Premio Gijón Ciudad Defensora de los DDHH. Primera edición.
El 29-N es el día de las DEFENSORAS, o al menos eso dicen en NNUU.
Este año, como casi siempre, Pachakuti ha estado “resaltando” el papel sustancial de las mujeres DEFENSORAS, y ha tenido entre otras, la Expo de Gervasio sobre el tema http://www.pachakuti.org/spip.php?article1547
el alcuentru de muyeres con Luchas de Alto Riesgo http://www.pachakuti.org/spip.php?article1648
o la sexta representación de la DANZA de La Caracola “Al Límite”, https://vimeo.com/719436317
esta vez en Avilés http://www.pachakuti.org/spip.php?article1649
Este año Xixón puso en práctica (no en la dimensión “ambiciosa” que hubiéramos deseado y que propusimos a la alcaldesa hace unos años) el Premio Gijón Ciudad Defensora de los DDHH, cuya primera edición y cuyas primeras destinatarias son las mujeres embera dobidá del Chocó, y precisamente será entregado este 29-N.
Las DEFENSORAS son.. http://www.pachakuti.org/spip.php?article1341
Las DEFENSORAS tienen un papel clave.. http://www.pachakuti.org/spip.php?article1485
Las mujeres embera.. https://vimeo.com/775330105
El territorio de estas comunidades Embera Dóbida está situado entre los ríos Cacaria y Salaquí, donde la presencia de compañías mineras y madereras y la introducción de cultivos ilícitos alteran las condiciones medioambientales y el medio natural de la comunidad, y fue visitado este año por la XVIII delegación asturiana de verificación a los ddhh.
FELICITACIONES a las mujeres del Pueblo indígena Embera Dóbida
de la Asociación de Autoridades Indígenas Ancestrales del Bajo Atrato, ASOAIBA ,
por el premio “GIJON CIUDAD DEFENSORA DE LOS DERECHOS HUMANOS 2022”,
a propuesta del Sindicato de profesores-as de Asturias, SUATEA.
Las mujeres del pueblo embera dobidá (gente del río) de Colombia, cerca de la frontera con Panamá, luchan sin apoyo externo y dentro de su territorio ancestral contra el cambio climático, protegiendo de la destrucción la selva húmeda tropical en la cintura de América, en donde se juntan los oceános Atlántico y Pacífico.
Organizadas en la guardia ambiental, URAMIA (hormigas), desarmadas y con sus propias manos, arrancan las plantaciones de hoja de coca sembradas por los carteles del narcotráfico luego de talar la selva, y se enfrentan a las multinacionales mineras para evitar la destrucción de su cultura y de uno de los bosques con mayor biodiversidad del mundo.
Por sus acciones protectoras de la naturaleza las mujeres y el pueblo indígena embera Dobidá (gente del río) sufren la violencia de los grupos narco-paramilitares que las amenazan, violan mujeres y niñas, asesinan y desplazan o les confinan, aislándolos aún más, para someterlos mediante el terror impune.
Las mujeres embera protegen al planeta vivo, cuidan las selvas, se oponen a que los niños y los hombres vayan a la guerra o se involucren en la cadena del narcotráfico. Protegen la biosfera y cortan el circuito de las multinacionales del tráfico de cocaína hacia Europa. Cuidan la salud del planeta y la de la humanidad sin apoyo alguno, sin que el mundo las reconozca.
Las mujeres embera y su pueblo conservan parte de su territorio y de su cultura incluido el idioma, pero están al borde de la extinción. Los niños embera se están suicidando para evitar el reclutamiento forzado. Las niñas hacen lo mismo tras las violaciones, algunas cometidas por efectivos del ejército nacional. Una de sus autoridades tradicionales, amenazada, estuvo acogida el año pasado por el Programa Asturiano de Atención a Víctimas de la Violencia en Colombia.
Esta distinción del ayuntamiento de Gijón no tiene valor económico, pero da a conocer al mundo el esfuerzo ejemplar de las mujeres embera dobidá y el de los pueblos originarios por evitar el desastre global que generan las multinacionales mineras y las del narcotráfico, el neoliberalismo, su dogma del consumo y del crecimiento ilimitado.
¡¡¡ FELICITACIONES a las mujeres URAMIA, a las “hormigas” del pueblo embera que protegen la vida humana y al planeta vivo ¡¡
Susana Clavijo, de Ingeniería Sin Fronteras, ISFA, y la Coordinadora Asturiana de Ongs reportaron desde el territorio embera dobidá -en marzo de este año- en el marco de la XVIII Visita asturiana:
SUSANA, ISFA: Pueblo indígena Embera-Dóbida “La tierra es nuestra madre. Ahí nos paren y ahí morimos. Sin nuestra tierra, no somos indígenas”.
https://asturias.isf.es/blog/isf-asturias-participa-en-la-xviii-visita-de-verificacion-de-derechos-humanos-en-colombia/
Tras unas horas subiendo en bote por los ríos Atrato y Chintadó, a través de un magnífico paisaje selvático, nos reciben en la comunidad Jagual. En el camino, nos encontramos con varias obras en la linde del río. Más tarde nos informarían que esas obras sirven como herramientas y excusas para talar árboles en la vera del río, pues realmente no está mejorando la navegación del mismo. Una vez llegamos hasta su pueblo, tenemos la oportunidad de reunirnos con cuatro comunidades de la zona: Jagual, Pichindé, Peñablanca y Quipará; además de la presencia de la asociación ASOAIBA.
Estas cuatro comunidades vienen trabajando su unidad ante una lucha común en defensa de su pueblo y territorio. De nuevo, se denuncia la presencia de actores armados en la zona. Esta situación de violencia ha llevado a la amenaza y desaparición de líderes y lideresas indígenas, al reclutamiento forzado de niñas/os, de adolescentes, etc. Además, estas zonas se encuentran confinadas por estos actores armados ilegales, lo que les conlleva además a una restricción alimentaria y de acceso a sus recursos naturales.
Para poder moverse a lo largo del río, tienen incluso que solicitar permiso a estos grupos paramilitares. Todos estos conflictos llevan a un debilitamiento de la educación, la gestión interna, la salud, etc. Incluso tras el Proceso de Paz, se han reportado ataques en las comunidades, como bombardeos durante el 2018.
También se reportan impactos de estos conflictos sobre la salud mental y la integridad de la juventud, pues crecen viendo cómo en el futuro van a ser perseguidas/os y asesinadas/os; lo que les lleva incluso al suicidio. No obstante, a pesar del panorama complejo al que deben hacer frente, desplazarse no es una solución. Y no solo porque puede conllevar una pérdida de identidad y cultura; si no también porque estas poblaciones que viven de sus recursos naturales sufrirían inseguridad alimentaria y carecerían de infraestructuras en las que asentarse.
A pesar de que se ha reportado en otros momentos estas problemáticas a organismos del Estado, las comunidades sufren el abandono desde las instituciones públicas, pues no reciben apoyo ni recursos. Surge así la necesidad de formar un grupo que desde una base pacifista haga frente a esta situación: su Uramia (que significa “hormiga”). Estas autoridades indígenas se encargan de la defensa del territorio y la vida. Ahora mismo cuentan con 105 uramias que se organizan para “no dejar dominar a la guerra”.
Estas comunidades siguen resistiendo, luchando y reclamando sus derechos.
La Comunidad Jagual solicita, por ejemplo, la capacitación de sus líderes/as y autoridades indígenas. Quieren conocer las leyes que les benefician o promover vías más efectivas para reclamar ante las instituciones públicas. Por tu parte, la Comunidad Pichindé transmite problemas con las tierras comunitarias, pues los actores narco-paramilitares están vendiendo permisos de las tierras para explotaciones intensas de los recursos naturales. Una de sus solicitudes es que se hagan las delimitaciones de los territorios desde el gobierno colombiano, para crear una primera vía para reclamar su derecho al territorio. “El territorio es el patrimonio de los pueblos”. De nuevo se denuncia como aquellas pocas instituciones públicas o entidades sociales que se interesan por sus casos, terminan redactando unos informes que “se amontonan, cogen polvo y se olvidan”.
En cuando a la Comunidad Peñablanca, cabe destacar cómo se acaban de reubicar en el 2019 tras haber sido desplazada un total de 27 familias en septiembre de 2018 por parte de los grupos armados.
No obstante, no les están llegando apoyos ni recursos del gobierno y por el momento no cuentan con viviendas dignas y salubres. Una historia similar nos llega de la Comunidad Quiparadó, quienes sufrieron en el año 2000 el desplazamiento forzado durante al menos 8 meses, así como el asesinato de sus líderes.
Ahora que se han vuelto a asentar, sufren el confinamiento, amenazas, reclutamiento y asesinatos en sus tierras. Aún se agrava más su situación ante el hecho de que a principios de 2022 el grupo AGC ha comenzado a controlar el camino del corredor.
Tras más de cuatro horas de recorrido en lancha por los ríos Atrato y Chintadó, con la exuberante vista de la selva desplegándose en ambas orillas, la delegación de verificación de los derechos humanos en Colombia visita el pueblo Indígena Embera Dóbida (Gente de los ríos) y su Uramia (guardianes de la selva) en El Chocó.
La selva, abundante y generosa, se muestra en esplendor de martín pescadores (enormes que acompañan un trecho del río-camino a la barca indígena) de galápagos, monos, pájaros alegres de todas clases que incluyen las cotorras, las rapaces, los mochileros…
Pero se enseñorean a cada tramo sobre todo las garzas: azules, blancas, medianas, grises, gigantes, pequeñas, amarillas… las cuellilargas dominan el espacio.
Nos encontramos con los Uramia antes de llegar al resguardo indígena, van llegando en barcas, repleta de chalecos azules y emblema de hormiguita de la Uramia: son cuidadoras y cuidadores del territorio y la vida. Comparten con la delegación extranjera sus miedos, sus denuncias, sus aspiraciones y sueños, el abandono al que están sometidos por el estado al que pertenecen geográficamente.
En esta audiencia se recogen testimonios de las comunidades Jagual, Pichindé, Peñas Blancas y Quiparadó quienes relatan el acoso que sufren por parte de los grupos armados. Primero llegaron las FARC, entonces hubo denuncias de desplazamientos, asesinatos, muertes de niños… Con la firma de la paz, llegaron los paramilitares causando, de nuevo, asesinatos, desplazamientos forzados, confinamientos y el miedo. Pero, sobre todo, el orgullo de una comunidad que resiste.
Además, la ausencia de proyecto para los pueblos Indígenas por parte del gobierno colombiano, causa incontables debilidades en asuntos de salud o educación. Las necesidades, demandas y propuestas estén ampliamente consensuadas (y en crecimiento ya que ninguna de ellas se hace cumplir): una Casa de Cultura para las Mujeres; un trapiche para la caña de azúcar; un acueducto que lleve agua sana; atención sanitaria de vez en cuando; refuerzo a los docentes de la escuelita; salida sin restricciones a cultivar sus chacras que de lo contrario se pierden en la maleza; capacitaciones varias exigen sobremanera las mujeres Embera; que la institución encargada delimite los territorios que ya están legalizados; que la desnutrición infantil sea atendida; que los Derechos indígenas (que dice la ONU y que dice la Constitución colombiana) sean respetados…
Para todo ello, insisten, en el fortalecimiento de la Uramia: chalecos, radios de comunicación, formación en DDHH, alguna lanchita de transporte en emergencias, limpieza del ríos para destaponarlo tras las lluvias, respeto a la práctica de sus sabios tradicionales…
LUCÍA NOSTI de la CODOPA: Tras más de cuatro horas de recorrido en lancha por los ríos Atrato y Chintadó, con la exuberante vista de la selva desplegándose en ambas orillas, la delegación de verificación de los derechos humanos en Colombia visita el pueblo Indígena Embera Dóbida (Gente de los ríos) y su Uramia (guardianes de la selva) en El Chocó.
https://www.codopa.org/cooperacion-desarrollo-comunidades-empobrecidas/colombia/encuentro-con-el-pueblo-indigena-embera-dobida-y-su-uramia-en-el-choco_5939_191_6372_0_1_in.html
Ahora en noviembre acaba de celebrarse CONGRESO de pueblos indígenas del Chocó:
Y nos reportan que..
¿Llegará el Acuerdo de Paz al territorio, ahora que hay nuevo gobierno desde agosto?.
Hace 4 años comunidades Embera Dóbida, Katío, Wounaan y Zenú que habitan el Darién chocoano pretendían encontrar respuestas por parte del Ejecutivo para acabar con la crisis humanitaria que los aqueja, y llegaron hasta Bogotá.
Estos pueblos procedentes de las cuencas de los ríos Cacarica, Truandó y Salaquí, ubicados en los municipios de Riosucio y el Carmen del Darién (Chocó), alegaban que el incumplimiento de los acuerdos de paz con las comunidades indígenas ha generado un recrudecimiento del conflicto armado insostenible.
“Estamos aquí en Bogotá para alertar sobre el aumento del reclutamiento forzado, la siembra de minas antipersonales, los asesinatos de líderes indígenas, las amenazas contra miembros de las diferentes comunidades al norte del Chocó por cuenta de los diferentes actores armados que operan en la región: Autodefensas, Clan del Golfo y guerrilla del ELN”. Dijeron en la capital.
La firma del acuerdo de paz en 2016 entre el gobierno las Farc parecía un bálsamo que prometía reducir los índices de violencia contra las comunidades indígenas y en las zonas rurales colombianas.
Pero las promesas hechas por el gobierno de Santos y de Iván Duque, la situación en los territorios indígenas es crítica.
El Congreso que hoy se inicia trata de revitalizar propuestas para preservar territorios y selvas de la depredación y exigir al nuevo gobierno el cumplimiento hasta hora negado de los Acuerdos para la Paz de hace 6 años.
los pueblos indígenas y negros del Chocó siguen padeciendo en extremo la violencia, el control paramilitar, el desplazamiento forzado, el destrozo de los bosques, la imposición a la fuerza de cultivos ilícitos.
Coincide que la semana anterior se daba a conocer el Premio Gijón Ciudad Defensora de los DDHH: y éste ha sido concedido a las mujeres embera dobidá, que participan también de la Uramia, una guardia indígena de protección espiritual, organizativa y efectiva de los territorios.
También se conocía que dos comuneros embera, en otra zona del Chocó, eran asesinados esta semana. Carlitos Uragama Cano y Francisco Sarco Pipicay frente a sus familiares, y con heridas graves por cinco impactos de bala infligidos a un tercer indígena que se debate entre la vida y la muerte. (163 líderes sociales han sido asesinados ya este año).
¿Hay una deuda del estado, y de los Acuerdos de Paz, con los pueblos del Darién Chocoano?
Según la ONIC de los 102 pueblos indígenas de Colombia 64 estarían en riesgo de extinción.
Reconocido como un país multiétnico, que vela por la protección de su diversidad cultural -sobre el papel de la Constitución de 1991-, la Corte Constitucional identificó a 36 pueblos indígenas que están en riesgo de exterminio como consecuencia de la guerra que dura ya 60 años.
Entre las modalidades más comunes de intimidación y agresión están los asesinatos contra líderes sociales, desplazamiento forzado, violencia sexual, masacres, combates dentro y cerca de los resguardos y territorios ancestrales, desaparición forzada, confinamiento y siembra de minas antipersonales
La propia delegación asturiana en marzo fue retenida y controlada por un comando paramilitar en La Nueva, donde se juntan el Chontadó y el Truandó, en compañía de las autoridades indígenas.
Y no se trataba de un control temporal ni clandestino: desde 2017 los paramilitares han tomado el espacio y actúan como si los dueños fueran de las vidas y libertades. Años en que los militares de sobra saben del lugar y de los oficios de estos grupos que se hacen llamar AGC y cuyas pintadas están no solo a lo largo de las cuencas de los ríos sino en todas las ciudades y corregimientos, hasta en la misma capital de Apartadó.
Marcan territorialidad, humillan y confinan a su antojo a las comunidades indígenas y afros, y deciden si una delegación extranjera pasa o no pasa por el río Chontadó, pasando por varias comunidades indígenas embera, una wounaan de nombre Marcial, y llega a la del Jagual.
Al ejército no se le ve ni se le espera, lo que da veracidad a cierta complicidad o privatización indigna de la seguridad de los habitantes de la Selva húmeda. ¿Qué supone para las comunidades indígenas someterse forzadamente a este control paramilitar, pedir permiso para moverse, para llevar sus productos, para ejercer su propia autoridad y autonomía?