Las guerras son el mayor exponente de todas las violencias contra las mujeres, contra la sociedad y contra el ecosistema.
La fuerza, la guerra es el lenguaje del poder de cualquier color para continuar instaurado en él y utilizarlo de forma generalizada contra las mujeres. Es el poder que se otorga o se usurpa cuando se ha dejado engañar y manipular, al considerar que la guerra era un mal menor, o que era necesaria. Este engaño lo han asumido los hombres en el gobierno del mundo a través de la historia, pero las mujeres también han tenido cuota de responsabilidad al secundar esa postura.
Nos han hecho interiorizar que somos violentos desde la cuna y que las respuestas violentas, de guerra, son innatas. Nosotras mantenemos que la violencia es una respuesta cultural, aprendida, y por tanto cambiable.
A lo largo de la historia ha habido muchas mujeres que han dicho NO y se han opuesto a las guerras, que han desobedecido. Han visto que las guerras las hacían principalmente contra ellas y lo que más querían, como sus hijos, su familia, su vida; que siempre perdían, estuvieran en el lado de los vencedores o de los perdedores; y que siempre les tocaba la parte más difícil de reconstruir el nuevo tejido social, misión más ardua tras cada guerra. Son mujeres que han defendido que desde la cuna se enseña para una cosa u otra, y que se han rebelado contra quienes preparan para normalizar la guerra y utilizar la fuerza.
El Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme se instauró el 24 de mayo de 1982 por grupos pacifistas de mujeres europeas y estadounidenses, para recordar las campañas realizadas por las británicas que se opusieron a la OTAN y a la instalación de sus bases militares.
La Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, aprobada en 1995 por 189 Estados Miembros de las Naciones Unidas, hizo de las mujeres y los conflictos armados una de las 12 esferas de especial preocupación. De manera inequívoca, afirmaba que la paz está estrechamente relacionada con la igualdad entre mujeres y hombres y con el desarrollo.
En el año 2000 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad la resolución 1325 reclamando la participación de las mujeres en las tareas de consolidación de la paz. Se reconoce en esta resolución que la guerra afecta de manera diferente a las mujeres, y reafirma la necesidad de aumentar el papel de las mujeres en la toma de decisiones respecto a la prevención y la resolución de conflictos.
La Plataforma de Acción de Beijing definió medidas esenciales para promover tanto la paz como la igualdad mediante la reducción de los gastos militares y el control de la disponibilidad de los armamentos.
También que las mujeres deben participar en la toma de decisiones relacionadas con la resolución de los conflictos, y reconocía que las mujeres han impulsado de forma determinante las iniciativas a favor de la paz. Y resaltaba que aquellas personas que han huido de los conflictos tienen derecho a participar plenamente en todos los aspectos de los programas que les ayuden a recuperarse y reconstruir sus vidas.
Desde entonces, muchos lugares del mundo se han visto afectadas por luchas encarnizadas, guerras, bombardeos, destrucción, que han hecho retroceder décadas el desarrollo y los logros de las mujeres. En su mayoría, los compromisos de Beijing no se han cumplido, pese a que su urgencia nunca ha sido tan evidente.
El 24 de mayo se conmemora, no por recordar una masacre o catástrofe, sino para tener presente la fuerza de las iniciativas de los movimientos de mujeres pacifistas.
Diferentes grupos de mujeres y, algunos hombres antimilitaristas, insisten en que dejemos de enfrentar los conflictos con violencia, invasión, autoridad, exclusión o eliminación tanto en la casa, en la política, como en la economía.
Es otro día más para reivindicar a mujeres como Rosa Parks, Wangari Maathai, entre nombres de la larga lista de mujeres y colectivos que a lo largo de la historia han luchado por una sociedad más justa y pacífica para todas y todos.
O como Berta Cáceres, asesinada en 2016, que nunca abandonó la lucha por los derechos indígenas y medioambientales, denunciando asesinatos y amenazas de activistas en su país, Honduras.
Muchas más como la austriaca Berta Sophie Felicitas, autora del libro “Abajo las armas” premio Nóbel de la paz en 1905; Jane Addams, de EEUU autora de “paz y pan en tiempos de guerra”, Nobel de la paz en 1931; Emily Greene Balch en 1946, Betty Williams en 1976; Alva Myrdal, 1982; Aung San Suu Kyi en1991; Leymah Gbowee, Ellen Johnson Sirleaf y Tawakel Karman en 2011. Shirin Ebadi y Rigoberto Menchú; la alemana Helene Stocker, Virginia Wolf, Irene Sleder, defensora y salvadora de 2.500 niños/as de la manos de los nazis; Somaly Mam , o Aminatu Haidar con el pueblo Saharaui. La periodista rusa Anna Politkovskaya o la activista por los derechos de los palestinos Rachel Corrie, Mary Robinson, Carla del Ponte, Malalai Joya, Cindy Sheehan. Mona Polacca, Irene Khan, Amira Hass, Iman Ahmad Jamas, Marie-Claude Mattéi Muller, la boliviana Domitila Barrios, Pakhshan Zangana, Serafina Dávalos, La paquistaní Malala Yousafzai.. muchas de ellas singuen siendo desconocidas. https://sociales.unizar.es/sites/sociales.unizar.es/files/users/sociales/genero/eventos/mujeres_por_la_paz.pdf
O como las Queridas Madres de la Plaza de Mayo, que esta semana acaban de celebrar su ronda en la Plaza número 2197. 2197 jueves continuados buscando a sus Hijas e Hijos Desaparecidas/os en la dictadura militar, e inspirando mundialmente los valores de la Paz y la dignidad.
https://pachakuti.org/spip.php?article279&fbclid=IwAR3zWaGxvExnOfe9gH4tZdUEnuDyLehGlkZZ449sA_dZG1Ud3X5qqk3rNt4
Expulsemos la guerra y la violencia de la historia y de nuestras vidas.
Ni una mujer, ni un hombre, ni un euro para la Guerra.
Para la Paz Bienes Comunes:
https://pachakuti.org/spip.php?article267
Para la Paz, defender a la MamaTierra:
http://www.justiclima.org/
Para la Paz, afianzar y desarrollar los DERECHOS de quienes defienden la Vida:
www.miradoriu.org