¿recordando la nacionalización del cobre?
País de minerales.
Minerales diversos están y han estado con marcado protagonismo en la realidad chilena.
En la nota “De Lota a Arnao”, se comentaba el paralelismo entre la mina de carbón chilena con vetas debajo del mar, y la explotación de Castrillón, también con galerías bajo el agua. Sobre esa experiencia larga de minería y movimiento obrero está investigando Rubén Vega, en sus nuevos trabajos sobre patrimonio industrial.
https://mas.lne.es/cartasdeloslectores/carta/37438/mineros.html
El cobre ha sido el mineral que ha estado ligado a la historia del país desde el siglo 19.
La mina de El Teniente, explotada por la estatal CODELCO, tiene 4.500 km de galerías bajo tierra. Chuquicamata, que visitamos en los 90, una de las más grades a cielo abierto.
La tradicional explotación de cobre en manos de las empresas norteamericanas con enormes ganancias para éstas llegó a su fin en junio de 1971 cuando el presidente Salvador Allende, con apoyo unánime del Congreso pleno, nacionalizó las minas de cobre para beneficio del país.
Fue una medida aplaudida no solo nacionalmente sino a nivel internacional en el concierto de países y sociedades que veían en Chile un ejemplo de soberanía y dignidad para salir de la situación de subdesarrollo, pobreza y dominación que caracterizaba las relaciones entre naciones industrializadas y aquellas dependientes.
Poco después llegaba la asonada militar.
Y hubo pocos cambios estructurales en términos de producción y exportación de cobre.
Con la excepción de que en vez de asignar el 15% de las utilidades de la minería al presupuesto nacional, se destinó un 10% para financiar las cuatro ramas de las fuerzas armadas. (en modo secreto y que ha durado hasta 2020).
Con la constitución pinochetista se concesionaron yacimientos mineros con garantías no vistas hasta ese momento en país alguno. Sin límite de tiempo, y acompañada por los decretos de ley sobre materia laboral, que restringían los derechos de asociación de los trabajadores.
Así se llegó a producir un récord de 6 millones de toneladas de cobre fino. Chile se situaba a la cabeza de la exportación de cobre en el mundo, pero la participación del Estado decrecía en el negocio minero para dejar paso a la iniciativa privada.
Si en los 90 Codelco producía más del 70% del cobre que exportaba el país, en la actualidad, no llega al 30%, cuando el negocio que se ha triplicado en los últimos 20 años.
Existe un Comité de Defensa del Cobre que postula la necesidad de realizar un ejercicio similar al del gobierno de la Unidad Popular en 1971, nacionalizando el cobre que hoy está en manos extranjeras.
Sostiene que, si toda la producción de cobre estuviera en manos del Estado, los ingresos provenientes de esa renta permitirían financiar sobradamente los gastos sociales: la educación, la salud, la previsión, la vivienda. Se añade que luego de ello, quedaría todavía un remanente para gastar o invertir en ciencia y tecnología, por ejemplo.
Sin embargo, deben tenerse en cuenta los conflictos socioambientales por oposición ciudadana y comunitaria a actividades mineras.
Minería sustentable, minería verde, políticas de puertas abierta y de buen vecino forman parte de la narrativa vacía de contenido material de muchas empresas y gremios mineros en el país.
Pero se suman casos de denuncias de contaminación masiva por arsénico en la salud de pobladores, al tiempo que las críticas a la minería por sus enormes efectos en el ambiente y los ecosistemas eran una realidad mundial, con la preocupación por el acceso al agua y su calidad, entre los de mayor peso.
En el caso especial del litio, cuya extracción significa la destrucción de los salares (humedales) y lagunas altoandinas en los que se encuentra, merece atención a la hora de singularizar la relación del Estado con la sociedad, las comunidades afectadas y las empresas privadas.
La dictadura militar decidió restar al litio de los minerales concesionables, a diferencia del resto de minerales metálicos y no metálicos que contiene el subsuelo. Una simple razón motivó esa exclusión: el litio tiene aplicaciones bélicas importantes.
Rubén Vega en Chile
Para muchos, incluidos los neoextractivistas que ven en la explotación del litio una oportunidad para pagar deudas sociales y costear servicios básicos, están dadas las condiciones para acelerar la extracción del mineral estratégico con valor agregado y cuidado del ambiente.
La tecnología usada para producir carbonato de litio se basa en la extracción de grandes cantidades de salmuera del fondo de los salares y en la evaporación del agua en grandes lagunas expuestas al sol y al viento durante más de un año.
Las acciones emprendidas hacia las comunidades afectadas que habitan el salar de Atacama se basan en compensaciones económicas, lo que al parecer indica que compensar el daño es más barato que prevenirlo. Esto deja a una importante distancia la intención declarada por el gobierno actual de profundizar la extracción de litio con cuidado ambiental y comunitario.
Los mismos esquemas funcionan en este nuevo escenario: Las decisiones se toman en el norte industrializado, mientras los elementos naturales los proveen principalmente países pobres. (del trabajo de César Padilla Ormeño “Chile país de conflictos mineros”).
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