La hermana Cecilia Naranjo Botero, presidenta de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz de Colombia pasó con brevedad por Asturias.
Antes había estado en Suiza, Italia, Alemania, Madrid, Bruselas, Francia..
Se reunió con las autoridades autonómicas de cooperación, y con las del Ayto de Xixón.
Participó en la concentración contra la guerra en Palestina y Líbano,, y se reunió con diversos colectivos.
Y dió testimonio de las preocupaciones de las Comunidades que Justicia y Paz acompaña en Colombia: Comunidades de Paz, Comunidades en Resistencia y Vida, afros, indígenas, colonos, sindicalistas, víctimas de la violencia.
De las investigaciones en las que » la Comisión» está trabajanado. Entre ellas la de los efectos del cultivo de palma africana.
De cómo algunas comunidades quieren regresar a su territorio robado por paramilitares por métodos de terror: para dejarles el terreno libre a los cultivadores de palma aceitera, con inversión del narcotráfico, con cobertura y planes del gobierno, y con dinero europeo.
Cuando alguna de esas comunidades, después de nueve años de desplazamiento forzado, han regresado no han encontrado ni sus fincas ni las tumbas de sus mayores, sino un inmenso monocultivo de palma..
Por denunciar eso fue asesinada la hermana Yolanda Cerón, y la hermana Cecilia Narando, de la orden del sagrado corazón, lo ha recordado en Asturias.
Y por acompañar a las comunidades y defenderlas juridicamente frente a los atropellos, los miembros de «la Comisión» han sido judicializados, estigmatizados, perseguidos.
En marzo, cuando la delegación asturiana de verificación a los ddhh visitó por vez segunda Colombia , varios miembros de «la Comisión» nos acompañaron a la entrevista con el Fiscal General, con el Defensor del Pueblo, y otras autoridades.
Allí las buenas palabras se confrontaban con los hechos. También las contradiciones evidentes entre ambas instancias estatales.
Mucha valentía hace falta para el trabajo que hace «la Comisión». Y mucha fuerza que se alimenta con la alegría vital de las Comunidades de Paz.
Decía la hermana Cecilia: «cuando hicimos la peregrinación a la frontera con Panamá, denunciando los efectos de la carretera panamericana, los cultivos de palma, y otros megaproyecos dañinos, yo, por mi avanzada edad, dije que no podía caminar 8 horas diarias.. pero la Comunidad alistó un animal de carga, y a mi como acompañante para ir con una señora de 80 años… Y ahí yo dije que sí, porque la señora ´no iría a caminar 8 horas cada día…y nos quedariamos tranquilas más atrás..o nos regresariamos…pero qué va…la señora de 80 años no se cansaba nunca, y yo ¿ qué iba a hacer..sino estar con ella..? y así llegamos hasta Panamá…con los hermanos indígenas…y la peregrinación salió bien buena, con acompañamiento internacional, con los Sin Tierra de Brasil, las Madres de Plaza de Mayo, Brigadas de Paz, etc..»
En las entrevistas de radio y prensa y tv la hermana Cecilia mostró su sorpresa por la implicación asturiana en el negocio de la palma:
y llamó la atención de autoridades y organizaciones: si en el puerto del Musel se construye planta de biodiesel, y si para justificar la planta se financia con dinero público una magna inversión privada en el Vichada , frontera con Venezuela, que se sepa, que los antecedentes de cultivo de oleaginosas en Indonesia, en Malasia, en Colombia son de inmensa destrucción de Bosque y Selva, desplazamiento masivo de la poblabión autóctona, y violación a gran escala de derechos elementales, contra la naturaleza y contra las personas.
En el caso colombiano la experiencia es de más de diez años. Y para enterderlo hay que leer las investigaciones sobre masacres como la operación «génesis», consistente en una arremetida militar a todo un departamento, con miles de muertos y miles de expulsados de sus tierras.
La operación génesis, el asesinato de la monja Yolanda Cerón, se hicieron premeditadamente, estrategicamente, para robar tierras, y cultivarlas de palma.
Ahora Uribe está cosechando ese terror. Y Asturias, en ningún caso, debería complicarse en proyectos que arrastran tanta sangre. Y si lo hace la gente debe saberlo.
Saber que hay en efecto subvenciones europeas y subvenciones uribistas. Pero que hay también el control paramilitar y las implicaciones de lavado de dinero del narcotráfico.
Y debemos saber que allá, los que llevan la peor parte, las Comunidades, están optando por el retorno. Han decidido salir de la situación de mendigos en que el desplazamiento forzado los ha convertido, y volver a su condicion de comunitarios productivos y felices en sus territorios.
Y cuenta, con mucha alegría la hermana Cecilia, que en abril se dio un primer paso, con el retorno a una finca, donde hubo que «tumbar» (cortar) los árboles de palma, y sembrar alimentos, y allí permanecen 40 familias, que durante el día van a las fincas a sembrar y delimitar sus parcelas, y en la noche regresan a la zona humanitaria para resguardarse de la represión..
Mucha valentía y mucha decisión hace falta para eso, pues los paramilitares llegan a la finca acompañando a los militares (como lo recoge el video de Holman Morris, director de Contra-Via) para seguir amenazando y proteger los intereses palmicultores.
Por eso hace falta acompañamiento internacional. Conocimiento de lo que ocurre. Visitas e intercambios, como la que presta la iglesia presbiteriana de Estados Unidos, dolida con el gobierno colombiano porque había invitado a un reconocido liber Orlando Valencia, y el gobierno le negó la visa, y Orlando fue asesinado…
Y hacen falta fotos y videos de lo que allí está ocurriendo, de los cartelitos que los comunitarios colocan en su zona: «prohibido el monocultivo» «zona de biodiversidad» «en esta finca no se permite la plantación de palma» «zona humanitaria» «prohibida la entrada de gente armada» «comunidad de paz».. cartelitos frente a bombas. letreros frente a asesinos. marcas escritas y dibujadas para proteger la Selva.
Y allí como una más , una bandera de Asturias. Pero como señal de Vida, nunca como negocio de muerte.
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