8 y 9 de octubre
Según la historia, en abril de 1954, en las ruinas del Tazumal, situadas a 80 kilómetros de San Salvador, en Chalchuapa, Santa Ana, estuvo el Ché en una breve visita para ver las ruinas del asentamiento maya que existió alrededor de los años 100-1,200 d. C. en la zona occidental.
Ahora en vísperas de los 56 años del Ché, la alcaldía ha mandado eliminar un monumento a Guevara que allí se había emplazado en 2009, del artista René Montúfar e inaugurado con la presencia de la hija del guerrillero, Aleida Guevara.
¿tanto miedo sigue dando a los poderosos la influencia permanente del CHE?
Homenajes en todo el mundo se están dando este fin de semana. Desde Badalona hasta Vietnam.
El cuerpo de Ernesto Che Guevara fue baleado, hace 56 años, por un suboficial boliviano, en cumplimiento de órdenes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de EE. UU.; después de ser herido en combate y apresado en la Quebrada del Yuro, tras agotar todos sus proyectiles.
Fue llevado hasta una escuelita del pequeño poblado montañoso boliviano de La Higuera, desde donde su legado sigue expandiendo su mensaje antimperialista por todo el mundo.
En cada aniversario de nacimiento o muerte del Che toman renovado impulso sus ideas y su ejemplo y valor sin límites, que le hicieron sobreponerse al asma desde pequeño, viajar por países de América para conocerlos «por dentro», oponerse al golpe de Estado contra el presidente Jacobo Árbenz, en Guatemala, patrocinado por la CIA, y enrolarse en México en la expedición que preparaba Fidel para liberar a Cuba de una sangrienta tiranía, preludio de sus hazañas posteriores en el Ejército Rebelde.
El 3 de noviembre de 1966, el Comandante Guevara de la Serna llegó a Bolivia bajo la identidad falsa de Adolfo Mena González, y con pasaporte uruguayo, y el 7 de ese mes comienza su Diario de Bolivia, al instalarse en una zona montañosa y selvática, cerca del río Ñancahuazú, donde la cordillera de los Andes se une con la región del Gran Chaco.
30 años después de su asesinato una investigación cubana logró ubicar sus restos en Vallegrande, y trasladarlo justo a sus compañeros guerrilleros a Cuba.
Ese año, en el marco de una semana de actividades en el aniversario, otra delegación asturiana participaría de la efeméride en Vallegrande y la Higuera, y haría uno de los saludos y entrevista al sindicalista Evo Morales, quien posteriormente sería Presidente de Bolivia.
Este año la presentación del libro “Bolivia, el Che y una historia no contada”, de la escritora argentina Leda Berlusconi, iniciará el programa de homenaje en Bolivia.
El Centro Cultural Che Guevara de Vallegrande, en el departamento de Santa Cruz, vuelve a celebrar “semana del Che”: la Videoteca Barbarroja proyectará el filme argentino Libres. Hay feria artesanal y espectáculo musical. También el documental “Hermanos de sangre, compañeros de Ideas”, con el testimonio de Juan Martín Guevara, que relata su relación familiar con el Guerrillero Heroico. Se proyecta de nuevo “Hasta la Victoria Siempre”, del histórico cineasta Santiago Álvarez, filmado en la Plaza de la Revolución, en La Habana, 10 días después del asesinato del Che. Y se realizan visitas a lugares históricos de la Guerrilla de Ñancahuasú como el Mausoleo del Che, la Fosa de los Guerrilleros del grupo de Joaquín (Vilo Acuña) y Tania (Tamara Bunke), el Hospital de Maita y la subida a la zona de La Higuera.
Ahora que se siguen conmemorando los 50 años del Golpe en Chile, y se ha publicado y presentado en Asturias la biografía de Víctor Jara, de Mario Amorós, https://www.nortes.me/2023/09/15/50-anos-del-asesinato-de-victor-jara/ bueno es recordar de nuevo que Jara dedicó sus versos y cantos al Ché:
La Zamba del Ché la había compuesto el arquitecto mexicano Rubén Ortiz y Víctor la universalizó con su versión.
Vengo cantando esta zamba
Con redoble libertario
Mataron al guerrillero
Che comandante Guevara
Selvas, pampas y montañas
Patria o muerte su destino
Que los derechos humanos
Los violan en tantas partes
En América Latina
Domingo, lunes y martes
Nos imponen militares
Para sojuzgar los pueblos
Dictadores, asesinos
Gorilas y generales
Explotan al campesino
Al minero y al obrero
Cuanto dolor su destino
Hambre miseria y dolor
Bolívar le dio el camino
Y Guevara lo siguió
Liberar a nuestro pueblo
Del dominio explotador
A Cuba le dio la gloria
De la nación liberada
Bolivia también le llora
Su vida sacrificada
San Ernesto de La Higuera
Le llaman los campesinos
Selvas, pampas y montañas
Patria o muerte su destino.
Y dedicada a Guevara es también la canción de Víctor Jara El Aparecido:
Abre sendas por los cerros,
Deja su huella en el viento,
El águila le da el vuelo
Y lo cobija el silencio.
Nunca se quejó del frío,
Nunca se quejó del sueño,
El pobre siente su paso
Y lo sigue como un ciego.
Correlé, correlé, correlá,
Por aquí, por allí, por allá,
Correlé, correlé, correlá,
Correlé que te van a matar,
Correlé, correlé, correlá.
Su cabeza es rematada
Por cuervos con garra de oro,
Cómo lo ha crucificado
La furia del poderoso.
Hijo de la rebeldía,
Lo siguen veinte más veinte,
Porque regala su vida
Ellos le quieren dar muerte.
Correlé, correlé, correlá,
Por aquí, por allí, por allá,
Correlé, correlé, correlá,
Correlé que te van a matar,
Correlé, correlé, correlá.
Un hombre caerá con el crepúsculo,
Caerá también un hombre y su bitácora
En la oscuridad de un pozo.
Pescador en la arena,
Prisionero en la gaviota,
Caerá su muerte maltratada,
Su muerte mineral
Y la semilla que no germinaba todavía.
Carta a Ernesto Che Guevara de Frei Betto (*):
Querido Che:
Ya han pasado 56 años desde que la CIA te asesinó en la selva de Bolivia, el 8 de octubre de 1967. Tenías entonces 39 años. Pensaban tus verdugos que, al meterte balas en tu cuerpo, después de haberte capturado vivo, condenarían al olvido tu memoria. Ignoraban que, al contrario de los egoístas, los altruistas nunca mueren. Los sueños libertarios no quedan confinados en jaulas cual pájaros domesticados. La estrella de tu boina brilla más fuerte, la fuerza de tus ojos guía a generaciones por las rutas de la justicia, tu semblante sereno y firme inspira confianza a quienes combaten por la libertad. Tu espíritu trasciende las fronteras de Argentina, de Cuba y de Bolivia y, cual llama ardiente, inflama aún hoy el corazón de muchos revolucionarios.
En estos 56 años ha habido cambios radicales. Cayó el muro de Berlín y sepultó al socialismo europeo. Muchos de nosotros sólo ahora comprenden tu osadía al señalar, en Argel en 1962, las grietas en las murallas del Kremlin, que nos parecían tan sólidas. La historia es un río veloz que no ahorra obstáculos. El socialismo europeo trató de detener las aguas del río con el burocratismo, el autoritarismo, la incapacidad para llevar a la vida cotidiana el avance tecnológico derivado de la carrera espacial y, sobre todo, se revistió de una racionalidad economicista que no hincaba sus raíces en la educación subjetiva de los sujetos históricos: los trabajadores.
Quién sabe si la historia del socialismo no sería distinta hoy si hubieran prestado oído a tus palabras: “El Estado se equivoca a veces. Cuando sucede una de esas equivocaciones se percibe una disminución del entusiasmo colectivo debido a una reducción cuantitativa de cada uno de los elementos que lo forman, y el trabajo se paraliza hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes: es el momento de rectificar”.
Che, muchos de tus recelos se han confirmado a lo largo de estos años y han contribuido al fracaso de nuestros movimientos de liberación. No te escuchamos lo suficiente. Desde África, en 1965, le escribiste a Carlos Quijano, del periódico Marcha de Montevideo: “Déjeme decirle, aún a costa de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por sentimientos de amor. Es imposible pensar en un auténtico revolucionario sin esta cualidad”.
Esta advertencia coincide con lo que el apóstol Juan, exiliado en la isla de Patmos, escribió en el Apocalipsis hace dos mil años, en nombre del Señor, a la Iglesia de Éfeso: “Conozco tu conducta, el esfuerzo y la perseverancia. Sé que no soportas a los malos. Aparecieron algunos diciendo que eran apóstoles. Tú los probaste y descubriste que no lo eran. Eran mentirosos. Ustedes han sido perseverantes. Sufrieron por causa de mi nombre y no se desanimaron. Pero hay una cosa que repruebo en ti: abandonaste el primer amor” (2, 2-4).
Algunos de nosotros, Che, abandonaron el amor a los pobres, que hoy se multiplican en la Patria Grande latinoamericana y en el mundo. Dejaron de guiarse por grandes sentimientos de amor para ser absorbidos por estériles disputas partidarias y, a veces, hacen de los amigos, enemigos, y de los verdaderos enemigos, aliados. Corroídos por la vanidad y por la disputa de espacios políticos, ya no tienen el corazón encendido por ideas de justicia. Permanecieron sordos a los clamores del pueblo, perdieron la humildad del trabajo de base y ahora cambian utopías por votos.
Cuando el amor se enfría el entusiasmo se apaga y la dedicación se retrae. La causa como pasión desaparece, como el romance entre una pareja que ya no se ama. Lo que era ‘nuestro’ resuena como ‘mío’ y las seducciones del capitalismo reblandecen los principios, cambian los valores y si todavía proseguimos en la lucha es porque la estética del poder ejerce mayor fascinación que la ética del servicio.
Tu corazón, Che, latía al ritmo de todos los pueblos oprimidos y expoliados. Peregrinaste desde Argentina a Guatemala, de Guatemala a México, de México a Cuba, de Cuba al Congo, del Congo a Bolivia. Todo el tiempo saliste de ti mismo, encendido de amor, que en tu vida se traducía en liberación. Por eso podías afirmar con autoridad que “es preciso tener una gran dosis de humanidad, de sentido de justicia y de verdad, para no caer en extremos dogmáticos, en escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas. Es necesario luchar todos los días para que ese amor a la humanidad viva se transforme en hechos concretos, en gestos que sirvan de ejemplo, de movilización”.
Cuántas veces, Che, nuestra dosis de humanidad se ha resecado, calcinada por dogmatismos que nos hincharon de certezas y nos dejaron vacíos de sensibilidad para con los dramas de los condenados de la Tierra. Cuántas veces nuestro sentido de justicia se perdió en escolasticismos fríos que proferían sentencias implacables y proclamaban juicios infamantes. Cuántas veces nuestro sentido de verdad cristalizó en el ejercicio de autoridad, sin que correspondiésemos a los anhelos de quienes sueñan con un trozo de pan, de tierra y de alegría.
Tú nos enseñaste un día que el ser humano es el “actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo, en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad”. Y que éste no es “un producto acabado. Los defectos del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual y hay que emprender un continuo trabajo para erradicarlos”. Quizá nos ha faltado destacar con más énfasis los valores morales, las emulaciones subjetivas, los anhelos espirituales. Con tu agudo sentido crítico cuidaste de advertirnos que “el socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecen muchas veces de conocimientos y de la audacia intelectual necesarios para enfrentar la tarea del desarrollo del hombre nuevo por métodos distintos de los convencionales, pues los métodos convencionales sufren la influencia de la sociedad que los creó”.
A pesar de tantas derrotas y errores, hemos tenido conquistas importantes a lo largo de estos cuarenta años. Los movimientos populares han irrumpido en todo el Continente. Hoy en muchos países están mejor organizados los campesinos, las mujeres, los obreros, los indios y los negros. Entre los cristianos, una parte significativa ha optado por los pobres y engendró la Teología de la Liberación. Hemos sacado considerables lecciones de las guerrillas urbanas de los años 60; de la breve gestión popular de Salvador Allende; del gobierno democrático de Maurice Bishop, en Granada, masacrado por las tropas de los Estados Unidos; de la ascensión y la caída de la Revolución Sandinista; de la lucha del pueblo de El Salvador. En México los zapatistas de Chiapas ponen al desnudo la política neoliberal y se propaga por América Latina la primavera democrática, con los electores repudiando a las viejas oligarquías y eligiendo a aquellos que son a su imagen y semejanza: Lula, Chaves, Morales, Correa, Ortega, etc.
Falta mucho por hacer, querido Che. Pero conservamos con cariño tus herencias mayores: el espíritu internacionalista y la revolución cubana. Una y otra cosa se presentan hoy como un solo símbolo. Comandada por Fidel, la Revolución cubana resiste al bloqueo imperialista, la caída de la Unión Soviética, la carencia de petróleo, los medios de comunicación que pretenden satanizarla. Resiste con toda su riqueza de amor y de humor, salsa y merengue, defensa de la patria y valoración de la vida. Atenta a tu voz, ella desencadena un proceso de rectificación, consciente de los errores cometidos y empeñada, a pesar de las dificultades actuales, en hacer realidad el sueño de una sociedad donde la libertad de uno sea la condición de justicia del otro.
Desde donde estás, Che, bendícenos a todos nosotros los que comulgamos en tus ideales y tus esperanzas. Bendice también a los que se cansaron, se aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en su propio beneficio. Bendice a los que tienen vergüenza de confesarse de izquierda y de declararse socialistas. Bendice a los dirigentes políticos que, una vez destituidos de sus cargos, nunca más visitaron una favela ni apoyaron una movilización. Bendice a las mujeres que, en casa, descubrieron que sus compañeros eran lo contrario de lo que ostentaban fuera, y también a los hombres que luchan por vencer el machismo que los domina. Bendícenos a todos nosotros los que, ante tanta miseria que siega vidas humanas, sabemos que no nos queda otra vocación más que la de convertir corazones y mentes, revolucionar sociedades y continentes. Sobre todo bendícenos para que, todos los días, estemos motivados por grandes sentimientos de amor, de modo que podamos recoger el fruto del hombre y la mujer nuevos.
*Frei Betto es escritor, autor de “La mosca azul. Reflexiones sobre el poder”, entre otros libros.
Traducción (en el 40 aniversario) del dominico asturiano J.L.Burguet.
José Saramago:
Che Guevara, si tal se puede decir, ya existía antes de haber nacido, Che Guevara, si tal se puede afirmar, continuó existiendo después de haber muerto. Porque Che Guevara es sólo el otro nombre de lo que hay de más justo y digno en el espíritu humano. Lo que tantas veces vive adormecido dentro de nosotros. Lo que debemos despertar para conocer y conocernos, para agregar el paso humilde de cada uno al camino de todos.
Elena Poniatowska: Ernesto Che Guevara como símbolo universal de rebeldía, representa la fuerza y la energía renovadora de la juventud, así como un hombre que siempre luchó por sus ideales: justicia para todos e igualdad social. Esas demandas, a 56 años de su muerte, siguen vigentes, porque las condiciones cambiaron muy poco, e incluso han empeorado.
Araceli Ruiz: «El Che Guevara me ayudó a reunirme con mis padres siendo refugiada» https://www.lne.es/oviedo/2017/03/08/araceli-ruiz-che-guevara-ayudo-19372041.html
Deja una respuesta