Don Andrés Guacurarí, único gobernador indígena.
Conocido también como Andresito, nacido probablemente en San Borja, actual Brasil, y criado en Santo Tomé, actual Argentina, tuvo como padrino posteriormente a Artigas, quien le nombraría Comandante general de Misiones, un cargo equivalente al de Gobernador.
Se considera que Andrés “ejerce una conducción humana, justa y socialmente revolucionaria, recordando y aplicando la máxima artiguista al anunciar la primera reforma agraria de América “que los más infelices sean los más privilegiados”.
Tal vez por eso y por su condición de indígena, nos dicen, Andresito “no es bien visto”·en Buenos Aires.
Con Artigas, abolió la servidumbre en todas sus formas y repartió tierras a los que las habían perdido a manos de la conquista, el saqueo, la estafa o todo eso a la vez. Durante su gobierno, se eliminaron del territorio bajo su jurisdicción todos los símbolos, escudos y emblemas que pervivían de la colonización española, y recobraron su vigor los cabildos de los pueblos originarios que tenían una función central en la administración del territorio fomentando la producción y comercialización de la yerba mate y la fabricación de pólvora y hasta la instalación de hornos para fabricar puntas de lanzas.
En 1816, se desató sobre la Banda Oriental la devastadora invasión portuguesa, realizada por 30.000 soldados con el mejor armamento de la época y bajo el asesoramiento del invasor inglés William Carr Beresford, contratado por la corte de Río para reorganizar su ejército.
Iban a por Artigas y su gente, a poner fin a la experiencia democrática y popular,, a exterminar de raíz ese “mal ejemplo” que podía acarrear el riesgo de contagio.
El jefe guaraní al mando de 1.000 soldados mal armados combatió sobre el río Uruguay obteniendo triunfos y derrotas ; tras las cuales los portugueses destruirían todos los pueblos de las misiones jesuíticas.
Andrés Guacurarí Artigas sería después capturado y encarcelado en PortoAlegre, quedando escasos indicios sobre su muerte.
En Santo Tomé le siguen recordando y honrando su memoria. El historiador Joel de la Rosa interpreta que otra sería la situación de esta región si no hubiera existido su valiosa intervención liberadora.
Santo Tomé se asienta precisamente sobre una de las (¿30 o 66?) misiones jesuíticas que albergaron antecesores guaranís de Andresito.
En un espacio de Memoria, mientras Joel nos muestra restos y datos de la misión, cuya plaza de armas es la misma que ahora preside San Martín a caballo (y con nido de pájaros en uno de sus entorchados militares), se está proyectando la película La Misión.
Sobre ella, sobre la peli norteamericana, le preguntamos a Joel por sus aciertos y sus deficiencias respecto a la verdadera historia acontecida del esclavismo, de la caza de indígenas, de la organización de las misiones, de la huida de los guaraníes para no ser esclavizados por los portugueses. Dice Joel que le pondría un 7 y medio, así que hay un valor significativo en el film.
Sabido es que los jesuitas serían expulsados durante el reinado de Carlos III, quien seguramente desconocía los logros de las misiones en los campos educativos, productivos y artísticos, como también han sido menos descritas las resistencias armadas guaranís (y de algunos jesuitas) al desmantelamiento de las misiones, que fracasaron con otras órdenes religiosas que desconocían la lengua y la cultura de los indígenas.
Con la excepción de la figura de Andrés Guacurarí, a los pueblos guaranís les iría y les va mal en los años posteriores y en la actualidad, más “reducidos”todavía en áreas empequeñecidas que no se atienen a los Derechos de los Pueblos, y en esta zona siendo asediados por las empresas madereras y el racismo rampante.
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