Colombia.
Yenifer Córdoba Henao era una lÃderesa social, y era candidata al concejo.
También hacÃa parte de la Junta de Acción Comunal y del Comité de Tierras de la inspección Barranquilla del municipio de Miraflores, Guaviare. Además, adelantaba acciones en contra de la deforestación.
1474 lÃderes/as han sido asesinadas/os desde la firma de paz y 65 van ya este año.
El número de personas que firmaron la paz y se acogieron a los acuerdos, pero fueron asesinadas asciende a 11 este año, 359 desde que la firma se produjo.
Se añaden 34 masacres registradas en diversos territorios.
No, no se ha logrado la paz todavÃa en Colombia, pese a que se conversa en la Habana con el ELN (ahora en receso para analizar las nuevas propuestas), y se adelantan encuentros territoriales para hacer llegar las proclamas y mecanismos del gobierno para conseguir la «paz total» que preconiza el ejecutivo.
En tal contexto estarán llegando a Asturias la semana entrante 6 personas con similar liderazgo social, amenazadas de muerte en sus territorios. Aura, Cristian, David, Lorena, Margarita, Miguel, podrán estar 6 meses en nuestra tierra en el ya veterano programa asturiano de protección temporal, y contar, hablar y compartir de la situación en sus regiones, de las expectativas, de los peligros, de las construcciones y aspiraciones a la paz y a que sean respetadas sus vidas.
De similar modo a como pudo comprobar la XIXª delegación asturiana este año en su recorrido por Arauca, Casanare, Putumayo, Nariño o sur del Huila: https://pachakuti.org/informe-colombia-19/
Calamar, donde segaron la vida de Yenifer.. es..
un espacio rural bastante alejado, incluso lejano de su jurisdicción departamental del Guaviare, en cuyo pasado colonial ha pesado la explotación del caucho y la esclavitud que diezmó a los indÃgenas que la poblaban.
Hace bastantes años, cuando estaba su territorio bajo control de las FARC, pudimos hacer una visita peculiar desde una avioneta que salÃa de madrugada de Villavicencio, y con la colaboración de un guÃa indÃgena mantener entrevistas con varios lÃderes sociales en varias de sus veredas, incluido su alcalde y quienes con la invaluable colaboración de una muy dinámica emisora local trataban de desarrollar la Zona de Reserva Campesina.
En la peripecia de la guerra posteriormente fueron casi todos detenidos, la ZRC paralizada, la emisora puesta al servicio del ejército, y al alcalde lo visitamos en la cárcel de la Picota, muy-muy lejos de su tierra.
Calamar, además, está cerca del territorio de los nukák makú, «los últimos nómadas de la selva», pueblo indÃgena tremendamente afectado por la guerra, obligado a relacionarse abruptamente con «la civilización» con grave pérdida de su identidad, y también de la impresionante sierra de Chiribiquete,
«patrimonio mixto de la humanidad», en cuyos tepuyes-mesetas se han encontrado miles de petroglifos de su pretérita población nativa.
(Hay otro Calamar, en el departamento de BolÃvar: Hace encrucijada de salida del llamado Canal del Dique, construido durante la colonia española, para conectar el rÃo Magdalena con Cartagena. Precisamente en diciembre otorgaban a la empresa de matriz española Sacyr contrato de 640 millones de E para mantenimiento y reparación del Canal. No lejos de este Calamar-BolÃvar está el Carmen de BolÃvar, donde se producÃa la semana anterior el asesinato de Dania Sharith Polo, reconocida lideresa, defensora de DDHH y activista LGBTIQ+, quien impulsó el reconocimiento del colectivo en el municipio de El Carmen de BolÃvar como sujeto de reparación colectiva.).
Y al lado de El Carmen está el Salado.
Donde ocurrÃa una tremenda matazón de personas durante tres dÃas, con alianza y consentimiento del ejército, (los paramilitares se dedicaron a arrancar orejas con cuchillos, a ahorcar a las mujeres, a matar con martillos, disparos, puñales, y a degollar a sus vÃctimas a ritmo de gaitas y tambores) y cuyo casco urbano despoblado pudimos visitar al año siguiente (..Un pueblo fantasma, inundado por la manigua, desaparecidas por la vegetación sus calles, sus plazas, sus buenas casas..) en el primer intento fallido de retorno de sus aterrorizados habitantes.
Uno de ellos, sobreviviente de la matanza, Lucho Torres, pudo estar protegido medio año en el PAV-asturiano. https://pachakuti.org/22-anos-de-la-masacre-de-el-salado/
DETENER el asesinato, las amenazas, la persecución a los lÃderes sociales, sigue siendo exigencia elemental, y en tales términos se han pronunciado también el parlamento asturiano, el Senado, y varios ayuntamientos de nuestra tierra.
Deja una respuesta