Carmen y Panchito Irañeta. Internacionalistas.
El sábado 22 de octubre el pueblito navarro de Ihabar, al completo, y con numerosas personas llegadas de fuera, realizaban un homenaje y recordatorio a dos de sus vecinos, que 40 años atrás se habían ido a Colombia. La enfermera Carmen moriría allá de enfermedad fulminante dos años después. Patxi, perito agrícola, se trasladaría a Nicaragua, a donde llegó un día antes del triunfo sandinista sobre la larga dictadura somocista, y permanecería el resto de su vida, truncada diez años después en uno de los numerosos accidentes aéreos del aeropuerto de Toncontín en Tegucigalpa, hace 27 años.
El frontón del pueblo ya llevaba su nombre, y ahora una “producción colectiva” de video ha recuperado valoraciones de quienes compartieron con Carmen y Panchito y su decisión vital de involucrarse para acompañar a pobladores indígenas y negros en el Chocó colombiano y a los nicas en revolución.
A la hora indicada las campanas de la iglesia de Ihabar repicaron, el hermano cura de los fallecidos ofició la misa en su honor, y luego se sucedieron los homenajes, en el frontón el baile tradicional de bienvenida aurresku, los “cencerros” joaldunes por las calles, la comida colectiva, el documental, los recuerdos compartidos.
Conocimos a Panchito de pura casualidad en un viaje de regreso desde Nicaragua. Pero fue un viaje memorable porque buscando los pasajes más baratos resultó el más favorable por la línea soviética, que incluía tres días en Moscú para el enlace, y los gastos de alojamiento asumidos por la compañía, y Panchito viajaba con su compañera Cándida y su bebé de pocos meses Xóchilt. Así que compartimos tres días para conocer algo de Moscú, pasear por la plaza roja y admirarnos de los bosques cercanos al aeropuerto, mientras Xóchilt arrancaba entusiasmos entre las señoras rusas, y sus pañales de tela se colgaban en la habitación del hotel para secar.
Patxi y Cándida trabajaban en formación técnica en una institución ligada a la iglesia, en el sur, asumiendo tareas divulgativas en agricultura alternativa , lo que posteriormente se llamaría agroecología, y asesorando a las organizaciones campesinas también estuvieron en Tola, uno de los lugares donde había estado el cura asturiano Gaspar García Laviana, que después se comprometió con la guerrilla sandinista, fue comandante en el bloque sur, y moría combatiendo apenas seis meses antes del triunfo popular sandinista.
Ahora Xóchilt, 30 años después de aquel viaje por Moscú, estaba en Ihabar en el homenaje tributado a su padre y a la tía que nunca conoció, mientras comenta que su mamá Cándida no ha podido llegar por estar tratándose algunos problemas de salud.
Los testimonios del documental filmado por el pueblo recogen también varios de las muchas personas que desde estas tierras navarras fueron a Nicaragua en aquella década prodigiosa de la revolución sandinista en que las empatías del pequeño país asediado y agredido por el Goliat del norte contaminaron de solidaridad internacionalista a muchas conciencias. Dos de ellas, fallecidas allá , Blanca y Begoña, también fueron recordadas. Otro vasco más, Iñigo Eguiluz, fue asesinado por paramilitares en la misma región del Chocó colombiano donde habitaron y vivieron a plenitud los hermanos Carmen y Patxi Irañeta tratando de combatir la desigualdad y la exclusión.
Siembras.
Dejó Panchito fundado en Carazo un centro que después de su muerte se acogió a su nombre, “Tierra y Vida-Panchito Irañeta”, donde se trabaja la agroecología, el desarrollo sostenible, y donde cada año celebran diversas actividades en honor y homenaje a su fundador navarro internacionalista, y este año de 27 años de su siembra también, con escuelas de formación, con mercados campesinos, con campamentos ecológicos de jóvenes, con maratón ecológico…