La averiada herramienta del “desarrollo rural” en Colombia.
Nos invitan a la reunión de Junta Nacional del Sindicato del INCODER que sesionan por tres días con representantes departamentales con tareas perentorias en defensa de la propia institución del estado colombiano.
El Sintraincoder es heredero del Sintradín, que respondía a la organización de funcionarias y funcionarios del INCORA, Instituto colombiano de Reforma Agraria. El INCORA, sin embargo, frenó la reforma agraria, según declaración de la propia Procuradoría, y por otra parte fue eliminado por el gobierno de Uribe, creándose el INCODER, instituto de desarrollo rural, dejando fuera a miles de funcionarias y funcionarios.
Los “sobrevivientes” están en este sindicato que mantiene las alianzas estratégicas con quienes son sus supuestos usuarios, es decir el mundo campesino, y sus organizaciones. De hecho el sintraincoder acaba de ser admitido como miembro de la Federación Agraria Fensuagro.
Pero estos sobrevivientes, con un acumulado de sabiduría agraria, tienen mucho que decir, cualquiera que sea la intención del gobierno: si prometer en La Habana avances en materia de reforma agraria y luego practicar lo contrario, como está ocurriendo, o si, en el mejor de los casos, se consigue coherencia institucional para atender las urgentes demandas campesinas.
Ahora el gobierno tiene facultades extraordinarias para reestructurar las instituciones que tienen que ver con el campo. Ayer se publicaba el decreto, y todavía no saben los sindicatos por dónde irá la cosa, dada la experiencia nefasta de 2003, que ha dejado en plantilla oficial del Incoder a 680 funcionarias y funcionarios y de ellas solamente 450 técnicas. Al tiempo, para atender la demanda, hay contratadas “de excepción”, pero que se prolonga en el tiempo, otras 3000 personas, con diferente remuneración, sin derechos, sin sindicatos.
Un instrumento que cumplió diez años es visto por todo el mundo como inútil para cumplir sus funciones, centralista, con sólo sedes en las ciudades pero no en el campo al que debiera aportar sus esfuerzos.
Calentita está la aprobación del PND, plan nacional de desarrollo, que los campesinos han bautizado como plan nacional del despojo, y allí no se contemplan presupuestos adecuados para las tareas que supuestamente se derivarían de los acuerdos en la Habana en materia de Tierras, lo que hace preveer… ¿su flagrante incumplimiento antes de empezar?
Es decir, si hay 6 millones de hectáreas robadas que hay que devolver a las familias campesinas..y hay 13 millones de campesinos pobres… las cuentas no cuadran y a este paso, dicen en el sindicato, Colombia tardaría 166 años en hacer cumplir el acuerdo de reforma rural integral, mientras que los terratenientes siguen en su ritmo imparable de acaparamiento de tierras, tanto sea la Cargill extranjera, como los conocidos latifundistas de apellido Uribe o Santos, el primo del presidente.
A sede de Incoder llegó el abogado laboralista Jairo Villegas para contribuir a hacer claridad en esta tesitura, y fueron numerosas las inquietudes planteadas, a la luz del derecho laboral y las recomendaciones de la OIT, en esta nueva reestructuración frente a cual los sindicatos deberán juntar fuerzas y estrategias para hacer prevalecer algún mecanismo coherente de atención y servicio al mundo rural y a las familias campesinas.
Nuevas tareas para estos activistas que han trasladado a su periódico Realidad Rural de forma permanente propuestas alternativas , debates y llamamientos para potenciar la alianza entre el funcionariado consecuente y las organizaciones agrarias en defensa de las tierras y territorios y de un desarrollo rural diferente a los monocultivos y destrozos de los venenos y paquetes tecnológicos de la agroindustria. Una alianza para construir soberanía alimentaria.
Un baluarte preservado, el de SINTRAINCODER, elemental también para asesorar las vitales Zonas de Reserva Campesina.
Y nos han ratificado la confianza en Asturias para mantener la fluidez de comunicación, intercambios y aprendizajes, que comenzaron cuando Sintradín fue el anfitrión en muchos departamentos colombianos, de la delegación asturiana de 1998 que tendría fecundas consecuencias para las fraternas relaciones entre Asturias y Colombia.