Trujillo Cien Años.
El nombre del Trujillo extremeño se ha extendido y reproducido en la práctica totalidad de los países latinoamericanos.
En algunos lugares son ciudades grandes como en Perú, en otros son medianas o pequeñas como en la Honduras garífuna.
En el caso colombiano la ciudad que cumple centenario (o sea que es joven) está situada en el Valle del Cauca, y tiene una historia terrible de represión.
Precisamente desde el movimiento de víctimas llegan noticias de este centenario. Lo celebran en AFAVIT.
Conmemoran como siempre la Vida.
En el Trujillo colombiano se ha dado una de las masacres más extensas, en el tiempo, e intensas, por el grado de crueldad y el número de víctimas a manos de paramilitares y militares.
Las sobrevivientes, las matriarcas de Trujillo, favorecieron la asociación, el juntarse, la creación de la AFAVIT, que en 2011 recibían el premio internacional DDHH del Ayto de Siero, y ese diciembre nos visitaba Maritze Trigos.
Posteriormente esta monja heroica, sobreviviente de cientos de amenazas de muerte, la dominica Maritze Trigos, volvería a Asturias en intervendría ante las autoridades para compartir los “hechos de Trujillo”. La masacre, la impunidad de sus verdugos.
Maritze además estaría tres meses protegida en el programa madrileño (que solo duró un suspiro, llegó Almeida a la alcaldía y lo eliminó).
Maritze carga en su mochila pancartas de las víctimas de la masacre de Trujillo y fotos de las matriarcas, las madres y abuelas de las personas asesinadas y desaparecidas cuando sus restos eran arrojados al río Cauca.
Este centenario de Trujillo se está celebrando con hechos de Memoria.
Recordando a las víctimas. En la primavera de 2011 una delegación asturiana encabezada por el director de cooperación Marcos Cienfuegos y la responsable de ddhh en el gobierno vasco visitaban el Parque de la Memoria.
Ahora lo vuelven a hacer, sobre todo universitarios, que se encuentran ante un conjunto de obras incrustadas en las laderas de una montaña boscosa.
Varias veces han sido vandalizadas por los paramilitares que siguen en las proximidades. Y vuelta a recuperar.
Son 65 mil metros cuadrados que incluyen tres edificaciones medianas en la entrada, 342 tumbas de las víctimas enmarcadas por un Viacrucis cuyas 14 estaciones recuerdan múltiples masacres colombianas y una explanada en lo alto que contiene el Muro a la Sombra del Amor creado por el artista kurdo Hoshayar Rasheed, y la que se considera estación final de los peregrinos: la tumba museo del sacerdote católico Tiberio Fernández Mafla, párroco de Trujillo, secuestrado junto con tres personas más, para luego ser torturado, descuartizado con motosierra y lanzado al río Cauca, de donde fue rescatado por un canoero que también fue asesinado.
Los cuerpos de sus acompañantes –entre ellos una sobrina– jamás fueron encontrados.
Volvimos a encontrarnos varias veces con Maritze en Bogotá, y de nuevo en Valencia:
Llega esta mujer a un palacio valenciano y despliega su exposición de imágenes, haciendo posar una mirada especial en una vendedora de tortillas, una de las matriarcas: seis hijos le fueron asesinados o desaparecidos por el terror paramilitar en Trujillo.
Imposible resulta asumir tanto horror en una familia y en una madre, imposible que Maritze puede lograr transmitir tantos años de acompañamientos a las matriarcas, a las sobrevivientes, en tantas peregrinaciones hacia el río Cauca, en tantas “constancias” y documentos entregados al estado, en tantas interpelaciones con gente tan valerosa
como el padre Javier Giraldo
o el abogado Eduardo Carreño,
en tantos esfuerzos para construir el espacio de la Memoria, en aquel cerrito, al lado de la población de Trujillo, de donde nunca desaparecieron los paramilitares y su control social y político pese a la condena de la CIDH, que obligaba al Presidente de la República a pedir perdón por la masacre continuada, cosa que hizo a regañadientes uno de ellos, desde la distancia, sin dignarse a llegar al lugar y decírselo cara a cara a las víctimas.
Estas víctimas de Trujillo también recibieron el Premio Nacional de Colombia pero continuan en su desamparo:
¿cómo es posible que el estado colombiano en una masacre tan peculiar, conocida, documentada y enjuiciada deje libre a uno de los criminales Henry Loaiza alias el Alacrán, y siga sin encontrar a otro de los condenados el coronel del ejército Urueña, al que se dejó escapar y probablemente algún estamento esté protegiendo y escondiendo?
¿De qué tamaño será el dolor de estas víctimas, (como la vendedora de tortillas doña Ana María, que para mayor ensañamiento fue desahuciada de su casita, quedando en la calle por asumir una deuda creyendo que podría abonarla con las promesas de reparación que nunca llegaron, y hubo de trasladarse a vivir con su familia).
En 2014 la Unesco incluyó al libro «¡Tiberio Vive hoy!: testimonios de la vida de un mártir, Tiberio Fernández Mafla», en el Registro Memoria del Mundo.
Antes y después, la organización infantil de la AFAVIT organiza comunicaciones y concursos, y ha ganado otros, a través de cartas, relatos y dibujos, todos hechos a mano por habitantes de Trujillo: se trata de
Resistir, Persistir, Nunca Desistir,
como reza uno de sus emblemas, en el que coincide el movimiento de pensionistas español.
Hay una obra de teatro el Deber de Fenster , que es una metáfora de la sociedad colombiana. A partir de la declaración manuscrita de Daniel Arcila, testimonio real de primera mano de aquellos hechos de Trujillo, el editor se sumerge en el rompecabezas del genocidio, planteándose si debe revelar la verdad.
Arcila como una voz ignorada por la Justicia relató las espeluznantes prácticas de las que el río Cauca fue el otro testigo silencioso, rebautizado como el cementerio clandestino.
Sobre el río Cauca, han realizado varias peregrinaciones los familiares.
Magdalenas por el Cauca es el nombre que han puesto a una exposición-procesión obras de gran formato y diferentes técnicas interpretando la desolación, la angustia y la tristeza de las mujeres colombianas.
Las Magdalenas de Trujillo, son las valerosas mujeres que luchan por la reivindicación de la Verdad, La Justicia, el no Olvido y la Reparación integral de sus derechos como víctimas de esa masacre que dejó la alianza funesta entre el Estado, el narcotráfico y el paramilitarismo, el empleo del terror para buscar la subordinación, el exterminio o la desestabilización de las poblaciones.
Prohibido Olvidar, también en el centenario de Trujillo.
La gente menuda, las guajas y guajes de la AFAVIT, tienen un lema en su tarea contra el olvido: Somos raíces, somos semilla, exigimos Justicia.
Trujillo Nunca Más apela también a la recomendación de la Comisión de la Verdad (que obviamente recoge la masacre de Trujillo), de que Hay Futuro si hay Verdad.