, tortura, encarcela y mata a gente corriente por sus luchas, sus creencias o simplemente por ser quienes son. Es hora de actuar y hacer frente a la oleada global de represión contra quienes defienden los derechos humanos«.
Diversos liderazgos denunciaron el auge de políticos abiertamente xenófobos y racistas y de reducción de las libertades, frente a lo cual es importante reforzar la solidaridad internacional y denunciar públicamente esos hechos para acabar con su impunidad, aunque eso implique expresarse contra países aliados.