Asturias Colombia.
Los tres primeros días de la 16ª delegación asturiana de verificación a los ddhh en Colombia fueron dedicados a conocer y actualizar la situación de los pueblos indígenas del Cauca, con visita a la ACIN, a Caldono y sus Cabildos, a la sede central del CRIC en Popayán, y a Morales, con otros Cabildos indígenas. O sea los territorios actualmente más vulnerables y vulnerados en sus derechos. Además una recepción amplia en la Universidad indígena.
La llegada de la Misión, y esta inmersión acelerada en la potente organización indígena en el Cauca, coincide con la presentación reciente de los Informes de la ONU, que, por ser más oficiales, han tenido una airada respuesta negacionista del gobierno Duque, llegando el partido uribista en el gobierno a proponer la salida de la Misión ONU del país: ojos que no ven, denuncias y crímenes que se mantienen escondidos.
Es con este gobierno que tiene el movimiento indígena 1.100 acuerdos sin cumplir.
Se movilizan, exigen, acuerdan, el gobierno no cumple, y vuelta a empezar para exigir que lo firmado se empiece a cumplir. Y entretanto… la Organización crece, se consolida, pero los crímenes, la persecución, las amenazas aumentan.
Los datos aportados indican que solo fueron unos meses de relativa tranquilidad y esperanza en 2016 previo y posterior al Acuerdo de Paz con las FARC.
Después los territorios donde esa guerrilla ponía cierto orden, entraron de nuevo en la disputa, en la violencia, en el exterminio acrecentado de autoridades indígenas, comuneras y comuneros y guardia indígena.
Guardia-guardia, Fuerza-Fuerza.
Se le ha asignado desde la comunidad (Mandato colectivo) un papel central a la guardia indígena, con su pañoleta rojiverde, con sus bastones de mando con cintas multicolores (res decir sin armas) en el control territorial, en la “escolta” a líderes y autoridades, en la aplicación de la Justicia propia o indígena en los casos que le compete.
Y esa acción colectiva por mandato comunitario lleva en la práctica a confrontación, ataques, desarmonía.
Y “la guardia” lleva la peor parte. Si tienen que decomisar y quemar drogas, los narcos tomen venganza. Si tratan de preservar el orden en los territorios indígenas y ello supone rechazo a cualquier persona o grupo armado, éstos toman represalias, y los “puestos” de humilde guadua (bambú local) o los puntos de seguimiento de acceso de vehículos, son atacados y destruidos.
O, si en las movilizaciones procuran protección para las gentes movilizadas, entonces la fuerza pública se ceba contra la guardia, que sin embargo se ha ido consolidando y requiere para su mejor funcionamiento de Formación, de pequeños recursos de comunicación efectiva, de dedicación de algunos de sus efectivos de forma semipermanente..
Las CIFRAS de violación de DDHH de 2019 y los dos meses del 2020 son terribles:
Por su parte la Universidad Indígena, Autónoma e Intercultural, que lleva 20 años funcionando pero considerada y tratada como ilegal por los diferentes gobiernos hasta 2018, en que se ganó esa legalidad en base a lo que dice la Constitución y lo que inspira en Convenio 169 de la OIT, constituye otro logro y fortaleza del CRIC.
Nos lo explican tras una ceremonia de agua, en circulación en espiral, con saludos a los puntos cardinales del Abya Yala, y entrando a la Tulpa dedicada a la sanación, como espacio de potenciación.
Desde hace 18 meses el fuego esta encendido y sin apagar, y la intención es mantenerlo vivo.
Un lugar adecuado para explicar las resistencias desde la invasión europea, momento clave de pérdida de derechos, y las movilizaciones continuadas para tratar de rescatar esos derechos, la resistencia y el no pago de los terrajes, las referencias de Quintín Lame reciente, o la Gaitana más atrás en el tiempo, y la confluencia de movilizaciones en 1971 para fundar el CRIC.
Luego, al calor de las movilizaciones indígenas continentales se aprobaría el Convenio 169-OIT, y bajo su influencia se consignarían derechos en la Constitución colombiana de 1991, aunque dichos Derechos estén pendientes de cumplimiento para los 115 pueblos y culturas indígenas reconocidas en Colombia.
El CRIC organiza a 10 de ellos en el departamento del Cauca, con 126 autoridades, con líneas de acción basadas en los Derechos propios, en la Palabra de origen o lenguaje de la naturaleza, y las consignas de Unidad, Tierra, Autonomía, Defensa de la Vida.
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