En Bolívar nos encontramos todos:
El fuego de la libertad cabalga de nuevo. El artillero de la aurora está en acción levantando pueblos y anhelos de libertad. Bolívar ha regresado.
El Bolívar de la nueva era somos todos. No es un Mesías. Es un Bolívar múltiple en millones de puños hermanados. Es carne y hueso de pueblo arrebatado por un ansia de siglos, resuelto a vencer. Y el Bolívar de pueblos como espada, emergiendo del Caribe, del Llano, de los Andes, de las selvas, de las latitudes donde gimen los humildes, con todas las tinturas en su piel y con el brillo del amor, la unidad y la libertad en sus ojos, espera el toque del clarín para embestir –como en los campos de Boyacá, Carabobo, Pichincha y Ayacucho- con el fuego de la audacia a los tiranos.
Él es la revolución que no puede aplazarse más. Debemos terminar lo inconcluso, lo frustrado por los Estados Unidos y por las oligarquías usurpadoras que se disfrazaron de próceres sólo para relevar a los españoles en la opresión.
Es la hora del arquitecto, ya no de castillos en el aire, sino del nuevo orden del futuro; del alfarero de la Gran Nación, de la democracia verdadera, de la soberanía del pueblo, de la igualdad y la independencia.
Sí, Bolívar somos todos. Bolívar es la unidad, y ésta, el nombre de la victoria. Nuestra América no puede seguir siendo torre de Babel para encanto de los gringos. La unidad es un imperativo de subsistencia. A Washington y Wall Street, desalmados corsarios de guerras coloniales, no podremos resistir con patriecitas y gobiernos dispersos.
En Bolívar nos encontramos todos. Él es espacio estratégico de unidad, de reunión de liderazgos, de integración de ideales y de luchas. Bolívar cabalga de nuevo en este hemisferio en la lucha de Fidel, Chávez y Manuel y el pueblo innúmero, los quijotes y los sanchos victoriosos de este siglo. Por algo ladran por allá en la Casa Blanca, y se preocupan los “insignes criminales” y los ladrones amparados en el poder causantes de la pobreza pública.
Nada podrá dividir nuestros corazones y anhelos. Venimos de la misma arcilla genitora y es común nuestro destino: la unidad, “una sola nación con un sólo vínculo que ligue sus partes entre sí y con el todo”, como lo soñara el padre de la América Nuestra.
Necesitamos la unidad interna para la liberación de nuestros países y la unidad continental y caribeña para el progreso y el bienestar de nuestros pueblos. “… la división es la que nos está matando y, por lo mismo, debemos destruirla”.
“Las naciones que he fundado, luego de prolongada y amarga agonía, sufrirán un eclipse, pero después surgirán como Estados de una gran república: América”.Y el eclipse está vencido.
(Iván Márquez)
BOLIVAR Y LA UNIDAD DE AMERICA LATINA
Por Fidel CASTRO
…La grandeza del Libertador puede medirse por el valor, la tenacidad y la audacia con que intentó esa unión cuando un mensaje de Caracas a Lima podía tardar tres meses en llegar; él comprendía las enormes dificultades.
Nadie debe olvidar que desde que Bolívar habló en Angostura han transcurrido casi dos siglos. Acontecimientos no previsibles en nuestro hemisferio tuvieron lugar, que con seguridad no habrían ocurrido si los sueños bolivarianos de unidad entre las antiguas colonias iberoamericanas se hubiesen realizado . En 1829, un año antes de su muerte, Bolívar había advertido premonitoriamente: «Los Estados Unidos […] parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias en nombre de la libertad».
La federación constituida por las 13 antiguas colonias comenzaba ya un curso expansionista que resultó fatídico para el resto de los pueblos de nuestro hemisferio. Aunque despojó de sus tierras y dio muerte a millones y millones de indios norteamericanos, avanzó hacia el oeste aplastando derechos y arrebatando inmensos territorios que pertenecían a la América de habla hispana, y la esclavitud prosiguió como institución legal, casi cien años después de la declaración de 1776 que a todos los hombres consideraba libres e iguales, Estados Unidos no se había convertido todavía en imperio y estaba lejos de constituir la superpotencia mundial hegemónica y dominante que es hoy. A lo largo de su gestación, durante más de 180 años después del Congreso de Angostura, incontables veces intervino directa o indirectamente en el destino de nuestras débiles y divididas naciones en este hemisferio y en otras partes del mundo.
Ninguna potencia había sido nunca dueña absoluta de los organismos financieros internacionales, ni disfrutaba el privilegio de emitir la moneda de reserva internacional sin respaldo metálico alguno, ni era poseedora de tan gigantescas empresas transnacionales que succionan como pulpos los recursos naturales y la mano de obra barata de nuestros pueblos, ni ostentaba el monopolio de la tecnología, las finanzas y las armas más destructoras y sofisticadas. Nadie imaginaba el dólar a punto de convertirse en la moneda nacional de numerosos países de nuestra área, no existía una colosal deuda externa que supera considerablemente el valor de las exportaciones de casi todos los países latinoamericanos, ni una propuesta hemisférica de ALCA que concluiría en la anexión de los países de América Latina y el Caribe a Estados Unidos. La naturaleza y los recursos naturales esenciales para la vida de nuestra especie no estaban amenazados. Lejos, muy lejos de los años del Congreso de Angostura, estaban los tiempos de la globalización neoliberal. La población mundial de varios cientos de millones de habitantes, no contaba con los 6,200 millones de seres humanos que hoy habitan la Tierra, cuya inmensa mayoría viven en el Tercer Mundo, donde hoy crecen los desiertos, desaparecen los bosques, se degradan los suelos, cambia el clima y son cada vez más espantosas la pobreza y las enfermedades que hoy azotan el planeta.
En nuestra época, la humanidad se enfrenta a problemas que van más allá de los temas decisivos planteados por Bolívar para la vida de los pueblos de nuestro hemisferio, no resueltos desafortunadamente a tiempo como él deseaba. Hoy todos estamos obligados a enfrascarnos en la búsqueda de soluciones para los dramáticos problemas del mundo actual, que ponen en riesgo hasta la propia supervivencia humana.
A pesar de los enormes cambios que han tenido lugar en ese largo e intenso período histórico, hay verdades y principios expuestos por Bolívar en Angostura, de permanente vigencia.
No podemos olvidar sus profundas palabras cuando afirmó que:
«Los hombres nacen todos con derechos iguales a los bienes de la sociedad.
[…]
«La educación popular debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del Congreso. Moral y luces son los polos de una república; moral y luces son nuestras primeras necesidades
[…]
«Demos a nuestra República una cuarta potestad […] Constituyamos este areópago para que vele sobre la educación de los niños, sobre la instrucción nacional; para que purifique lo que se haya corrompido en la República; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad del amor a la Patria, el ocio, la negligencia de los ciudadanos; que juzgue de los principios de corrupción, de los ejemplos perniciosos; debiendo corregir las costumbres con penas morales.
[…]
«La atroz e impía esclavitud cubría con su negro manto la tierra de Venezuela, y nuestro cielo se hallaba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban un diluvio de fuego.
[…]
«Vosotros sabéis que no se puede ser libre y esclavo a la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas y las leyes civiles.
[…]
«Yo imploro la confirmación de la libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mi vida y la vida de la República.
[…]
«Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa»
Nada tan conmovedor e impresionante como las palabras finales de aquel discurso, que retratan de cuerpo entero los ideales y los sentimientos de Bolívar:
«Volando por entre las próximas edades, mi imaginación se fija en los siglos futuros, y observando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperidad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo en el corazón del Universo, extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esos océanos que la naturaleza había separado, y que nuestra patria reúne con prolongados y anchurosos canales.
[…]
«Ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios que ignoran cuán superior es la suma de las luces a la suma de las riquezas que le ha prodigado la naturaleza. Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empuñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo moderno».
¿Un soñador? ¿Un profeta?
Compartimos con él sus sueños y profecías.
Los cubanos tuvimos también un soñador y un profeta, nacido 24 años después de Angostura, y cuando ya, a fines de ese siglo, el imperio revuelto y brutal era tangible y terrible realidad. El más grande admirador del Padre de la Patria venezolana, escribió sobre él palabras que no podrán borrarse jamás:
«En calma no se puede hablar de aquel que no vivió jamás en ella: ¡de Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna, o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos libres en el puño, y la tiranía descabezada a los pies!
[…]
«¡…así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, alzadas aún las botas de campaña, porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy: porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!
[…]
«Quien tenga patria, que la honre: y quien no tenga patria, que la conquiste: ésos son los únicos homenajes dignos de Bolívar».
Miguel Angel Asturias:
Creo en la libertad, madre de América,
creadora de mares dulces en la tierra,
y en Bolívar, su hijo, señor nuestro,
que nació en Venezuela, padeció
bajo el poder español, fue combatido,
sintiose muerto sobre el Chimborazo,
y con el iris descendió a los infiernos,
resucitó a la voz de Colombia,
tocó el Eterno con sus manos
y está parado junto a Dios.
No nos juzgues, Bolívar, antes del día último
Porque creemos en la comunión de los hombres
Que comulgan con el pueblo, sólo el pueblo hace líderes a los hombres, proclamamos guerra a muerte y sin perdón a los tiranos, creemos en la resurrección de los héroes
y en la vida perdurable de los que como Tú
libertador, no mueren, cierran los ojos y se quedan velando.
Hugo Chavez
(toma posesión 2 febrero 1999 )
“Así que termino este mensaje de hoy ante el pueblo venezolano, ante ustedes termino por ahora, invocando lo mismo que invoqué al comienzo, porque cuando uno habla de unidad latinoamericana y caribeña de relaciones con el mundo de proyectos sociales, cuando uno habla de proyectos económicos humanistas, de proyectos políticos estables, sencillamente estamos nosotros aquí en esta Venezuela caribeña, amazónica, andina, universal, estamos retomando el sueño bolivariano; estamos retomando el auténtico bolivarianismo, y así lo decía Bolívar: «para formar un gobierno estable, es necesario que fundamos el espíritu nacional en un todo, el alma nacional en un todo, el espíritu y el cuerpo de las leyes en un todo». Unidad, unidad, esa tiene que ser nuestra divisa. Que Dios nos acompañe, no solamente al Presidente Chávez sino que Dios acompañe a todo el pueblo de Venezuela en este momento estelar que estamos viviendo, en este momento de resurrección. Un abrazo para todos y muchas gracias por su atención. Un abrazo solidario, un abrazo bolivariano. Y vamos pues por los caminos, vacilar es perdernos. Señoras y señores.”
( Hugo Chavez: toma posesión 2 febrero 1999 )
Alerta que Camina
Aaaaaleeeeertaaaaaaaaaaaaa.
Alerta (choque de espadas), alerta (choque de espadas)
Alerta que camina la espada de Bolívar
Por América Latina, por América Latina (choque de espadas)
Ha vuelto Bolívar, la lucha prosigue
Por América Latina y también por el Caribe
Alerta que camina… La espada de Bolívar… Por América Latina
Soy el padre de los siglos
Hijo de la eternidad
El iris de libertad,
Que tremola en el destino
Del continente latino.
De la atalaya del mundo
Traigo el arcano profundo
Sólo la espada de fuego
Con la unidad de los pueblos
Corregirán nuestro rumbo.
Corramos a liberar
A quien gime en las cadenas
Surquemos el Magdalena
Que en Ocaña hay que plantar
El grito de la unidad:
Nuestra patria es América
Es la consigna numérica;
Yo decreto guerra a muerte
Al yanqui que nos somete
Con su garra esquizofrénica
Alerta…
Que resurja en Angostura
El esplendor de la estela
Que es Granada y Venezuela
La potencia que estructura
La unión y la estatura
De los pueblos hermanados
Y de nuevo liberados
Por la espada que hoy camina
Por la América latina
Derribando potentados
Nueva era empieza ya
Con Bolívar a la carga
Empuñemos las adargas
El fuego y la dignidad
Que el imperio caerá
Oh! Quijotes vencedores
De razas multicolores
Por una sola nación
¡A cumplir con la misión!
¡Gloria a los forjadores!
Alerta…
Canción por la unidad latinoamericana
El nacimiento de un mundo se aplazó por un momento
un breve lapso del tiempo, del universo un segundo.
Sin embargo parecía que todo se iba a acabar
con la distancia mortal que separó nuestra vidas.
Realizaron la labor de desunir nuestras manos
y a pesar de ser hermanos nos miramos con temor.
Cuando pasaron los años se acumularon rencores,
se olvidaron los amores, parecíamos extraños.
Qué distancia tan sufrida, que mundo tan separado
jamás hubiera encontrado sin aportar nuevas vidas.
Esclavo por una parte, servil criado por la otra,
es lo primero que nota el último en desatarse.
Explotando esta misión de verlo todo tan claro
un día se vio liberal por esta revolución.
Esto no fue un buen ejemplo para otros por liberar,
la nueva labor fue aislar bloqueando toda experiencia.
Lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar,
su brillo puede alcanzar la oscuridad de otras costas.
Qué pagará este pesar del tiempo que se perdió.
de las vidas que costó, de las que puede costar.
Lo pagará la unidad de los pueblos en cuestión,
y al que niegue esta razón la historia condenará.
La historia lleva su carro y a muchos nos montará,
por encima pasará de aquel que quiera negarlo.
Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló,
Fidel la dignificó para andar por estas tierras.
Bolívar lanzó una estrella que junto a Martí brilló,
Fidel la dignificó para andar por estas tierras.
(Pablito Milanés)
Eduardo Delgado
Ex rector de la Universidad Politécnica Salesiana y ex sacerdote
La gente común, hombres y mujeres del Ecuador profundo, recuperamos el derecho a la rebeldía, el derecho a asumir el destino de la patria en nuestras propias manos.
Crece la conciencia de una patria soberana y digna, integrada al mundo pero sin arrodillarnos ni arrastrarnos ante los dueños del poder mundial; una patria que participa en la construcción de la unidad andino-bolivariana y la Patria Grande Latinoamericana, como eslabón para aportar a un nuevo orden mundial justo.
Recuperamos la fe y la confianza en nuestras propias fuerzas, en nuestro propio poder y hemos decidido cambiar la historia; darle un nuevo rumbo a la República. La soberanía y la dignidad del pueblo son el fundamento de la soberanía y la dignidad de la Patria. El pueblo despierta, los ciegos ven, los cojos andan, los resignados se arriesgan.
Traigo buenas noticias. Anuncio a mi pueblo que los mismos de siempre, los satisfechos, los privilegiados y codiciosos, nacionales y transnacionales, ya no podrán seguir pisoteando la dignidad del Ecuador.
Después de 25 años de democracia excluyente y del fracaso de la partidocracia y de los grupos tradicionales de poder, requerimos un nuevo proyecto económico y político. Ante el fracaso del poder constituido, es necesario acudir al poder constituyente del soberano para sentar las bases de una nueva República. Ha llegado la hora de la gente común, con sentido común, que busca el bien común.
Anuncio a mi pueblo que ha llegado el tiempo de la revolución, del cambio profundo, porque el país no soporta más paños de agua tibia. Ya no es posible poner parches nuevos en vestido viejo, ni vino nuevo en odres viejos.
Es la hora de iniciar la revolución ética contra la codicia y la corrupción; la revolución política para acabar con la partidocracia y el dominio de los de siempre y reconquistar la soberanía; la revolución económica para enfrentar las desigualdades creadas por el neoliberalismo; la revolución social para terminar con los privilegios; la revolución cultural para recuperar los valores de la justicia, la cooperación, la reciprocidad y la solidaridad.
Somos los herederos y continuadores de las luchas y las propuestas enmancipatorias de la humanidad: la visión socialista de una sociedad sin explotación; la visión ancestral de un universo en equilibrio en la relación consigo mismo, con la comunidad y con la madre naturaleza; la visión de los diversos credos de un cosmos en amor y justicia; la visión humanista de un mundo libre, justo y equitativo para todos y todas; la visión de nuestros libertadores con patrias independientes y unidas; la visión ecologista de un planeta en armonía; la visión de género de un mundo sin exclusiones.
Somos los continuadores de las luchas y los ideales de Píntag, Quilago, Rumiñahui, Espejo, los Próceres del 10 de Agosto, Manuela Cañizares, Simón Bolívar, Manuelita Sáenz, Daquilema, Eloy Alfaro, los Mártires del 15 de Noviembre, Monseñor Leonidas Proaño, Dolores Cacuango, Nela Martínez y de todos y todas los que han dedicado su vida al bien común y a la soberanía y grandeza de nuestra Patria.
Mi llamado a la revolución se fundamenta en la fe que tengo en Cristo liberador, en aquel que vino a romper toda clase de yugos y cadenas, en aquel que escuchando el grito de los oprimidos denunció a todo poder que sacrificaba la vida y el futuro de los pueblos.
No es posible seguir indiferentes ante la cruel realidad de millones de compatriotas víctimas de la codicia, la corrupción y de este modelo económico inhumano que quita a los pobres para dárselo a los ricos. No es posible seguir indiferentes ante la destrucción de la Patria por el saqueo de nuestros recursos, por la presencia de bases extranjeras, por el involucramiento en el Plan Colombia, por el retaceo del Estado. Tenemos motivos suficientes para iniciar el desafío del cambio profundo.
Las soluciones de la gente común son sencillas y provienen del sentido común y de la recuperación de la cordura. Queremos empezar por construir un Estado responsable y soberano que haga posible trabajo, educación y salud para todo/as
¿Con qué dinero, se preguntarán? Tenemos dinero y recursos. Hagamos algunas cuentas:
Producimos 500 mil barriles de petróleo al día. Al precio actual, 50 dólares el barril, suman 9.000 millones de dólares al año. Pero en la actualidad solo 1.800 millones entran al presupuesto nacional y los 7.200 millones restantes se llevan las empresas privadas transnacionales y un grupo de intermediarios locales. Hay que darle la vuelta a esta injusticia. El paso inmediato es defender la soberanía en la declaración de la caducidad del contrato con la OXY. Convoco a toda la gente, a todas las organizaciones a unir fuerzas para demandar penalmente a los responsables, al Presidente de la República y al Ministro de energía, por dilatar la ejecución de esta acción.
El Ecuador ha pagado en estos últimos 20 años el doble de lo que nos han prestado, pero la deuda externa no baja. Cada año, dejando de dar salud, educación y alimentos a nuestros niños/as, destinamos 2.700 millones de dólares al pago de la deuda, en beneficio del capital financiero. ¿Por qué no seguir el camino de otros países, como Argentina que decidió dedicar solo el 10% del presupuesto al pago y bajar el valor de los papeles de la deuda al 25%? Mientras gobiernen los que se benefician con la deuda no será posible este cambio. Se requiere voluntad y amor a la patria para cambiar. Nosotros, la gente común lo haremos.
En las aduanas podemos recuperar 800 millones de dólares anuales de manos de la corrupción. Los fondos del IESS pueden reorientarse al servicio de los afiliados y a la reactivación productiva.
Las transnacionales sí saben las riquezas que tenemos; por lo que quieren imponernos el Tratado de Libre Comercio, para saquear la República. Los banqueros y exportadores, a cambio de migajas, quieren entregar a las grandes empresas norteamericanas nuestra soberanía, la riqueza agrícola, los recursos energéticos, la biodiversidad, el agua, las empresas públicas, nuestro mar territorial, la seguridad alimentaria, el derecho a la salud, a la educación, al trabajo…Nos dicen que bien vale este sacrificio a cambio de 37 millones de dólares que ganarán un puñado de exportadores. Pretenden repetir la historia de hace 500 años: otra vez el cambio del oro y las riquezas por espejos y lentejuelas.
Para realizar los cambios, se requiere un nuevo poder. Creo en el coraje y en la dignidad de la gente común. Por eso convoco a construir un poder político diferente, un movimiento político de la gente común capaz de encabezar el cambio necesario. Convoco a organizarnos en comunas de dos o más personas en cada lugar, en cada barrio, en el trabajo, en cada parroquia, en la ciudad y en el campo. Invito a organizar nuestros propios equipos de gobierno paralelo para diseñar el Ecuador que queremos. Llamo a una minga nacional por la soberanía, la dignidad y la vida. Llamo a expresar la rebeldía reprimida y a que nadie se quede tranquilo hasta no lograr el Ecuador que queremos.
Asumamos el destino de la patria, escribamos nuestra propia historia, entusiasmémonos de la liberación que ya empieza. El poder de la gente común estremecerá la patria y construirá la nueva República. Estoy seguro que SI SE PUEDE.
Eduardo Delgado
Ex rector de la Universidad Politécnica Salesiana y ex sacerdote. Preside la alianza Ecuador Decide contra el TLC. Integra el recientemente fundado Movimiento Gente Común.