El que predijo que Evo llegaría a la presidencia y lo empoderó como autoridad de pueblos indígenas en Tiwanaku, reflexiona sobre estos nuevos tiempos.
Con la aclaración previa, «Mi nombre originario es Sititi Huaranca que traducido en castellano significa una de las mil hormigas trabajadoras», el Amauta Valentín Mejillones Akharapi dio comienzo a la charla sobre Identidad Originaria, como parte de la Primer Jornada de Educación. «Intercambio: Educación Ancestral y Moderna», organizado por Mujeres Originarias en la Política Social y Comunitaria (MOPSYC).
El encuentro se desarrolló el sábado 25 de Agosto en el Barrio Inmigrantes de Villa 31 (Retiro).
Valentín Mejillones quién tuvo la responsabilidad de posesionar a Evo Morales ante la mirada del mundo en Tiwanaku, encabeza el Consejo del saber «Qulla», red Nacional de Bolivia de dirigentes religiosos aymaras creado en 1995, con la idea de preservar la antigua cultura Andina y adoptarla al mundo moderno.
En 1998, en la Convención de Pueblos Indígenas, es designado Coordinador de Ancianos y Guías espirituales de América. En 1999 en Nambé Nuevo México, recibe el Bastón Sagrado del Consejo Continental de Ancianos, posesión que fue ratificada en el último evento.
Hace 10 años es designado Amauta (hombre sabio y espiritual). Amauta, explica Mejillones, es un intermediario de la Pachamama y el Cosmos, el que recibe mensajes de los espíritus mediante signos. «Los momentos cruciales de la historia se preside con signos» sostuvo.
La responsabilidad para la designación de Amauta esta a cargo del anciano sabio de la comunidad, quién se guía de una señal específica propia de la naturaleza o de algún antecedente genético. El cargo puede recaer tanto en varones como en mujeres, son las nombradas Mama Thallas, a partir de esa designación suben los cargos jerárquicos en el Mundo Andino.
En el caso de Mejillones, cuenta, que entre 8 hermanos, es el único que nació de pie y con la referencia de un abuelo Amauta la designación recayó en su a la que presentaron como mujer indígena luchadora del Alto de La Paz y también invitada para la ocasión. Mejillones habla del sistema Aymara, de las creencias, de la Pachamama y la espiritualidad de la naturaleza, de la misión de promover el desarrollo social y económico sobre los fundamentos tradicionales de la creencia y el culto de las comunidades originarias.
Cuestiona la educación actual calificándola de foránea, opresora, alienante y cómplice del sistema, «No sirve para nosotros», dijo, aclarando que no solo se trata de saber leer y escribir, sino de un amplio panorama relacionado con la práctica social y espiritual de las comunidades, que no se abarca con una simple alfabetización, término igual cuestionado.
Su propuesta es un sistema de educación del Sistema Andino, que transmita la sabiduría antigua a las nuevas generaciones, de valoración de nuestros ancestros y de reconocimiento de la identidad. Recurre, entonces, a la experiencia de educación promovida por Alberto Siñani y Elisardo Pérez, creador de la primera escuela ayllu de Warisata.
Los fundamentos y los principios de la primera escuela indígenal de Warisata se basan en el Ayllu o Marka como institución que genera identidad y orden social, donde es primordial la participación de la comunidad como ente activo.
Hace mención también a los Centros de Promoción de Tiwanaku y el Centro de Avelino Siñani, que propugnan y practican una educación propia, liberadora, originaria, democrática y participativa.
«No es fácil, pero se puede con esfuerzo», manifestó Mejillones y como ejemplo se retrotrajo a su vida particular y empiezo a contar:
«Trabaje en todo, hasta en la zafra y pude estudiar en un colegio católico de donde me echaron, porque me negué al bautismo, por ese motivo no terminé el bachillerato, pero ahora soy un impulsor de la educación de y para el Mundo Andino. Propongo que la espiritualidad se de como materia en las escuelas, sin excluir la religión católica, somos inclusivos y no expulsores», señaló.
Reveló, que la mayor dificultad que atravesó fue la descristianización y la desbolivianización. Después de recibir formación en una escuela católica, aseguró, que despojarse de los principios de esa religión, fue difícil.
Dejar de ser boliviano para el Amauta, es valorar a los ancestros que derramaron sangre por cuestiones de identidad, los que fueron sometidos a actos genocidas por practicar sus costumbres, sus tradiciones y acusados de brujos fueron torturados y asesinados, hasta ahora, marginados e ignorados dentro de la estructura de la República de Bolivia, estructura que difiere del Mundo Andino, y como ejemplo concreto, se refirió a las autoridades de las comunidades originarias no reconocidos institucionalmente.
En el mundo Andino el Ayllu tiene como autoridad al Kapac Mallku, Apumallku, Mallku, Ucamani y los irpu ayba, que son la base, el pueblo, cargos que carecen de legalidad en la estructura política de Bolivia.
PUEBLOS INDÍGENAS
Antigua espiritualidad en un mundo moderno
Líderes religiosos aymaras procuran preservar cultura e identidad
Por Roger Hamilton
Algunos se aventuran en las profundidades de la selva en busca de líderes espirituales indígenas. Otros escalan montañas. A Valentín Mejillones se lo puede encontrar subiendo al tercer piso de un sencillo edificio de El Alto.
A su modo de ver las cosas, no hay mejor lugar para atender las necesidades espirituales de sus hermanos y hermanas indígenas que esta ajetreada ciudad en las afueras de La Paz. Unas 800.000 personas viven en esta urbe, muchas de ellas recién llegadas del interior de Bolivia. Es un lugar donde las tradiciones y creencias aymaras entran en contacto con el mundo moderno.
Mejillones, un hombre de silenciosa pero firme autoridad, encabeza el Consejo del Saber Qulla, una red de nacional de dirigentes religiosos aymaras creada en 1995 para preservar la antigua cultura andina y adaptarla al mundo moderno. El consejo ha recibido apoyo financiero del Fondo Indígena
Abre la conversación describiendo el sistema aymara de creencias: la Pacha Mama y la espiritualidad de la naturaleza; los apus, espíritus que habitan todo lugar y protegen a la tierra y los tres niveles de existencia.
Seguidamente, presenta a otros miembros de su organización: el hermano Genaro, el hermano Casimiro y el hermano Florentino. Su misión, explica, es promover el desarrollo social y económico sobre la base de sistemas tradicionales de creencias y culturas. Su sueño es construir una pirámide de siete niveles, un centro educativo que transmita la sabiduría antigua a las nuevas generaciones. Mejillones baja un modelo de plástico del edificio que reposa sobre un gabinete.
El centro tendrá cuatro facultades dedicadas a la educación, la economía, los estudios sociales y los espirituales. “Pongo a lo espiritual al final para que la gente no malinterprete”, agrega. “Al principio o al final, no importa”. En cada centro venerables maestros enseñarán la práctica de valores tradicionales.
“Algunos dicen que el árbol de nuestra cultura se ha secado, que sus hojas se han caído y sus ramas han sido cortadas”, apunta Mejillones. “Pero quedan las raíces. De esas raíces queremos crear una nueva planta”.
Siempre aymara. Mejillones era agricultor en su aldea de origen. “He trabajado en todas las cosas que la vida me enseñó”, relata. “Sé lo que es sufrir la pobreza del campo, la escarcha, el granizo, las lluvias torrenciales y otros desastres naturales”.
La ciudad ofrece a Mejillones oportunidades de aumentar sus conocimientos y hacer contactos con el mundo exterior, incluyendo visitas al resto de las Américas y Europa. “Nosotros los aymaras vivamos en la ciudad o en el campo, seguimos siendo aymaras”, asegura.
Mejillones describe una compleja relación entre las creencias indígenas y el cristianismo. Le preocupa la penetración entre los aymaras de otros cultos religiosos. “Nos persiguen casa por casa, a veces ofreciendo dinero, comida o ropas usadas para convertir a nuestra gente”.
En opinión de Mejillones y otros dirigentes indígenas, lo que está en juego es más que una religión, es toda una forma de vida. Como el idioma, la religión es un lente a través del cual la gente interpreta al mundo. Aunque Mejillones está facultado por sus paisanos para celebrar matrimonios y bautismos, el estado no le reconoce tal autoridad. Incluso un ex vicepresidente boliviano, Víctor Hugo Cárdenas, tuvo que visitar dos sacerdotes hasta encontrar uno que aceptara bautizar a su hijo con un nombre que no era cristiano y que no estaba legalmente reconocido.