El Tule
Nicaragua, 2012
Arte Rupestre, Calendario de Horizonte y extrapolaciones a las culturas mesoamericanas
Desde 1992 (justamente durante el último katún del trece baktun) vengo observando una muestra de arte rupestre en un lugar llamado El Tule situado en las orillas del Gran Lago de Nicaragua (Lago Cocibolca), así como prestando atención a las opiniones de diversos especialistas que han visitado el lugar y rastreado las diversas líneas de investigación por ellos dejadas.
En la citada muestra de arte rupestre, identifiqué unos dibujos como iconos calendáricos: el mono, el lagarto, la serpiente y particularmente un grupo de cuatro situados en un mismo mural y en la precisa secuencia de dragón-muerte-mono-buitre que asocio con los cuatro cargadores del calendario mesoamericano que se estima rigieron desde un poco antes de nuestra era hasta cerca del año quinientos de nuestra era.
Con esta suposición busqué las trazas del hipotético calendario de horizonte y resulta que creo haberlas encontrado y con grandes dimensiones de 486 m según este-oeste y 428 m según norte-sur. Dimensiones que dan una declinación solar de 23º 46´ concordante con esas fechas.
Con la particularidad de que dispone de dos puntos principales de observación situados sobre un eje este-oeste a 486 metros de distancia, algo bastante novedoso y con una lógica aplastante pues desde el punto situado en el oeste se puede observar el surgir de los cuerpos celestes por el oriente, pero, no se pueden observar aquellos cuerpos que en algunos momentos no surgen por el este en los atardeceres o durante el resto de la noche y solo “rayan” el horizonte en sus puestas por el oeste. Tal es el caso de la Luna, Venus y de los demás planetas y estrellas salvo la Polar y pocas más. Cruzando y complementando las informaciones recibidas desde ambos polos se obtiene un preciso y detallado seguimiento del caminar de los astros en el horizonte.
Y lo más notorio, la geometría que se deriva de esta topografía aparece en la iconografía calendárica prehispánica, no así la derivada de un solo punto de observación.
Estructura que también concuerda con el viejo principio filosófico de los pares de opuestos complementarios.
Observé que las informaciones que nos da la Arqueología actual en relación a Tenochtitlan en cuanto a dimensiones, orientación y ubicación en las costas de un lago son muy similares con las obtenidas en El Tule.
Que la Geometría que nos presenta la Lámina I del Códice Mendoza (un rectángulo con sus dos diagonales) es totalmente coincidente con la mitad sur de nuestro calendario de horizonte u observatorio astronómico. Incluso coincide exactamente la ubicación de algunos lugares como el glifo de la ciudad, el tzompantli y el templo.
La coincidencia se hace más notoria si se dibuja con la “norma” azteca en la cual el este se sitúa “arriba” y el oeste se sitúa “abajo” y se introduce el código de colores que frecuentemente asigna el azul al sur.
Supuse que si coincidía la geometría debería de coincidir la iconografía.
En la Lámina I del Códice Mendoza solo aparecen dos iconos asociables a cargadores: el águila y la flor (del nopal, el nopal se debe leer como flor). Pero faltarían otros dos.
Observo que en el dibujo del manuscrito Durán, sobre la fundación de México, aparecen los cuatro cargadores: serpiente-perro-águila-flor.
Del pobre perro nadie ha hablado, pero allí está y no está en la tierra al lado de los personajes, está como flotando en el agua y acostado en una posición y actitud que pareciera carecer de lógica natural. Considero que la única explicación de esta composición pictográfica es la necesidad de agrupar los cuatro cargadores del calendario de esa época para darnos ese mensaje: serpiente-perro-águila-flor.
Las leyendas de la fundación de México se refieren al águila y la serpiente como elementos mitológicos. Con estas observaciones de El Tule de Nicaragua, estos elementos, serpiente-perro-águila-flor, son eminentemente calendáricos y estarían marcando la época de vigencia del calendario de Tenochtitlan tal y como sucede en El Tule. Y ello sin menoscabo de su carácter mitológico.
Las fechas aproximadas de vigencia para los cargadores serpiente-perro-águila-flor serían entre el año 548 y el 28 antes de nuestra era.
Las de dragón-muerte-mono-buitre irían a continuación entre el 28 antes de nuestra era y el 492 de nuestra era.
Lo que significa que en El Tule se recogerían los conocimientos y tradiciones que rigieron en Tenochtitlan.
A partir de este supuesto, lo migración azteca, guiada por sus sacerdotes y como tales, depositarios del saber y del conocimiento histórico, irían buscando una piedra, a orillas de un lago, en cual estuviesen grabados estos cuatro cargadores como petroglifos. Serpiente, águila y flor, encima de la piedra y secuenciados y el perro a un lateral.
Desde esta perspectiva, no se trataría del mero albur de que un águila, parada encima de un nopal, que a su vez nace encima de una piedra a orillas de un lago, se esté comiendo una serpiente y en ese mero instante la vean los exploradores aztecas.
Difícil lo tendrían para encontrarse con algo tan poco probable desde el punto de vista del comportamiento de las especies animales y vegetales porque:
- Un águila grande no se posa encima de un nopal y menos a comerse una serpiente, para esto, buscan siempre lugares más elevados y más sólidos, como el tronco de un gran árbol o una elevada peña.
- Los nopales son vegetación típica de sabana. Difícilmente pueden crecer en las orillas de un lago porque son desplazados por la más vigorosa y mejor adaptada vegetación ribereña.
En realidad tampoco sería fácil encontrar la piedra cuya superficie podría estar cubierta de vegetación, pero se trataría de algo más real.
Se podría pensar que los aztecas irían buscando los restos de un lugar muy famoso en la antigüedad y de muy importante significado para ellos, como para permanecer en la memoria de sus sacerdotes (sus historiadores) por dos mil años y anhelar regresar a él como a su tierra prometida. Porque de la leyenda se desprende que iban buscando un lugar preciso definido por el águila, la serpiente y el nopal (flor) situados encima de una piedra, pero, a partir de esta teoría, como petroglifos, como símbolos de su calendario y no como seres vivos o elementos reales de la fauna o la flora.
Lo cual concuerda con el pasaje de la leyenda en el cual el águila que va guiando la migración azteca les dice que cuando la encuentren en el lugar señalado, ya no volará y allí se quedará para siempre.
Los cuatro cargadores serpiente-perro-águila-flor, podrían estar gravados también en la parte dorsal de la famosa escultura conocida como “El Teocalli de la Guerra Sagrada” o “Piedra del Templo”. Desde esta perspectiva, son claras las representaciones del águila y la flor (nopal). Se puede discutir el simbolismo en torno a lo que porta el águila en el pico. En el Códice Mendoza que podría ser el más genuino, el águila no tiene la serpiente en el pico. En el manuscrito Durán si la lleva y en todos los escudos que de México se han adoptado.
Modernamente se tiende a pensar que este símbolo no es la serpiente, es el símbolo agua fuego de la guerra, el Atl Tlachinolli. Y podría ser porque el hecho de que este símbolo lo porten casi todos los personajes que aparecen en el Teocalli lo podría descalificar como icono calendárico.
Sin embargo me da la impresión de que no se ha analizado suficientemente la parte inferior en donde nace el nopal.
En mi opinión, lo que parece verse, en esta parte inferior, es el icono de piedra, tal y como se representa la fundación de Mexico en casi todos los documentos de la época: encima de una piedra a orillas del agua, águila y flor (nopal).
En la piedra parece haber dos bocas, una en la parte superior de donde sale el nopal y otra a la derecha.
Se ha dicho que el nopal surge de la boca de la diosa, señor o señora tierra, Tlaltecuhtli, podría ser, pero me inclino a pensar que no porque Tlaltecuhtli ya está excelentemente representada en la repisa frontal media y si se observa la pauta gráfica del Teocalli, un personaje no se representa dos veces. Más bien me inclino a pensar que ese personaje sea la serpiente y en este caso se recogería el simbolismo de hacer salir de sus fauces los elementos calendáricos que aluden al nacimiento, creación, o fundación de la ciudad antigua de Tenochtitlan. En torno a esta boca se observan rasgos que pudieran ser escamas y el contorno de la cabeza en sobre relieve con respecto al icono de la piedra.
La otra boca parece estar adosada a la derecha del icono piedra, pero si nos fijamos con detalle, esta boca, que está recostada encima de unos pies o manos, está separada de la piedra, tal y como aparece representado el perro en Durán. Además parece tener unos colmillos que la identifican como perro ya que los colmillos de las serpientes acostumbran a ser representados de otra forma. Adicionalmente, algunos autores han establecido que la isla donde se asentaron los mexicas era conocida antiguamente como Isla de los Perros, nombre que también podría abonar en esta dirección.
En síntesis, la parte posterior del Teocalli podría ser el referente de Tenochtitlan, la ciudad de la época serpiente, perro, águila, flor, ubicada a la orilla del lago y sobre cuyo recinto sagrado se ubica el recinto sagrado de México, la nueva ciudad que levantan los aztecas.
Esta interpretación de la iconografía del Teocalli revalida la teoría anterior.
A partir de todo lo anterior, surge un reto que validaría toda la teoría: ubicar bajo el actual suelo del Recinto Sagrado de Tenochtitlan la piedra con los petroglifos que buscaron los aztecas y que probablemente no haya sido destruida si no que se habrá cuidadosamente enterrado siguiendo la costumbre de edificar sobre lo antiguo sin destruirlo. Y ubicarla en la misma posición que aparece en el Códice Mendoza y en el Plano de El Tule.
La Geometría de El Tule en la cultura Huasteca
Adicionalmente, la Geometría Calendárica de El Tule parece estar reflejada en el famoso Monumento 32 o Calendario Lunar de Tamtoc, San Luis Potosí, extraordinaria muestra de la cultura huasteca. Se ha dicho que las líneas oblicuas son chorros de sangre. Es posible, pero me inclino a pensar, a partir de los aprendizajes de El Tule, que se trata de la representación de las líneas solsticiales de algún astro y de las correspondientes norte-sur y este-oeste asociadas a ellas en un calendario de horizonte con dos puntos de observación opuestos y complementarios situados en la cabeza y pies del personaje central como en El Tule.
Se puede observar como el símbolo Ollin, Movimiento, se identifica perfectamente en sus dos variantes más conocidas con la geometría del Monumento 32 y con la de El Tule. En este caso se ha tomado un glifo de Uxmal para la versión completa del calendario y otro de Tajín con increíbles similitudes para la versión que alude a la intersección de las líneas solsticiales.
José Solís Menéndez
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